Universidad Nacional Abierta (UNA): ¿Cuál es su valor?(I)

Martes, 05/05/2020 08:20 AM

  1. INTRODUCCIÓN

La Universidad Venezolana y en particular la Universidad Nacional Abierta ha sido colocada en una disyuntiva ante los múltiples desafíos y problemáticas de los tiempos presentes; ante su compromiso de una inserción más eficaz en la vida cultural, social del país. Nos referimos a una disyuntiva inevitable: o bien, se realiza una reorganización académica y una redefinición de sus fines, de tal manera que le permita lograr legitimidad en las relaciones globalizadas donde circula y se produce el conocimiento, o en su defecto, se estaciona en un espacio marginal, estimulando su acción formadora bajo parámetros que en el pasado la acreditaron pero que, irremediablemente, ya no tienen utilidad social ni académica en las nuevas circunstancias: científicas económicas, políticas, tecnológicas y sociales.

¿VALOR? es la pregunta en torno a la cual gira este artículo en donde a partir de una conceptualización filosófica del termino ("Valor") se define el valor actual de la Universidad Nacional Abierta. Vivimos en un mundo donde las cosas son y valen. El ser y el valor de lo que es, son constitutivos de su identidad óntica. Dado que el valor que se atribuye a algo puede tener diversas perspectivas o enfoques, se impone el criterio de al menos tratar de dilucidar el concepto y luego referirlo a la Universidad Nacional Abierta. Habrá también que ubicar el "valor de la Universidad" en su extensión de tiempo y espacio, es decir, en su dimensión histórica; pero sobre todo tratar de explicar qué valor representa actualmente la Universidad Nacional Abierta para la sociedad en general. En fin ¿Cuánto vale la UNA?

II. El valor de la UNA: un breve excursus filosófico

El termino valor tiene su uso generalizado y ambiguo en el medio educativo en general, esto puede llevar a equívocos, de allí la necesidad de sistematización que el término valor exige para la reflexión filosófica. En una primera aproximación, podemos entender por "valor’ las características por las que un objeto o situación es término de una actitud favorable. "Actitud" es un viejo término utilizado inicialmente por la psicología social y adoptado luego por la filosofía. Se refiere a una disposición adquirida que se distingue de otras disposiciones por su "dirección" favorable o desfavorable hacia un objeto, clase de objetos o situación objetiva. Examinar la Universidad Nacional Abierta desde la perspectiva de su valor intrínsico entraña una gran complicación. Sin embargo, es un ejercicio necesario en el entorno social, político de cambio en el que actualmente vive Venezuela.

  • Es común preguntarse: ¿Cuánto vale esto? ¿Cuánto vale aquello? Etc. Aquí el concepto valor designa un determinado "valor económico", expresado en unidades monetarias; por ende cualquier sistema monetario es un sistema métrico para medir el valor de cambio de las cosas. Sin embargo las cosas independientemente de su valor económico valen o sirven para cubrir unas necesidades materiales o espirituales. Así aparece el valor de uso. De esta primera reflexión se deduce que el término "valor" trasciende la vida económica para irrigarse en las cosas mismas y para irrumpir con una plus-valía –óntica en la vida humana. Puesto que la realidad valor pertenece a la esfera del sentido. Porque la dimensión valorativa o axiológica es inherente al ser del hombre, ya que según Johannes Hessen:

  • "Es el hombre un animal que confiere sentido a las cosas. El sentido es el por-que y el para qué de las cosas (...).El que señala la realidad, el por-que y el para-qué denotan el ámbito del sentido".

  • Según Rissieri Frondizi "Valor es la cualidad estructural que tiene existencia y sentido en situaciones concretas.(...). Que se apoya doblemente en la realidad, pues la estructura valiosa surge de cualidades empíricas y el bien al que se incorpora se da en situaciones reales"

Si obrar humanamente consiste generalmente en asumir concreta y activamente valores, es preciso examinar más de cerca el término valor. Es natural que nos preguntemos acerca del valor que a la Universidad Nacional Abierta le reconocemos. El primer desafío que se presenta cuando hablamos del valor de la Universidad consiste en precisar al menos el concepto de valor. "Valor" es un término que se emplea para indicar las cosas –materiales, instituciones, profesiones, derechos civiles, etc.- en la medida en que permiten realizar cualquier dimensión humana. Por consiguiente, los valores no son cosas ni características de las cosas, pero las cosas del mundo se presentan a la luz de valores o se revisten de valor en muchas formas y medidas. El valor no es un concepto absoluto, no se impone por sí mismo, sino que depende de la disposición previa que tenga un individuo o una colectividad para afirmarlo como tal, y de las circunstancias en que lo hace.

Ya la filosofía medieval distingue entre las cosas materiales portadoras de valores – bona, bienes – y la cualidad de valor de que están revestidas esas cosas –ratio bonitatis, significado, sentido, valor--. El valor es lo que hace que algo aparezca como un bien. Para ser concretos y reales, es preciso que los valores se realicen en el mundo concreto. ¿En qué sentido aplicarlo a la Universidad?, porque normalmente lo atribuimos a realidades tan distintas como la libertad, la democracia, el dinero, la familia, el Estado, la justicia, la lealtad, etcétera. Dado que el valor que se atribuye a algo puede tener diversas perspectivas o enfoques, se impone el criterio de al menos tratar de dilucidar el concepto y luego referirlo a la Universidad. Habrá también que ubicar el valor de la Universidad en su extensión de tiempo y espacio, es decir, en su dimensión histórica; pero sobre todo tratar de explicar qué valor representa actualmente la Universidad Nacional Abierta para la sociedad en general. Todo lo que vale, vale por haber logrado un valor, por haberse impuesto en el acontecer con su fuerza. ¿Quién y cómo conformará el valor actual de la Universidad Nacional Abierta? La Universidad, en general, se considera como un valor en la medida en que se suma, como institución, a la obtención del bien universal que la sociedad persigue.

III Esa buena idea llamada UNA

Las cosas no se justifican por el solo hecho de existir. Hay que ver cómo existen y para qué. Una Universidad es una organización. Cada organización tiene una meta por la que cobra todo su sentido; de ahí que sea más importante averiguar cuál es su meta, su finalidad, y que sus miembros se esfuercen por alcanzarla, que diseñar un conjunto de reglamentos y normas: el sentido de las actividades viene de sus fines y las reglas sólo pueden fijarse teniendo en cuenta los fines. El fin de las organizaciones es sin duda un fin social, porque toda organización se crea para proporcionar a la sociedad unos bienes, en virtud de los cuales queda legitimada su existencia ante la sociedad. A diferencia de las personas, cuya existencia no necesita legitimación, las organizaciones han de proporcionar unos bienes a la sociedad para ser aceptados por ella. Y, en caso de que no los produzcan, la sociedad tiene derecho a reclamárselos y, por último, a deslegitimarlas. Obviamente, cada organización (universidad, escuela, cuerpo policial, hospital) debe producir los bienes que le son propios y no sustituirlos por los ajenos, porque entonces pierde todo su sentido. Por ejemplo, que los universitarios se dediquen a hacer política en la universidad y el personal sanitario en el hospital, y tengan por más importante la conquista y distribución del poder que la transmisión del saber o la eliminación de la enfermedad y el dolor. Este tipo de desvirtuaciones de las distintas actividades es uno de los factores que ha motivado que en estas instituciones no prime ya la "excelencia", no se busque por todos los medios ayudar a quienes mejor cumplen los fines de la organización, sino que en ocasiones sean los más intrigantes quienes ocupen los puestos de responsabilidad.

La UNA es tanto un proceso como un proyecto. Proyecto inacabado, y como tal es siempre una realidad precaria, es decir que está en permanente construcción. No existe ninguna seguridad definitiva de su consumación, puede siempre frustrarse, sin embargo la contingencia de todo proyecto se despliega siempre en los márgenes de una mayor o menor plausibilidad.

Éxitos y fracasos, logros y desaciertos, fuerzas y debilidades han caracterizado el devenir de la UNA en los últimos años. Sería imposible decidir en unas pocas líneas cuáles aspectos han primado, si los positivos o los negativos, pero de lo que sí se puede estar seguro es sobre la conveniencia y necesidad de actuar con nuevos criterios de Gestión y Administración Ética que contribuyan a introducir aquellos cambios que la UNA necesita tan urgentemente para superar escollos, obstáculos, deficiencias y limitaciones y poder convertirla en una Universidad de calidad capaz de aprender y educarse. En fin hacerla sustentable y hacerla valer.

La UNA tiene la obligación, el imperativo propio y social, de ser una organización que aprende. Su misión educativa se lo debe facilitar. Y esta es una responsabilidad ética. Si la UNA es capaz de diseñar e implementar procesos de aprendizaje dirigidos a sus alumnos, debe desarrollar también la capacidad de promover dinámicas organizativas dirigidas al diseño, planificación e implementación de procesos de aprendizaje organizativos. Y esto es posible a partir de la toma de conciencia de sus propios procesos de aprendizajes.

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