La acreditación institucional y de los diferentes programas de las Universidades colombianas (públicas y privadas) es una actividad que ha cobrado auge en los últimos años. Se trata de un proceso que atiende a los requerimientos planteados por el modelo económico neoliberal imperante el cual se desarrolla con criterios de competitividad convergentes con las tendencias de la oferta, la demanda y el consumismo desenfrenado típico de las sociedades "MasterCard". Se trata de una estrategia publica que blinda el negocio de los empresarios de la educación universitaria y los enclaves del clientelismo institucional bajo el control de las maquinarias electoreras afines al gobierno, especialmente en las regiones.
El caso de la Universidad del Quindío es uno que amerita la atención y reflexión de la comunidad regional cafetera pues los directivos de dicha institución están utilizando el proceso de acreditación y re acreditación, desde el año 2017, para maquillar el aparato clientelar que se ha establecido allí con el fin de manipular, de manera perversa, miles de millones de pesos de los presupuestos públicos para favorecer de esa manera los clanes de la politiquería que han secuestrado las entidades públicas del Departamento del Quindío, específicamente a los clanes del vargasllerismo (ex gobernadora Sandra Paola Hurtado y Toto su marido), ligados a las mafias de la droga del Norte del Valle .
Mediante una retórica abstracta y generalizante, los directivos de dicha Universidad le han querido hacer creer a la ciudadanía, mediante una serie de columnas del Portal La Crónica del Quindío (un medio proto nazi de Pereira, asociado a las bandas del narcotráfico del Eje cafetero) que ese centro de educación superior esta entre las mejores del país, algo que riñe completamente con la realidad si se hace un estudio comparativo de rigor.
Son muchas las preguntas que resulta obligado hacer sobre esta propaganda que invierte miles de millones de pesos en periódicos y medios de baja calidad para obtener el aplauso de determinados círculos poco interesados en mirar críticamente lo que se está ofreciendo como el mejor de los mundos educativos y científicos.
¿Es pertinente, creativa e integradora la educación que se ofrece allí? ¿hay en curso una transformación académica de la Universidad? ¿desarrolla esa universidad nuevos modelos pedagógicos, epistemológicos y esquemas alternativos de ciencia transdiciplinar? ¿se construye desde allí ciencia comunitaria como tercera visión y en los procesos de relacionamiento? ¿registra esta Universidad nuevas dinámicas académicas, tecnológicas, administrativas y de infraestructura? ¿Es más una acreditación de papel la que se le está vendiendo a la gente? ¿Los pares académicos que han adelantado los procesos de acreditación son profesionales de alta calidad o son de simples fichas entreveradas con el clientelismo imperante en el Ministerio de Educación nacional? ¿Es cierto que se está dando con la Acreditación una transformación completa de la Universidad desde los ejes misionales fundantes de la docencia-investigación-extensión, pasando por todos los aspectos de organización y gestión administrativa, el bienestar institucional, el manejo de los recursos y las características actuales de su infraestructura? ¿Es cierto que hay un proceso de autocrítica y evaluación permanente? ¿En qué medida esta acreditación de alta calidad no constituye una adecuación de las universidades a los procesos de acumulación de un capitalismo globalizado?
Los referentes legales.
Para responder a estas preguntas, en principio se necesita saber que fue con la Ley 30 de 1992, expedida en desarrollo de la Constitución de 1991, que se dio inicio a las actividades de acreditación institucional y académica en la educación superior colombiana.[1]
En 1995, el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) adoptó las políticas de acreditación.
El Sistema Nacional de Acreditación (SNA), fue creado para garantizar a la sociedad que los programas académicos y las instituciones de educación superior acreditados ofrecen el servicio público de educación con altos niveles de calidad; es decir, que esas instituciones y esos programas académicos son de excelencia.
La puesta en marcha del Sistema Nacional de Acreditación se inició por programas académicos conducentes a título de pregrado. Luego se expidieron los lineamientos para acreditación de Instituciones, más adelante los lineamientos para programas de posgrado y, por último, los lineamientos para acreditación de las especializaciones medicoquirúrgicas, que, de acuerdo con la ley, son consideradas equivalentes a programas de maestría. La actualización del Modelo de Acreditación en Alta Calidad se da a partir de la tradición y los procesos de evaluación de la alta calidad en el país, con el fin de atender tendencias internacionales, la diversidad de instituciones, las distintas modalidades y niveles de los programas académicos, y su armonización con el Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.
En el año 2020 el Cesu aprobó el Acuerdo 02 de 2020 por el cual se actualiza el modelo de acreditación en alta calidad y allí se fijan criterios para ajustar el modelo de acreditación en alta calidad en varios aspectos: i) el reconocimiento de la alta calidad de las instituciones de educación superior, cualquiera sea su naturaleza jurídica, identidad, misión, tipología y contexto regional; ii) el reconocimiento de la alta calidad de la oferta académica, cualquiera sea su modalidad (presencial, a distancia, virtual, dual u otros desarrollos que combinen e integren las anteriores modalidades); iii) la incorporación de indicadores de logro en los procesos de autoevaluación y evaluación externa de programas académicos e instituciones, adicionales a los indicadores de procesos y capacidades que promueve el modelo vigente; iv) la incorporación de los resultados de aprendizaje como indicadores de logro de procesos académicos en los programas de pregrado y de posgrado; y v) la unificación de los lineamientos de acreditación de programas académicos, los cuales se complementarán con criterios de evaluación para cada uno de los niveles de formación (técnico profesional, tecnológico, universitario, maestría, especialidad medicoquirúrgicas y doctorado), y se construyen con las comunidades académicas, en particular, los procesos de investigación, innovación y creación. Asimismo, el Consejo Nacional de Acreditación – CNA estimó necesario incorporar los principios de buen gobierno en los procesos de acreditación de instituciones, generar recomendaciones e identificar buenas prácticas orientadas al gobierno de las instituciones, y asegurar la alta calidad y pertinencia en el cumplimiento de sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión.
Se fijan los referentes conceptuales de la Acreditación y sus respectivas definiciones así: a) Alta Calidad. Hace referencia a las características que permiten reconocer un programa académico o una institución y hacer un juicio, en el marco del mejoramiento continuo y de su diversidad, sobre su capacidad de transformación, dada por la proximidad entre el óptimo correspondiente al carácter del programa académico o a la naturaleza jurídica, identidad, misión y tipología de la institución, y el modo en que presta el servicio público de educación, los logros alcanzados y los impactos generados. b) Modelo de acreditación en alta calidad. Marco epistemológico, conceptual, filosófico, ético y metodológico que incluye los principios, objetivos, fundamentos, lineamientos y trámite que permiten el desarrollo, el reconocimiento y la consolidación de la alta calidad de la educación superior. c) Logros institucionales y de programas académicos. Avances e impacto de las Instituciones y Programas Académicos sobre el desarrollo de la sociedad y el país que se han alcanzado a partir de sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales
En ese Acuerdo se determinan igualmente unos principios al proceso de acreditación, son los principios rectores de la alta calidad, que permiten ejercicios de autoevaluación, autorregulación y evaluación sobre un entendimiento común: a) Idoneidad. Es la capacidad y cualificación que tiene la institución o el programa académico para implementar la misión institucional en el proyecto educativo institucional y en el proyecto educativo del programa académico, o los que hagan sus veces, y para prestar a la comunidad un servicio de alta calidad. b) Universalidad. Es la cualidad de la educación como práctica que se soporta en el conocimiento históricamente acumulado en los múltiples ámbitos en los cuales se realizan las labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión. c) Coherencia. Es el grado de correlación efectiva entre lo que la institución y el programa académico declaran en su misión, en el proyecto educativo institucional y en el proyecto educativo del programa académico, o los que hagan sus veces, y lo que efectivamente realizan, de acuerdo con su identidad, misión y tipología. d) Pertinencia. Es la actuación congruente, conveniente, coherente y adecuada a las condiciones y demandas sociales, culturales y ambientales del contexto en el que las instituciones y los programas académicos desarrollan sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión. e) Integridad. Es el cumplimiento de la promesa de valor de la función social de la educación superior establecida en la misión institucional, el proyecto educativo institucional y en el proyecto educativo del programa, o los que hagan sus veces, para desarrollar sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión, de manera que se posibilite el desarrollo humano desde una perspectiva ética. f) Objetividad. Es la cualidad de las decisiones y actuaciones que, basadas en razones cualitativas y cuantitativas y sustentadas en evidencias precisas e imparciales, dan sustento a los juicios sobre la alta calidad de los programas académicos y de la institución que profieren los actores que componen el Sistema Nacional de Acreditación. g) Transparencia. Es la disposición de los actores del Sistema Nacional de Acreditación a hacer públicos, de forma oportuna, veraz y válida, los resultados de la operación y gestión de sus funciones, mediante la rendición de cuentas y el acceso a la información. h) Accesibilidad. Es la dimensión del derecho individual a la educación que permite ingresar al sistema educativo en condiciones de igualdad. i) Diversidad. Es el reconocimiento de las particularidades diferenciadoras y únicas de la institución y del programa académico, frente a sus pares de referencia, y que enriquecen Modelo de Acreditación en Alta Calidad 12 el sistema de educación superior sin afectar la calidad y la alta calidad. j) Inclusión. Es la capacidad de garantizar el derecho a una educación universal que se adapte a las necesidades de la comunidad académica, eliminando las barreras que limitan el proceso formativo o el desarrollo de las labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión, en coherencia con su naturaleza jurídica, identidad, misión y tipología. k) Equidad. Es el criterio utilizado para valorar, atribuir y distribuir los derechos y obligaciones de los actores del Sistema Nacional de Acreditación, teniendo en cuenta las diferencias y necesidades de cada uno de los actores en función de sus méritos. l) Adaptabilidad. Es la capacidad de los actores del Sistema Nacional de Acreditación de responder a las dinámicas cambiantes del entorno y de asegurar que se han adoptado las medidas que garanticen el aprendizaje de los estudiantes, atendiendo sus diversidades y necesidades. m) Innovación. Es la capacidad de la institución para introducir cambios sustantivos a sus procesos que generen valor agregado para atender las exigencias cambiantes del desempeño laboral, las características demográficas y del proceso formativo de los estudiantes, los cambios tecnológicos y las condiciones de financiación. n) Sinergia. Es la capacidad de actuar con otras instituciones con el fin de enriquecer la misión institucional e impactar los requerimientos formativos, académicos, científicos, culturales y de extensión en un contexto altamente cambiante. o) Efectividad. Es la medida que demuestra la correspondencia de las actividades necesarias en la gestión institucional, por medio de la eficiencia y la eficacia para el cumplimiento de la misión institucional. p) Responsabilidad. Es el compromiso de los actores del Sistema Nacional de Acreditación con el cumplimiento de sus funciones y competencias, en el marco de la Constitución, la Ley y las normas relativas a la alta calidad, promoviendo el valor compartido de la educación superior en la sociedad. q) Sostenibilidad. Es la capacidad de la institución y de sus programas académicos para prever y garantizar la alta calidad, mediante actividades y acciones encaminadas al cumplimiento a largo plazo de su misión institucional, del proyecto educativo institucional y del proyecto educativo del programa académico, o los que hagan sus veces.
De igual manera se adoptan unos objetivos de la acreditación que se describen así: a) Promover una cultura de la alta calidad que evidencie los principios y comprenda la diversidad institucional por medio del compromiso sostenido con el mejoramiento continuo, contribuyendo al fortalecimiento del rol social y académico de la educación superior. b) Ser un instrumento a través del cual el Estado colombiano da fe pública de la alta calidad de las instituciones y de los programas académicos, en el contexto de las dinámicas globales de la educación superior, y que asume la diversidad de instituciones como un valor del sistema de educación superior colombiano, en aras de promover de manera efectiva la regionalización, equidad, inclusión y la inter y multiculturalidad. c) Favorecer la construcción y consolidación de comunidades académicas en condiciones equiparables con instituciones internacionales y nacionales de alta calidad. d) Incentivar procesos de buen gobierno institucional de tal forma que permitan a las instituciones mantener continuidad, sostenibilidad y transparencia en el aseguramiento de la calidad durante el tránsito entre renovación de registro calificado y la acreditación en alta calidad. e) Estimular la cultura de la autorregulación, la rendición de cuentas, la autoevaluación y el mejoramiento continuo de las instituciones 13 Modelo de Acreditación en Alta Calidad y de los programas académicos con el propósito de alcanzar altos niveles de calidad, soportados en sus sistemas internos de aseguramiento de la calidad. f) Promover la integralidad y articulación de las labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión, de tal forma que se le permita a la comunidad académica desarrollar procesos de transformación calificados y cualificados. g) Incentivar el desarrollo de investigación, innovación, creación e incorporación tecnológica en el quehacer institucional, de tal forma que pueda contribuir a la atención de las demandas sociales y productivas del entorno colombiano. h) Acompañar a las instituciones y a los programas académicos en el fortalecimiento de la cultura de la alta calidad, en especial en aquellos que no han alcanzado la acreditación en alta calidad. i) Desarrollar un conjunto de referentes y de indicadores que faciliten a los actores del Sistema Nacional de Acreditación adelantar los procesos de aseguramiento de la calidad en un contexto global, regional y local. j) Incrementar la confianza nacional e internacional de las instituciones y de los programas académicos que acogen la alta calidad y sus actividades de generación, apropiación social y difusión del conocimiento, así como de extensión y proyección e interacción social.
Cada uno de estos elementos estructurantes de la acreditación institucional y académica son los que se debe mirar en detalle para ver si efectivamente Echeverri y Polania "hacen lo que dicen y prueban lo que hacen".
Pero, ha de considerarse en este análisis que la Universidad del Quindío además de ser un dispositivo del clientelismo y la corrupción, como lo hemos demostrado en otras notas críticas en las que se ha destapado el carrusel de las pensiones de los directivos, el otorgamiento de primas privilegiadas a los amigotes políticos del Rector, la contratación de obras civiles a dedo y el despilfarro de cifras millonarias en viáticos y restaurantes, es un nodo del modelo neoliberal global en el que se agencian las lógicas del mercado capitalista y de los grupos mafiosos de poder que se rigen por el lucro, el enriquecimiento personal con la retórica de una dudosa calidad educativa acreditada, especialmente en las universidades publicas ajenas a paradigmas polimatas.
Este debate sobre la pretendida reacreditación institucional y académica de la UQ debe hacerse desde la perspectiva de los diversos enfoques de universidad más conocidos: la conservadora, que significa la defensa de algo que morirá bajo el peso de un mundo hiperconectado, virtualizado y automatizado; la neoliberal, que siembra la maximización de las ganancias de la plutocracia financiera a costa de una pauperizar de nuestros pueblos; y la popular, que está en manos de aquellos que no sólo defienden la Universidad y la Ciencia públicas, sino que buscan construirlas como herramientas de transformación positiva de nuestras sociedades.
Lo claro es que hoy estamos en tiempos para que aparezca un proyecto de universidad y de ciencia que se articule a las problemáticas concretas, al conflicto social cada vez más agudo, a la producción y la aplicación del conocimiento estratégico en beneficio de nuestros pueblos y desacoplados de las "lógicas del paper" y el mérito en la publicación en Revistas Internacionales.
Estamos en momento en que debemos discutir cuál visión de educación universitaria finalmente se construirá para nuestro caso regional, pues la decadente e infantil retórica de las directivas de la Universidad del Quindío no es más que el mensaje neoliberal en el que lo que importa es el éxito individual, la sumisión a los criterios de autoridad y la "excelencia" académica.
La premisa de nuestro análisis indica que las universidades públicas y regionales no son escenarios homogéneos. Son lugares de confrontación, de lucha de visiones diversas del ser y del quehacer de la universidad, de su relación con su entorno, de su inserción en la dinámica social de la region.
En la Universidad del Quindío, por supuesto, hay casos admirables de generación de pensamiento crítico, de generación de conocimiento socialmente relevante, de compromiso con los grandes problemas locales y con los sectores más excluidos, de producción científica, tecnológica y artística.
Pero junto a esa respetable práctica universitaria, hace muchos años que se ha impuesto una visión y una práctica contraria a la anterior, como la que agencian las actuales directivas de la Universidad en las que su mediocridad es evidente.
Lo que debemos tener en cuenta es que esta universidad opera en el marco del paradigma neoliberal y pro mercado. Hay allí un recetario neoliberal de concebir y operar la universidad.
Y el neoliberalismo, entre otras cosas, es una forma de relación social, una matriz de relaciones sociales. Privilegia el individualismo, el mérito personal sobre el comunitario, los valores ligados al éxito económico o político, la competencia sobre la colaboración, la desvinculación del mundo de las carencias, de los no derechos, el consumismo y la sociedad MasterCard. Este esquema relacional se ha impuesto en las universidades públicas con diversas coartadas: la productividad, la eficiencia, la competitividad, etc. Permea lo laboral, lo académico, lo extra académico.
Se inició con la devaluación de facto del trabajo de docentes e investigadores, no así de los altos funcionarios. Como en los paquetes de ajuste estructural se pusieron topes salariales tajantes, se estancó, o de plano se revirtió, el poder real del salario. Se amputaron o ni siquiera se reconocieron los derechos de los maestros "de horas catedra". Los sindicatos perdieron su fuerza de negociación y la única vía para el mejoramiento de las percepciones fue el mérito individual.
Para complementar el salario, el personal docente tuvo que empezar a hacer "méritos académicos": acumular puntos por clases impartidas, investigaciones, tutorías, trabajos de administración escolar, publicaciones. El puntismo sentó sus reales y el fantasma de los estímulos empezó a recorrer todos los campus. Para mejorar sus percepciones, cada año o cuando más cada dos años, profesores y educadoras tuvieron que empezar a realizar una desaforada carrera por reunir constancias de sus actividades docentes, investigativas o administrativas, publicar en revistas clasificadas, que son pocas y con largas filas de espera.
Las actividades extra académicas, o de relación con la comunidad, o de enriquecimiento de la relación maestro-alumno son las que más sufren por el poco puntaje que aportan para la mejoría de las percepciones. No necesariamente quienes reúnen más puntos realizan un mejor trabajo académico: algunos han desarrollado una enorme competencia para llenar formatos y presentar lo mismo con ligeras modificaciones. Por otro lado, hay educadores que prefieren renunciar a dichos estímulos para no verse involucrados en esta lógica perversa.
Las instancias colectivas, como los cuerpos académicos, algunas veces se convierten en mafias que funcionan para asegurar que sus miembros tengan suficientes oportunidades de asegurar puntos para los estímulos o para el Sistema Nacional de Investigadores: acceso a cátedras, a viajes y foros nacionales e internacionales, a publicaciones. Fuera de esos cenáculos no hay salvación.
Los criterios que validan el trabajo de investigación, sobre todo, se tornan academicistas y elitistas. Las ponencias en foros internacionales "de pares" y las publicaciones en revistas "de alto nivel" priman sobre proyectos de involucramiento en la resolución de problemas sociales. Las publicaciones "científicas" se sobrevalúan y se resta valor a los trabajos de extensión y de divulgación. Se va así constituyendo una campana de cristal académica, autorreferente, poco permeable a los procesos de las comunidades, sobre todo las más excluidas.
Necesitamos pensar en este debate lo que puede ser la Universidad del Quindío Pos neoliberal y anti clientelar.