Durante muchos años la humanidad entendió como pensamiento predominante lo lineal, lo estable, lo ordenado, lo claro, lo dogmático y fue bajo ese tipo de pensamiento que se produjeron muchos hallazgos y avances significativos. Sin embargo, hoy día a nivel mundial se pone de manifiesto la necesidad de entender y explicar nuevos descubrimientos que necesariamente conducen a una nueva forma de pensar y actuar. Por ello, se impone profundizar en el pensamiento complejo y el desarrollo de la complejidad en los seres humanos, para poder explicar situaciones que se manifiestan en el campo de lo enredado, lo inextricable o confuso, lo ambiguo, lo que genera incertidumbre, que constituyen fenómenos que producen desorden. Esa es la complejidad y para entenderla y abordarla se requiere seleccionar elementos de orden y certidumbre, quitar la ambigüedad, clarificar, distinguir y jerarquizar, En el mundo académico se producen nuevas formas de relacionarse entre estudiantes y con el docente, nuevas formas de ejercer la didáctica educativa, de diseñar curricularmente, de obtener aprendizajes verdaderamente significativos, con contenidos bien especificados y explicados, de utilizar la tecnología como un medio y no como un fin.
En este orden de ideas, los primeros elementos de complejidad presentes en la educación a distancia (EaD) se ponen de manifiesto al interiorizar, que estamos atravesando por una pandemia conocida como COVID-19, de dimensiones inestimables que ha infectado a millones de personas y ha cobrado la vida de más de un millón de ciudadanas y ciudadanos en todo el mundo. Esto ha obligado a que el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en la persona de su presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, haya decidido suspender las clases presenciales en el mes de marzo de 2020 y decretar la casa por escuela para la formación de nuestros hijos. Segundo, esta casa por escuela se desarrolla mediante la utilización de las tecnologías a favor de la enseñanza y el aprendizaje. Ahora, nuestros hijos aprenden desde nuestras casas utilizando las tecnologías, que implican no solo el uso de Internet y alguna plataforma tecnológica, chat, correo electrónico, uso de las redes sociales, entre otras, sino también medios de comunicación y difusión nacional e internacional como la radio, la televisión, el teléfono, entre otros. A esto se le suma la posibilidad de hacer llegar información para el aprendizaje a través de las comunidades organizadas.
Se trata de pensar en la incertidumbre, de estar claro que cualquier cosa puede pasar y cuando uno menos lo espera, por ejemplo la pandemia producida por el COVID-19, nos ha cambiado la vida, ahora no podemos estar todo el día en la calle en los quehaceres cotidianos, debemos vivir pensando en cuarentena, condicionados a un plan de 7+7, cuarentena total + trabajo, estar pendiente constantemente de cuidarnos, usar tapaboca, mantener el distanciamiento social, lavarnos las manos con frecuencia, entre otras. Es una nueva forma de vivir que genera nuevos hábitos, incertidumbre, en ocasiones caos, ambigüedad, genera complejidad. Esa noción de incertidumbre ante lo que pueda pasar nos impone la necesidad de estar despiertos, observando todo lo que nos rodea, volvernos creativos, buscar salidas donde parece que no las hay, buscar una nueva forma de pensar y de actuar. Estar convencidos parafraseando a Morín1, que es necesario sembrar en los seres humanos la noción de incertidumbre, de que cualquier cosa puede pasar y en el momento menos esperado. De esta forma, la observación humana llevará al desarrollo de un nuevo tipo de pensamiento que esté pendiente de los detalles, de los procesos, de los aspectos constitutivos, del todo en general, de cada una de las cosas abordadas con el razonamiento y con el pensamiento.
Todo lo anterior, supone desde la complejidad, que nuestros hijos en su rol de estudiantes van a aprender desde nuestras casas aparentemente solos, típico de los procesos de EaD, recibiendo información del docente junto a su ayuda ajustada a las necesidades personales del educando, ayuda que irá disminuyendo en la medida que el estudiante progrese, se haga más independiente y construya de manera independiente sus conocimientos. Por tanto, el papel del docente será el de orientar y acompañar al estudiante. Sin embargo, esto genera un elemento nuevo de complejidad porque no garantiza que el estudiante no se sienta solo, que sienta que ya no tiene a su compañero de clases que abrazaba, con quien conversaba, con quien realizaba sus tareas y a su profesor que lo orientaba cara a cara. Ahora vive en la distancia. Por ello, el papel de los padres y de la familia se multiplica y se hace más creativo. Esa muchacha o muchacho ahora necesita más que nunca el apoyo de sus padres y de su familia, que a su vez necesitan capacitarse y formarse para emprender una nueva forma de vida al lado de sus hijos, apoyándolos para que superen las tareas de aprendizaje que les asigna el docente.
Ahora, nos toca como padres y docentes entrenarnos en ser más observadores, viendo lo que se manifiesta y lo que no se manifiesta, interpretando, deduciendo, imaginando y proyectando más allá de lo que está escrito y viendo lo que está escrito entre líneas. Se nos impone la necesidad de leer e interpretar el comportamiento de nuestros estudiantes a través del computador, saber interpretar si están siendo capaces de manifestar todo lo que están aprendiendo, si están aprendiendo lo que deben aprender u otra cosa, si lo están interiorizando y aprendiendo significativamente o existen lagunas que hay que resolver. Si estamos llegando verdaderamente a los estudiantes con métodos, procedimientos, técnicas y estrategias didácticas de fácil comprensión o si tenemos que rectificar y acudir a otras no implementadas. Por ello, para resolver la complejidad hay que realimentarse constantemente durante todo el proceso de enseñanza y aprendizaje, que ahora se hace más personalizado porque media la distancia, porque no le vemos la cara de frente a los estudiantes, sino a través del computador. Se trata de ver el todo que implica comprender el papel de los padres, la familia, la comunidad organizada y el docente. Según Morín1, estar convencidos que más importante es conocer el todo que la partes. Al comprender el todo actuamos de forma holística y ello nos permite visualizar las partes, resolverla e integrarlas en el todo. Por ello, un buen ejemplo podría ser comprender el plan de capacitación de los padres y la familia durante y posterior a la pandemia, como un todo dividido en partes a ejecutar de manera integrada y sistémica con los padres, familia, comunidad organizada y el docente.
En tal sentido, un primer tema, abarca cómo compartir información por parte del docente y la institución educativa al seno familiar, acerca de hechos, conceptos e información teórica, relativos a las áreas y los procesos involucrados en la formación de sus hijos. Esto obliga al docente y la institución educativa a preparar materiales instruccionales específicos, de amplia comprensión para los padres y la familia, que incluyan las características de la institución educativa, el pensum de estudio, los programas instruccionales, las estrategias didácticas y el método de evaluación utilizado por los profesores a distancia, así como la estrategia de ayuda ajustada al estudiante, padres y la familia, para garantizar el aprendizaje significativo de sus hijos. Un segundo tema, trata acerca de la adquisición y desarrollo de habilidades que, combinado con la información suministrada, persigue como objetivo promover cambios conductuales en el educando, los padres y la familia. Por ello, a la información suministrada suele incorporarse la construcción de habilidades utilizando técnicas para fortalecer las dimensiones intrapersonales e interpersonales, incrementar la empatía, la motivación, las técnicas para resolución de conflictos, toma de decisiones, mecanismo de dialogo, todo ello para obtener mejores logros en el aprendizaje de los estudiantes.
Un tercer tema, son los cambios en los valores y las creencias. Los valores personales vistos como las normas que se establecen en el interior de cada persona que los impulsan a vivir bien para ser cada día mejor. Entre estos se encuentran: la cordialidad y la cercanía, paciencia, creatividad y decisión, apertura y reflexión, seguridad en sí mismo, capacidad de trabajo, facilidad de comunicación, humildad, entereza y autoridad. También es importante que los capacitadores identifiquen el nivel de escolaridad familiar, determinando la presencia de personas con nivel profesional, para trabajar por fortalecer los valores profesionales. Estos valores son: buena preparación, capacidad investigativa, capacidad de organización y planificación, motivación, responsabilidad, observación y orientación, habilidad manual y disposición a la formación continua durante toda la vida. Por su parte, trabajar sobre las creencias persigue como objetivo, por un lado, desarrollar la autoconciencia y el autoconocimiento de los padres y la familia con respecto al propio estilo de paternidad desarrollado, su génesis e influencia en el desarrollo y la educación de los hijos y, por otro, cambiar diversos tipos de creencias obsoletas relacionadas con las actitudes educativas, las teorías implícitas acerca del desarrollo de la educación y la percepción del comportamiento de las relaciones padres e hijos. .
Un cuarto tema, tratado en los grupos de formación, es el referido a cómo resolver problemas. En tal sentido, se requiere que los capacitadores u orientadores proporcionen una continua estimulación y realimentación constructiva a los padres y la familia durante toda la capacitación. Partir del concepto de que un problema es toda aquella situación que es susceptible de cambiar, mejorar o explicar. Los problemas son oportunidad de éxito y como tal deben tratarse. El objetivo es enseñar a los padres el paradigma básico de la resolución de problemas basado en el método científico, pero considerando las situaciones que lo afectan en el campo social y educativo. Resolver problemas cuando existe poca información y tiempo limitado. Todo ello, haciendo comprender a los padres y la familia que la única forma de resolver los problemas es con la participación de todos, o sea los hijos, los padres, la familia y en caso necesario la comunidad. Además, de interiorizar que los problemas se resuelven en el sitio donde ocurrieron y con los actores que participaron. Trabajar sobre la base de que las fases que componen el proceso de resolución de problemas incluyen la identificación del problema, determinar quién lo originó, investigar acerca de las alternativas de solución, anticipar los resultados probables en caso de ser posible, seleccionar y poner en marcha un plan de resolución de problemas, así como evaluar la efectividad del plan puesto en marcha.
Cuatro partes que a partir de su conocimiento pueden integrase como el todo, ejecutarse de manera independiente con enfoque sistémico, para finalmente verlas reflejadas en el todo, que constituye la formación de los padres y la familia con participación de la comunidad organizada, el docente y la institución educativa, en el método casa por escuela mediante la educación a distancia.
1Morín, Edgar. Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2005.