La nefasta influencia de la política partidista o politiquería en buena parte del ámbito público en Venezuela, no es nada nuevo; desde el mismo siglo XIX, por ejemplo, muchos individuos lograron acceder a ciertos cargos, o ascender profesionalmente gracias a sus conexiones (como militantes, aduladores y oportunistas), con las maquinarias políticas. Algunos incluso lograron escalar bien alto simple y sencillamente por sus "méritos" políticos, sin capacidades reales. Y en nuestros días, con los "socialistas" a la cabeza, nada cambió al respecto, siendo el poderoso Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la principal organización a la que se aferran los mediocres ‘jalabolas’.
Ahora bien, la intromisión de la politiquería en la actualidad es tal, que se ha llegado al extremo por parte de las autoridades "revolucionarias", de exigir la pertenencia al PSUV y la participación en diversas actividades proselitistas, a todos aquellos que deseen ingresar a numerosos cargos públicos. En otras palabras, sin una postulación política se hace cada vez más difícil laborar en el sector público venezolano, aun cuando los interesados en trabajar allí tengan méritos más que suficientes. Tristemente estamos presenciando una politización-control cada vez mayor de la vida pública de los ciudadanos en Venezuela, y para colmo de manera forzada, cortesía del Estado y de su principal representante político, el PSUV. El totalitarismo en pleno, disfrazado de socialismo del siglo XXI.
Por desgracia, uno de los sectores en el que la influencia perniciosa de la politiquería ha sido mayor, es en el educativo. Aunque cueste creerlo, para acceder a la docencia pública y permanecer en ella en Venezuela, se exige pertenecer al PSUV y participar en diferentes actividades proselitistas; es decir, el Estado de forma progresiva y por coacción, ha pretendido transformar a los docentes venezolanos en unos simples propagandistas y agentes politiqueros, al servicio del proyecto totalitario del "socialismo" del siglo XXI. Es así como la politización completa y forzada de la docencia pública en Venezuela, ha significado un golpe más a tan noble profesión, cada vez más vilipendiada y sometida al interés, a la maldad y a los caprichos de la dirigencia nacional.