¿Por qué el chavismo le teme a la evaluación de la calidad de la educación?

Martes, 15/12/2020 06:11 AM

El chavismo no cayó del cielo. Entiéndase por chavismo al movimiento político que se identifica con la figura del expresidente Comandante Hugo Chávez Frías. Muchas de las personas y colectivos que se autodenominan chavistas participaban en la vida política del país antes de la aparición del Comandante Chávez en la escena política nacional. Muchos de ellos tenían años luchando contra las políticas y prácticas de la llamada IV República, hicieron grandes sacrificios, sufrieron persecución, cárcel, tortura, etc. Otros, militaban en partidos de la derecha y participaron en los gobiernos de AD y COPEI. Y otros cuantos, nunca habían participado activamente en política y se sintieron motivados por el liderazgo del Comandante Chávez. Una característica de los gobiernos de Chávez fue la libertad que tuvieron los movimientos sociales y políticos de base para realizar sus actividades, siempre y cuando se mantuvieran actuando en el ámbito local y no pretendieran cuestionar el liderazgo del Comandante.

Como todo movimiento político, el chavismo está influenciado por las políticas y prácticas anteriores y por las ideas dominantes actuales. Uno de los retos de todo movimiento político que pretenda cambiar el status quo es superar esas políticas y prácticas anteriores y las dominantes actualmente. En el campo educativo, el chavismo no ha sido capaz de sobreponerse a las prácticas y políticas educativas de la IV República en especial las de Acción Democrática (AD). Todo lo contrario, más bien ha asumido como suyas las ideas y prácticas políticas de AD, muestras de ello es que ha asumido al popular pedagogo adeco Prieto Figueroa como su figura insigne en educación, y que el ministro de educación con más años en el cargo es un exmilitante de AD y discípulo de Prieto.

Una política y práctica de los gobiernos de AD y COPEI fue la masificación de la educación. Desde los primeros gobiernos de AD, el crecimiento de la matrícula de primaria y secundaria fue sostenido. Tal fue el crecimiento de la matrícula en la educación secundaria, la cual no fue acompañada de un crecimiento similar en la educación universitaria, que en los años 70 del siglo pasado ocasionó la llamada "crisis de cupo", en esa década surgieron los "bachilleres sin cupo". Otra política y práctica de AD y COPEI fue la poca preocupación por la calidad de la educación. Para sus fines político demagógicos bastaba la masificación, reportar números era su meta. Todo lo demás era subsidiario. Solo en caso de presiones externas, los gobiernos de la IV República accedían a realizar algunas evaluaciones del rendimiento estudiantil a nivel nacional. Los resultados de esas evaluaciones eran ocultadas o muy poco divulgadas, porque resultaban muy comprometedoras para los gobiernos de turno. En tiempos del gobierno de Lusinchi la OPSU conjuntamente con el CENAMEC realizó un estudio nacional de rendimiento académico, este estudio mostró el bajo nivel de conocimiento de nuestros estudiantes en varias asignaturas. El gobierno ordenó que no se divulgara el informe de dicho estudio. Durante los dos últimos gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Caldera respectivamente, se aplicaron pruebas elaboradas por el Sistema Nacional de Evaluación del Aprendizaje (SINEA). El SINEA solo aplicó pruebas en dos oportunidades, ante los pésimos resultados alcanzados por los estudiantes estos informes han pasado por debajo de la mesa y el SINEA quedó prácticamente desmantelado. En 1992, el gobierno decidió no participar el Tercer Estudio Internacional de Ciencia y Matemática Escolar (conocido como TIMSS por sus siglas en inglés). Un funcionario del ministerio de educación de entonces afirmó que para qué participar en ese estudio si de antemano sabíamos el pésimo papel que jugaríamos. Después nos encontramos con los desastrosos resultados obtenidos por nuestros estudiantes en lengua y matemáticas en el Primer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (PERCE) realizado por el Laboratorio Latinoamericano para la Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) en 1996, luego del cual los gobiernos chavistas decidieron que nuestro país no volviera a participar en estos estudios. Seguro temiendo resultados peores. Por último, tenemos que algunas escuelas públicas y privadas del estado Miranda participaron en el estudio PISA, cuando Capriles Radonsky era gobernador, obteniendo nuestros estudiantes calificaciones bastante bajas.

Algunos educadores chavistas podrían justificar esta evasión a evaluar la calidad de la educación argumentando su desacuerdo con mediciones de la calidad de la educación al estilo PISA y sus implicaciones ideológicas. Argumento cuestionable, porque el chavismo ha mostrado estar de acuerdo con el currículo basado en competencias. Además, esa es una excusa que no soporta la menor crítica, porque hay muchas maneras de definir la calidad y de evaluarla. Lo cierto es que los gobiernos chavistas han evitado evaluar de cualquier manera los logros alcanzados por los estudiantes como producto de sus políticas y prácticas educativas.

En resumen, en general los ministros de educación del chavismo han mostrado muy poco interés por la calidad de la educación, y mucho menos por evaluarla. En buena medida porque Chávez y ahora Maduro han puesto por delante la masificación como bandera política y le han temido a mostrar los aprendizajes logrados por las y los estudiantes. Los políticos en el actual gobierno saben que les resultaría políticamente embarazoso mostrar la realidad de la educación bolivariana.

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