*Participación de la Universidad y la Ciencia en las Políticas Públicas en Venezuela.* ( Parte I)

Jueves, 23/09/2021 02:52 AM

Considero que en este momento transitamos un nuevo período histórico de la institucionalidad universitaria en Venezuela, que se inició a principios de 2020, con la suspensión presencial de las actividades académicas, de extensión y de investigación, producto de la pandemia del COVID 19, y que el Estado pretende se retomen, aún en período de pandemia, el próximo octubre 2021. Lo cierto es que, con pandemia, o sin ella, la gestión universitaria pública de Venezuela, tiene rato advirtiendo colapso, y una fatiga institucional nunca antes vista, pero que la pandemia precipitó.

Instituciones universitarias públicas prácticamente sin dirección, que mínimamente funcionan por el empeño altruista de sus trabajadores, que con mucha dignidad no han permitido el colapso total del sistema, y siendo los únicos con las capacidades de cambiar las condiciones actuales. Es por ello pertinente hacer un llamado a la urgencia nacional, para la transformación del modelo de gestión universitario, donde la participación de sus trabajadores debe tomarse en cuenta como preponderante y determinante, para que tenga impacto en la propia acción participativa de interacción con las otras entidades análogas, la propia gestión interna, con los gobiernos en todos los niveles, grupos empresariales, comunidades, el Estado y la sociedad en general.

En este sentido, es pedagógico destacar la procedencia de la institucionalidad universitaria en Venezuela. Esta se remonta al 22 de diciembre de 1721, con "la Real y Pontificia Universidad de Caracas establecida por la Real Cédula de Felipe V, hoy Universidad Central de Venezuela UCV, la más antigua del país, luego se funda la Universidad de los Andes (1810), más tarde la Universidad del Zulia (1891), y la Universidad de Carabobo (1892) (López)[1]. Hay que resaltar, que en los inicios del siglo XX, la universidad del Zulia y Carabobo fueron cerradas por decretos del gobierno de Cipriano Castro, "al considerar el Ejecutivo Nacional que con cuatro universidades (Caracas, Mérida, Zulia y Valencia), se corría el riesgo de crear a la larga un proletariado intelectual, lo que llevaría a una degeneración del carácter nacional, pues se consideraba que no había campo de trabajo para poder sostener decorosamente a tantos médicos, abogados e ingenieros que egresaban de las aulas universitarias" (Cardozo, 1998)[2]. Estas no volvieron reabrirse si no para 1946 y 1958 respectivamente.

Desde los año sesenta en adelante, producto de los cambios sociopolíticos y la consolidación del modelo industrial extractivistas petrolero, hubo un significativo aumento de la población urbana, que influyo en la construcción de nuevas instituciones universitarias, incorporándose otras modalidades de gestión, impulsadas por los gobiernos de Acción Democrática (AD) y COPEI, los principales partidos políticos que se alternaron en el gobierno en el período conocido como la democracia representativa (1958–1998).

Cambios en el contexto político y social de finales del siglo XX, y un nuevo marco constitucional y proyecto político nacional, con el liderazgo del Presidente Hugo Chávez Frías (1999 – 2013), orientaba, entre otros fines, masificar la escolarizacíon en el sistema de educación universitaria en Venezuela, por años excluyente de las clases sociales económicamente menos favorecidas y marginadas de las políticas públicas universitarias. Comienza entonces, a inicios del siglo XXI, nuevas formalidades para "transformar" la institucionalidad universitaria ya existente, y tratar de ponerlas en sintonía con los cambios funcionales que se producían en la gestión pública nacional y la dinámica política y social. Para mitad del período conocido como democracia participativa (1999 – 2021), al incrementarse exponencialmente la población estudiantil en todos los niveles, se instituyen otras formas de gestión universitarias, consolidándose formalmente la denominada "Misión Alma Mater" (2009), que incluye a la Misión Sucre (2003), que tiene como unos de sus objetivos impulsar la municipalización de la educación universitaria en Venezuela.

Desde ese momento, el número de instituciones universitarias se ha incrementado, sumando las ya existentes Universidades Autónomas, Institutos Universitarios de Tecnologías; Institutos Universitarios Pedagógicos, Institutos de Estudios Avanzados, Colegios Universitarios, y se introducen otras modalidades, como Universidades Politécnicas Territoriales, Universidades Especializadas, y otros Institutos de Altos Estudios. No obstante, se trata de la vieja institucionalidad, que trata de adaptar sus estructuras organizativas al formalismo del nuevo modelo de gestión, y que hoy todavía coexiste con la práctica de gestión departamentales, que traen consigo las rémoras de los vicios organizacionales del pasado.

Por lo general, en todas se profesionaliza asumiendo el esquema de formación escolástica de las organizaciones universitarias francesas (napoleónicas), y españolas (de Salamanca, principalmente),falla de origen, que gradualmente ha evoluciono a otras formalidades de la gestión, sin alterar su práctica y la esencia fundacional, funcionalmente dando respuestas a sólo los intereses del Estado docente, a las políticas emanada de él, y los grupos económicos con poder político que influyen en el diseño de las políticas. Siendo el Estado Colonial y luego el Republicano el ente rector, coordinando y aprobando la creación de las Universidades, Carreras, Programas Nacionales de Formación (PNF), Programas de Formación de Grado (PFG), de pregrados y postgrados, elaborando y formalizando los currículos de estudios, normas institucionales, entre otras competencias, para sus exclusivos fines, y de los intereses de quienes representan. En síntesis, es el Estado docente el único responsable de los fracasos o los éxitos de la gestión universitaria en Venezuela.

En todo este tiempo, el Estado ha invertido inmensas cantidades de recursos financieros en infraestructuras universitarias y su equipamiento, modificando e interviniendo directa e indirectamente en algunas modalidades de gestión universitarias, buscando constituir organizaciones universitarias que logren hacer sinergia con una formación académica para el impulso de la independencia científica y tecnológica al país. En vano hemos visto todos estos esfuerzos.

Todavía hoy, la institucionalidad universitaria en Venezuela no consigue engranar con el resto de la sociedad productiva empresarial, comunidades, e incluso con las propias demandas de las políticas públicas que les competen, y el Gobierno exige. Aunque por los medios de comunicación vemos y escuchamos con frecuencia a las autoridades ministeriales, burócratas y los políticos con sus discursos demagógicos, anunciar que ahora si ha llegado el "¡momento para que la universidad se inserte en la producción y el desarrollo nacional de la ciencia y la tecnología!". Solo quedando en aplausos y retóricas. Lo cierto es que las universidades no puede producir ni siquiera para abastecer sus comedores.

Más allá de algunas que otras acciones aisladas, donde el Gobierno otorga becas estudiantiles, cumple con los elementales actos protocolares de representatividad burocrática para la entregar de algún incentivo laboral o profesional, acuerdos de gobiernos regionales para vigilancia policial con algunas instituciones universitarias desprovistas del servicio seguridad interna, o reparando ciertas infraestructuras,y uno que otros convenios interinstitucional improvisado, que muchos quedan en la formalidad, pero que son muy publicitados. No se visibiliza y se concreta verdaderamente una interacción de la institucionalidad universitaria integrada y como un todo incluido con las demandas sociales, realizadas con y desde la base ciudadana, para insertarlas como agenda política en el diseño e implementación de las políticas públicas coherentes y engranadas, que den cuenta de un verdadero avance para el desarrollo científico tecnológico nacional.

Por el contrario, el Gobierno en su visión pragmática y mediocre, fortalece la noción tradicional de las políticas gubernamentales, con el enfoque unidimensional, vertical, descendente. Afianzado en el proselitismo electoral y sectarismo gubernamental con las connotaciones de los intereses politiqueros particulares. Aunado a la pandemia, la crisis económica, la inercia institucional en todos sus niveles y la incapacidad en la gestión, es previsible afirmar que de continuar en esta dirección, en la posteridad se acentuará el aislamiento institucional de la universidad venezolana.

Tengo la convicción, que es la universidad, en este momento, la institución con las mayores capacidades para enfrentar la actual crisis, sería una irresponsabilidad histórica e indolencia por parte del Estado Venezolano no aprovechar todas las potencialidades innatas y construidas durante tantos años, entre otras: infraestructuras de laboratorios, capacidades técnicas, equipamientos tecnológicos, potencialidades cognitivas de profesionales y científicos de altísima calidad, exclusivamente dedicados a la investigación. Esta última, la más importante de todas, y la de mayor fortaleza, muchas veces desestimada, y muy poco aprovechada por el Estado, que sin duda apalancaría y acompañaría el desarrollo nacional. Así se ha demostrado en todos los países que han alcanzado soberanía científica tecnológica.

Nuestra propuestas en:

https://www.aporrea.org/actualidad/a299964.html

https://www.aporrea.org/actualidad/a300547.html

Referencias bibliográficas:

[1] López Bohórquez, Alí Enrique. (2009). Establecimiento de las primeras universidades en Venezuela (siglos XVIII y XIX). Educere, 13(45), 385-398. Recuperado en 21 de septiembre de 2021, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-49102009000200014&lng=es&tlng=es.

2 Cardozo Galué Germán (1998) La Universidad del Zulia en su primer centenario (1891-1991", en Historia zuliana. Economía, política y vida intelectual en el siglo XIX. Maracaibo, Editorial de la Universidad del Zulia, 1998.

 

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