Los educadores no podemos dejar de reflexionar sobre la pedagogía, la didáctica y la metodología de la enseñanza, aún en estos momentos interesantes que estamos viviendo en Venezuela a un día de las elecciones presidenciales de este año. Por estos días, después de reflexionar sobre una experiencia en aulas de educación media como parte de una investigación sobre la enseñanza de temas de álgebra lineal, surgió el tema de las notas en el cuaderno tomadas por los alumnos durante la clase. Soy partidario de que en la clase los estudiantes deben estar atentos a las explicaciones del profesor y realizar las actividades propuestas o por ellos creadas en grupos o individualmente. Me coloco en la posición contraria a que e alumnos se dedique a tomar apuntes durante la clase. Pero, esa no es la opinión de la mayoría de las y los profesores, no solo de matemáticas, de educación media con los que he conversado. Ellos me atribuyen una importancia particular a las notas tomadas en el cuaderno por los estudiantes. Esta actividad de tomar apuntes en clase tiene un doble propósito, servir de insumos para la evaluación sumativa y como dispositivo disciplinador. Según esta perspectiva, un estudiante copiando es un estudiante disciplinado. Ocupado en otros asuntos había dejado de lado estas reflexiones.
Buscando programas de opinión sobre la situación política actual en Argentina me encontré con un programa donde comentaban algunos sobre el peronismo, un tema omnipresente en las discusiones políticas en el país del Sur. Uno de los comentaristas hizo referencia a un libro de texto escrito por el General Domingo Perón para un curso de historia militar para militares, publicado por primera vez en 1932. En ese libro, para mi sorpresa, Perón hace referencia al problema que encontré durante mi investigación recientes en aulas con profesores de nuestra educación media. En sus Advertencias en la primera edición a su libro Apuntes de Historia Militar. Parte Teórica, Perón (1951) señala que:
“Los apuntes que este libro contiene tienen por objeto evitar las anotaciones que los alumnos toman generalmente en clase, en perjuicio de las explicaciones. Lo que un alumno puede anotar, en general, está tratado en ellos, de manera que la clase puede ser aprovechada ampliamente para entender, aclarar y fijar los conceptos emitidos. Además, la publicación de los mismos con anticipación al curso que ha de seguirlos, presenta la ventaja de que los alumnos puedan concurrir a clase con ideas más o menos definidas sobre los asuntos a tratar, lo que capacita al profesor para dedicarse con especialidad a los puntos fundamentales y extenderse en ejemplos y explicaciones, que, en otra forma, por razones de tiempo no podría hacer.” (p. 19)
De este párrafo se pueden resaltar varias recomendaciones metodológicas. Primero, que al librar a los estudiantes de la tarea de tomar apuntes se pueden dedicar con mayor atención a la comprensión de las explicaciones. Segundo, el profesor puede dedicar más tiempo en la presentación de ejemplos sobre los puntos fundamentales. Y, por último, los apuntes del profesor le permiten a los alumnos llevar preparada la clase con anterioridad. Con esta recomendación Perón se adelante a la hoy llamada “clase invertida”.
Un último comentario, el afán por la novedad y la fuerte influencia de las ideas pedagógicas de la Metrópoli, en especial las anglosajonas, nos alejan de nuestras fuentes pedagógicas, didácticas y metodológicas. A pesar de los esfuerzos de aquellas educadoras y educadores que promueven las pedagogía críticas y la decolonización en pedagogía mucho falta por hacer para superar el coloniaje pedagógico.