PDVSA: Llegó la Hora de Cambiar al General

Viernes, 15/11/2019 02:15 PM

Venezuela es uno de los pocos, sino el único país y gobierno del mundo, que en medio de una catástrofe financiera bien sea propiciada o no por sanciones y en medio de una situación de emergencia estructural, ciudadanos comunes, políticos y militares abonan el terreno para asegurar la continuidad de la destrucción de sus recursos, de sus empresas y de su propia sociedad.

Venezuela refleja el típico ejemplo de la "ignorancia instruida", una ignorancia en donde el que la ejerce se jacta de ser ilustrado y erudito en todos o casi todos los ámbitos del saber. Una ignorancia en donde por esa creencia misma del saber "todero", se desprecia el conocimiento, la preparación, la tecnología y la aptitud necesaria para ocupar cargos, ejercer funciones o llevar adelante alguna compleja operación, que por su naturaleza misma amerita dominar alguna destreza.

Imposible justificar y menos comprender como ha sido posible que desde el gobierno mismo se haya colocado PDVSA en manos evidentemente equivocadas y peor aun, que se permita su continuidad al frente de dicha industria luego de dos años de destrucción continua, donde la producción ha pasado de 1.955.000 B/D en Octubre’2017 a 761.000 B/D en Octubre’2019, habiendo acumulado un derrumbe de 1.190.000 B/D.

EN BANDEJA DE PLATA:

En articulo reciente se asegura desde Colombia que la debacle de PDVSA ha [http://www.petroguia.com/pet/noticias/petr%C3%B3leo-gas-natural/francisco-lloreda-%E2%80%9Ccolombia-se-ha-beneficiado-de-la-debacle-petrolera] beneficiado su industria petrolera; por supuesto que no es de extrañar.

Ha beneficiado la industria colombiana porque sencillamente tomaron mercados que otrora abarcaba Venezuela. Han salido beneficiados porque el cambio de dirección que sufrió nuestra industria petrolera a partir de 2007 con la implementación del plan siembra petrolera, sencillamente sacó a PDVSA del camino de la competitividad que había construido desde 2002 luego del sabotaje petrolero, cuando nuestros costos de producción permanecían aun por debajo de los $4 y $5 por barril.

En ese momento y a ese costo de producción, no podía nadie en el continente competir contra Venezuela, ni menos iniciar un nuevo desarrollo de ningún activo "hoy conocido" contando con competir contra las segregaciones naturales de esa PDVSA pujante de entonces. Desafortunadamente y hay que decirlo, Ramírez, Vierma y Del Pino dieron al traste con todo lo que se había erigido hasta entonces. No tuvo lógica alguna el haber destruido el avance sin precedentes suscitado en nuestra industria luego del sabotaje petrolero.

Reconocemos y hemos reconocido la importancia estratégica y la urgente necesidad de desarrollar dichos activos, pero no nos cansamos de repetirlo, tanto la Faja del Orinoco, como Costa Afuera pudieran haber sido impulsados sin necesidad de haber impactado ni los costos de producción propios, ni haber distraído la base de recursos; menos haber diluido el impulso e inercia ya logrados hasta entonces y que terminó por llevar nuestra producción a más de 3.270.000 B/D al cierre de 2005.

Por supuesto, una vez que los costos de producción de nuestra PDVSA escalaron y superaron el umbral de los $10, $15 y hoy día los $24-$26 por barril y ante el escalamiento de precios reinantes del barril hasta 2014 (excepto mid’2009), sin duda que estos países vecinos llámese Colombia, EEUU, Guyana o Brasil se tornaron competitivos y atractivos para la inversión en nuevos desarrollos, a expensas de la torpeza del liderazgo de nuestra industria y de la errada y miope política petrolera de entonces. Hoy ya la torpeza es irracional e inédita, la destrucción mucho más severa y el futuro más incierto.

Si a lo anterior sumamos el hecho de la incertidumbre política y económica creada ó no interna ó externamente, de la dificultad y la desconfianza implícitas en el sistema Venezolano para hacer negocios, de la errada visión de sus lideres y del poco patriotismo de sus políticos, militares y ciudadanos, no queda mucho por hacer más que una profunda introspección, sobre el futuro incierto de nuestra nación.

EL ENTORNO

En reciente licitación de activos costa afuera Brasil pre-salt, solo 12 de los 36 bloques captaron la atención. Sin embargo procuraron bonos por el orden de los $2.200 millones, aun con unas reservas P50 (unrisked); es decir reservas que abonan solo un 50% de posibilidad de éxito.

En el caso de Guyana, Tullow Oil ha decidido desfasar la oferta de desarrollo de dos bloques cercano costeros, por el hallazgo de crudo pesado y excesivamente acido en uno de los dos horizontes prospectivos.

En ninguno de los casos anteriores esos prospectos compiten ni competirían activo a activo, con nuestra Costa Afuera, ni con nuestra FPO, ni en reservas, nivel de incertidumbre, complejidad de sus operaciones, costos de producción, ni en calidad de sus crudos. Como mera referencia, el costo de equilibrio (breakeven) para los proyectos costa afuera de Brasil y Guyana ronda los $40 por barril, aunque algunos analistas como McKensie le asignan hasta $50 por barril.

En el caso Venezolano desafortunadamente hace falta mejorar la percepción y la confianza desde afuera. Desde adentro hace falta poner a PDVSA y al MENPET en manos correctas, calificadas y capaces, con interlocutores respetados, creíbles y respetables. Una corporación petrolera en cualquier otra parte del mundo; llámese Rusia, Omán, China, Noruega o Pakistán, es una empresa manejada por expertos bien preparados y bien calificados para tal efecto, porque simple y llanamente cualquier error podría significar aparte de mucho dinero, muchas vidas.

En 2018 el presidente Maduro instruyó a Quevedo elevar la producción de PDVSA en 1.000.000 B/D. Hoy Quevedo es responsable directo de una abismal caída de producción superior en promedio a 1.190.000 B/D, de la destrucción de la casi totalidad de la capacidad de refinación, de la perdida de mercados y de múltiples catástrofes, accidentes, incidentes e ilícitos ambientales.

Aun con "enormes superpoderes" otorgados Quevedo no ha sabido hacer absolutamente nada con ellos, porque sencillamente ni el, ni su equipo tienen idea, no pueden y no tienen con que definir acciones de fondo que se traduzcan en resultados tangibles.

EXPULSAR A QUEVEDO:

La ruta de la recuperación de PDVSA se torna cada vez más compleja, pero lo que es irrebatible e irremediable es que debe pasar por eliminar de cuajo la demagogia, el clientelismo y el irracional dogmatismo de su seno. Es necesario expulsar a Quevedo y su equipo cuanto antes. En primer lugar porque nada ha hecho en 24 meses más que destruir, en segundo lugar porque no es competente, porque no es un interlocutor calificado para negociar ni defender el mejor interés de Venezuela y en tercer lugar, porque nadie lo respeta ni lo reconoce como líder.

No tiene sentido alguno tener incondicionales que son incapaces de producir resultado frente a PDVSA ni ninguna otra institución, ya que se atenta contra si mismo. Si la lealtad incondicional es el tema de preocupación para algunos radicales, pues para eso deberían estar los mecanismos que otorga la ley para llamar a botón y exigir resultados a tiempo a cualquier directiva o presidente de cualquier ente nacional o privado.

Caso complicado; las finanzas. Seguimos sosteniendo que no es necesaria una privatización profunda e integral y menos un mayor endeudamiento. Si antes negábamos la necesidad de la privatización, hoy ante la profundidad de la destrucción creemos que es necesaria en ciertos segmentos de su cadena de valor, unos ubicados en el segmento aguas arriba y otros en el segmento aguas abajo. Preocupa que la rentabilidad los segmentos aguas abajo va a depender implícitamente del desarrollo de los activos aguas arriba; es decir de Exploración y Producción y por lo tanto podrían sufrir desfase.

Lo que no se pone en duda (sacando el intangible del sabotaje/conflictividad interna laboral y logística) es que una vez se recupere la imagen y la solidez del liderazgo de PDVSA plasmado en una directiva sólida y experimentada, la industria debería comenzar a mostrar los primeros síntomas de progreso dentro de los primeros 3 meses de gestión, no queriendo decir con ello elevar sustancialmente producción, sino más bien progreso en costos de producción, eficiencia, imagen y rendimiento, lo que traerá consigo esa chispa de luz e impulso que terminaría por llamar la atención de los capitales del mundo. Tenemos que estar claros y advertidos que nuestros vecinos no estarán contentos y trataran por todos los medios de torpedear la gestión a través de sus usuales activistas y serviles políticos. Es precisamente allí cuando nuestras instituciones, nuestras leyes y nuestros ciudadanos deberán estar atentos y prestos a defender la patria.

Pero para ello es indispensable un cambio en ciertas leyes, así como el fortalecimiento de ciertas instituciones. El cambio amerita reconsiderar las leyes y los esquemas de negocio prevalecientes, para poder liberar a PDVSA del lastre creado por sus antecesores con el plan siembra petrolera, el congestionamiento de la fuerza hombre y la degeneración del salario real y sobretodo la reformulación y refundación de las empresas mixtas.

Amerita como ya dijimos recuperar la imagen perdida de nuestra industria, hacer una jerarquización de las opciones y reeditar el portafolio de negocios, retomar el camino perdido y enseriar el camino hacia adelante en torno a un plan país en fase con el interés nacional e independiente del gobierno de turno. En ese sentido y pensando ya en el mediano plazo, la realineación del entorno geopolítico amerita reconsiderar la permanencia o no de Venezuela dentro del seno de la OPEP. Un organismo a nuestro entender anacrónico y obsoleto que por el contrario podría ser un obstáculo para la cristalización de ese renacer que deberíamos todos buscar para PDVSA y nuestra patria, máxime ante la clara y creciente penetración de Occidente y la eventual y muy probable salida de KSA de su seno. El interés de Venezuela ha cambiado desde los 60. Es hora de dejarnos de romances. Hoy el interés es distinto. Es monetizar reservas; es competir en precio y eficiencia, de lo contrario tanto nuestros vecinos, como el mundo NO-OPEP nos pasaran por encima.

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