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Ezequiel Zamora desde la universidad que siembra

Martes, 02/02/2021 12:37 AM

El primero de febrero de 1817, nacía en Cúa, estado Miranda, el "General del Pueblo Soberano", como se le conoce, Ezequiel Zamora Correa; moría, como lo relata uno de sus biógrafos más representativos, el Dr. Evelio Pérez Cruzzatti, una mañana del diez de enero de 1860, cuando desde extraños movimientos de una maleza que se avivaba con la brisa llanera, la tropa federal seguía paso hacia San Carlos para librar otro evento libertario bajo la consigna de "¡Tierras y hombres libres!"; un misterioso llamado hizo dirigir al general a un patio aislado para ubicar el fuego enemigo, luego de ir señalando con su índice el movimiento de su ejército, un estremecimiento brutal lo hizo trastabillar: un golpe plomizo, nítido, sólido, le daba de repente en el rostro. "…Dobló las rodillas y cayó súbitamente. Solamente cuando su edecán lo volteara para verlo de cerca podría descubrirse la desgracia: un río de sangre brotaba de su ojo derecho. Era el fin…"

Con la muerte del general Zamora se opacó el protagonismo de las masas populares en la segunda mitad del siglo XIX; la Guerra Federal (1859-1863), a partir de su deceso, tomó un cuerpo menos carismático líder venezolano, y se impuso una lucha ideológica y política que sacó al pueblo de la ecuación y concentró la lucha de poder entre las tendencias conservadoras y liberales de la época que pugnaban por el mantenimiento del orden social y político; la anhelada justicia social, abolición de la esclavitud y el derecho a la propiedad de la tierra para las clases subalternas, pasó a ocupar un lugar superficial del discurso heroico de la época, consumándose el triunfo de los grupos de poder que defenderían los intereses de las familias y los sectores sociales privilegiados ya sea por su herencia colonial aristocrática, como por sus triunfos en la Guerra de independencia que les dio tierras y recursos a cambio de tan inmenso sacrificio. Muchos de nuestros héroes no libraron sus batallas por nada, obtuvieron grandes beneficios que su descendencia dilapidó o utilizó a consta de los nativos menos afortunados que ocupaban los estratos del pueblo de a pie, esos que defendía Zamora.

El Dr. Cruzzatti, devela que no había enfriado el cuerpo de Zamora, se dieron acusaciones desde todos los sectores sociales y políticos, estableciendo los supuestos culpables del asesinato; las pocas personas que sabían del mortal acontecimiento, brindaron sus posibles veredictos; se dijo que el disparo lo habría realizado un centralista; otros, que el disparo lo habría salido de las filas liberales. Se llegó a señalar a Telésforo Santamaría, soldado centralista, "robusto, como de treinta años, cara redonda, lampiño, color prieto...", quien se dice disparó un tiro desde el solar de la casa de Manuel Hernández Sierra hacia el solar de la casa que ocupaban Desiderio y Federico González, donde se encontraba Zamora inspeccionando al descubierto.

Por otro lado se acusó al sargento Morón, de las tropas liberales, siendo fusilado por oficiales federales, culpándolo de haberle disparado desde la torre de la Iglesia de San Juan, dirigente del bando liberal. Para algunos historiadores, Zamora fue víctima de una conjura planificada por sus propios compañeros de armas, no hay otra explicación para la vulnerabilidad a la que se vio expuesto y le costó la vida.

Han pasado 161 años de aquella conjura-asesinato, y hoy día los herederos del legado de Ezequiel Zamora, siguen enfrentando las conjuras, los atropellos, los falsos discursos, las persecuciones y los atentados contra la dignidad del pueblo, de nosotros los hombres de a pie que nos toca un mundo sobrevivir y brindarle a la sociedad un espacio de valores donde puedan desenvolverse y crecer como familia y como sociedad.

Zamora surge en la historia como un héroe a quien una vil traición lo hizo trascender en el arco inmortal de los hombres de la Patria; otro acto que se quiso hacer con Zamora y que evidenció el miedo que la oligarquía tiene a los líderes del pueblo, es la posibilidad de que la última morada del General fuera atractiva para sus seguidores y simbolizara un espacio para cargar energías e intencionalidades que pudieran mantener en vilo la paz simulada que le aseguraba a los grandes grupos seguir aprovechándose de los recursos naturales y económicos del colectivo en beneficio de los pequeños grupos de interés que tenían metidos sus tentáculos en la dirección política del país.

Por ello, se trató de ocultar la tumba de Zamora; se cuenta que fue sepultado en la madrugada del día siguiente en el solar o patio trasero de la casa donde fue asesinado; los restos no tendrían la paz de una sepultura digna por mucho tiempo. Para principios de 1868, los hombres en armas de la Revolución Reconquistadora, popularmente llamada Revolución de los Azules, donde uno de sus líderes José Ruperto Monagas, toma la ciudad de San Carlos; allí dos generales de Ruperto Monagas, Desiderio Escobar y Ramón García, que lucharon al lado de Zamora, deciden ubicar y exhumar los restos de su compañero de armas, con la idea de reivindicarlo frente a sus enemigos, mostrando que no pudieron desaparecerlo, y generando interés para que se conociera su obra liberadora; ellos certificaron que los restos encontrados eran de Zamora. El hecho es que los restos mortales de Zamora, luego de andar y desandar por varios lugares, se autoriza para que bajo la guía del cura y vicario de Los Teques se coloquen en el Templo de San Felipe de Neri, la hoy Catedral de Los Teques, hasta contar con una decisión más clara acerca de cuál debería ser su última morada.

A todas estas, para 1894, el General Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), escribió en sus Memorias, explica la versión de la muerte y destino de los restos de Zamora, allí dice: "Algunos años después del triunfo de la federación, normalizada la Republica y siendo Presidente, me traslade expresamente a la histórica San Carlos; extraje los restos de la sepultura ya descrita, le hice al héroe una solemne Apoteosis en Caracas, y deposité sus cenizas en el Panteón Nacional, donde reposa desde entonces, el gran Zamora entre los Grandes Servidores de la Patria…" Esta versión ha sido criticada por los testigos y protagonistas de los hechos, ya que el textos revela una clara intención de erigirse como el salvador del legado de Zamora, aunque lo que trajo fue dudas con respecto a los restos custodiados en la Catedral de Los Teques y que Guzmán Blanco trató de hacer creer que estaban en el Panteón Nacional.

Ante la duda la figura del General José Cipriano Castro Ruiz (1858-1924), para 1904, promovió una investigación para aclarar el misterio; se llegó al lugar de las hechos, se entrevistó a los testigos supervivientes del evento, se recabó la información necesaria; el estudio arrojó una descripción bien acabada de los hechos pero no pudo afirmar de manera contundente de que los restos ubicados en los Teques correspondían a Zamora. El historiador Marcos Antonio Aguilar, expresó en su ensayo titulado "El destino de los restos de Zamora es un acertijo sin resolver", en el 2016, que: "…el General en Jefe Ezequiel Zamora Correa murió de un tiro en la órbita inferior del ojo derecho con orificio de salida por el hueso occipital; que era una presa fácil del enemigo pues era el único que vestía de uniforme de General en Jefe, muy vistoso, (pantalón, casaca y kepis); que sus restos fueron exhumados por los azules en 1868 y llevados de manera pública y notoria, hasta la ciudad de Los Teques, que una vez allí y con autorización del Arzobispo de Caracas fueron depositados en custodia temporal en la Iglesia de San Felipe de Neri, donde todo parece indicar que aún permanecen…Este asunto es público y notorio desde hace años, entonces, ¿por qué los restos de Zamora siguen en Los Teques? ¿Qué sucedió que Castro no hizo las gestiones para su ubicación y traslado a Caracas?, ¿Por qué ningún Presidente, asociación, fundación o academia ha hecho gestiones para encontrar los restos del General del Pueblo Soberano?..."

En este sentido, expresa el Dr. Cruzzatti, se estableció que en 1868, los generales Desiderio Escobar, edecán de Zamora, y Ramón García, declararon haber exhumado los restos de Zamora y velados en capilla ardiente en el cuartel de artillería de Valencia, luego llevados a la iglesia de La Victoria por el general Rafael Carabaño hasta su traslado en abril de 1869, a la sacristía de la iglesia de Los Teques por el sacerdote Gerardo Larrain; Cruzzatti cita el alcance del historiador Manuel Landaeta Rosales, para quien estos restos desaparecieron desde 1894, no teniéndose una ubicación precisa del lugar de su colocación. Para 1872, los supuestos restos de Zamora fueron inhumados en la iglesia de la Santísima Trinidad, declarada Panteón Nacional por Guzmán Blanco, en 1876, y donde el historiador Gil Fortoul sentenció que "…los restos llevados al panteón, puede ya afirmarse rotundamente que son falsos".

Ese Zamora rebelde quien en vida fuera estigmatizado como un asesino y cuatrero, inauguró en las nacientes sociedades latinoamericanas el liderazgo popular de las masas menos favorecidas. Su visión de un pueblo que partiera de la comunión de las riquezas y la socialización de la propiedad, sigue siendo un asunto de discusión y debate en las actuales sociedades pre-socialistas, porque no podemos decir que hay algún Gobierno latinoamericano Socialista, porque esa figura está en construcción; hay un modelo de orientación socialista, como es el caso de Cuba y Venezuela, pero la sincronización de ese modelo con el capitalismo global es aún un asunto de incertidumbre, de caos. Las grandes potencias mundiales, por la vía del bloqueo y la intervención de los recursos económicos, han minado las acciones hacia la consolidación de ese modelo, pero aún la lucha sigue y se vendrán nuevas situaciones que permitirán ver por fin la luz al final del túnel.

La Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, UNELLEZ, hoy conmemora el natalicio del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora, y al igual que a su epónimo, ha sufrido desde 1975, hechos trascendentales. Al principio surgió como Universidad Rural, pero eso no caló, no llegó a materializarse como se esperaba; creció bajo la égida de convenios internacionales y llegó el momento en que un caudal de inversión vino del extranjero y le dio forma y esencia de Universidad de primera línea entre mediados de la década de los ochenta y finales de los noventa del siglo XX. Esa Universidad que fue acrecentando su lugar y prestigio en razón de las Ciencias del Agro y Mar, se vio en la necesidad de ampliar su oferta y su vinculación con el pueblo, así se fueron consumando experiencias como las Ciencias de la Educación, las Ciencias Sociales, las Ciencias Básicas y Avanzadas, las Ciencias de la Salud y las Ciencias Jurídicas y Políticas. Creció la oferta académica y con ella la demanda de estudio y hoy contamos con miles de estudiantes distribuidos en cuatro Vicerrectorados que llevan las banderas de Zamora y que persiguen concretar ese sueño Zamorano de una Universidad Rural, participativa y comunitaria.

La UNELLEZ que celebra la vida de Zamora, es una Universidad vinculada con sus comunidades, que entiende las necesidades formativa de las nuevas generaciones y que ha dotado sus espacios formativos físicos y virtuales, con un talento humano de vanguardia, altamente calificado y con experiencia en el manejo de los procesos de aprendizaje a nivel de educación superior. Nuestra UNELLEZ, a diferencia de los restos mortales de Zamora, no está perdida, no gravita en el misterio, sino que cumple sus funciones de docencia, investigación y extensión, bajo la insigne vocación del docente universitario comprometido con su comunidad y con su familia. Somos una sola voz bajo el sombrero generoso del General Zamora.

*.-azocarramon1968@gmail.com

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