La universidad de espalda a los liceos y las escuelas técnicas

Viernes, 05/11/2021 03:19 PM

La universidad venezolana es relativamente reciente, al igual que todas nuestras institucione educativas. Seguramente me objetarán que esa afirmación es falsa, porque en lo que es hoy en día Venezuela hubo primero una universidad que escuelas públicas de educación primaria. Que la primera universidad en Caracas data de los tiempos de la colonia. Pero yo no me refiero a instituciones creadas formalmente por medio de leyes y decretos. Yo me refiero a la existencia de algo, que produce efectos, que se corresponda con aquello que por lo general se entiende como universidad. Creo que no es posible ponerle fecha al nacimiento de la universidad venezolana, ésta surge de un largo proceso de gestación y de conformación hasta lo que conocemos hoy como universidad venezolana. Insisto en el adjetivo, porque nuestras universidades actuales tienen unas características muy particulares que las diferencian de las universidades en otros países. Hablar sobre esa caracterización es asunto de otro artículo.

La universidad venezolana como institución formal nace y se desarrolla durante muchos años sin diferenciarse claramente de las instituciones de instrucción secundaria. Por muchos años, las universidades fueron las únicas instituciones que podían otorgar el título de bachiller. La conversión de colegios en universidades y viceversa es un fenómeno que no nos es extraño, en nuestra historia no era nada inusual que colegios dieran títulos universitarios y que universidades dieran el título de bachiller. A medida que la economía del país se desarrollaba hacia la industrialización, la sociedad se hacía un poco más compleja y se simplificaban las clases sociales se perfilaban con mayor claridad las diferencias entre los diferentes niveles del sistema educativo. Finalmente, la universidad logró separarse claramente de las instituciones de instrucción secundaria, los colegios pasaron a ser las únicas instituciones educativas autorizadas a otorgar el título de bachiller. Tal vez, esta tan deseada separación de la universidad de los colegios explique, en buena medida, porque se colocó ésta totalmente de espaldas a los liceos y las escuelas técnicas. Una vez que se separaron, la universidad ya no quiso saber nada más de los colegios.

En los liceos y en las escuelas técnicas los profesores y los estudiantes tienen, por lo general, su mirada puesta en la universidad como objetivo. La educación media es el puente que une la educación primaria con la educación universitaria. En estas últimas dos décadas en las que aumentó enormemente la posibilidad de tener acceso a algún tipo de educación universitaria, se reforzó esa visión de la educación secundaria como pasadizo a ésta. Esta visión de la educación media conspiró contra la propia educación media, ya no tenía un fin en sí misma, solo tendría un carácter propedéutico, de preparación para una etapa superior. Esta concepción y prácticas han convertido al quinto año de la educación media en un año inútil desde el punto de vista educativo. El quinto año se ha convertido en una especie de bullpen, donde lo estudiantes solo esperan su turno durante un año para irse a ocupar el puesto que le dieron en la universidad o a seguir esperando fuera del liceo hasta que le asignen un cupo en la carrera que desean estudiar.

Tomé conciencia de esta situación de desprendimiento, y hasta de desprecio, de la universidad del liceo, cuando era estudiante de la Escuela de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la UCV. El Barrio Matemático, un espacio físico ganado por estudiantes de matemáticas, era un centro de activismo político académico. Teníamos un medio para comunicarnos con la comunidad de la Facultad, una cartelera en una pared en el cafetín más frecuentado por estudiantes y profesores. Comencé a publicar en esa cartelera una serie de entrevistas a nuestros profesores de matemáticas donde trataba con ellos diversos temas científicos, educativos, políticos, etc. Uno de los profesores que entrevisté fue el profesor. Raymundo Chela, uno de los primeros venezolanos en obtener un doctorado en matemáticas. El profesor Chela egresó primero como profesor del Instituto Pedagógico Nacional, muestra de su sensibilidad a los problemas de la educación. En esa entrevista, el profesor Chela caracterizó al sistema educativo como un triángulo, en cuyos vértices estaban la educación primaria, la educación secundaria y la educación universitaria. En aquel momento no se reconocía por lo general la importancia de la educación inicial formal. De esta manera estos tres sistemas estarían interconectados y ninguno sería considerado como superior a los otros dos. El profesor Chela señalaba que era un error de la comunidad universitaria mantenerse de espaldas a los liceos y a las escuelas técnicas. Planteaba que los profesores universitarios eran corresponsables por la calidad de la educación primaria y media, y que no era solo tarea de los profesores de la Escuela de Educación involucrarse en su mejoramiento. Esas ideas del profesor Chela nunca han sido parte de las ideas dominantes de la comunidad de profesores universitarios, en general, ni de aquellos que han tenido la oportunidad de liderar las universidades desde la posición de autoridades.

Ha habido excepciones a esta regla. Por ejemplo, en la UCV se realizó el Proyecto Samuel Robinson dirigido establecer lazos de cooperación entre la universidad y un número de liceos de Caracas. Otras universidades han establecido programas de iniciación, de tipo propedéutico, para atender a estudiantes de bajo rendimiento, medido según las notas obtenidas en el bachillerato. Aunque valiosas, estas iniciativas han sido limitadas. Además, están todavía lejos de ser expresión de un verdadero interés de la universidad por y un reconocimiento de su responsabilidad con la calidad de la educación en el subsistema de educación básica.

Lamentablemente, no he visto en ninguna propuesta de transformación de las universidades, sea esta originaria de las propias comunidades universitarias o una iniciativa del ministerio con competencia en materia de educación universitaria, la necesidad de asumir por parte de las universidades públicas un compromiso con la calidad de la educación básica.

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