Se puede afirmar que Venezuela es un país sin memoria educativa. Y una sociedad sin memoria está irremediablemente propensa a repetir errores o a perder mucho tiempo reinventando políticas y prácticas ya ensayadas en el pasado. Tal es el caso de la educación abierta y a distancia para jóvenes, adultas y adultos. Debido a la suspensión de actividades de enseñanza en la educación básica y la educación universitaria durante la pandemia del COVID, los ministerios con competencia en educación se vieron en la obligación de asumir alguna forma de educación de emergencia, entre ellas la educación a distancia. Esto se hizo, a mi manera de ver, ignorando todas las prácticas, actuales y pasadas, en educación a distancia del país. Un caso salta a la vista, en la educación universitaria la Universidad Nacional Abierta (UNA), la primera y única universidad pública a distancia de Venezuela, no fue convocada por las autoridades del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria (MPPEU) para participar en el diseño y puesta en práctica de un programa de educación de emergencia para atender a los cientos de miles de estudiantes universitarios que tenían que permanecer en sus casas por las medidas restrictivas aplicadas durante la pandemia. Una serie de iniciativas fueron puestas en práctica ignorando experiencias previas y actuales en educación a distancia. Una de las más criticadas, por presentar serios problemas técnicos y de contenidos, fue el programa implementado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE).
Dadas las circunstancias económicas y políticas de la última década, los pocos datos con los que contamos sugieren que la modalidad de educación para jóvenes, adultos y adultas ha adquirido marcada importancia. Pareciera que el número de jóvenes que han abandonado los estudios de Educación Media ha aumentado considerablemente. A lo anterior sumamos la cantidad de jóvenes migrantes que no tienen oportunidad de estudiar en los países a los que han migrado. Igual puede afirmar respecto a adultos y adultas que no han podido continuar estudios en este nivel educativo. Una opción pedagógica suficientemente probada, en la teoría y en la práctica, para atender a esta población es la educación a distancia.
Ofrecer oportunidades de estudio a jóvenes, adultos y adultas a distancia no es nuevo en nuestro país. Hace varias décadas el entonces Ministerio de ofrecía cursos por correspondencia y medios audiovisuales para adultos en el nivel de educación secundaria. Estos cursos eran gestionados por la División de Educación de Adultos de dicho ministerio. Los materiales instruccionales usados en este programa fueron elaborados por personal técnico de la Asociación Nacional de Educadores de Adultos. Ejemplares de estos materiales instruccionales deberían reposar en la biblioteca del MPPE y en los archivos de la dirección correspondiente.
En el diseño y puesta en práctica de un programa de educación abierta y a distancia para la modalidad de educación de jóvenes, adultos y adultas tiene que tomar en cuenta esas experiencias y prácticas previas del propio MPPE y de otras instituciones públicas como la UNA. De lo contrario correremos el riesgo de repetir errores e invertir recursos financieros y físicos en la reinvención de soluciones ya conocidas.