Hace tres semanas la Universidad del Zulia realizó un censo estudiantil con el objetivo de determinar el número de estudiantes a ser vacunados. Según la información que por las redes suministró la rectora encargada, Judith Aular, fueron censados un total de 5.500 estudiantes.
Ese número significa menos del 10 % de los 60.000 estudiantes que se supone estaban inscritos en LUZ a comienzos del presente siglo. Es una cifra realmente aterradora. La Universidad del Zulia está cumpliendo hoy 130 años de fundada. Pero en los últimos años ha perdido el 90 % de sus alumnos, además de perder también a un número significativo de docentes, empleados administrativos y personal obrero, que han renunciado, emigrado, o cambiado de ocupación laboral en el último lustro.
Hay que tomar en cuenta también las pérdidas materiales debido a los constantes robos y saqueos cometidos contra un número significativo de oficinas y laboratorios en todas las facultades y dependencias centrales de la institución, incluyendo los robos contra el sistema eléctrico, que en algunas facultades como Ciencias ha causado que en todos los edificios de dicha facultad no exista electricidad desde marzo de 2019.
La universidad venezolana dejó de cumplir sus funciones de docencia, investigación y extensión. La causa está en que el gobierno nacional abandonó desde hace ya varios años su responsabilidad de financiamiento hacia las universidades públicas. Destacando los salarios miserables que determina tanto para los trabajadores universitarios como para todos los trabajadores públicos en general, salarios tan bajos, los más bajos del continente, que imposibilitan incluso la simple asistencia diaria a laborar en las instituciones educativas.
La dimensión de la crisis económica y social que vive el país ha empujado a la juventud venezolana fuera de las aulas universitarias, e incluso fuera del país. La mayoría de los casi seis millones de migrantes, según cifras de la ONU, son jóvenes que buscan un futuro, aunque sea precario, porque en nuestra tierra no tienen ninguno.
Hoy el demagogo gobierno de Nicolás Maduro habla de la vuelta a clases presenciales para el mes de octubre. Otra burda mentira de parte de un gobernante que no se cansa de engañar una y otra vez al pueblo venezolano. Venezuela es hoy un país paralizado. La falta de gasolina y el altísimo costo del escaso transporte público que aún existe actúa como paralizante de todas las actividades a lo largo y ancho del país.
No puede haber vuelta a clases porque ya casi no hay alumnos en las universidades. La mencionada pérdida del 90 % del alumnado es una cifra propia de las guerras más atroces que ha vivido la humanidad. Los pocos alumnos que con voluntad de hierro insisten en tratar de proseguir sus estudios, se encuentran con la dura realidad de que tampoco está completa la nómina de profesores y de personal de apoyo necesarios para el funcionamiento universitario. Unido a que muchas dependencias de su universidad han sido saqueadas por un hampa que pareciera contar con el visto bueno de los cuerpos policiales del gobierno. Y que sus familias ya están al límite de su capacidad para seguir financiando sus estudios.
Para colocar nuevamente el ejemplo de LUZ, en los últimos años, antes de la pandemia, presenciamos la deserción de los estudiantes de los llamados municipios foráneos, Mara, Guajira, Cabimas, Lagunillas, Miranda, principalmente. Incluso dejaron de asistir los estudiantes provenientes de San Francisco, y de las parroquias al oeste de Maracaibo, porque las familias de los estudiantes ya no estaban en capacidad de financiar el alto costo de los pasajes que implica trasladarse diariamente hasta Maracaibo. Al sobrevenir el coronavirus, ya sólo nos quedaban alumnos de las parroquias cercanas en la propia Maracaibo, los cuales muchas veces debían trasladarse a pie para llegar hasta el campus universitario. Los efectos de la crisis económica han generado que sólo los estudiantes provenientes de sectores de la clase media alta se mantengan cursando estudios universitarios.
Con la pandemia toda la crisis universitaria en pleno desarrollo se potencializó al máximo, y hoy ya prácticamente no existe universidad como tal. Queda la planta física, en condiciones por demás precarias, pero no hay presencia humana en ella. Los profesores que aún quedamos dando clases nos esforzamos por contribuir a que los pocos alumnos en semestres avanzados puedan culminar sus carreras y graduarse. Pero en los semestres iniciales la desolación campea en casi todas las facultades y escuelas.
Es cierto que muchos profesores no nos hemos rendido. En lo personal, hemos logrado mantener una actividad de investigación con publicaciones nacionales e internacionales en 2019, 2020 y 2021. Ayudado por mis hijas que estando dentro del país han logrado también pequeños trabajos de investigación y asesoría. Pero estamos conscientes que hoy en día es imposible investigar e impartir docencia en las condiciones que atraviesa la universidad venezolana. Aunque haya mucha voluntad, las limitaciones materiales derivadas de los efectos de la crisis económica, los bajos salarios, las limitaciones de muchos servicios públicos (electricidad, gas, agua, internet, telefonía, transporte), y la falta de equipos de computación tanto en las universidades como para uso personal de los docentes, constituyen obstáculos insalvables para la gran mayoría de los pocos profesores que permanecen laborando en las universidades.
Insistimos en que las comunidades de profesores y estudiantes deben unificar una lucha por el rescate de la universidad necesaria. Ver el documento que publicamos en abril pasado: Universitarios se Pronuncian ante la Grave Crisis de las Universidades Venezolanas (aporrea.org):
- Condiciones dignas de remuneración y trabajo ―para profesores, empleados y obreros― y de estudio para sus estudiantes.
- Renovación democrática de las autoridades, en el menor tiempo y mejores condiciones posibles.
- Levantar la información de las urgencias en materia de infraestructura, bienes y servicios para una inversión especial temprana, que garantice un hábitat adecuado de trabajo y estudio, e incluya comedor y transporte.
- Vigilancia permanente de los espacios universitarios frente al hampa.
- Vacunación de toda la comunidad universitaria, profesores, estudiantes, empleados administrativos y obreros como condición básica para la reanudación de actividades presenciales.
- Mejoramiento significativo en las condiciones de vida, de trabajo y de estudio de los universitarios.
- Realización de una auditoría pública e integral de la gestión administrativa y operativa.
- Reconocimiento por parte del gobierno de los actores de las universidades: autoridades, gremios y sindicatos, sin distinción de naturaleza política ni de otro orden.
- Apoyo a los programas de salud existentes y a la recuperación de la capacidad operativa y financiera de los institutos de previsión social.
- Restitución del presupuesto necesario y suficiente para investigación.
- Elaboración de un sistema de indicadores adaptado al país que permita establecer y hacerle seguimiento a la situación real del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación, de educación universitaria, con auditoría de matrícula y de cargos en las universidades.
- Restitución de las providencias estudiantiles.
- Mecanismo de ingreso estudiantil universitario establecido por acuerdos entre el ejecutivo y las universidades.
El patrimonio más importante de toda universidad es el conocimiento creado o adquirido y su difusión hacia toda la sociedad, especialmente en la formación de nuestros jóvenes mediante actividades formales y no formales, constituyendo el aporte más importante que puede dar. Cualquier perspectiva de recuperación de la nación pasa por rescatar su capacidad de conocer, descubrir y aportar soluciones inteligentes y sólidas a los problemas científicos, técnicos, sociales y culturales, y ese es un papel esencial de toda universidad en cualquier parte del mundo. Hay que asumir las tareas de recuperación de las universidades como condición esencial para la recuperación de la Nación.
UNIDAD PARA SALVAR LA UNIVERSIDAD VENEZOLANA
Las comunidades universitarias están llamadas a asumir las urgentes tareas que permitan conducir un esfuerzo nacional por la defensa de la educación universitaria. Para ello se hace imprescindible:
- La unidad de los gremios docentes, estudiantiles y de trabajadores, en un plan único de acción.
- El debate libre y democrático (aunque sea por medios virtuales) que avance en la integración de los diferentes puntos de vista y concilie visiones internas hasta ahora enfrentadas.
- Poner en marcha distintas iniciativas para visibilizar la crisis universitaria y sensibilizar al país sobre la urgencia de la lucha planteada.
La sociedad venezolana necesita de su universidad, y la universidad requiere integrarse plenamente con la aspiración de cambio que hoy predomina en la gran mayoría ciudadana. NO HAY REPÚBLICA SIN UNIVERSIDAD, PERO TAMPOCO PUEDE HABER UNIVERSIDAD SIN REPÚBLICA. Y eso es lo que hoy se está disolviendo ante nuestros ojos, y debemos detener.
La defensa de la universidad autónoma, democrática, científica, popular y de calidad, es un paso necesario para salvar a la Nación. A eso convocamos.
Maracaibo, 11 de septiembre de 2021