"Doctorado Honoris Causa" de la UCV para Nicolás Maduro

Martes, 26/10/2021 01:49 AM

Así mismo como lo están leyendo. Honoris causa significa “por causa de honor”, una cualidad que conduce a uno al cumplimiento de sus deberes, respeto a sus semejantes y así mismo, es la buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones de servicio, las cuales trascienden familias, personas, instituciones y las acciones mismas que se reconocen. Es un alto honor para personas de testimonio social, reconocido e intachable (Wikipedia)

A sabiendas que desataré con esta propuesta una lluvia ácida, que no lluvia de estrellas fugaces como las que admiramos en días pasados, las Oriónidas y que, además, me caerá encima desde mis brillantes compañeros universitarios, mas no solo, lo propongo por ser un acto de justicia. Otorgarle el grado académico de Doctorado honoris causa de la Universidad Central de Venezuela(UCV) a Nicolás Maduro.

Increíblemente logré ver, lastimosamente sólo por twitter. a mi admirado presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, pasearse a sus anchas por los pasillos de la UCV, centro de estudios que recorrí durante años, extasiada y admirada cada día, pues uno no llega a acostumbrarse nunca a tanta belleza y cada día nos sorprende, por sus innumerables obras de arte diseminadas tanto por jardines abiertos como en sus pasillos. Particularmente me gustan mucho las obras en piedra de Francisco Narváez que se encuentran en los patios abiertos del Instituto de Medina Experimental, donde desarrollé mi carrera académica, y también una gemela en un lugar similar, pero del Instituto Anatómico que queda en el frente. Llamadas Las Ciencias y La Educación.

La visita sorpresiva de Nicolás a la UCV, la califico sin lugar a dudas como un acto histórico, recordando, además, ¿cómo no? cuando en diciembre de 2000 Hugo Chávez, joven presidente, restituyó a la UCV, luego de treinta y un años, la administración del gran pulmón vegetal de Caracas, el Jardín Botánico. Justo el lugar donde dio su memorable discurso mandando al carajo a los gringos.

Dijo Hugo Chávez en su discurso en el Paraninfo de la UCV, el día de la restitución, algo así: “Me da mucho gusto en nombre de la Revolución, a venir y no allanar, restituir y no expropiar”. Pero, además dijo: A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y a la UCV lo que es de la UCV”

Muy importante para nuestra situación política actual, que muchos entenderán, Chávez señaló que “gran parte de las ideas de este gobierno que él preside salieron de los pasillos de la UCV, del paraninfo y de las aulas… "la universidad está obligada a revisarse por dentro. La autonomía es sagrada, pero no puede tomarse como una máscara o como un búnker que impida el cambio. Por eso, nuestro gobierno apoyará todos los esfuerzos de la UCV por estar siempre a la vanguardia. Así como estuvo en la década de los 60, en los 80, en los 90, así estará en la primera década del 2000. La UCV continuará con sus boinas azules, dispuesta a vencer las sombras".

Estas autoridades universitarias definitivamente no recogieron tan noble ofrecimiento, y abandonaron sus obligaciones académicas al tener prácticamente cerradas las puertas de la UCV y también en completa ignorancia a sus estudiantes. La conveniente escusa es la pandemia, pero también en clara actitud pasiva de protesta frente al reeeegimeee pues es importante recordar que esta rectora, vitalicia ya, reconoció en 2019 al ridículo presidente interino de Narnia.

El Jardín botánico restituido por la revolución Bolivariana, había sido tomado militarmente por el gobierno de Rafael Caldera, en 1969, cuando penetraron a la UCV unos tres mil funcionarios entre militares, policía metropolitana y la anterior policía Técnica Judicial. ¡A una casa de estudios! Eso ocurrió en la cuarta república a donde quieren regresar unos cuantos, entre los cuales estas autoridades universitarias. ¿Es o no una gran contradicción?

De eso no debe recordarse la sensible, y por estos días casi histérica cabeza visible de las autoridades de la UCV, a la que le gusta que la llamen Cecilia Carlota García Arocha Márquez, “orgullosa Rectora de la UCV”. Tal vez por estar muy preocupada debido a las múltiples denuncias de corrupción dentro de las paredes de sus oficinas en el Rectorado.

Recuerdo vagamente, tal vez mis brillantes compañeros de uno de esos grupos que yo califico como Etcéteras, lo saben bien, que como la rectora en cuestión no tenía un doctorado, indispensable para ascender a profesor Titular, y si no me equivoco, también creo para ser autoridad rectoral, pues simplemente inventaron, entre ellos mismos, otorgarle a Cecilia García un doctorado honoris causa en 2014.

La motivación fue “…colocando siempre a nuestra Universidad Central de Venezuela a la vanguardia en la lucha por los valores fundamentales que sustentan la cultura de paz”.

Pues yo creo que la cultura y defensa de la paz por nuestra Venezuela la detenta Nicolás Maduro, quien lucha con su gobierno, denodadamente, por la paz en este país asediado, ahorcado, vilipendiado, agredido hasta por venezolanos apátridas, y por supuesto, por el gran imperio con todo lo que conlleva este concepto.

A pesar de la desastrosa situación económica del país como dice Nicolás Maduro, haciendo, de tripas corazón, otorgó cuarenta millones de dólares para la restauración de la casa de estudios que hace años, sí vencía las sombras.

Apreciados lectores, en estos días a la Universidad Central de Venezuela no entraron militares, ni policías a ejecutar estudiantes, sino decenas de cuadrillas de trabajo de la Misión Venezuela Bella, pero también de Barrio Tricolor, para recuperar tanta desidia, para repararla, embellecerla y resguardar el título que un día se le diese por la Unesco como patrimonio de la Humanidad.

Justo cuando en pocas semanas se celebrarán trescientos años de su fundación, como recinto universitario más antiguo de Venezuela, ahora ubicado en terrenos que fueron de la hacienda de nuestro Libertador Simón Bolívar.

Y como sabemos que aplicar la justicia será un acto difícil y casi que utópico yo, profesora Titular de la Universidad Central de Venezuela, casa que antes vencía las sombras, a la que dediqué muchos años de mi esfuerzo diario, comprometida no sólo en la docencia de cientos de futuros médicos de la nación, sino también en la investigación de las enfermedades que aquejan a nuestros compatriotas por los campos, por las minas, y selvas, permítanme asumir, como directora, en el ceremonial de la investidura del grado académico simbólico que deseo imponerle a Nicolás Maduro:

Toma Nicolás el birrete «...para que no solo deslumbres a la gente, sino que además, como con el yelmo de Minerva, estés preparado para la lucha»;

Ponte Nicolás el anillo «La Sabiduría con este anillo se te ofrece voluntariamente como cónyuge en perpetua alianza»;

Usa Nicolás los guantes «Estos guantes blancos, símbolo de la pureza que deben conservar tus manos en tu trabajo y en tu escritura, sean distintivo también de tu singular honor y valía»;

Conserva Nicolás el libro «He aquí el libro abierto para que descubras los secretos de la Ciencia (...) he aquí cerrado para que dichos secretos, según convenga, los guardes en lo profundo del corazón».

A pesar de que mi amigo secreto Diogenes no gusta de investigar en Wikipedia sino directamente en las fuentes, por razones de tiempo extraigo la siguiente cita: “Tras la ceremonia, y con la concesión al nuevo doctor de las facultades de leer, comprender e interpretar, se le indica: «Toma asiento en la cátedra de la Sabiduría, y desde ella, descollando por tu ciencia, enseña, orienta, juzga y muestra tu magnificencia en la universidad, en el foro y en la sociedad», comprometiéndose este a guardar las leyes y el honor de la universidad y prestarle favor, auxilio y consejo”.

Apreciados lectores, no hace falta que esas autoridades rectorales reconozcan la grandeza y las obras de Nicolás Maduro, que algún día estarán en nuestra historia patria. Aquí, junto a ustedes, nos atrevemos a otorgarle esa distinción, de forma simbólica pero merecida y sincera.

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