Primeras acciones de resistencia en Venezuela

Reminiscencias de la historia venezolana (XV)

Lunes, 21/06/2021 12:33 PM

Apenas se inició la invasión de los conquistadores europeos, al territorio de Venezuela ya nuestros aborígenes se declaraban en férrea acción bélica en contra de las prácticas violentas del invasor. Según nos cuenta la historia que el 24 de agosto de 1499, Alonso de Ojeda llega al lago de Maracaibo, y cuando se dirige al territorio Bari, e ingresa allí, en su acción invasora es recibido por una flecha que se le clava en la pierna, cuya flecha da inicio a esta historia de resistencia, que hasta el día de hoy se mantiene latente en contra del imperialismo. La guerra contra los aborígenes comenzó, ya que los europeos no consiguieron la entrega, de estos habitantes naturales, como sucedió en otras regiones del Continente. La resistencia en Venezuela fue una unánime y precisa de las diferentes naciones nativas, que dieron hasta la vida por defender el territorio, su soberanía, su cultura y tradiciones.

Alonso de Ojeda, después de Colón es el iniciador de la guerra contra los aborígenes, llegó en su primer viaje con Américo Vespucio definiendo el reconocimiento de la costa venezolana en mayo de 1499. En la zona de Chichiriviche hubo un encuentro violento con los indígenas de ese territorio, que resultó en la muerte de uno de los hombres de Ojeda y heridos otros. Desde allí se adentra hasta la zona de la Goajira, donde es rechazado por los habitantes del pueblo Bari, regresa a España pero luego, en 1502, vuelve a territorio venezolano, haciendo el mismo recorrido que había hecho en el primer viaje y ataca en Cumaná un asentamiento aborigen el 2 de abril. "Allí mataron 78 indígenas y perdieron uno de los suyos; pasando luego por las costa de Curiana y la península de Paraguaná y desde allí se dirige hasta Bahía Honda en la Guajira, (hoy territorio colombiano); allí fundan el 3 de mayo un poblado de españoles que nombraron Santa Cruz de Coquibacoa. Son atacados los habitantes naturales, que salieron en combate defensivo, generando un fuerte conflicto en medio de serios incidentes con estos nativos que provocando el desalojo de esa recién fundada población, deshaciendo ese intento colonizador.

Ojeda insiste en volver, y en 1509 reaparece por nuestras costas y se adentra hasta Bahía de Calamar, en la actual Cartagena, llevando una proclama, aprobada por las autoridades españolas, en la que incitaba a los aborígenes a "someterse al Imperio español, de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza". Después de desembarcar, envió a unos misioneros para que leyeran la proclama, con interpretes que dominaran la lengua nativa, pero los aborígenes al oírla se incomodan y rechazaron a los españoles. Ojeda trató de calmarlos mediante engaño, ofreciéndoles ciertas bagatelas, pero estos naturales, entonces optaron por combatirlos; luego son vencidos por Ojeda, tomando ventaja sobre ellos, y decide perseguirlos, llegando hasta Turbaco, donde fueron atacados por los naturales, donde resulta muerto Juan de la Cosa y Ojeda huye para salvarse, logrando escaparse con tan sólo un hombre, hasta llegar a orillas del mar, donde estaba una flotilla estacionada. Luego llegó la flota del conquistador Nicuesa, con quien había tenido desavenencias, aquí se reconcilian y se unen. Le aprovisiona armas y hombres a Ojeda, acompañándolo, a ejecutar venganza sobre los aborígenes, masacrándolos de manera inmisericorde, utilizando todo el bagaje de modernas armas, en contra del arco, la macana y la flecha.

Este siniestro personaje vuelve a las costas orientales de Venezuela, a esclavizar a los aborígenes donde se encuentran anotaciones históricas que revelan, que persuadió al cacique Gil González en Maracapana, ofreciéndole la compra de maíz que debía ser transportado por 50 aborígenes, pero cuando llegaron, los atacaron capturando a 37 de ellos, escapando el resto, luego se produce una insurrección aborigen, atacando a los españoles, quemaron el monasterio y mataron a los monjes, después son atacados los nativos por las tropas de Ocampo.

Desde España, En 1503, la reina Isabel de Castilla otorga licencia para esclavizar a los aborígenes Caribes, con el infundado pretexto de ser caníbales y rebeldes, licencia que es renovada por Cédula Real, el 23 de Diciembre de 1511, para que los conquistadores esclavicen a los aborígenes, declarándoles oficialmente la guerra a los nativos, que ya había sido iniciada desde la llegada de Cristóbal Colon a nuestras costas, que a partir de ese momento no cesan en su firmeza e implacable combate, luego en 1529, podemos ver las incursiones de los Welser, cuando Alfinger es nombrado primer Gobernador de la Provincia de Venezuela, que al llegar a Coro impone el terror y la muerte a los pueblos aborígenes, según Garmendia, respecto a la actuación criminal de Ambrosio Alfinger, a quien los habitantes naturales le presentaron férrea resistencia, desde territorio caquetío hasta las intrincadas montañas, de los pueblos Wayú, bari, motilones etc. escribe:

"Los aborígenes, indios harmagos, quemaban invariablemente sus pueblos, mantenimientos, impidiendo su aprovechamiento por los españoles. En lugares donde se encontraba algún maíz, permanecía el ejército varios días para reponerse, defendiéndose continuamente de los ataques indígenas".

En cuanto al final de este esclarecido criminal, dice este mismo autor; citando un relato de Esteban Martín, uno de los españoles acompañante de Alfinger:

"Iban por un valle pequeño, cerrado por una tupida vegetación, cuando se vieron de pronto rodeados de indios. Una rociada de flechas sobre los dos jinetes, quienes opusieron resistencia, laceando algunos de los atacantes y obligando a huir al resto. Pero en seguida son atacados por otro escuadrón más numeroso. Hieren a Esteban Martín en una mano y a Alfinger en la garganta. A pesar de sus heridas, ambos logran repeler a los atacantes y alcanzar el campamento. Allí curan sus heridas y parece que con éxito, aunque las flechas estaban envenenadas. Se asalta y se ocupa el pueblo de los indios que los había atacado, pero el veneno sigue su acción lenta, y el cuarto día muere el gobernador,…"

Sucede este encuentro en el valle de Chinácota (hoy Colombia), el 31 de mayo de 1533. Se elige como jefe de tropa al factor Pedro de San Martín, y llegan el 2 de noviembre a Coro, después de haber estado ausentes durante 2 años y 3 meses trayendo un botín de 30.996 pesos de oro robado a los aborígenes.

Por estos mismos momentos tenemos la presencia criminal de Nicolás Federmann que estaremos analizando en otra entrega, ya que las luchas de la resistencia aborigen cobra vital importancia histórica en estos momentos cuando nuestra sociedad se encuentra atrapada en la más profunda transculturización, que nos ha llevado a la pérdida de valores e identidad propia, pues, como nos dice Beaujon; "La historia de los movimientos políticos en la Provincia de Coro, está copiosamente nutrida, con el inquietante ingrediente de la rebeldía." Por ahora los invito a que estudiemos las heroicas acciones del pueblo aborígenes de la serranía de Coro, que este mismo autor citando a Hill Peña, relata en la "Historia de Estado Falcón":

En 1532, surge en la serranía coriana, un movimiento político de ejecución guerrera, exclusivamente indígena, acaudillada por el cacique de Cabure, Don Marcos Bacoa, quien inconforme con la política pacifista de su sobrino el Diao, Don Martín Manaure, y enfurecido por los atropellos infringidos a su raza por los intrusos gobernadores alemanes, se levantó en armas, "armas de los indios": macanas, flechas y astucia, con el fin de "humanizar el gobierno regido por agentes de los Welser y restaurar el régimen aborigen, ya que la violación del pacto Ampíes-Manaure implicaba la guerra para imponer por la fuerza lo que era imposible conseguir por la paz."

Y citando a otros documentos históricos, este autor señala: "Durante dos años, Marcos Bacoa, sostuvo una guerra de guerrilla en la serranía coriana, siendo de señalar que el Cacique Bacoa fue precursor de esta estrategia bélica en Venezuela, pero al fin es derrotado, hecho prisionero con sus dos cientos indios y despojado de todos sus bienes, hasta que el obispo Rodrigo Bastidas escribe a la reina de España, informándole de la prisión y la confiscación de los bienes de Bacoa y demás indios, suplicándole al mismo tiempo "mande poner en libertad al dicho Don Marcos con toda su gente y hacienda. Yo lo he tenido por bien –dice la Reina- y así envió a mandar al dicho gobernador que le perdone, viniendo a servir y darnos la obediencia que es obligado y que le ponga al servicio que a vos pareciere y no lo encomienda a nadie; vos por mi servicio tenéis cuidado de favorecer a él a sus indios para que sean bien tratados."Pág. 135.

En opinión de Beaujon, El movimiento encabezado y dirigido por Bacoa. Tiene una connotación de protesta por los atropellos de los gobernantes alemanes, contentiva de dos tendencias, una: nacionalista por tratarse de defender el territorio y otra revolucionaria por la implementación de la estrategia bélica de la guerra de guerrillas, para la defensa de su tierra y su libertad.

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