Por un Congreso Nacional de Historia, pese ser ponente, al cual no me invitaron

Miércoles, 06/04/2022 04:50 PM

NOTA : Ayer, en horas de la tarde, en esos pocos momentos que descanso durante el día, observé en VTV, se hablaba de un Congreso Nacional de Historia que se estaba instalando en La Guaira con presencia hasta de delegados internacionales. Sabía que ese evento se realizaría. Lo sabía porque en Barcelona, como un mes atrás, se realizó un evento como preparatorio de aquél, al cual fui invitado como ponente. Supe, solamente que, las ponencias que presentásemos serían llevadas al nacional. Más nada.

Al enterarme de la instalación del Congreso Nacional de Historia en La Guaira, llamé a un amigo usualmente bien informado sobre esos eventos y supe que todos los ponentes a nivel regional formaban parte del congreso con sus ponencias, lo que me parece natural y lógico, que ellos vayan allí a exponerlas y defenderlas. Es más, me dio unos nombres de ponentes en el mismo acto donde estuve que, a La Guaira por eso habían ido y, hasta mejor, llevados. En vista que, pese haber sido ponente en Barcelona, a lo que antes me invitaron, no lo fui para asistir a La Guaira, gestos a los cuales ya estoy habituado y, temiendo que mi ponencia allí no sea expuesta y menos discutida, he decidido, ejerciendo mi derecho de autor, a exponerla por este medio, como una mejor manera de asegurarme que, por lo menos, no perdí todo el tiempo que a eso me dediqué. No importan las consecuencias que de ello se deriven, ya estoy habituado y no es posible rodearme de mayor silencio ni darme más muestras de desinterés. En todo caso, para alivio de quienes a eso se vieron obligados, debo decirles que, por mis limitaciones motoras, no hubiese ido, pese mis íntimos deseos. Eso sí, me hubiese ocupado de encargar a alguien en disposición o identificación conmigo que lo hiciese en mi nombre. Además, se dice, "nobleza obliga".

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Ponencia sobre la necesidad de llevar el aprendizaje de La Historia y cultura Regional a la escuela.

Por: Eligio Damas

Eligio J. Damas Serrano- C.I 539553. Barcelona 08-03-2022 |

Quiero empezar esta ponencia, con una cita de Vladimir Acosta, en su más reciente libro, titulado "Salir de la Colonia", en la que aclara "cuando hablo de salir de la colonia no me refiero a hacer una ingenua o ridícula declaración a ese respecto. Me refiero, primero que nada, como se hace con cualquier problema que se quiera enfrentar, a reconocerlo como problema. A continuación, a tratar de definir su presencia, sus contenidos y su incidencia sobre otros problemas que usualmente se han considerado como más importantes o como independientes de él. Y finalmente, a ir definiendo planes y objetivos de lucha que partan del reconocimiento de su importancia e incluso de su papel central en nuestras luchas. Porque sin colocarlo en el centro de ellas, de las venideras, esas luchas, igual que las anteriores, tienen pocas probabilidades de darnos los resultados que deseamos."

Es decir, tal como dice el Prof. Acosta, los asuntos que aquí abordamos debemos empezar por reconocerlos como problemas y en consecuencia, una vez hecho eso, proceder a hacer lo que fuese menester para resolverlos. Y esto no pasa por una declaración, gestos simbólicos como cambiarle el nombre a una plaza, sino empezar a hacer lo que fuese pertinente, pese empecemos por acciones que parezcan humildes, intrascendentes, abren espacio y como la "inofensiva" gota de agua que cae desde el tejado, comience a horadar el terreno y abrir grandes espacios.

Pero también quiero enfatizar en Enrique Dussel, quien ha puesto en evidencia algo que desde años atrás, nosotros, humildemente, desde el aula en el rol de docente habíamos manejado, aun sin saber de la existencia del historiador argentino. Me refiero al uso de la periodización eurocéntrica, en base a lo que llaman edades, incluso al entrar en el estudio de la historia de América y Nacional, a partir de lo que llaman el descubrimiento y el intento de identificar y hasta analizar nuestras culturas dentro de esos cuadros o coyunturas que les son absolutamente ajenos.

"Facetas de Historia Regional y Nacional", es uno de los cuatro libros, o proyectos que he escrito, que andan danzando por allí desde hace cuatro y hasta más años, buscando quien les edite. En este libro en particular, asumo el mismo asunto que Vladimir Acosta en el suyo o Enrique Dussel, cuando también nos llama a salir de la "colonización". Sé muy bien que no tengo motivos para pretender, pero "he visto mucho muerto caminando", como los muertos de "Pedro Páramo". Y por aquello de Kotepa Delgado, "escribe que algo queda".

Mi propósito y empeño en esta ponencia es que la historia regional, la de cada región, concepto que va más allá de lo de entidad federal o Estado, como que prefiero hablar del oriente todo, entre en la escuela primaria y media como una asignatura particular. Pues es primordial identificar al individuo con su entorno, sus luchas e historia para identificarlo luego con el todo, la nación.

El imperialismo, que para mí es una etapa del capitalismo en el cual este tiende a desbordarse, salir de su espacio para aprovechar las ventajas que las economías más débiles le proporcionan, sólo puede ser combatido y contenido con una población identificada amorosamente con su espacio, local, regional y nacional, para de alguna manera, algún modelo, de acuerdo a las disponibilidades, pueda dar las respuestas pertinentes que mantengan la soberanía. Venezuela es un país no ajeno a la amenaza secesionista. En los últimos 20 años bastante se ha hablado de eso, tanto como que se opina que las guarimbas tenían eso entre sus metas. Lo mismo se ha dicho de la "Operación Gedeón" y de las distintas opciones que el Departamento de Estado tiene permanentemente sobre la mesa con respecto a nosotros.

Por eso, aparte de lo relativo a la descolonización, según Dussel o Vladimir Acosta, que eso lo vislumbran como una lucha contra el imperialismo, el capital, que pretenda subyugarnos o nos tenga subyugados, es por demás importante vincular al individuo desde niño con su espacio inmediato. Sus necesidades, potencialidades, cultura, luchas, deseos, sacrificios y aportes.

Por eso mi libro "Facetas de Historia Regional y Nacional", que constituye una visión de la historia venezolana pero poniendo mayormente interés en lo acontecido en la región y los aportes de los combatientes orientales, forma parte de esta ponencia, cuya meta, como ya dije, sería se declare, por medio de las autoridades respectivas, el aprendizaje de manera especial de la historia regional en los niveles primario y secundario. Pues como dijo Vladimir Acosta, no se trata de venir aquí a "dar una ridícula declaración al respecto" y luego todo siga andando como antes, sino empezar a hacer tareas concretas que abran espacios para marchar hacia lo que hemos definido como meta.

La historiografía Venezolana ha estado atrapada por ese concepto de pretendida dominación de la gran provincia caraqueña, capital de lo que fue la Capitanía General de Venezuela, sobre lo que allá siempre han llamado el interior. Expresión que pareciera tener algo de aquello de "nuestro patio trasero". O ser una inocente manera, pese a todo, de desdeñar el poder creador de los pueblos a quienes se tiene como inferiores. Pero también se escribió nuestra historia republicana, particularmente lo relativo a la guerra de independencia, con influencia determinante del romanticismo, lo que hace que solamente las poblaciones "interioranas", para hablar como los caraqueños, parecieran haber tenido vida e historia, cuando fueron escenarios de actuaciones de El Libertador.

El personalismo, a tono con la percepción romántica, ligada a la épica, cercana a la esclavitud, y posteriormente a las formas capitalistas de producción, se aviene con la idea de la dominación, el desdeño de los pueblos y colectivos, pues centra su interés en los grandes personajes, tenidos como dioses, hijos de éstos o manejadores del mundo. Esa percepción contribuyó y contribuye a exaltar lo individual, ignorar de manera consciente o no la creatividad y contribución popular. Es la misma aspiración y lógica del capital que cada día se concentra más en pocas personas.

El accionar de los pueblos sólo tiene interés si está ligada a la mención del "personaje épico". De modo que los pueblos, sobre todo los "interioranos", quedarían como petrificados, profundamente dormidos y hasta eunucos, mientras el héroe y el centro de dominación no le mueve los tinglados.

Nuestra constitución bolivariana habla de lo "participativo y protagónico, pero eso no basta, no es suficiente, si los actores no asumen sus roles tal como les corresponde.

El capitalismo tiene su lógica, no importa que haya llegado o no a la escala de imperialista. Y esa, su lógica, es mantener el máximo nivel de ganancia a los inversores y entre estos a quienes alcancen la mayor acumulación.

El capital, cuyo poder sobre el Estado es determinante, logra de este que en sus planes, se comporte en la medida de lo posible en su beneficio. Por esto, las regiones donde por distintas razones se haya concentrado mayor nivel de capital, recibirán los mejores beneficios, según el poder e importancia de las capitalistas que en ellas tengan interés.

Hay una vieja gaita zuliana que canta:

"Maracaibo ha dado tanto

Que debería tener

Carreteras a granel y

Morocotas de canto".

Se queja en ese verso el autor, de cómo Maracaibo, pese su enorme aporte, sobre todo en la etapa de la explotación y exportación del petróleo, ha sido poco lo recibido desde el poder central. Sin olvidar que Maracaibo ha sido, en distintos instantes, el primer puerto de la Venezuela colonial y republicana.

Si examinamos eso desde la perspectiva de la zona oriental, porque al hablar del asunto prefiero asumirlo como lo relativo a una región y no a un Estado en particular, sería también valedera la queja de la gaita.

¿Ha sido beneficiada como se debe la región oriental dado, no sólo su aporte petrolero, sino su participación en las guerras por la independencia y los enormes recursos que posee?

¿No ha sido demasiada exagerada la concentración de la inversión estatal, por los productos del rentismo petrolero, con una escasa franja regional, alrededor de Caracas y donde la clase dominante se concentró e invirtió sus capitales y determinó al Estado la misma conducta?

¿No han sido también marginadas otras regiones del sur y del occidente nacional, del llano y hasta las regiones de Guayana y Amazonas pese sus enormes recursos?

La narración de nuestra historia, la mayoría de sus libros, la manera de enseñarla en la escuela, tiene la misma lógica de la inversión de los capitales. Se nos ha formado, según convenga, no sólo como dicen Dussel y Vladimir Acosta, bajo los viejos conceptos del colonialismo, sino ahora su continuación y heredero, el capitalismo, de manera que rindamos pleitesía a los centros regionales de poder, esos donde más capital se acumula. Pasamos por alto que nuestras regiones, aparte de sus recursos naturales, que aún existen, somos propietarios del enorme capital de haber participado con heroísmo y hasta estoicismo en la lucha por la independencia y los hechos posteriores.

¿Nos hemos preguntado alguna vez, sobre todo desde la escuela, por qué la región oriental, de peso tan determinante en la lucha por la independencia, dejó de ser lo que fue y terminó en un espacio olvidado o de insignificante importancia, pese tener los recursos que antes tuvo? ¿Acaso, antes que lo anterior, hemos sabido de la importancia que tuvimos para estar en el primer plano en los tiempos de la guerra independentista? ¿Por qué regiones con menor aporte en aquellos acontecimientos terminaron siendo beneficiados? ¿Por qué aquella morisqueta que llamaron "la invasión de los 60", llegó triunfante a Caracas y terminó, muerto Gómez, más de 50 años después?

Las zonas del país, donde se invierte mayormente el capital, son aquellas donde la clase dominante lo decide y siempre o casi siempre es, salvo alguna circunstancia inevitable, como no tener petróleo o tierras donde sembrar, el espacio donde ella vive y tiene sus mayores inversiones.

Estas zonas, por lo general, aparte de concentrar buena parte de la población, porque es la que mayormente emplea, tienen un enorme peso e influencia en el poder político y el Estado.

Las regiones que no gozan de esos beneficios, aquellas que casualmente, según la historia, lo entregaron todo en la guerra de independencia, lo que tiene mucho que ver con su pobreza de ahora, carecen de influencia en el poder central y hasta son despojadas con frecuencia de su derecho participativo y protagónico.

La Cumaná colonial era una economía de puerto; para medir la importancia del puerto cumanés, bastaría hacer una sencilla comparación del valor de las mercancías que salieron de éste hacia Cádiz y Barcelona de España entre los años de 1793 a 1796, con el valor de las mercancías que salieron por el puerto de Maracaibo hacia Cádiz y La Coruña en el mismo lapso. Mientras Cumaná envió un total de dieciocho millones ochocientos cuarenta y cinco mil trescientos dieciséis reales de vellón; Maracaibo exportó diecisiete millones quinientos treinta mil novecientos sesenta y cinco reales de vellón.

Fue Cumaná, capital de una importante provincia, de las firmantes del acta de independencia y con estrella en la bandera, un centro neurálgico. Un dispositivo especial para medir el ritmo de las relaciones entre la colonia y la metrópoli. Un punto sensible para detectar el grado de conformidad o inconformidad de los habitantes de esta parte del país. También como puerto, un punto de entrada y de salida, de ideas buenas y malas, de noticias y de chismes.

Se ha sabido que hasta el ahorro de regiones marginales son trasladados para ser invertidos en zonas donde el capital abunda. Eso lo deciden los planes, los planificadores y quienes tienen el poder de decisión.

¿Acaso no es evidente que hay regiones que carecen de un liderazgo con fuerza, propio, surgido de su propio seno, por poca o ninguna la fuerza del capital de allí originario o el liderazgo mismo, como para hacer valer sus exigencias y llamar la atención sobre sus necesidades?

Es por demás notorio que muchas regiones, sin percatarse, no crean sus liderazgos y se ven obligadas a dejarlos en manos de gente ajena o importada que se convierte en agente de la dirigencia de los factores del centralismo. Y esto agrava más la debilidad que la afecta para demandar ante el poder central por sus derechos. El líder debe serlo de manera auténtica y eso pasa por estar inmerso en la problemática, aspiraciones y deseos profundos de la comunidad. Como se suele decir en el lenguaje coloquial, "nadie siente los dolores que le son ajenos".

Haré referencia aquí a lo que es un hecho notorio. Lo que suelen llamar el folclore, en veces de manera peyorativa y hasta banal y, dentro de este, particularmente la música, en Venezuela es de una diversidad y riqueza excepcionales. No obstante, factores de la economía, de esos que tuvieron que ver con la venta de discos en el pasado y los nuevos medios de hoy, han impuesto o intentado desmesuradamente imponer, una forma o expresión musical única para el país. Eso se ve y nota de manera por demás evidente, en lo que respecta a la música llanera, que si bien, tiene muchos valores en viejas canciones, ritmos, composiciones, instrumentistas y cantantes, no basta para ignorar la enorme riqueza, diversidad, tanto que de un pueblo a otro es diferente, como sucede en los Estados Sucre, Nueva Esparta, Lara y la región andina. Pero sucede lo peor, el mercantilismo, su "cultura" y el comportamiento que todo eso impone, hace que hasta en estas regiones se olvide su valiosa herencia y se asuma la que no le es inherente.

¿Acaso los vendedores de discos y cd, no hicieron casi desaparecer los aguinaldos orientales y hasta la música decembrina andina y caraqueña por imponer una, además bailable y más comercial por lo mismo, la gaita zuliana? ¿Qué hemos hecho para evitar eso?

Pareciera banal esto que se me ocurre agregar a última hora, pero es un ejemplo de como lejos de "descolonizarnos", viendo esto desde la perspectiva de Vladimir Acosta; me refiero al uso masivo y como quien ha hallado la llave para abrir una puerta infranqueable, de la palabra " bullying".

El fenómeno al cual me refiero, conocido por nosotros desde hace tantos años que sería difícil precisar, el acoso a un niño en la escuela y fuera de ella, como en el espacio mismo donde habita. Hemos olvidado que, tal fenómeno no es propio de las culturas dominantes, de donde viene esa denominación extraña, se da en todos los espacios donde conviven los humanos y que nosotros, de manera ancestral, hemos llamado de varias manera, como acoso y hasta "callapa" o cayapa y más coloquialmente decimos, "a fulano, sus compañeros de la escuela o el barrio lo tienen de guayaqueta". ¿Acaso la palabra "bullyng", por venir del ingles, es más apropiada que las que nosotros hemos usado siempre?

Al hablar de esto, cuánto placer me produce recordar a Alejo Carpentier y el estallido literario latinoamericano, posterior a él, que se recreó hablando de nuestra gente, poniendo por delante sus preocupaciones y hablando como ella, en lo que por nombrar a alguien que sirva de identificador bastaría con Gabriel García Márquez y su "Cien años de soledad".

Por esto, nosotros demandamos, además de una manera distinta de escribir la historia a la predominante para darle valor a nuestros reclamos y formar líderes que se identifiquen con su espacio, que en los programas de la escuela primaria o secundaria, de alguna manera, el estudio de la historia y las culturas regionales respectivas. Porque, al margen del modelo que se trate, y peor en el capitalista, siempre habrá preferencias en el poder central, bien sea por el peso de sus líderes o la lógica del capital, que invierte donde le sea más conveniente y fácil para ganar más rápidamente.

Frente a ese concepto de dominación y manera parcializada de escribir la historia, se hace necesario hacerlo desde otras perspectivas que reconozcan los esfuerzos colectivos y la participación de pueblos que no fueron invitados de piedra, sino que rindieron esfuerzos y sin cuya participación toda aquella gesta independista no hubiese sido posible.

La escuela venezolana, de alguna manera, con todas sus deficiencias, en alguno de sus peldaños, aborda aquella acción guerrera de gran magnitud que se conoce como la "Campaña Admirable", en el año 1813, iniciada por nuestro Libertador desde la Nueva Granada, hoy territorio colombiano, que incluyó la hazaña de la travesía de los Andes y le llevó a Caracas de victoria en victoria y a la restitución de la república perdida en 1812. Pero casi ignora, que un grupo de patriotas, invadieron desde Trinidad bajo el mando de Santiago Mariño y terminaron, en aquel mismo año 13, recuperando esta parte del territorio nacional con la participación descollante de los guerrilleros que en los llanos orientales mantuvieron viva la lucha independentista. La llamada campaña de oriente, se ha escrito así, con letras minúsculas, pese a que en el año 14, aquella gesta hizo posible que las fuerzas de Bolívar, acompañadas de parte de la población caraqueña, se pudiesen desplazar a esta parte de Venezuela, en lo que se llamó la "Emigración a Oriente", huyendo del acoso de José Tomás Boves. Y lo que es más, serán esas fuerzas las que concebirán la idea de la toma de Guayana y la marcha triunfante y definitiva de la guerra de independencia de lo que será más tarde La Gran Colombia. Aquella decisión de Piar de optar por la toma de Guayana, por el valor estratégico que ese espacio tenía, fue un anhelo de los guerreros orientales que antes eso intentaron sin éxito. Y, justamente con fuerzas, en gran medida orientales, estando en el Estado mayor de aquel intrépido ejército, José Antonio Anzoátegui, con las cuales Piar triunfará en la batalla de San Félix y pondrá en manos de los patriotas a Angostura. Y a partir de allí la guerra tomará otro rumbo, dirección y mayor dimensión.

La batalla de Urica, donde fueron derrotadas las fuerzas patriotas comandadas por el general Bermúdez, aquellas que se aglutinaron después del feroz ataque de Boves a Cumaná, donde Piar recibió su primera y única derrota en combate, dn la batalla de "El Salado", no sólo fue la muerte de Boves, como se cuenta con simplismo, sino que marca un nuevo concepto de la guerra y donde las tropas venezolanas dejan definitivamente de ser, como suelo decir, "las del Marqués del Toro y su gente" y pasan a las manos de líderes del pueblo, de las clases ignoradas por la constitución de 1811.

También es poco conocido, como los combatientes guerrilleros de los llanos orientales, quienes nunca abandonaron el territorio nacional, mantuvieron siempre viva la idea de la independencia y la disposición a combatir por ella. Derrotados, se escondían en montes y pastizales para golpear aquí y allá, sumar fuerzas y volver a combatir a campo abierto. Y así estuvieron varios años hasta que la guerra tomó grandes dimensiones.

Así mismo, la escuela, gran parte de libros y textos de historia, al hacer referencia a las dificultades que el Libertador tuvo para entenderse con los héroes orientales como Santiago Mariño y Bermúdez, precisamente los mismos que dirigieron la invasión desde Trinidad y liberaron medio país mientras aquel avanzaba desde occidente, en cierto modo obvian éste hecho y factores de carácter económico, como la importancia de las actividades que en el lado oriental se desarrollaban, la desconexión que por tantísimos años predominó entre oriente y Caracas, desde el inicio de la colonización hasta la creación de la Capitanía General de Venezuela; circunstancias que explican la existencia de aquellos resentimientos, desconfianzas y motivos para no aceptar en lo inmediato el liderazgo de Bolívar.

Para ese entonces, era natural que no prevaleciese el concepto de nación venezolana; y en efecto, éste no existía. Los orientales veían a los caraqueños de entonces y viceversa como extraños y no integrantes de la unidad venezolana, lo que sólo era un deseo de pocos. Era válido que los dirigentes o líderes de cada bando, sobre todo aquellos que nunca habían convivido con el otro, tuviesen reparos al momento de decidir el liderazgo. En estos trabajos hay una carta de Bolívar, relativo a las deserciones que habla también de este asunto y como soldados caraqueños u orientales, desertaban de sus ejércitos cuando éstos eran comandados por jefes ajenos a sus regiones de nacimiento y formación. Este sentimiento llegará hasta la guerra federal, expresado en las ideas de Juan Antonio Sotillo, para quien "Federación era que en Caracas manden los caraqueños, en Guárico los guariqueños y en el Zulia los zulianos". Criterio éste que dominaba el pensamiento y la visión de aquellos combatientes. Años más tarde, el caudillo zuliano Venancio Pulgar, todavía sustentaba el mismo criterio y le utilizaba para su práctica política.


Para Bolívar, pese su genio y capacidad "para mirar por encima de los siglos", como se ha dicho muchas veces, con sobrada razón, por voces muy respetables y autorizadas, hasta el año 1816 y parte de 1817, la guerra de independencia necesariamente pasaba por tomar Caracas, fortalecer allí sus posiciones, para obtener el reconocimiento internacional. Por ello, donde estuviese, apenas disponía de unos hombres y unas cuantas armas, se lanzaba sobre Caracas.

Los acontecimientos de la Casa Fuerte, la derrota y retirada del Libertador por los lados de Aragua de Barcelona, ambos acontecimientos del año 1817, estuvieron envueltas en aquellas rivalidades y la estrategia bolivariana. La Casa Fuerte fue atacada por Aldama con violencia para apoderarse de un cuantioso parque que aquel allí había depositado, por lo que encargó al general Freites defender la plaza con su vida, mientras intentaba convencer a los jefes orientales que le acompañasen a Caracas.

Todo cambiará cuando se imponga la estrategia, acariciada desde el año 1813 por los orientales, de tomar la plaza de Guayana, retaguardia casi inexpugnable del poder español, usada para descanso de las tropas, producción de alimentos y medio de comunicación y transporte, a través de los grandes ríos, en la que un discrepante como el general Piar, estrechamente relacionado por sus ejecutorias y presencia a los guerreros orientales, jugará un rol de primera línea.

Hasta ahora se ha persistido en la costumbre de explicar la caída de la primera república a través de lo expuesto por el Libertador en "El Manifiesto de Cartagena", obviando por diferentes razones y prejuicios otras circunstancias políticas, de relaciones de producción y distribución de los bienes, que en la constitución de 1811, los legisladores introdujeron en ella favoreciendo a los mantuanos y que, entre otras dieron origen a un Estado débil, ajeno de apoyo popular y desatarán fuerzas en contrario de la magnitud como la que representó José Tomas Boves.

Estos asuntos son tocados en estos trabajos de historia que ponen cierto empeño en el rol de los combatientes orientales.

Lo relativo al 19 de abril, la declaración de la guerra de independencia se revisan a la luz de las cifras que hablan de las relaciones económicas de la colonia que era Venezuela con su metrópoli y las otras potencias de entonces. También se revisan aquellos acontecimientos, en las que las provincias orientales no se limitaron a "seguir el ejemplo que Caracas dio", sino que actuaron de conformidad al deterioro de sus relaciones de sujeción política y sobre todo económica con la metrópoli y lo que en Europa sucedía que bien conocían.

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