Los Lanceros de Páez Protestaron por Piar y Bolívar, más tarde, se manifestó arrepentido

Sábado, 10/07/2021 02:41 PM

Richard Vawell fue un soldado que, desde su lejana Inglaterra, un buen día, junto con un grupo de jóvenes compatriotas suyos, después de pasar por la isla Amelia, aquella de la República de Fernandina, creada por Bolívar, habiendo tomado esa plaza por medio de fuerzas suyas al mando del General McGregor, en las cercanías ala Península de La florida, destinada a servir de base naval para hostigar el movimiento de la armada española y planificar una invasión para liberar a Cuba arribó a Venezuela a incorporarse al ejército patriota.

Como él mismo lo sugiere, su mayor obsesión, más que luchar por la independencia o la libertad, parece haber sido hacerlo al lado del Libertador.

De él, la Academia Nacional de la Historia tradujo el francés a nuestro idioma tres obras: "Campañas y Cruceros", "El terremoto de Caracas" y "Las Sabanas de Barinas". De la primera de ellas dijo el bibliógrafo venezolano Don Manuel Segundo Sánchez que era "interesante" y escrita con "notoria imparcialidad". Y Rufino Blanco Fombona, hombre poco dado al agasajo fácil y cuya identificación con la figura de Bolívar es de sobra conocida, expresó que "es modesto y ecuánime" y su "narración no puede ser tachada de parcialidad".

Posiblemente llegó a Angostura a fines de 1817 o comienzos de 1818. Casi al inicio de su narración, cuando penetra por primera vez por el Orinoco, al pasar frente a Guayana La Vieja, dice que esa población fortificada había sido tomada "recientemente" por el general Bermúdez. Pero cuando hace mención por primera vez a la detención y posterior fusilamiento de Piar, nos deja la sensación, como también al traductor, de ser portavoz de otros. Es decir, parece ser que llegó a Angostura no sólo después de la toma de Guayana La Vieja, sino también con posterioridad al fusilamiento de Piar.

Lo importante es que ese personaje, calificado reiteradamente de imparcial, recogió, posiblemente entre hombres de tropa con quienes con frecuencia anduvo, la versión de que el General Cedeño, portador de la orden para detener a Piar, invitó a su entrañable camarada a que lo acompañase ante Bolívar con la promesa que éste "sólo deseaba tener una entrevista con él" y después podría marcharse sin ser molestado.

Cuenta Vawell, en su lenguaje sencillo, ameno y sereno, que estando Cedeño en Calabozo con una respetable fuerza fue avisado de la presunta aproximación del enemigo; según el autor de "Campañas y Cruceros", que se dice testigo presencial, Cedeño ordenó la evacuación precipitada de la plaza sin cerciorarse de la veracidad de la información y de una forma tan improvisada que dejó abandonado casi todo el parque que portaba. Al percatarse de su error e impericia volvió alentado por la ayuda que, con frecuencia, algunos bandoleros que, como Vicentico Hurtado, prestaban al ejército patriota. Pero al intentar el regreso, refiere el soldado-escritor inglés, Cedeño metió su tropa por el desfiladero de "Los Cerritos", sin enviar previamente exploradores, por lo que fue emboscado y derrotado feamente.

Más tarde, cuenta Vawell en su breve relato, cuando Cedeño llegó a Barinas a reunirse con Bolívar y Páez, encontró un ambiente que le era adverso; comenta el inglés que "La traición con su compadre Piar y varias bajas acciones le habían hecho muy impopular en el ejército". Y asegura haber observado que al llegar Cedeño al campamento de Bolívar, "los jinetes de Páez y otros tipos le acogieron con silbidos y denuestos". Según, hasta lo tildaron de cobarde por la huida de Calabozo y la derrota en "Los Cerritos". Y lo rodearon con el ánimo alterado e intentaron agredirlo. La enérgica intervención de Páez evitó que aquello derivase en un enfrentamiento lamentable entre las tropas de éste y las del agobiado Cedeño.

Este acontecimiento narrado por un testigo presencial e imparcial; admirador de Bolívar y también de Páez, sugiere la inconformidad que produjo en el seno de las tropas independientes el fusilamiento de Piar. Estos que protestaron en su favor allá en Barinas, quizás no formaron parte de las huestes que en Cumaná, Maturín y Guayana arrastró tras de sí; eran hombres de Páez; de los lados de Barinas y Apure y posiblemente nunca combatieron al lado del héroe de San Félix, pero conocieron de sus hazañas, de sus gloriosas jornadas de los años 16 y 17. Y aquellos hombres rústicos, con poco apego a la disciplina y más dados al arrojo y la lealtad al jefe y al ánimo arrojado, no admitían la conducta de Cedeño con respecto a Piar en la versión que les era conocida y que al parecer fue bastante difundida. Ellos mismos una vez estimularán a Páez para que se erigiera en el Jefe Supremo y en consecuencia desconociera a Bolívar.

Bolívar, según Vawell, aquel día discretamente reunió su tropa y tomó uno de los infinitos caminos del llano.

Fue ese General Manuel Cedeño o Sedeño, el mismo que en la marcha hacia el sur, comandando parte del ejército patriota, fue detenido por las fuerzas realistas a la entrada de la ciudad de Popayán. Allí estuvo por varios días, sin poder avanzar y perdiendo hombres y pertrechos. Curiosamente, por disposición de Bolívar y según algunos, de manera premeditada para probarle, en aquel cuerpo marchaba de jefe de la retaguardia, cuidando presos, enfermos y pertrechos, marchaba con humildad y disciplina el joven general Antonio José de Sucre. Inesperadamente, este desde la retaguardia, por orden del Bolívar, desde su puesto de mando, pasó al comando. Era esa la prueba que faltaba al heroico cumanés, quien, en breve tiempo, mucho menos del que se esperaba tomó la plaza, con el mínimo de pérdidas e hizo posible continuar avanzando.

Años más tarde, cuando se opte por perdonar la vida a Santander, Bolívar recordando el ajusticiamiento del héroe de San Félix y Angostura, dirá en carta dirigida a al General Pedro Briceño Méndez, el 16 de noviembre de 1828, "estoy arrepentido de la muerte de Piar, de Padilla y de los demás que han perecido por la misma causa: en adelante no habrá más justicia para castigar el más feroz asesino, porque la vida de Santander es el pendón de las impunidades más escandalosas."

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