Continuidad de la guerra imperial europea, contra los pueblos del territorio Centro Occidental de Venezuela

Reminiscencias de la historia venezolana (XXII)

Miércoles, 18/08/2021 02:54 PM

Como ya he reseñado en la anterior entrega, el conquistador Federman, después de recorrer tres naciones, enemigas y distanciadas por largos trayectos territoriales de intrincadas montañas, que no se relacionaban entre sí y cada una poseía un idioma diferente, como son: Jirajaras, Ayamanes y Gayones, después de haber recorrido una aproximación de 60 millas (150 kilómetros), en el transcurso de unos 43 días, desde su salida de Coro, llega a la nación de los Xaguas, (también enemiga de las tres anteriores) por lo cual queda descartada, (según las propias narraciones de Nicolás Federman), la posibilidad de que estas tres naciones originarias, pudiesen haber sido una inter-etnia, o por lo menos estar confederadas, en el momento en que llegan los primeros conquistadores a este territorio.

Los europeos al llegar al territorio de los Xaguas intentaron contactar a los pobladores de este territorio, pero estos huían para evadir el contacto y librarse de ser capturados y ser convertidos en esclavos, para la servidumbre de los invasores. Respecto al avance de la guerra contra los aborígenes del pueblo Xaguas, Federman dice en su Diario:

"Cuando nos acercamos al primer pueblo de esta nación, (…) acampamos poniendo buena guardia en todos los lugares y alturas (…) para no ser sorprendidos por los indios (…) y diéramos ocasión a que se alborotasen. Por la noche mandé parte de mi gente para atacarlos y para que me trajeran a los que pudieran capturar. Así sucedió, y a la mañana siguiente volvieron con unas cuantas personas, a quienes habían atacado en dicho pueblo, (…) mientras dormían"

De esta manera llegaron los europeos al pueblo de los Xaguas; los atacaron y masacraron mientras dormían en la tranquilidad de su ambiente natural, dentro de sus chozas, y más adelante este asesino dice:

"Dejé en libertad a cinco personas de los Xaguas que habíamos capturado, quedando en mi poder los principales o más nobles con el cacique o señor, para que los indios ofrecieran menos resistencia sabiendo que podían libertar a sus señores, más sometiéndose a nuestra obediencia que recurriendo a la guerra. Les entregué unos regalos, de poco valor (…) para que le diesen a los caciques (…) pidiéndoles de mi parte la paz (…) que viniesen al pueblo o aldea en donde ellos habían sido capturados, llamado Coary, y a donde me dirigía, para que me visitaran y me confirmaran las paces. Llegamos allí el veinticinco de octubre, hacia las nueve de la mañana, y a la hora vinieron algunos caciques (…) y por la tarde, (…) unas ochocientas personas, hombres y mujeres, (…) Trajéronme también algunos regalos en oro y las necesarias provisiones y caza".

Finalmente sobre el pueblo de los Xaguas Federman anota: "El último día del mes de octubre llegamos a un pueblo o aladea llamada Cacaridi, que es la última de esta nación", y termina de anotar el final del recorrido de la nación de los Xaguas, no sin antes, mal poner y vilipendiar a estos pueblos aborígenes, cuando escribe: "Las antedichas naciones o pueblos de Xidehara, Ayamanes, Coyones y Xaguas comen todos carne humana y son enemigo unos de otro, (…)", lo cual fue el justificativo criminal, para el exterminio de los pueblos nativos.

Cinco días, fue el tiempo en recorrer la travesía del territorio de los Xaguas, que no hicieron resistencia combativa, a los soldados europeos; sin embargo, les declararon hostilidad, huyendo de sus pueblos, para evadir el contacto y la cooperación, al ejército invasor, evitando ser secuestrados, y destinados a la esclavitud y de esa manera negarles la cooperación para la obtención de alimentos a la tropa invasora. En cuanto a la ubicación territorial de los pueblos de los Xaguas, según la obra titulada "Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela", dice:

"Federman no indica un solo pueblo entre los Cayones, y los dos pueblos habitados por Xaguas -Coary y Cacaridi- (según la obra citada) no se pueden ubicar actualmente. Sólo conocemos el dato según el cual el último pueblo estaba situado a tres millas de la salida de la montaña hacia los llanos de Barquisimeto". (Pág. 244)

Sin embargo, si analizamos el espacio geografico-territorial, que atravesó la expedición invasora, comparado con los datos que aparecen en el Diario de Federman, podemos deducir que el primer pueblo de los Xaguas, citado en el Diario, como Coary, estaba ubicado donde actualmente se establece el pueblo de Cuara, cuya fundación fue realizada por los alemanes Felipe von Huten y Bartolomé Welser, siendo un establecimiento colonial de los conquistadores alemanes, alrededor de los años 1554-1556, con el nombre de Santa Catalina de Cuara, luego pasa a llamarse Buena Vista de Cuara, ubicado en el Municipio Jiménez del Estado Lara. (PROINLARA.www.laraenred.com)

En este recorrido podemos darnos cuenta también, que Federman, luego de salir del pueblo Carohana, del territorio Ayaman, se desvía del rumbo norte-sur, que había seguido desde su salida de Coro, tornando hacia el oeste, hasta llegar a los llanos de Carora y de allí hasta El Tocuyo, recorrido que hizo por la rivera del rio Tocuyo, desde el momento en que cruzó este río, en el territorio Ayamán, el día 1° de octubre de 1530, razón por la que concluyo, que es en esta zona donde los invasores encontraron los pueblos del territorio de los Gayones o Cayones, (como los describe Federman en el Diario); entonces podemos teorizar, que el territorio que, en el momento de la Conquista estuvo ocupado por el pueblo Gayón, comprende partes geográficas, de los hoy municipios Tórres, Jiménez y Moran, del hoy Estado Lara. Al llegar a El Tocuyo, se vuelve hacia al Este, hasta llegar al primer pueblo de los Xaguas, que hemos deducido que es hoy, el pueblo de Cuara, y de allí cinco días después llegan al último pueblo de esta nación, que denomina como Cacaridi, "situado a 3 millas de la salida de la montaña hacia los llanos de Barquisimeto". Y desde allí, pasa a recorrer el territorio de la nación de los Caquetíos de Variquecemeto.

Según Federman la nación de los Caquetíos de Variquecemeto es numerosa y guerrera, con mucha abundancia de oro; que se entregaron voluntariamente a la amistad y sumisión de los "cristianos", con los que logra una buena amistad, pudiendo reunir una gran suma de oro, veamos lo que escribe Federman, en el Diario:

"Cuando salimos,(…) del último pueblo de los Xaguas y nos aproximamos a una milla del de los Caquetíos, (…) que formaban un pueblo numeroso y muy guerrero, llegamos a sus poblaciones situadas en una bella sabana, (…) en las márgenes de un gran río, donde pudimos ver una veintena de pueblos". (…) vimos que había una gran cantidad de pueblos o aldeas, cuyos numerosísimos indios naturales, en caso de rechazar nuestra amistad, hubieran podido causarnos daño y ofrecernos una resistencia perjudicial. (…) tomamos la decisión de no asaltar a estos (indios), como lo habíamos hecho con los otros, pues ellos eran muchos y nosotros pocos para poder vencerlos, (…) Cuando alcancé el primer pueblo o aldea de esta provincia de Variquecemeto, encontré allí (…) aproximadamente unos cuatro mil, gentes bien proporcionadas y fuertes, por quienes fui recibido. (…) permanecí en sus pueblos y aldeas, en número de 23, situados a orillas de este río, durante 14 días, (…) nos dieron muestras de buena voluntad y nos hicieron regalos sin obligarles a ello, (…) por un valor de tres mil pesos oro. Que son alrededor de 5.000 florines del Rhin, son gentes ricas que tratan, trabajan, laboran y venden oro. Y si se les hicieran regalos de objetos de hierro, tales como picos, hachas, cuchillos y cosas semejantes que necesitan, se podía conseguir mucho oro y enormes riquezas; (…) Creo que en estos 23 pueblos podría reunirse fácilmente en medio día treinta mil indios guerreros que se dedican a la guerra y se ejercitan en ella, (…) Tienen y poseen además poblaciones bien fortificadas, que no podrían fácilmente ser asaltados como las que habíamos conocido antes. (…) son enemigos de las tres naciones, (…) aunque están confederados con algunos de estos pueblos y otros vecinos con quienes contratan y tienen comunicación, como con los Xaguas, con quienes comercian con sal, (págs. 189–190–191 y 192).

Como podemos observar en esta cita del conquistador Federman, el pueblo que encontró mejor organizado militarmente, es el Caquetío de Variquecemeto, es el más numeroso, más rico, más organizado y fortificado; hombres preparados para la guerra y hasta confederados con algunas parcialidades de pueblos vecinos, con grandes posibilidades de haber exterminado, con mucha facilidad, a las tropas invasoras, lo que hubiese sido la derrota de la conquista en el territorio centro-occidental de Venezuela; prefirieron perder la guerra sin lanzar una sola flecha en contra de la intrusa tropa, convirtiéndose en hospitalarios, colaboradores y cómplices de los fieros conquistadores, lo cual, los condujo a la esclavitud y la servidumbre a favor de los invasores; al despojo y al exterminio, hasta la época del conquistador Juan de Villegas que dio con el remate de la existencia de estos pobladores, cuando funda la ciudad de Nueva Segovia de Barquisimeto, sobre los cimientos, despojos y cadáveres del milenario pueblo de Variquecemeto. Los sobrevivientes son repartidos, enmendados y reducidos y obligados a realizar trabajos forzados en las minas y en las casas de los colonizadores, como esclavos, y desde ese momento que transcurre en desgracia, para los nativos, comienza el exterminio de este pueblo que tubo toda la posibilidad de contener mediante la resistencia militar a los conquistadores, pero no tuvieron la voluntad de hacerlo; corren igual suerte que los Caquetíos de Coro, cuando el Diao Manaure pacta con Ampíes y luego es expulsado de Coro, por el Conquistador Alfinger, mientras otros pueblos con menor organización militar como los jirajaras, ayamanes, gayones, cámagos, entre otros, se mantuvieron activamente, por más de cien años de resistencia armada contra la invasión europea.

Hasta la llegada de Federman y su tropa al pueblo Caquetío de Variquecemeto, traía alrededor de 250 aborígenes entre hombres y mujeres prisioneros y en calidad de esclavos que servían como elementos de carga, de la tropa invasora, esta cantidad de nativos esclavizados es aumentada por los caquetíos, cuando Federman comenta en el Diario: "Desde estos pueblos (…) fuimos acompañados por doscientos indios que debía llevar nuestro equipaje y enseñarnos el camino hasta llegar (…) a otra nación, llamada Cuibas". (P.194).

Con esta cantidad de esclavos se apresura en salir del territorio de los Caquetíos de Variquecemeto, con una manifiesta debilidad, por tener unos sesenta soldados europeos muy enfermos que no podían trasladarse ni a pie, ni siquiera a caballo, sino cargados en hamacas, disimulando de esta manera, su extenuante situación; para evitar ser delatada tal situación ante los nativos, por lo que decide continuar la marcha expedicionaria, retomando el rumbo inicial hacia el sur, con miras a alcanzar el Mar del Mediodía, que era su meta emocional, donde encontraría grandes riquezas. Dos millas después de salir del territorio de Variquecemeto, se le presenta un nefasto percance, para la tropa invasora, veamos:

"(…) al permitir a los indios que llevaban nuestro equipaje que se adelantasen, sin preocuparnos de ellos y sin sospechar engaño alguno por su parte, (…) sucedió que, después de haberla llevado unas dos millas (…) la dejaron en medio del campo y se volvieron, (…) faltando de esta forma a nuestra palabra. Nos quedamos, pues, sin gentes para llevar el equipaje. (…) Escogimos, pues, lo más indispensable, repartiéndolo entre los cristianos, y el resto lo hice enterrar fuera del camino, (…). Así se fugaron (…) los indios que tenían que indicarnos el camino; (…) un muchacho y una mujer indiana, que no pudieron acompañar a los indios fugitivos, se quedaron con los cristianos".

En estas condiciones, adversas, el conquistador alemán con su tropa, con sus centenares de nativos, esclavos fugados, parte hacia la nación de los Cuibas; Federman escribe que:

"(…) los cristianos, después de haber sufrido un hambre prolongada, atacaron con buena fortuna el primer pueblo de esta nación, que utiliza flechas envenenadas contra sus enemigos, y la vencieron después de encarnizada guazábara; (…) fueron obligados a atacar también al segundo pueblo, cuyos, habitantes, atemorizados (…) se encerraron en una casa, poniendo en el camino algunas joyas de oro y comida (…) Fueron por fin convencidos para que nos ofrecieran la deseada amistad y rendición (…) con lo cual toda la nación fue reducida a la obediencia".

Inicialmente, a la llegada de esta nación de los Cuibas, Federman escriba en el diario que:

"La misma noche envié un capitán con treinta peones para asaltar a uno de los pueblos que habíamos visto de día y traer el mayor número de gentes que pudieran capturar, (…) Lo enviados se acercaron (…) al pueblo y vieron y observaron que los habitantes estaban reunidos alrededor de sus hogueras, como suelen hacerlo en tiempos de guerra, y con buenas guardas y armamentos. No se sintieron en número suficiente para atacarlos y se volvieron sin hacer nada". (Pág.197)

En otro de los pasajes descritos por el conquistador en el referido Diario se puede leer la siguiente narración, donde atacan, capturan y matan a los nativos,

"Los cristianos se acercaron al pueblo (…) y el capitán fingió huir, por lo que se envalentonaron los habitantes, saliendo unos quinientos del lugar donde estaban seguros, para perseguir a los que parecían fugitivos. Pero fueron atacados por delante y por detrás, (…) Fueron capturados alrededor de sesenta, muertos cuarenta y ocho y el resto puesto en fuga. De los cristianos sólo fueron heridos cuatro y muerto un caballo". (Pág. 199)

Después de lograr la sumisión y sosegar por la persuasión y el engaño, amedrentamiento y el castigo; la presencia de armas desconocidas por los aborígenes y los caballos, sin embargo se manifiestan los ímpetus combativos de aquel pueblo aborigen que se defendió, pero fue vencido debido a los ataque sorpresivos ejecutados durante la noche, prendiéndoles candela a las chozas, donde dormían; estrategia practicada por el ejército conquistador. Luego de realizadas esta atrocidades, las tropas invasoras salen rumbo al territorio del pueblos de los Cuyones, que Federman relata:

"Salí de este pueblo lo mismo que de Variquecemeto, con dificultad y trabajos, debido a los enfermos, con el objeto de alcanzar el otro mar, que, según los Cuibas, no estaba lejos; (…). Así viajamos, durante cinco días, de un pueblo a otro (…) Hasta que el quince de diciembre del año, treinta, llegamos a un gran pueblo o aldea de la misma nación, llamado Hacarigua, situado al lado de un gran río, con una anchura de casi dos tiros de arcabuz. (…) allí habitaban cerca de dieciséis mil indios de guerra, sin (contar) las mujeres, los niños y los viejos que no servían ´para la guerra. (…) los habitantes eran en parte Caquetíos y en parte Cuybas, que vivían juntos. (…) no consideré ventajoso quedarme largo tiempo en este pueblo, nos veíamos aventajados por el gran número de indios y la abundancia de flechas envenenadas, que utilizaban en mayor cantidad que los pueblos anteriores (…)". (Pág. 202)

Durante la estadía de las tropas invasoras en este pueblo, sucedió lo insólito de la traición de ese pueblo aborigen, que Federman denomina Hacarigua, en contra del pueblos de los Cuyones que eran sus enemigos y se confabulan con las tropas europeas para atacar a los Cuyones, lo cual contribuyó de manera benévola, fortalecer la guerra de los europeos en contra de los nativos, veamos lo que relata Federman:

"(…) a ruego de los habitantes y para complacerlos y que no dudasen de nuestra recta y sincera amistad y no tuvieran quejas de nosotros, envié un capitán con treinta y cinco de a pie y cinco a caballo contra algunos pueblos o aldeas de una nación llamada Cuyones, que habitaba a unas cuatro millas de Hacarigua (…) y son enemigos de aquellos. Unos ochocientos hombres les acompañaron y (al mando de) un capitán de su nación, pero este tenía que obedecer, (…) las órdenes de mi capitán. (Pág. 203). Cuando los soldados enviados contra los Cuyones volvieron el 18 de diciembre (…), trajeron unos seiscientos indios Cuyones que cogieron en un pueblo o aldea asaltada al amanecer. (…) como he dicho salieron ochocientos del pueblo o población de Hacarigua. (…). (Pág. 206). (El resaltado es nuestro).

Aquí podemos ver, cómo el comportamiento de estos nativos del pueblo Hacarigua, que estaba conformado por parcialidades Cuibas y Caquetíos, se confabula con sus propios enemigos europeos, para causarles graves daños a sus vecinos los Cuyones, así lo narra el mismo Federman:

"Cuando los cristianos y los indios se acercaron al primer pueblo, atacaron sólo los cristianos dejando a los indios en la retaguardia, por no tener confianza de que estos fueran contra los Cuyones sus enemigos sin atacarlos en forma sangrienta, (…) Pero cuando éstos atacaron las primeras calles y casas, (los indios) se hicieron fuertes en sus casas, haciendo daño a los nuestros, que no pudieron aproximarse sin recibir y evitar hacerlo a los indios. (…) el último remedio o recurso (…) fue incendiar el pueblo o aldea para que salieran de sus casas o se quemaran dentro. Así capturaron cerca de seiscientas personas, (…) hombres mujeres y niños. Muchos murieron abrasados, aunque hubieran podido salvarse, pues prefirieron dejarse quemar antes que caer en manos de los enemigos. Dos de los cristianos fueron muertos y heridos alrededor de quince, También fueron heridos un caballo, que murió al cabo de ocho días, y muchos de los indios amigos nuestros.

Quedé poco contento con esta salida, tanto por el daño que recibieron los míos (…) aquellos indios obligaron a hacer esto a mis enviados, que no quisieron volver sin hacer nada. (…) los Caquetíos y Cuybas, nuestros amigos (…) lo hubieran interpretado como cobardía, cosa que nos hubiera acarreado una gran merma en su estimación, (…) Regalé al cacique o señor y a algunos principales o nobles (…) alrededor de unas doscientas personas de los cautivos, principalmente niños y viejos, y otros que por tener quemaduras no podían servirnos, Se los di en calidad de esclavos o ciervos de venta, como recompensa del daño recibido y como muestra de mi amistad, y salí, el tres de enero del año treinta y uno, hacia el Mar de Sur, que por tal lo tuvimos hasta entonces". (Pág. 207). (El resaltado es nuestro)

Esta absurda y despótica "amistad" contraída entre la parcialidades Cuibas-Caquetíos del pueblo de Hacarigua, con el conquistador, no privó en ningún momento el aniquilamiento de este pueblo, que en muy poco tiempo su población se redujo y se dispersó, aislándose los reductos, por diversos lugares, hasta el límite de su extinción, corriendo igual suerte que los Caquetíos de Coro, con Juan de Ampíes y Alfinger y los Caquetíos de Variquecemeto con Juan de Villegas.

Una suerte muy similar a la ocurrida con la derrota de los Mexicas, en 1521, aunque, en diferentes dimensiones históricas, territoriales y sociológicas que analizaremos en posteriores entregas, como sucedió cuando un millar de guerreros tlaxcaltecas, se aliaron, a los 400 soldados españoles que conformaban la tropa del conquistador Hernán Cortés, logrando, a través de esta confabulación, derrotar al imperio Azteca, pasando por el cautiverio, humillación y muerte de Moctezuma, apedreado por su mismo pueblo, el sacrificio mortal de Cuauhtémoc, la Matanza del Templo Mayor o Matanza de Tóxcatl, y tantas otras atrocidades de la guerra, hasta la implementación del régimen colonial español, en México, sobre la derrota aborigen.

Noventa años después de haberse iniciado la guerra contra los aborígenes, en elCentro-occidente de Venezuela, el pueblo de Hacarigua estaba reducido a la miseria y la opresión esclavista y, es cuando el Gobernador Francisco de la Hoz Berrío, para el año de 1620, ordenó agrupar en un solo pueblo a los pocos nativos sobrevivientes de las encomiendas; nombrando de juez poblador a Diego Gómez de Salazar. De esta manera, el 29 de septiembre de 1620, los españoles fundan, con los reducidos grupos aborígenes, de las encomiendas, el pueblo de San Miguel de Acarigua, sobre la lúgubre tierra desolada, bajo las sombras legendarias de épicas acciones, que sucumben ante la cruz, la espada, el arcabuz y los caballos, accionados por malvados cristianos, sobre la derrota de pueblos milenarios condenados a su inminente extinción.

Y volvemos a la pregunta inicial: ¿Que se celebra en Venezuela cuando decimos: cuatrocientos años de la fundación de tal o cual ciudad? La respuesta sigue siendo la misma: se celebra el exterminio genocida de los pueblos aborígenes y la glorificación del triunfo del conquistador, que vence, explota y oprime con su acción criminal. YA BASTA DE CELEBRACIONES QUE GLORIFICAN A LOS OPRESORES, DE LOS TIEMPOS DE LA CONQUISTA Y LA COLONIA, QUE SON LOS MISMOS OPRESORES DE HOY… ES LA HORA DE NUESTRA DESCOLONIZACIÓN. ¡ES TIEMPO PARA QUE LOS PUEBLOS DESPIERTEN Y SEAMOS LIBRES, SOBERANOS E INDEPENDIENTES!

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