A propósito de ser ciego

El madurismo se queda sin gasolina

Lunes, 20/05/2019 04:39 PM

Definitivamente el fin del madurismo llegará, o bien porque la explosión social junto con la rebelión militar se convertirán en una simbiosis política, o en su defecto porque tanto la crisis eléctrica, de agua y gas, terminarán en combinación con la escasez de gasolina, lo cual generará tal estado de ingobernabilidad que el régimen alcanzará una autodestrucción en todos sus estamentos de poder, o lo que es lo mismo, la llamada coalición dominante no podrá seguir unida en sus condicionantes civiles y militares.

El madurismo sin producción petrolera efectiva desde el punto de vista de la exportación de crudo hacia Estados Unidos o cualquier otra nación que pueda pagarle de contado el valor de los referentes en sus precios diarios, aunado con el declive que ha experimentado Petróleos de Venezuela (Pdvsa) durante el sexenio en que Nicolás Maduro fue presidente constitucional (2013 – 2019), esa situación se ha agravado con las sanciones que han sido impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea desde que el mencionado individuo usurpa el poder en Miraflores. O sea, que el madurismo si con todos los elementos a su favor en el plano financiero no pudo contener la disminución de la producción petrolera, resulta obvio que en el medio de esta realidad financiera y política en el ámbito internacional, la quiebra de Pdvsa será inminente, y ello, tampoco puede ser ignorado por sus aliados rusos y chinos, quienes de una u otra forma también tienen intereses económicos en Venezuela que deben evaluar ante un posible colapso del madurismo en términos estrictamente de ingresos y apoyo político.

Que el madurismo ni siquiera pueda suministrar energía eléctrica, agua, gas, y para colmo tampoco puede producir gasolina para el consumo interno, mientras se jacta de tener las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, no sólo es que tal realidad se convierte en un vergonzoso oxímoron, sino que revela que este es un régimen que ha fracasado estrepitosamente en el plano de la economía.

Si el madurismo no pudo mantener los niveles de producción de tales servicios y crudo entre 2012 y 2018, jamás podrá recuperar las inversiones necesarias de tales industrias cuando ni siquiera sus aliados chinos y rusos se atreven a prestarle unos 100 mil millones de dólares aproximadamente, que son indispensables para rescatar la destrucción de las termogeneradoras en el Zulia, Táchira y el Gurí, y además poder volver a incrementar la producción de petróleo en el Lago de Maracaibo, y en parte de la llamada faja petrolífera del Orinoco, industrias que si no pueden ser reactivadas no podrá existir una recuperación económica en Venezuela.

El hecho de que las empresas básicas de Guayana hasta el 2012 consumían diariamente unos 2000 megavatios diarios como efecto de la producción nacional, y que hoy apenas ese consumo roce en promedio los 90 megavatios al día, es otra muestra de que con el madurismo en el poder, Venezuela avanza hacia su muerte definitiva, pero ese hecho económico y social, vendrá con la propia muerte del régimen imperante, porque ni siquiera los militares o las bases más radicales de este grupo político, quedaran exceptuados de tal debacle.

Caracas no podrá continuar disfrazando la realidad que ha sacudido otros estados como el Táchira o Zulia. La realidad está a la vista y por más que se intente ocultar con manipuladas cifras de inventarios, Pdvsa está en sus más bajos niveles de producción no sólo de petróleo sino de combustibles, lo cual significa que la escasez de alimentos y la hiperinflación se van a multiplicar en los próximos días.

El madurismo se queda sin gasolina. Carabobo, Aragua y Miranda son los espejos que ya se están reflejando en la región capital. Ante esa verdad, las colas no pueden ocultarse, como tampoco podrá ocultarse la ruptura del madurismo en todos sus estamentos de poder. Un gobierno sin luz, sin agua, sin gas, sin gasolina, sin petróleo, sin dinero. Esa es la realidad que nos ha originado el madurismo. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

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