Un articulo reciente destaca en particular un "tweet", en donde Manuel Quevedo [http://vtv.gob.ve/opep-no-opep-venezuela-equilibrio-mercado-petrolero-mundial/] expresa lo siguiente:
"Bajo el liderazgo del presidente (Nicolás Maduro), Venezuela continúa impulsando el equilibrio del mercado petrolero en procura de condiciones favorables que propicien escenarios de rentabilidad".
Sabrá Quevedo la diferencia entre renta y rentabilidad?
LA OBRA DE QUEVEDO:
A lo largo de casi dos años de cuestionable gestión, rodeada de poderes prácticamente supernaturales, no existe registro alguno de declaraciones dadas por el que posean profundidad, ni sentido alguno. Más allá de la propaganda, no existe plan o proyecto que haya ofrecido, que haya cristalizado de hecho en resultados tangibles. No posee logro alguno, no posee merito conocido y sobretodo, deja y ha dejado muy mal parada una imagen petrolera hasta hace poco reconocida y respetada por el mundo.
Para el cierre de Octubre de 2017 previo a su imposición al frente de PDVSA, la industria producía 1.955.000/1.876.000 B/D (OPEP directo/secundario). Apenas asume, la producción inicia su hasta hoy imparable hundimiento, habiendo aterrizado en 1.050.000/741.000 B/D al cierre de Mayo’2019. Aun antes de dichas sanciones, la industria ya tenía encendidas las alarmas; era y es una empresa a la deriva, sin norte, sin lineamientos y sin visión estratégica conocida.
En PDVSA el gasto se ha disparado a un nivel tal que hace a esa empresa tal y como esta, financieramente insostenible. Las operaciones se han tornado excesivamente costosas, habiendo proyectado el costo unitario del barril producido por sobre los US$28 en promedio. La fuerza hombre esta desmoralizada, desmotivada, de brazos caídos, sin rumbo y sin liderazgo. La fracción de volumetría propia a empresa mixta no supera el 40%. Al nivel de producción del cierre de Mayo’2019, PDVSA penas hace caja con unos 400.000 @ 450.000 B/D/Mes, ya que el remanente producido es para cumplir compromisos con China/Rusia. De ese total, alrededor de 1/3 @ 1/2 es para "cambalachear" crudos y productos (algunos barriles se reciclan); reduciendo su monetización a tan solo 1/2 @ 2/3 del total, poniéndola claramente en posición de perdida. Aun así, Quevedo habla de rentabilidad basado en el precio del barril.
Quevedo ha llevado a Venezuela a ser el hazmerreír de la comunidad petrolera internacional al presentarse con un nutrido grupo de "colaboradores" y el mismísimo discurso refrito una y otra vez de; "mantener la estabilidad de los mercados y promover el desarrollo económico de los pueblos". De allí; de esas frases prefabricadas no se aventura a salir. Pero incluso ese refrito discurso es extemporáneo, ya que Venezuela dejó hace tiempo de influir decisivamente en los mercados y de manera similar, el petróleo dejó también hace tiempo de servir para la construcción de nuestra maltrecha patria, para pasar a ser un instrumento de corrupción y porque no decirlo, de prostitución política.
Para Quevedo a juzgar por sus palabras, ha sido un logro la destrucción de la producción propia, ya que ello ha contribuido según el, a lograr ese falso equilibrio del mercado al cual el hace alusión una y otra vez, cuando en realidad lo que ha permitido es que sus pares OPEP y NO OPEP nos hayan quitado mercados, al haber ocupado los espacios ociosos dejados por su incompetente gestión. Quevedo ve como un logro el haber contribuido a remover del mercado entre 950.000/1.135.000 B/D producto del derrumbe por el propiciado en la producción nación.
PULPERIA Vs. CORPORACION:
Para Quevedo, la rentabilidad depende del precio del barril y no de la maximización del recurso en producto manufacturado, de una saludable y transparente gestión financiera y operativa, en donde se busque la mayor suma de rendimiento de cada dólar invertido, acoplados a una gerencia profesional, experimentada y transparente, al uso oportuno de tecnologías de vanguardia y la reducción de costos. Según Quevedo, de eso no se trata; se trata del precio del barril.
Indistintamente de las sanciones, en esa PDVSA que desde 2017 de las manos de la directiva actual ha mostrado su peor desempeño histórico, todo va precisamente en la dirección contraria a la necesaria y eficiente expansión y rentabilidad del negocio, habiendo;
- reducido el tamaño de sus operaciones y activos
- cedido mercados
- incrementado costos
- tornado inversiones menos eficientes en términos de Bbls generados por dólar invertido
- florecido la burocracia y "el reposerismo"
- catapultado la corrupción
- caído en una espiral interna de desmotivación y desmoralización
La directiva de PDVSA no analiza o le tiene sin cuidado sus funestos resultados. Revisando las cifras de producción y precios del barril desde el cierre de 2016 hasta la fecha, comparativamente con el escenario hipotético de una producción que en lugar de haberse abatido desde entonces, se hubiese por el contrario recuperado hacia los niveles de 2005 @ 2008, nos da claridad sobre la verdadera importancia de una empresa manejada con criterio de rentabilidad. El caso hipotético presupone mejora de eficiencia en costos, procesos, operaciones y volumetría.
Para el cierre de 2016 la industria produjo 2.571.000 B/D, con un barril criollo que promediaba US$35.15 para el ejercicio, lo que se tradujo en ingresos totales de cerca de US$48.000 millones. Entre 2016 y 2017, a pesar que la cesta logró recuperarse en unos +US$12 para cerrar en US$47 durante dicho periodo, los ingresos brutos cayeron a US$27.087 millones, a consecuencia de, no solo el abrupto descenso experimentado en la producción y el aumento de costos, sino como resultado de la galopante ineficiencia, anarquía laboral y por supuesto; de la bien conocida corrupción. La pérdida acumulada en los ingresos totales dejados de percibir desde el cierre de 2016 hasta la fecha, supera ya los US$110.000 millones solo por concepto del derrumbe en la producción.
Por otro lado, los costos de importación de crudo y productos se han elevado considerablemente con la llegada de Quevedo. Es el resultado de la ausencia de segregaciones liviano-mediano (L/M) antes producidas. Es el resultado de la caída en el nivel de utilización aguas abajo, consecuencia de la destrucción de la infraestructura, la falta de mantenimiento y sobretodo, de la escasa experticia. Es el caldo perfecto para los negocios que entre Venezuela-África-Asia se tejen en torno a tarifas, comisiones y "traders".
Entre 2008 y 2019 se han dejado de producir entre oriente y occidente cerca de 1.184.000 B/D de crudos L/M; de esos mismos que PDVSA hoy se ve obligada a importar. Pero de ese gran total dejado de producir a lo largo de 11 años, solo entre inicios de 2017 y lo que va de 2019; con Quevedo, han desaparecido unos 527.000 B/D; es decir cerca de la mitad del total.
Según nuestras estimaciones, dichos costos han pasado de US$17.800 millones durante 2016, a más de S$60.000 millones proyectado para el ejercicio 2019, habiendo acumulado erogaciones por dicho concepto que podrían exceder los US$120.000 millones "solo" entre 2017 y 2019. Es decir, entre la producción destruida y los costos de importación de crudo y productos, PDVSA ha privado a país de percibir ingresos por el orden de US$230.000 millones entre 2017 y 2019. Los cálculos son acumulativos mes a mes y consideran cifras oficiales, excepto para la proyección 2019.
Pero eso no es todo. Antes de los sucesos de Amuay de 2012, el nivel de utilización promedio de nuestros procesos aguas abajo, excedían regularmente el 75%. Luego de 2012 y hasta 2014, dicho factor se redujo significativamente hacia el 50% @ 55%. Llegado Junio 2014, con la caída del barril y el consiguiente deterioro de nuestra producción proveniente de activos tradicionales, el factor de utilización se dirigió lenta pero sostenidamente hacia 40% @ 45%(promedio), donde se mantuvo hasta finales de 2017.
Pero a partir de 2017 con el arribo del clan Quevedo, la destrucción de producción, procesos e infraestructura ha llevado nuestro nivel de utilización de nuestros procesos aguas abajo hacia niveles antes insospechados del 18% al 22%. Ese ha sido el tamaño y la dimensión de la destrucción causada por el equipo de Quevedo desde 11’2017.
Cuando la cabeza de una corporación petrolera del tamaño de PDVSA no sabe diferenciar entre renta y rentabilidad, hay que ocuparse, hay que removerlo, hay que expulsarlo en el acto. Eso no ha sucedido. Por el contrario, lo justifican.
Pero cuando desde el ejecutivo no le preocupa que esa misma industria este a la deriva y en las manos equivocadas, hay que preocuparse, hay que exigir que se cumpla el verdadero rol de un jefe de estado. Rol que no es otro que el de proteger los recursos y los bienes de todos los Venezolanos. Pero eso no es lo que se ve.
Peor aun en las circunstancias actuales de ese país, cuando aparecen opciones tan o más infortunadas que la actual, opciones como la de Guaidó y su clan de corruptos, vende patria y traficantes, opciones que intentan poner las manos sobre nuestros recursos y nuestra industria para entregarlas al mejor postor, hay que actuar con decisión y determinación para impedir la continuación o la imposición de un mal peor. Hay que desenmascararlos, hay que desnudarlos y hay que señalarlos estén donde estén.