Alquimia Política

Adán Chávez y Luis Eduardo Rosales: inicio del éxito

Viernes, 24/02/2023 10:43 AM

Dedico: A la comunidad unellecista del VPA

 

Desde el 9 de febrero del 2023, comenzó una nueva era en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora, UNELLEZ, bajo la dirección del profesor Adán Chávez como Rector. La llegada del profesor Adán viene cargada de expectativas ante una realidad universitaria plagada de efectos negativos de una crisis económica que ha consternado las funciones de docencia, extensión e investigación. Hay un nivel de esperanza truncado que toca activar, impulsar, generar a partir de la innovación, la creatividad y la confianza, valores absolutos que impulsen el uso del conocimiento científico a favor de los planes y proyectos circunscritos en el Plan de la Patria 2019-2025, donde el interés mayor es la dignificación del ser humano.

En esta nueva experiencia de gestión de co-gobierno universitario, en el caso del Vicerrectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa, VPA, estará la figura el Dr. Luis Eduardo Rosales, quien ha ido generando una serie de ideas para consolidar lo académico y lo operativo de una Universidad al servicio de las comunidades, sobre todo, una Universidad rural y comunitaria.

Es importante resaltar el trabajo conjunto con el Gobernador del estado Portuguesa Antonio Primitivo Cedeño y el Alcalde de la ciudad de Guanare, Oscar Novoa, instancias de Gobierno que brindan un apoyo importante a la comunidad unellecista y a todos los proyectos de consolidación de los saberes científicos al servicio del pueblo.

Desde una visión general se parte de la crítica al sistema de educación universitario venezolano, que desde finales del siglo XX, confronta un proceso franco de apertura y masificación, donde lamentablemente se ha subestimado la capacidad de investigación y docencia, por el hecho de no producirse en estas funciones nada palpable que repercuta en beneficios del colectivo. Y el problema que se ha presentado en tal aspecto obedece más a la ausencia de una política de difusión y extensión que conjugue las funciones de las universidades para orientar sus acciones hacia metas de desarrollo social, cultural, político y económico. Hace falta integrar las tres funciones de la universidad; hay un distanciamiento en sus objetivos y finalidades, puesto que se ha apreciado que el interés de las comunidades ha sido participar en la programación cultural y recreativa de las instituciones de educación superior, ante la falta de un mecanismo dialógico que integre a la comunidad con la docencia e investigación.

Para ahondar en el punto y tomando elementos teóricos del pensamiento del sociólogo francés Pierre Bourdieu, se identifica el capital simbólico inmerso en las funciones investigación y docencia, así como su desenvolvimiento en el espacio social y las variables que determinan la violencia simbólica, obstáculo en la valoración de los hechos sociales que inciden en el acto pedagógico y por ende en el distancia de éste de cualquier vínculo con la función extensión.

La investigación constituye la vía para la obtención de nuevo conocimiento. En el marco de las universidades venezolanas esta función la cumplen a través del personal docente y en algunos casos, personal adscrito, a título de investigador, a centros de estudio creados exclusivamente para la generación de conocimiento. Las universidades han creado canales expeditos para la orientación del proceso de investigación, aunque no han puesto igual interés es en la formación de investigadores. En un extenso trabajo de campo, de Jacqueline Hurtado de Barrera (2000), titulado "Retos y alternativas en formación de investigadores", se explora esta función y se llega a la conclusión de que si bien en las universidades nacionales se cuenta con programas orientados a la formación de profesionales de alto nivel, no contienen las orientaciones epistémicos, los contenidos metodológicos ni la configuración curricular necesaria para formar investigadores-metodólogos capaces de hacer ciencia de la ciencia y de formar a otros investigadores, aunque es posible que puedan proporcionar una base investigativa de apoyo a la labor profesional de los egresados.

Aunado a esto, agrega Hurtado de Barrera (2000), los docentes de metodología de la investigación, no tienen una formación óptima en la aplicación de metodologías cuantitativas y/o cualitativas, toda vez que desconocen su posición paradigmática-ontoepistemológica. La mayor debilidad está en la praxis de los procesos de investigación, no tienen experticia, desconocen la proporción real de sus eventos de estudio.

Otra debilidad que tiene el docente-investigador, es que su dominio cognoscitivo está circunscrito a las primeras fases del proceso de investigación, teniendo gran dificultad en los pasos avanzados que exigen control y determinación de la confiabilidad y validez del estudio, lo que lo hace un conocedor superficial de la investigación, así como dependiente del conocimiento externo en el área que está contextualizando, limitando sus acciones independientes que le permitirían crear y/o adaptar nuevas estrategias metodológicas que enriquezcan el trabajo de investigación.

En un sentido general, las universidades nacionales en Venezuela han enfocado su política de investigación hacia el estudio de la problemática del desarrollo integral regional y nacional, en todos los ámbitos del conocimiento. El espíritu de universidades como la UNELLEZ, la UNESR, la Universidad Central de Venezuela, la UPEL, entre las más destacadas; se deja ver en sus documentos y resoluciones, es planificar y diseñar actividades de indagación que brinden alternativas factibles para responder a las necesidades de la sociedad. La gran paradoja en esta intencionalidad, es que la relación universidad-Estado no ha pasado de ser, en el lenguaje coloquial, "un saludo a la bandera"; se firman convenios, intensiones, pero en la práctica no se articulan estrategias para incluir en los planes de gobierno la consideración de valerse de los trabajos que producen las universidades para focalizar soluciones a corto, mediano y largo plazo. Las investigaciones, en su gran mayoría (lo confirma estudios estadísticos de la Fundación Sypal de 1999), pernotan en los anaqueles de las universidades, entre el "polvo y el olvido".

En un esfuerzo por simplificar las políticas de investigación que caracterizan la normativa interna de las universidades venezolanas, y en especial las líneas de la UNELLEZ-VPA, se identifican cinco (5) líneas estratégicas puntuales:

1.- La vinculación de la investigación con los obstáculos de conocimiento en el marco de la docencia se presentan y con la vinculación con la problemática de la sociedad en lo referente a búsqueda de vías factibles para un desarrollo integral. Es decir, producir nuevo conocimiento para dotar a la docencia de fundamentos objetivos y contextualizados en la ejecutoria del acto pedagógico; e integrarse a los planes y proyectos del Estado para contribuir al desarrollo integral del país.

2.- Establecer un enfoque multidisciplinario de la investigación. Esto implica no sólo crear condiciones en los investigadores-docentes para la producción de nuevo conocimiento, sino involucrar a estudiantes y personal afín a las áreas de discernimiento académico, a efecto de darle forma a criterios interpretativos y comprensivos de la realidad, que no tenga un único enfoque, sino que pueda ser orientado y allanado desde las diversas tendencias del pensamiento.

3.- La educación permanente para los investigadores es una estrategia que aparece no sólo en el marco de la normativa de universidades nacionales, sino en la declaración de principios de universidades latinoamericanas y europeas; la necesidad de prever de recursos técnicos y financieros a la actividad de investigación pasa por perfeccionar el recurso humano de las universidades. Aunque en este sentido, hay voces críticas como la de Hurtado de Barrera (2000), quien expresa que esa formación continua no es del todo completa; dado que en Venezuela realmente no existe opciones para la formación de investigadores-metodólogos, dentro de un enfoque amplio, transdisciplinario y actualizado, que trascienda la concepción paradigmática de la investigación y se plantee el proceso investigativo como objeto de estudio y de indagación a partir de una reflexión científica, crítica y creativa sobre los supuestos epistémicos de la ciencia.

4.- La vinculación de la investigación con los planes y programas de Ciencia y Tecnología. En este sentido, las universidades han avanzado en alianzas estratégicas con universidades internacionales buscando la promoción de equipos multidisciplinarios intra y extra institucionales que prioricen estudios en el ámbito de nueva tecnología, especialmente, tecnología alternativa, la cual amplié el mercado de ofertas de servicio o de producto, para minimizar la dependencia y monopolio del capitalismo global sobre determinadas áreas del conocimiento.

5.- La vinculación de la investigación con la docencia y la extensión, a efecto de crear mecanismos de divulgación de los resultados de las investigaciones, no sólo con el interés de alcanzar llevarlos a las comunidades para la satisfacción de alguna que otra necesidad, sino para someterlo a la revisión del colectivo académico nacional e internacional y poder contar con criterios idóneos que perfeccionen los alcances de los estudios. Solamente confrontando procesos y resultados, estaremos asegurando investigaciones con estándares de confiabilidad y validez, aceptables. La sociedad actual es competitiva en los avances científico-tecnológicos, por lo cual para llegar a ella y contribuir con su desarrollo, es preciso contar con los respaldos de excelencia y reconocimiento de la comunidad científica mundial.

La investigación es la función dinamizadora del desarrollo académico; sus procesos producen conocimiento y formación al espíritu crítico de quienes como sujetos investigadores o sujetos investigados, tienen que ver con esta función. Por tal motivo, la investigación está presente en las diversas unidades académicas de la universidad, con el propósito de acercar a los actores a la realidad de las disciplinas y a la informalidad del conocimiento, en el entorno social.

En las universidades las necesidades de cada disciplina en cuanto a conocimiento se han organizado en razón de las denominadas líneas de investigación; éstas dirigen acciones tendientes a fortalecer la relación investigación-docencia, coordinando la atención a los investigadores en la construcción de sus modelos epistémicos, a efecto de que en la universalidad del conocimiento prevalezcan coordenadas específicas que respondan a incógnitas generales disciplinarias.

En otro aspecto se nos presenta la función docente, la cual si bien es la base fundamental que sostiene la estructura académica, por ser la función que motoriza el proceso formativo, no es menos cierto que en la estructura universitaria ha sido una función "cómoda", repetidora de esquemas y modelos epistémicos; sin el impulso de la investigación, no tendría mayor alcance, puesto que el valor del acto pedagógico es la transferencia integral de un conocimiento oportuno, pertinente e idóneo, sólo producible si le precede una investigación sistemática y continua.

Por esta razón, al ahondar en este punto la relación entre las funciones de la universidad, primero hemos analizado la investigación, porque, desde nuestro criterio, es la primigenia para entender la razón de formación y generación de nuevo conocimiento que tienen nuestras universidades.

Recalcando la importancia de la investigación, convergemos en las ideas que le han dado cuerpo a la función docencia como política educativa universitaria en el contexto venezolano. La docencia impone un dominio de habilidades técnicas y recursos para la acción; en este sentido no es sólo el recurso humano que facilita el conocimiento, sino la conjugación de otros elementos como el espacio físico, la motivación institucional, la efectiva aplicación de la función investigación, y por supuesto la integración en el hecho pedagógico de las necesidades del entorno social que hace de la universidad un escenario de discernimiento crítico y búsqueda de soluciones prácticas para el colectivo.

En este aspecto, la responsabilidad social se funde con las funciones investigación y docencia, puesto que en la práctica de cada uno de los intereses disciplinarios de estas funciones, ha de prevalecer un enfoque integral de apoyo, refuerzo y difusión de un conocimiento que no puede tener visos de individualidad. Tal es el caso de lo ocurrido con la carrera por el genoma humano, el proyecto, dirigido por el consorcio Celera Genomics, que buscaba patentar la información para su uso comercial. Ante el atraso del proyecto público, un joven investigador recién graduado llamado James Kent tecleó día y noche durante varias semanas, en un esfuerzo físico y mental sin precedentes, para consolidar, tres días antes que el consorcio privado, un programa de computadora capaz de ordenar la secuencia del genoma humano. El Proyecto del Genoma Humano lograba evitar de esta manera que semejante información estratégica hubiera sido patentada por un conjunto de empresas privadas con lo cual se habría hipotecado el futuro de la biología a meros intereses comerciales.

Es ante realidades como la descrita que las funciones investigación y docencia toman lugar preponderante en las sociedad en vías de desarrollo, las cuales necesitan tener acceso al mayor número de información posible que se traduzca en beneficios y en acciones que mejoren la calidad de vida; porque la existencia humana no es sólo el mantenimiento orgánico de signos vitales, sino el crecimiento personal de cada uno de los miembros de un grupo étnico que busca integrarse en el mundo que ha transformado pero sin afectar las leyes de la naturaleza.

En el plano institucional la función docente (en documentos y resoluciones de la Universidad Central de Venezuela, la UNELLEZ, la UNESR, la UPEL, la Universidad Fermín Toro, entre otras), tiene un desempeño caracterizado por: 1.- La orientación de la actividad profesional para que su proceso formativo le brinde herramientas de organización y conocimiento en lo tecnológico; 2.- La generación de respuestas didácticas específicas que den cuerpo a una didáctica técnica que especialice al educando; 3.- La vinculación con la investigación le permite a la función docencia revisar el proceso de generación de nuevo conocimiento, actualizando los saberes y comparándolos con experiencias pasadas inmediatas; y 4.- La planificación y desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje en el contexto social que relaciona al educando con la experiencia real en que le tocará desenvolverse.

Para el catedrático español José Tejada Fernández, la función docente tiene que ver con el conjunto de tareas en las que participa el profesor en un contexto de intervención inter-institucional, e interacción extra-institucional, aquí relacionándose con los padres y la comunidad en general.

Ese contexto se da en la interacción social y en el ámbito de las universidades venezolanas, a partir del año 2000 con los lineamientos emanados del Ministerio de Educación Superior, algunas consideraciones que delimitan la política de docencia: 1.- La selección de un personal idóneo y con interés en la investigación; 2.- La educación continua como estrategia para el mejoramiento de la calidad académica, es decir, la capacitación y perfeccionamiento del docente en sus diversas áreas formativas; 3.- La innovación educativa; 4.- La proyección a las comunidades del conocimiento y las posibles soluciones a problemas puntuales, a través de las actividades planificadas por la función extensión; y 5.- El seguimiento y control de la acción docente para que responda a las necesidades académicas y sociales.

En la Ley de universidades, en la Sección IV, referente a las Facultades, el Artículo 47 expresa: "La Universidad realiza sus funciones docentes y de investigación a través del conjunto de sus Facultades. Por su especial naturaleza a cada Facultad corresponde enseñar e investigar una rama particular de la Ciencia o de la Cultura, pero todas se integran en la unidad de la Universidad y deben cumplir los supremos fines de esta…" En este mandato de ley no hay ni un ápice de letra que se refiera al carácter estratégico que debería tener la función docencia, incluyendo la de investigación, por lo cual deja un vacío que ha intentado ser llenado sin mucho éxito. Porque la universidad si bien tiene como función ser rectora en la educación, la cultura y la ciencia, tiene a la vez como responsabilidad el crear mecanismos de acción para que cada función interactuara entre sí, y a la vez se proyecte hacia las comunidades.

En este sentido, especificando lo referente a la función docencia, Tejada Fernández, describe tres niveles de contexto en los que debería estar inmersa dicha función para canalizar con efectividad su rol social: a) Contexto Sociocultural, donde el papel de la acción docente se concreta en la transmisión de una serie de valores, conocimientos y formas de actuar que se consideran fundamentales para la conservación de la cultura; b) contexto institucional, que representa la influencia directa de la cultura organizacional y el clima institucional sobre las acciones docentes.

Por tal motivo, este contexto ha de ser allanado en la normativa a fin de que brinde al docente instrumentos de apoyo que le permitan equilibrar sus responsabilidades en el marco de las acciones académicas; y el contexto instructivo, en donde la función docente ha de delinear vías expeditas que proyecten el conocimiento de acuerdo a lo establecido en las unidades programáticas pero asumiendo el contenido como un insumo para la reflexión crítica y no el cultivo de la visión encajada de ideologías o premisas aprendidas.

En síntesis, la funciones investigación y docencia tienen un radio de acción determinado en las universidades venezolanas; el sentido y conexión que han de experimentar con la comunidad aún no está del todo normado y definido. Hay intencionalidad, vestigios de un interés en las estrategias del Estado para popularizar los estudios superiores. La función extensión ha aparecido relacionada con los aspectos inter-institucionales de la universidad, interviniendo en lo extra-institucional para acciones puntuales en asistencia técnica y en planificación de cursos o actividades especiales, direccionalizadas hacia el rol de difusión cultural que es el calificativo con que más se ha presentado en su relación con la comunidad.

Si hay un conectivo real entre Investigación y Docencia, con extensión, este tiene que ver con la difusión de aquellas dos funciones hacia la comunidad científica y la sociedad. Una actividad de difusión que no termina de coordinar los elementos comunicantes que relacionan como un todo a las tres funciones, porque al mencionar que entre Investigación, Docencia y Extensión, ha de existir un vínculo, éste tiene que partir desde las bases de cada función y no desde productos o procesos que devienen de ellas. Es decir, ha de existir una razón fundamentada en los principios de acción de las funciones para poder identificar elementos concomitantes que repercutan en beneficios de la comunidad.

En resumen, la declaración expresa en cinco puntos los caminos necesarios para relacionar la extensión con la Investigación y Docencia: 1.- La extensión universitaria tiene como una de las misiones fundamentales la de erigirse en promotor de la creación y difusión del pensamiento crítico y del fomento de la comunidad universitaria y la sociedad en su conjunto; 2.- La extensión a de dar respuesta a las necesidades de su entorno, así como detectar, diagnosticar y contribuir a la solución de los problemas planteados en la sociedades contemporáneas; 3.- Las universidades han de constituir una red de acción que unifique criterios en razón de la extensión; 4.- La necesidad urgente de que las universidades normen los contenidos de la extensión universitaria, en este sentido se trata de reasignar a las funciones su misión, en razón de una visión en conjunto; y 5.- Los firmantes de la Declaración de Alicante constituyen una Comisión Permanente de Vicerrectorados de extensión universitaria, para promover objetivos de coordinación y trabajo entre las distintas universidades, así como iniciativas que pudieran ser de interés común.

Estos argumentos muestran el interés internacional por brindarle a la función extensión su lugar en el ámbito de la relación investigación-docencia; una de las instituciones venezolanas que se ha hecho eco de estas reflexiones en torno a la extensión en los últimos congresos y jornadas, ha sido la Universidad de Carabobo, la cual en su portal web oficial asigna a la función extensión el desarrollo y fomento de planes y programas de extensión que se establezcan en la Facultades; basta recordar lo expresado en el artículo 47 de la Ley de Universidades, de que la universidad realiza sus funciones docentes y de investigación a través del conjunto de sus Facultades, por lo cual el mandato de norma interna de la Universidad de Carabobo nos indica que en cada Facultad hay la disposición de generar acciones de extensión relacionadas con los roles particulares de Investigación y Docencia, en esos espacios concretos de formación.

En la UNELLEZ-VPA, se busca asumir el compromiso por alcanzar la interacción en las tres funciones para que a su vez interactúen con la comunidad. Según lo establece la Dirección Nacional de Extensión, la función extensión tiene como misión la consolidación de la acción educativa como herramienta fundamental que permita la vinculación social para impulsar la integración y transformación de un nuevo ciudadano en concordancia al proceso político, económico y social del país. La relación que propone la UNELLEZ-VPA, es la de comunidad-universidad-comunidad, mediante actividades que contribuyan al desarrollo y calidad de vida de la comunidad y su entorno.

En una palabra, las funciones de Investigación y Docencia, están integradas en las discusiones acerca del tema extensionista, a la orientación comunitaria que ha de ser la característica de la función extensión, no se trata de apreciar el compromiso social como actividades esporádicas que atiendan necesidades del colectivo, sino de que ese compromiso parta de una política de extensión unificada y enmarcada en estrategias de acción donde el común sea la visión compartida; y entorno a que las universidades se transformen en formadoras de profesionales con conciencia social a través del servicio comunitario, tomando como protagonistas a estudiantes y profesores, a efecto de cubrir las necesidades reales de las comunidades, planificando en forma integrada con el currículum respuestas concretas que mejoren la calidad de vida y sea a su vez expresión de calidad de contenidos para el aprendizaje.

Si profundizamos la relación de la investigación-docencia-extensión, como un conjunto que responde al interés de la universidad de orientar en educación, cultura y ciencia, distinguimos conexiones de respaldo entre una función y otra. Cada función mantiene su autonomía y especificidad, lo cual no es suficiente para la consecución de metas académicas.

La Docencia se estructura en razón de planes de estudio, en horas teórico-prácticas de aprendizaje, en trabajo de campo que implica relacionarse con las miembros de las comunidades (estudiantes), produciendo educandos formados y en cierta medida, con una conciencia social entorno a los problemas más sensibles que aquejan a la sociedad.

La Investigación por su parte se mide en razón de los números de proyectos presentados a consideración de los comités académicos respectivos de cada Facultad; así como al número de investigadores y al nivel de confiabilidad y validez que esos investigadores dan a sus estudios.

La extensión, como ya se ha dicho con bastante pertinencia en anteriores párrafos, orienta sus actividades a la acción social, la asistencia técnica y a la planificación de programas de formación permanente para egresados, docentes y profesionales en general. Estos programas de formación son conocidos como cursos de ampliación de conocimiento y se han vuelto muy populares sobre todo en la comunidad de aspirantes a post-grados que ven en esta modalidad una vía para ir sumando méritos y lograr entrar a formar parte de la membresía de los estudiantes de cuarto nivel.

En este sentido las atribuciones de las funciones universitarias convergen en el mapa organizacional en lo que a responsabilidad social se refiere; para cumplir esta responsabilidad, la universidad requiere el concurso de todas las funciones, siendo el hilo conductor el trabajo en las comunidades. La Docencia se integra a un trabajo comunitario en el cual funge de vínculo directo para la recolección de información y para la orientación científico-social del interés investigativo que lleva a la universidad a la comunidad.

La investigación por su parte aborda la confección metodológica de proyectos cuya línea de estudio contenga problemáticas propias del entorno social. Esta situación ha motivado la utilización de la modalidad Proyecto Factible como mecanismo idóneo para el tratamiento de dichos problemas, los cuales requieren soluciones estratégicas a corto y mediano plazo.

La extensión concentra sus tres acciones, asistencia técnica-acción social-educación continua, en difundir los productos de la investigación y docencia, tanto en las comunidades que serían beneficiadas directamente con el trabajo comunitario, como con el colectivo general, a efecto de proyectar el papel de la universidad y mostrar sus bondades en su relación con la sociedad.

En el marco de estas observaciones se distingue un ambiente Intra-institucional, donde la universidad coordina las actividades de las tres funciones en su rol de protagonistas y portadora de un conocimiento técnico expedito para el logro de soluciones prácticas que beneficien a la comunidad; y otro ambiente Extra-institucional en el cual la universidad funge como instancia asesora, productora de nuevo conocimiento que se vincula con la institucionalidad de la sociedad y el Estado.

De esta relación investigación-docencia-extensión, desde la cual la universidad proyecta su intencionalidad social, se da el vínculo funciones-comunidad, únicamente en lo relacionado con el trabajo comunitario, en las demás atribuciones pareciera que la especificidad y pertinencia de cada función quisiera mantenerse independiente, lo cual, a nuestro entender, obstaculiza el interés de modelar una universidad que responda integralmente a los requerimientos que en asistencia técnica, acción social y educación continua, necesita el colectivo profesional o no-profesional, pero no como expresión sólo de la extensión, sino de la investigación y docencia.

El modelo tradicional de la universidad enclaustrada, conservadora, fragmentada, a todas estas, se está agotando. Como bien lo expresa Rigoberto Lanz, se agotan los últimos cartuchos de un modelo de producción de conocimiento y reproducción de saberes que correspondió a otra civilización, a otra época histórica, a otra cultura: la Modernidad.

En cuanto a la misión de la UNELLEZ-VPA, que se busca afianzar en el ámbito del Sistema de Creación Intelectual, los vínculos con la extensión universitaria, recordando que ni siquiera en tiempos del movimiento estudiantil de Córdoba en 1918, se había buscado las razones para justificar una función en la universidad que permitiera vincularla de forma directa con las comunidades y sus problemas. En aquellos días de Córdoba se asumió la necesidad de dotar a la universidad de una estructura que le permitiera generar acción social, hoy la discusión, el debate universitario, es qué ha de entenderse por acciones sociales y si la función extensión está circunscrita a un sector de la universidad o a toda la universidad incluyendo los movimientos sociales y campesinos que hacen vida en las comunidades. Se discute y se cuestiona que se ha desorientado el rol social de la universidad y que cada universidad latinoamericana asume su propia interpretación de lo que ha de ser la extensión como actividad, como vía de capacitación y divulgación de conocimiento, en unas sociedades cuyas economías están en franco deterioro.

En este aspecto, valga recordar la posición de Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán, en su obra de 1798 "El conflicto de las Facultades", cuando expresaba su opinión en razón de la pregunta ¿en qué orden se puede esperar el progreso hacia lo mejor? Que no por el hecho de que estemos acostumbrados a ordenar las cosas de abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo, se debe esperar tener buenos resultados; el asunto es esperar que por medio de la formación de la juventud, bajo la dirección familiar y luego en las escuelas, desde los cursos inferiores hasta superiores, con una cultura intelectual y moral reforzada por la enseñanza religiosa, se llegará finalmente no sólo a educar buenos ciudadanos, sino a educar para el bien todo lo que siempre puede progresar más y conservarse, es un plan del que difícilmente se puede esperar el éxito deseado. Pues no sólo ocurre que el pueblo cree que los gastos de educación de la juventud no le corresponden a él, sino al Estado; el Estado, por su parte, apenas si tiene algo disponible para pagar maestros capaces que se dediquen con empeño a sus funciones…, porque lo necesita todo para la guerra, sino que además todo el mecanismo de esta educación no tiene unidad, si no es trazado y aplicado de acuerdo a un plan meditado desde arriba, que responda a sus propósitos, y así no se le mantiene conforme a él; también sería necesario que cuando, el Estado se reformase a sí mismo y, empleando la evolución en lugar de la revolución, progresara constantemente hacia lo mejor.

Y es precisamente buscando esa "constante hacia lo mejor" que la extensión universitaria ha buscado "autor reproducirse" como función integral de las instituciones universitarias y no como estructura de "relaciones públicas" como hasta la década de los setenta se apreció en algunas experiencias extensionistas de universidades latinoamericanas. Ha habido un cambio, una reconstrucción de valores, de premisas y de objetivos; la extensión ha sumado a su papel de trabajo divulgativo y cultural, su responsabilidad social y sus intereses por participar en la construcción de un vínculo integral entre la universidad y la sociedad.

A finales de la década de los treinta del siglo XX, el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955), devela en una de sus conferencias magistrales la misión de las universidades europeas de la época y el desgaste que ya se le estaba dando a la figura extensionista.

Ortega y Gasset se pregunta: ¿Cuál es la misión de la Universidad? A lo que se responde que es una instancia de profesionalización del ser humano a la cual han de tener acceso todos los miembros de los estratos sociales y no los grupos acomodados y elitescos, a quienes, a su entender, poco les cambiaría la vida el conocimiento y los valores culturales, porque en el seno de sus familias gravitan sabios y maestros, pero donde sí marcarían una diferencia en aquellas personas que corresponderían a este saber adquirido modelando sus vidas hacia oportunidades y acciones ciudadanas. En este sentido reafirma Ortega y Gasset, la Universidad significa un privilegio difícilmente justificable y sostenible. Tema: los obreros en la Universidad. Quede intacto. Por dos razones: Primera, si se cree debido, como yo creo, llevar al obrero el saber universitario es porque éste se considera valioso y deseable. El problema de universalizar la Universidad supone, en consecuencia, la previa determinación de lo que sea ese saber y esa enseñanza universitaria. Segunda, la tarea de hacer porosa la Universidad al obrero es en mínima parte cuestión de la Universidad y es casi totalmente cuestión del Estado. Sólo una gran reforma de éste hará efectiva aquella. Fracaso de todos los intentos hasta ahora hechos, como extensión universitaria, entre otras.

Tomando la última frase de Ortega y Gasset, "…Fracaso de todos los intentos hasta ahora hechos, como extensión universitaria…", nos demuestra que la extensión no ha sido un tema indiferente cuando entorno a la misión de la Universidad se refieren los académicos; el asunto de su concepción, de sus objetivos, de sus fines, es el que ha estado desarticulado no solamente de la sociedad, sino de la universidad misma. Si esta postura la ubicamos en su contexto histórico, apreciamos que desde sus primeros años la extensión no encontró el camino correcto que la guiara hacia una efectiva determinación de la misión de la Universidad ya sea en Europa o en América.

Es por esta razón que Ortega y Gasset advierte desde aquellos días de la década de los treinta que la enseñanza ofrecida por las universidades era limitante. Se enseña, expresó, las profesiones intelectuales, la investigación científica y la preparación de los futuros investigadores, dejando por fuera acciones de orientación y selección necesarias para identificar la vocación de los aspirantes, lo cual los obliga a ceñirse a un plan de estudio que en la mayoría de los casos, al fusionar profesionalización con investigación, y no medir la vocación de los participantes que tienen actitudes hacia la investigación y los que no la tienen, crea condiciones de autoexclusión y por ende la Universidad deja de cumplir su misión que es formar a las personas para oficios que beneficien a la sociedad.

Esta postura de Ortega y Gasset no podemos circunscribirla. Entendemos la Universidad como un centro de formación integral de un profesional que se cultiva y actualiza a través de la investigación, por lo cual pensar que estas dos funciones, profesión-investigación, puedan presentarse aisladas es restarle valor al proceso formativo y por ende a la misión de la Universidad de egresar un profesional integral. La integralidad del profesional está definida por su capacidad de indagación, de construcción y generación de nuevo conocimiento; fuera de esta realidad no podemos referirnos a profesionales, sino personas que han estudiado algo para lo cual, desde nuestra perceptiva, no están profesionalizados.

Claro está, y podemos entender la posición de Ortega y Gasset, él pretende expresar la realidad de lo cotidiano: no todos los profesionales tienen actitudes para la investigación; pero ese es un asunto que debe transformar la cultura extensionista, porque antes de que el futuro egresado entre al sistema de educación superior, debe ser orientado y cultivado en la importancia de investigación como vía para el bienestar y desarrollo de sus comunidades.

Ahora bien, en lo que si coincidimos con Ortega y Gasset, es en el papel que tenía que asumir la Universidad de la década de los treinta y cuarenta del siglo XX, papel que tiene vigencia porque aún la Universidad no termina de construir una misión coherente con las necesidades y expectativas de la sociedad. La misión parte, según Ortega y Gasset, de una reforma radical a la Universidad, creando como nueva misión que la enseñanza de la cultura o sistema de las ideas vivas que el tiempo posee, sean cultivadas no sólo en quienes hacen vida universitaria, sino en quienes viven como obreros u hombres de oficios en la sociedad.

A todas estas: ¿por qué revivir a Ortega y Gasset y tomarlo como referente ante una realidad contemporánea que se vuelca distinta y compleja? Porque lo descrito por Ortega y Gasset sigue siendo el discurso ausente de la extensión universitaria en Latinoamérica, pero en especial en la experiencia venezolana. La visión ortegana de la Universidad culmina con una propuesta que sin miramientos, a pesar de tomar como contexto España y la Europa de comienzos del siglo XX, tiene urgencia de ser atendidas en la actualidad: "…la enseñanza superior es primordialmente enseñanza de la cultura o transmisión a la nueva generación del sistema de ideas sobre el mundo y el hombre que llegó a madurez en la anterior. Con esto tenemos -expresa Ortega y Gasset- que la enseñanza universitaria nos parece integrada por…tres funciones: I.- Trasmisión de la cultura; II.- Enseñanza de las profesiones; III.-Investigación científica y educación de nuevos hombres de ciencia.

En una palabra, la Universidad se hace en función a la coordinación y estímulo de sus funciones de docencia, investigación y extensión, y la gran necesidad es definir ese papel de extensión en el marco de las dos funciones tradicionales de la Universidad, tarea aún pendiente que de alguna manera rescatamos en este discurso científico para proponer vías de refuerzo e integración que hagan de la cultura extensionista una "utopía tópica" en tiempos de sociedad global y roce de civilizaciones.

Desde el escenario del Sistema de Creación Intelectual de la UNELLEZ-VPA, se plantea que toda indagación científica debe partir de una o unas interrogantes concretas; está el caso de Raymond Boudon, en su investigación de 1973, titulada " L´ inégalité des chances: la mobilité sociale dans les sociétés industrielles", donde se inició la construcción de su investigación partiendo de la siguiente pregunta: ¿Acaso la desigualdad en las oportunidades de educación tiende a decrecer en las sociedades industriales? Como se puede ver, una pregunta simple y concreta que permite ampliar el horizonte problematizado y generar nuevo conocimiento.

En este sentido también la problematización de la realidad actual de la educación universitaria parte de una simple pregunta que nos permite ubicar el sentido y contraste que en el ámbito de la institución superior asume la cultura extensionista: ¿De qué formas debe responder la educación superior a los desafíos de la nueva sociedad?

La respuesta es tan compleja que bien vale un discurso científico por cada uno de los componentes de la interrogante. Porque una cosa es "responder" desde el escenario de la educación superior y otra desde el escenario de los "desafíos de la nueva sociedad". Esos desafíos no son más que las expectativas que el colectivo tiene en razón de su lugar en la sociedad; de las oportunidades que tengan sus ciudadanos para alcanzar un proyecto de vida que le dignifique como persona y no lo haga sólo portador de una existencia que se va día a día en mantener el organismo viviente y no en cultivar sus acciones humanas y en contribuir a los cambios y mejoras que toda comunidad necesita para sentirse inmersa en el ideal de progreso.

Una de las posiciones que consideramos crítica y ajustada a la cultura latinoamericana, es la de Ezequiel Ander-Egg (2007), quien expresa que para analizar la situación de la educación superior hay primero que entender qué pasa, diagnóstico de la situación; y segundo plantearnos qué hacer, formular propuestas factibles y sensatas. Porque una cosa es querer reformas educativas a nivel superior y otra plantear reformar la educación superior.

Ander-Egg en tal sentido expresa en numerosos países se está llevando a cabo innovaciones educativas; en algunos se han emprendido reformas educativas; en ninguno se está llevando una reforma de la educación, la cual implicaría una reforma del pensamiento y una propuesta educativa que se oriente a configurar una nueva civilización.

Los intentos en el escenario venezolano por reformar la educación superior no han pasado de ser innovaciones. Acercamientos a problemas puntuales que no terminan de resolverse, sólo recrean a su alrededor potenciales acciones que mantienen al colectivo en expectación de que habrá un cambio y que mejoran las condiciones de inclusión y calidad educativa.

Partiendo de estas ideas anteriores se nos presenta la necesidad de identificar, más allá de cifras estadísticas, si podemos hablar hoy día de una crisis de la educación superior en Venezuela; qué señales nos indican si hay un momento de dificultad o inflexión que pone en juego la calidad formativa en un tiempo histórico que nos impone ser competitivos e idóneos en el ámbito del conocimiento.

En este último aspecto es donde apreciamos que está lo medular de la situación por la que atraviesa la educación superior: el carácter competitivo del conocimiento. Y no es que se critique la búsqueda idónea del saber y la utilización lógica y avanzada de ese saber, sino que esa conducta de aproximación al conocimiento está enmarcada en el modelo neoliberal el cual exporta, desde la base de los países industrializados, la idea de un proyecto de nación excluyente, en donde el acceso a la formación superior está limitado y mercantilizado. La otra cara de este modelo, es la orientación del conocimiento hacia un solo punto de vista, pensamiento único, el cual otorga al individualismo mayor importancia, así como coloca lo económico por encima de lo social.

Es la percepción de una sociedad artificial, sin valores humanos, sin lazos de afinidad con la naturaleza, con el medio que les rodea. Ese modelo ha sido el generador de una crisis profunda en el sistema educativo; en la educación superior podemos simplificar, de lo observado, consultado y leído en documentos institucionales, dos problemas que sobresalen en la actualidad: uno, la calidad pedagógica de los docentes y su adhesión a modelos formativos obsoletos o híbridos inmanejables; y dos, la falta de inversión en el conocimiento lo cual ha traído consigo la paralización de proyectos y programas de investigación en donde el producto ha quedado desarticulado de los avances tecnológicos. Si bien uno de los juicios axiológicos de la nueva propuesta gubernamental de Venezuela, a partir de 1999, es darle prioridad a lo social por encima de lo económico, acá la inversión en conocimiento no viene a responder criterios de consumo o lujo del modelo neoliberal, sino a dotar de información, reactivos, equipos de avanzada tecnológica para accionar eficientemente la autonomía investigativa de nuestras universidades.

La Constitución de 1999 de Venezuela, plantea en su artículo número dos (2) con determinación la construcción de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, el cual propugna los valores de la vida, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la responsabilidad y la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político. Sumado a esto, se ahonda en otros artículos (102-109), todo un marco descriptivo de la valoración de la educación para el Estado venezolano, así como la consolidación del criterio de que la educación es un servicio público, por lo tanto su inversión es social no materialista-utilitaria. Este rompimiento con el concepto neoliberal de una educación mercantilista y oportunista, le ha dado una nueva fisonomía a la crisis universitaria, porque ya no se trata únicamente de una calidad educativa en franco cuestionamiento, sino de una universidad nacional que no puede negarse a los más altos valores de la nación, por lo tanto tiene que orientar sus fines hacia una verdadera articulación entre el Estado y la Sociedad, dejando de ser disfuncional e incluso hasta contrapuesta a la estrategia neoliberal que busca instruir sin educar.

La universidad que necesitamos, y la cual tiene las normas y las leyes para poder fundamentar esta construcción, es una universidad que promueva y garantice una educación formativa y liberadora. En este aspecto valga el análisis (que se refiere a la realidad mexicana pero que comparativamente calca a la realidad venezolana) de Jorge Isaac Egurrola en el 2005, al falsificarse el sentido de ambas (se refiere a la educación formativa y liberadora), la formación científica y la humanística se presentan como excluyentes; la disciplina en el estudio y los hábitos de lectura se ven como un castigo que hay que evitarle al estudiante; la educación integral es sustituida por falsas especialidades y conocimientos fragmentados; el paradigma del aprendizaje se boicotea a favor de una transmisión rígida y monótona de conocimientos petrificados; mientras menos críticos, responsable y capaz de valerse por sí mismo, el joven es más funcional a un sistema que recrea con ello su dependencia y moderación; la rebeldía pensante está dejando de ser un rasgo distintivo de los jóvenes, a favor de la ignorante obediencia de los chicos buenos, o la rabiosa insolencia de los radicales fanáticos; se ha ido perdiendo el valor intrínseco que el saber tiene para el individuo, y el conocimiento se pierde como valor social; el impulso por aprender se anula.

Esta percepción científica de Egurrola es un diagnóstico real no sólo de lo que en el 2005 estaba pasando en México, sino en lo que aún sigue pasando en todo el continente latinoamericano. En esa búsqueda por un desarrollo social, político y cultural, los países de América del Sur, han empeñado su libertad y convicción nacionalista, aceptando la imposición de raíz del modelo cuyo principio es defender el mercado por cualquier medio, así se tenga que sancionar las relaciones humanas y regular la convivencia social.

Se pudiera esgrimir en este momento que en el caso de Venezuela, Bolivia o Ecuador, hay condiciones diferentes; nada de eso. Existe las mismas condiciones que en Colombia (uno de los más adheridos al modelo neoliberal) o Brasil; la hegemonía del capitalismo global está en las instituciones de los Estados Nacionales latinoamericanos, la forma de cambiar esta realidad es reformando a fondo la organización política de estos países, y eso es un asunto de años, de siglo diríamos con mayor pertinencia, porque es, tal cual lo expresó Ander-Egg anteriormente, "configurar una nueva civilización.

A todas estas: ¿cómo entender la crisis universitaria en la experiencia de la educación universitaria en Venezuela? En la campaña electoral de 1998 (que dio como triunfador a Hugo Chávez), tanto los grupos de derecha como de centro izquierda, expresaban que el problema universitario en el país era un asunto de exclusión. Había una demanda importante de estudiantes y una oferta limitada de las universidades nacionales. ¿Qué hacer? Había que abrir las universidades y de allí crear más espacios idóneos donde brindar a las comunidades alternativas para su profesionalización.

El asunto es que ese no era realmente el problema de la educación superior en Venezuela; el problema radicaba, y aún radica, en dos aspectos: 1.- Que la relación universidad-sociedad está deformada, no tiene vínculos, no hay conexión; y 2.- La autonomía de las universidades se ha visto limitada ante la carencia de recursos económicos para la investigación y extensión; es decir, la fuerza de la mercantilización ha desquebrajado la capacidad de respuesta de las universidades venezolanas.

De estos dos problemas, una arista es la exclusión, lo demás es el cúmulo de dificultades y obstáculos que hacen de la educación superior un enorme monstruo de mil cabezas al cual no se le encuentra forma de cómo encarar sin hacer uso de medidas populistas, asistencialistas y demagógicas.

La solución que ha venido dando el Estado venezolano: creación sin control ni planificación de nuevas carreras universitarias, de ampliación improvisada de espacios para la formación académica y del manejo virtual de un conocimiento que requiere de experticia, presencia, asentamiento y digerimiento en el más alto nivel de conciencia académica.

Ahora bien, ¿qué salidas pueden plantearse? Desde una perspectiva académica la solución al problema de la educación superior en Venezuela no parte de "superhombres" o líderes; esta crisis requiere reformas profundas en el sistema educativo y en la conciencia de quienes como educadores ejercen la función de docencia, investigación y extensión. Pero más importante, o tan importante como la participación de la comunidad universitaria en un cambio de rumbo, es la exigencia de las comunidades a sus universidades de acoplarse y darle lo que ellas requieren. Desde la universidad la atención a las comunidades debe traducirse en aportar una dimensión humanista a la formación del capital humano; y desde la sociedad, tiene que prevalecer una postura crítica constructiva y una disposición al diálogo permanente.

Algunas voces podrían expresar que los cercos u obstáculos los coloca la misma universidad; y en ello tienen razón esas voces. En las universidades persiste la egolatría, el individualismo; hay la existencia de una concepción liberal de raza superior, de grupo étnico diferente. Esas posturas tienen que empezar a derrumbarse, la arrogancia no convive con la nobleza, con la templanza, con la humildad, con el espíritu humanista del respeto, elementos indispensables para que exista diálogo. En este sentido valga de nuevo unas palabras de Jorge Isaac Egurrola, el cerco de una mal entendida autonomía universitaria, también ha contribuido en ocasiones al alejamiento del quehacer de las instituciones, respecto a las amplias y variadas exigencias de la sociedad. Lejos poder avanzar en una definición más actual y dinámica del principio de autonomía, ante tal ofensiva los universitarios nos quedamos atrincherados para defender lo conquistado.

 

En una palabra, la solución a la crisis universitaria está a la mano de las propias universidades; en la medida que ellas muestren desprendimiento y apertura a las comunidades, de esta manera comenzará un diálogo efectivo en donde la comprensión e integración de lo social, hará de nuestras universidades centros verdaderos de discusión y proyección de nuevo conocimiento.

Otro referente que nos contribuye a centrar con mayor tino estás ideas es la posición de Rigoberto Lanz y Alex Fergusson (2008), para quienes la existencia de un "mercado del conocimiento" no es ajena, a lo cual expresan que "…de los fenómenos más cargados de implicaciones de los que rodean la coyuntura actual universitaria es…el expansivo proceso de planetarización que toca de modo irreversible todos los modos de producción de la vida material y simbólica de los pueblos.

Lo que nos avizora que hay una necesidad de las universidades por no perder contacto con la sociedad global, pero antes es menester comenzar un acercamiento real con la sociedad que gira en su entorno y que pareciera que está ajena a sus conquistas y éxitos. Darle el calificativo de "mercado del conocimiento" a lo que acontece hoy día en el mundo académico, no se refiere a la mercantilización propiamente, sino a la competencia y liderazgo de las universidades en la producción de nuevo conocimiento.

En este sentido valga referirnos a la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES, 2008), que trató como tema principal: Desafíos locales y globales, una agenda estratégica para la Educación Superior en América Latina y el Caribe; auspiciada por la Unesco-Iesalc y celebrada en Cartagena de Indias en el mes de junio del 2008, donde se avanzó significativamente en problemas que presenta la educación superior en Latinoamérica y que no distan de la realidad y problemática de las universidades venezolanas. La declaración final nos dice al comienzo, el balance realizado visualiza, en términos prospectivos, los retos y las oportunidades que se plantean en la Educación Superior de la región, a la luz de la integración regional y de los cambios en el contexto global. El objetivo es configurar un escenario que permita articular, de forma creativa y sustentable, políticas que refuercen el compromiso social de la Educación Superior, su calidad y pertinencia, y la autonomía de las instituciones. Esas políticas deben apuntar al horizonte de una Educación Superior para todos y todas, teniendo como meta el logro de una mayor cobertura social con calidad, equidad y compromiso con nuestros pueblos; deben inducir el desarrollo de alternativas e innovaciones en las propuestas educativas, en la producción y transferencia de conocimientos y aprendizajes, así como promover el establecimiento y consolidación de alianzas estratégicas entre gobiernos, sector productivo, organizaciones de la sociedad civil e instituciones de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. Deben también tomar en cuenta la riqueza de la historia, de las culturas, las literaturas y las artes del Caribe y favorecer la movilización de las competencias y de los valores universitarios de esta parte de nuestra región, para edificar una sociedad latinoamericana y caribeña diversa, fuerte, solidaria y perfectamente integrada.

Y más adelante expresa, en el punto B, sobre La educación superior como derecho humano y bien público social, numeral 5, refiriéndose al papel de las universidades en su vínculo social: "…Las respuestas de la Educación Superior a las demandas de la sociedad han de basarse en la capacidad reflexiva, rigurosa y crítica de la comunidad universitaria al definir sus finalidades y asumir sus compromisos. Es ineludible la libertad académica para poder determinar sus prioridades y tomar sus decisiones según los valores públicos que fundamentan la ciencia y el bienestar social. La autonomía es un derecho y una condición necesaria para el trabajo académico con libertad, y a su vez una enorme responsabilidad para cumplir su misión con calidad, pertinencia, eficiencia y transparencia de cara a los retos y desafíos de la sociedad. Comprende asimismo la rendición social de cuentas. La autonomía implica un compromiso social y ambos deben necesariamente ir de la mano. La participación de las comunidades académicas en la gestión y, en especial, la participación de los estudiantes resultan indispensables".

En este último punto, acerca de la autonomía universitaria, versa el secreto para darle salidas a la crisis universitaria, y por supuesta de la realidad institucional de la UNELLEZ y sus cuatro Vicerrectorados. Esa autonomía tiene que entenderse, como bien lo expresa la Declaración de Cartagena, como un compromiso social en donde la participación de la comunidad universitaria y de la sociedad en los asuntos de esa comunidad universitaria, y ese viceversa, son la razón de ser la misión de la universidad del siglo XXI. Convocar a los académicos y ciudadanos a crear espacios de discusión y discernimiento del conocimiento, puesto al servicio del bienestar colectivo, es el para qué de una institución que se rige por los principios de la búsqueda de la verdad y la integración social.

A todas estas, acá he plasmado la intencionalidad académica en docencia, investigación y extensión, de esta nueva era del co-gobierno de la UNELLEZ, en el caso puntual del Vicerrectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa, buscando, en todo momento consolidar el ideal bolivariano y los principios fundacionales de la revolución idealizada por Hugo Chávez. Somos un nuevo Equipo cargado con sangre joven, rebelde, impetuosa, creativa y sobre todo, comprometida con la misión humanista y liberadora de la universidad necesaria que ha venido pregonando el profesor Adán Chávez en los escenarios comunitarios y académicos en los últimos años.

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