La Enseñanza Remota de Emergencia (ERE) es una forma de enseñanza que se adapta a circunstancias de emergencia (climáticas, económicas, sanitarias, etc.) y adopta los medios que estén a disposición de la mayoría de las personas en esas circunstancias especiales.
La ERE asume por lo general la pedagogía, la didáctica y la metodología dominantes en el sistema educativo formal. Un ejemplo lo encontramos en los videos educativos transmitido por VTV, en esos videos se reproduce la manera en que se enseña (metodología) tradicionalmente en un aula cualquiera en Venezuela. La cual a su vez es un reflejo de la pedagogía predominante en nuestras escuelas, liceos y universidades. Cuando el programa de ERE es importado de otro país, tal vez tenga subyacente otra pedagogía.
La ERE se realiza en un contexto de incertidumbre. La mayoría de las veces no se puede saber a ciencia cierta cuánto durará la contingencia que originó su activación. Tal es el caso que estamos viviendo en este momento con la pandemia del COVID-19. La suspensión de las actividades académicas presenciales fue inicialmente por un mes, por el lapso establecido para la primera cuarentena. Luego, el Ejecutivo Nacional decidió extender la cuarentena pro un mes y suspender las actividades escolares por el resto del año escolar. Y aún hoy nadie sabe con exactitud cuánto tiempo más estaremos en esta situación, ni cuál será exactamente su evolución. Tampoco se puede producir las condiciones materiales en qué se realizará la ERE.
La ERE, si bien no tiene que ser improvisada, tiene que planificarse en lapsos muy cortos. Dado que se trata de una respuesta educativa a una emergencia se requiere de una respuesta rápida, ante una situación en la no se puede predecir las consecuencias de la catástrofe que la ocasiona. Por ejemplo, si se trata de un desastre climático que deja a toda la población sin electricidad por un período de tiempo considerable. Habría que diseñar en un tiempo muy corto un plan de ERE que no requiera de energía eléctrica para su funcionamiento.
La ERE debe ser implementada por personas no necesariamente entrenadas para asumir todas las tareas que se requieran. Un problema para su implementación es que, por lo general, los profesores y los sistemas educativos no están preparados para gestionar un programa de ERE. Resulta muy difícil prever todos los requerimientos de formación que exigiría un programa de ERE.
La ERE no es educación a distancia ni educación on-line. Para más detalles sobre este punto ver mi artículo en Aporrea (https://www.aporrea.org/educacion/a289478.html). La educación a distancia, así como la educación o-line, requieren de planificación y de recursos humanos, tecnológicos, etc., cosas que por lo general no están disponibles para un programa de ERE.
La ERE toma seriamente en consideración la brecha tecnológica y la justicia social. Ningún programa de ERE es considerado exitoso si segrega a partes de la población necesitada por su falta de acceso a determinada tecnología. La ERE se sustenta en los mismos principios de justicias social de la educación en general. Tampoco la ERE debe ser utilizada como oportunidad de negocios, para lucrar a algunos en medio del sufrimiento de la mayoría.
Si bien no es predecible cuándo será necesario activar la ERE, si se pueden tomar medidas para estar mejor preparados para ese momento. Los ministerios de educación deberían crear unas instancias especialmente dedicadas a la ERE. También entes no gubernamentales podrían preparar propuestas de ERE. Una primera acción sería elaborar unos lineamientos para la ERE. También, debe iniciarse lo más pronto posible un plan de formación de profesores y de otros profesionales para la gestión de la ERE. Esta formación no debe reducirse al entrenamiento en el uso de determinadas tecnologías. Más detalles sobre cómo preparase para diseñar un plan de ERE en un próximo artículo.
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