Nunca en la historia contemporánea de Venezuela había existido un trinomio político capaz de asesinar la educación en todos sus componentes. Esos tres individuos, dos hombres y una mujer, han impulsado con todos sus bemoles la destrucción de la educación hasta llevarla a sus más paupérrimos niveles.
Y disculpen si voy de lo personal hasta lo colectivo, pero como educador tengo que decir ante la opinión pública que el régimen sin importarle nuestra condición de profesional de la docencia, con títulos de maestría y doctorado, no sólo me "borró" de nómina desde 2016, sino desconoció desde el ministerio de educación (MPPE), 20 años de ejercicio educativo, y lo que es peor, todo ello violentando las normas laborales y establecidas en la ley; las cuales además en su afán de persecución política nos llevó a la cárcel en 2020, sin importar nuestras condiciones de epilepsia e invidencia, que ahora en este 2022, continua en su afán de asesinato profesional, cuando, a pesar de haber sido el único venezolano seleccionado para un evento de investigación internacional sobre América Latina, el pasado mes de julio en México, me negaron el pasaporte, porque para ellos lo importante es destruir la carrera que sea ejecutada por profesores e investigadores.
Así el régimen madurista, que apenas si el pasado mes de marzo, logró llevar los salarios de los docentes a superar la barrera de los 100 dólares al mes, después de mantenerlos por un lustro en menos de 20 dólares mensuales, desde la mal llamada Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), ordena que sean desconocidos los beneficios laborales correspondientes al bono vacacional del magisterio venezolano y las contrataciones colectivas. Por ello, poco les importa al trinomio madurista que la profesión docente sea despreciada, humillada y vilipendiada desde las altas esferas del poder.
Por ejemplo, que un individuo como Mario Silva – autodenominado "bachiller marginal" – es el más claro reconocimiento del nivel de destrucción de la educación venezolana, agravada en tiempos de post-pandemia, y cuyo nivel de deserción escolar, basta realizar cualquier investigación por liceo o universidad, para determinar que más del 40% en promedio ha abandonado las aulas, y otro tanto en relación con maestras, profesores y docentes, cuando las facultades de educación se convirtieron en campos abandonados de guerra, porque el régimen madurista, de manera premeditada y con alevosía logró esparcir la más putrefacta bazofia política sobre el porvenir del país.
Hoy, la mayoría de escuelas y liceos están destruidos en sus infraestructuras, mientras existen dizque "jefes y jefas de zonas educativas" que secundan a una "ministra" que confunde un estado con un "país", y quienes jamás han escrito algo en su vida. Lo único que abunda para desgracia pedagógica es la ramplonería, y en el medio de tanta barbarie es algo que llaman "chamba juvenil", y son el nuevo grupo de "educadores" que con cuatro semanas de loas al madurismo pasan a engrosar la sustitución de aquellos profesores que por diversas razones quedaron fueran del MPPE, y pasaron años y años de formación académica de pregrado y postgrado.
Desconocer la carrera docente es la más clara orientación neonazista, neofascista y noeestalinista del madurismo. Para el madurismo la educación es la máxima política de destrucción, y poder salvaguardar, tanta mediocridad de quienes ostentan el poder político.
En síntesis, los verdugos de la educación solo quieren que existan individuos con la mentalidad de Mario Silva, o el palangrismo del canal 8 como formas de expresión; porque la autonomía del pensar y el pensamiento no son cónsonos con sus visiones de neototalitarismo y sumisión política. Es simple, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Yelitze Santaella son los asesinos de la educación y del futuro de Venezuela.