Las termoeléctricas y la ruina del sector energético nacional

Lunes, 09/09/2019 07:42 AM

El mito termoeléctrico en Venezuela ha terminado por arruinar a la economía nacional, en nuestras narices, delante de todos, sin embargo, parece que nadie ni en el gobierno ni en la oposición está dispuesto a admitirlo. De los enormes negocios y corrupción en la compra de centrales de generación termoeléctrica para Corpoelec ya se ha hablado mucho, en ese sentido está claro que el desfalco a las arcas públicas ha sido descomunal, pero no es solo eso. Las termoeléctricas en Venezuela han significado robo y corrupción en su construcción y ruina de las refinerías nacionales en su destrucción. En el medio de todo, millones de venezolanos padeciendo apagones y racionamientos criminales y producto de esta pésima estrategia de desarrollo eléctrico nacional, sólo comprensible en el caso que intencionalmente se haya pretendido quebrar estas industrias con el ultimo fin de su posterior privatización y entrega a grandes capitales trasnacionales. La subasta por venir en Venezuela inició con el plan de desmantelamiento de los sectores eléctrico y petrolero, juntamente llevados a la ruina por medio de las estrategias de desarrollo intensivo de centrales termoeléctricas con gasoil, en toda Venezuela.

A los venezolanos y venezolanas se nos vende la idea de que lo revolucionario es el desarrollo intensivo de centrales termoeléctricas y que el uso y dependencia de las hidroeléctricas del río Caroní había sido parte de una estrategia entreguista de los partidos políticos de la cuarta república. A partir del año 2005, se inicia la llamada “Misión Revolución Energética”, en la cual la república adquirió 1146 megavatios de unidades de generación termoeléctrica a gasoil que consumía alrededor de 750 millones de litros de gasoil al año. Gasoil producido por las refinerías nacionales, lo que implicaba un costo de oportunidad pérdida para la nación de alrededor de 1000 millones de dólares anuales. Sin tomar en cuenta el sobreprecio con el que se adquirieron las maquinas para la generación distribuida, antes mencionada, luego tuvimos pérdidas anuales por consumo doméstico de gasoil superiores a los mil millones de dólares. Por otra parte, la generación hidroeléctrica no tiene ningún costo por fuente primeria de energía (es decir, combustible) puesto que la generación se basa en el aprovechamiento de la energía potencial de los embalses en el Caroní. Aunque el costo inicial de las centrales hidroeléctricas es elevado, luego el costo por generación eléctrica es muchísimo menor que el de las centrales termoeléctricas. Se podría argumentar que el potencial de aprovechamiento hidroeléctrico del Caroní estaba cerca de agotarse y que solo se podría elevar hasta unos 14 o 16 mil megavatios (hoy no se producen sino entre 5 y 10 mil megavatios), sin embargo, Venezuela tiene muchas otras alternativas.

El potencial para la generación eléctrica a partir del viento en La Guajira (Zulia) y Paraguaná (Falcón), representa en conjunto el tercer potencial de aprovechamiento eólico más importante de América Latina y es suficiente para generar hasta 12 mil megavatios utilizando otra fuente primaria gratuita de energía: el viento. Luego de alcanzar el máximo potencial hidroeléctrico en el Caroní y considerando los altos costos de oportunidad que el país debe pagar por utilizar el combustible nacional en generación de electricidad, en lugar de exportarlo para obtener divisas necesarias para el desarrollo nacional, la tecnología que técnica y económicamente resultaba más conveniente para el país era la energía eólica, es decir, la energía del viento aprovechable para generar electricidad. Sin embargo, esto no fue lo que se hizo. Las dos fases iniciales de aprovechamiento eólico en Venezuela están abandonadas y vandalizadas en Paraguaná y La Guajira, respectivamente. Los grandes negocios y la emergencia eléctrica permitieron a burócratas corruptos adjudicar compras directas de centrales termoeléctricas con grandes comisiones y sobreprecios. Es mucho más fácil hacer negocios con la adquisición de centrales termoeléctricas baratas y rápidas que con el desarrollo estratégico nacional de una política de desarrollo sostenible de la industria eléctrica nacional, a través de la energía eólica e hidroeléctrica, con un complemento en termoeléctricas.

La emergencia eléctrica significó alrededor de 38 mil millones de dólares en compras de centrales termoeléctricas que alcanzaron un consumo medio diario de 50 mil barriles de gasoil. Esta cantidad implicó la imposibilidad de exportar gasoil a los Estados Unidos y una reducción en ingreso nacionales de alrededor de 12 millones de dólares al día, es decir, unos 4380 millones de dólares anuales que se han de sumar a los otros 1000 millones por la generación distribuida, en definitiva esta estrategia implico pérdidas al país de más de 5 mil millones de dólares anuales, debido a la caída de las exportaciones de combustibles que ahora se quemaban para generar electricidad en centrales termoeléctricas “baratas” (aunque pagadas al altos costos) y de pésimo rendimiento. Al mismo tiempo Petróleos de Venezuela, S.A empezó a tener pérdidas por la falta de exportación de gasoil, y los mantenimientos a las Refinerías nacionales resultaban ahora imposibles. Es decir, el uso de termoeléctricas con gasoil no solo provocó pérdidas por exportaciones, sino que al mismo tiempo destruyó a las refinerías que quedaron sin divisas internacionales para poder realizar los mantenimientos correspondientes. A esto es a lo que yo denomino “el ciclo autodestructivo de las termoeléctricas en Venezuela”, algo que no ha ocurrido en ninguna otra parte del mundo. Es una estrategia tan mala que solo se entiende si el propósito es precisamente ese, destruir a una industria nacional con toda intencionalidad.

En la actualidad, no solamente no se ha rectificado, sino que se insiste en el desarrollo de más termoeléctricas y ahora inclusive con Carbón, en el caso del estado Zulia. Algo que implicaría una inversión de 5 mil millones de dólares y la destrucción de toda la cuenca del río Socuy que es el principal rio afluente del embalse de Manuelote que provee de agua dulce a la Ciudad de Maracaibo. Además, se proponen nuevas termoeléctricas con gasoil tanto para el Zulia como para otros estados del país. Es decir, la política autodestructiva ya pasa al nivel del delirio puesto que el país no tiene como soportar semejante carga, no tenemos gasoil para eso y cada vez la cantidad disponible es menor incluso para los sistemas que están operando. La salida es migrar todas las turbinas operativas al uso de gas natural, del cual Venezuela tiene las 4tas reservas mas grande del mundo y que no se han aprovechado ni para la generación termoeléctrica ni para nada más. Sólo en el Golfo de Venezuela y Lago de Maracaibo hay más gas que en las repúblicas de Colombia y Perú, juntas. Pero las centrales termoeléctricas del Zulia, las pocas que aún quedan operando, siguen quemando gasoil. Pero no es suficiente migrar a gas, debemos avanzar en el aprovechamiento eólico para maximizar las exportaciones de gasoil y gas venezolano e incrementar los ingresos nacionales, evitando la quema de combustibles en aplicaciones domésticas cuando pueden ser aprovechamos para ingresos que repercutan en beneficio nacional y el cambio de la matriz energética hacia otra mucho más sostenible. Las medidas son urgentes y el tiempo es ahora, hay que romper este circulo vicioso de compra de chatarra termoeléctrica barata para quemar gasoil que luego nos deja sin ingresos para reparar ni refinerías ni plantas de generación eléctrica, basta de eso. Avancemos en el desarrollo de grandes parques eólicos en La Guajira y Paraguaná para salvar a la industria de refinación nacional de la absoluta quiebra y tener un sistema eléctrico robusto y confiable, además de amigable con el medio ambiente y respetuoso de los acuerdos de las Naciones Unidas de Paris en 2015.

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