Pdvsa no es una piñata

Lunes, 24/02/2020 04:48 AM


“Hemos dejado de ser una colonia petrolera, comenzamos a cumplir el deseo del eminente venezolano Arturo Uslar Pietri: Hay que sembrar el petróleo”.

Hugo Rafael Chávez Frías

(Celebración de los siete años de la Revolución Bolivariana, Teatro Teresa Carreño, 2 de febrero de 2002)

Todo un alboroto parece haberse armado en el país con el caso de la intervención de Pdvsa por parte del Gobierno del Presidente Nicolás Maduro y la creación de una “comisión salvadora”.

Desde luego que en las primeras de cambio pudieran estar todos los que son y también quienes no son en busca de la gallina de los huevos de oro o en lo que a su vez pudiéramos afirmar, sería un botín con muchos pretendientes en tiempos de revolución.

La verdad verdadera es que la historia de Venezuela cambió con el descubrimiento del oro negro, el cual no nació en el Zulia o en el noroeste de Monagas como se nos ha querido hacer ver, sino en “La Petrolia” de Rubio, estado Táchira.

Adentrarnos en la historia del petróleo en Venezuela es entender toda la historia contemporánea de un país que desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cambió para siempre y nos amarró “sin querer queriendo” al imperio estadounidense.

Muy lejos quedarían los años de la edad de oro del cacao y las huellas de la colonia agrícola que nos dejó muy atrás, gracias al imperio español. De este imperio, por la hazaña de Bolívar y la de otros valientes patriotas como Miranda, Sucre, Urdaneta, José Félix Ríbas, Paéz, Ricaurte, Soublette, Mariño y el Negro Primero, entre otros, seriamos liberados en la Batalla de Carabobo.

Florecerían nuevos signos de lucha con la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y la sumisión al imperio norteamericano en manos de Juan Vicente Gómez, justamente con el boom de la aparición del oro negro o el “excremento del diablo”, como muchos calificaron al petróleo.

Vendrían también los años de la fiebre del petróleo y sus “casas muertas” y las huellas de las trasnacionales norteamericanas quienes dejaron marcada a una generación, hasta poco a poco ver nacer la esperanza de una liberación con la OPEP y avizorar así los sueños de una casa matriz a imagen y semejanza de las “siete hermanas” gringas, lo cual daría origen luego de falsas nacionalizaciones, a Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima, Pdvsa.

Para bien o para mal el destino de Venezuela ha estado atado al petróleo, con sus aciertos y desaciertos. A la luz de sus mechurrios se afianzó una economía mono productora, la cual ató las manos de los venezolanos a una oligarquía dependiente y genuflexa al imperialismo norteamericano.

A pesar de los pesares en la IV y en V República, la industria petrolera siguió siendo el motor de nuestra economía, bajo un esquema monitoreado (Cerebro de Pdvsa) por el Departamento de Estado a través de INTESA y sus gerentes de la meritocracia, hechos a imagen y semejanza de las trasnacionales.

Este proceso se interrumpió con la llegada del comandante Chávez al poder en diciembre de 1998 y vendría entonces la repuesta del Pentágono a través de sus lacayos de la “Gente del Petróleo”, quienes servían con los ojos cerrados al imperio y entregaban nuestra producción petrolera con barriles a precio de un mercado, controlado por ellos mismos a nivel internacional.

Tendríamos el paro petrolero de los años 2002 y 2003 donde la producción bajo a cero y con el esfuerzo de patriotas - muchos de ellos jubilados - tomarían el mando con Ali Rodríguez Araque “Comandante Fausto” al frente, para ver levantar los taladros, moverse los tanqueros en el Lago de Maracaibo y encenderse los mechurrios del Complejo de Refinación Paraguaná (CRP).

Tomarían la industria en su devenir, luego de la conquista de la Colina, unos dizques revolucionarios vestidos de rojo rojito con el Virrey RR a la cabeza.

Esta nueva ribazón navegaría sobre el esfuerzo de los trabajadores petroleros, quienes de sol a sol son los auténticos impulsores de los taladros, las lanchas, las plantas, las bombas, los oleoductos y gasoductos para cumplirse todo el proceso de producción de la industria petrolera, gasífera, carbonífera y petroquímica nacional (Pdvsa).

La nueva élite petrolera se cuidó de dejar intacta la superestructura y la organización de la Corporación, a semejanza de las trasnacionales con sus nóminas clasistas (Ejecutiva, Mayor, Menor y Contractual) y desde luego, una nueva meritocracia (a la que tanto criticaban) para disfrutar de las mieles del poder de la Pdvsa roja rojita.

Es decir en la industria petrolera, en los tiempos del “Virrey rojo rojito”, se realizaron cambios para que todo siguiera igual y se estructuró una nueva élite pero al mejor estilo gatopardiano y se afinaron las loas a un todopoderoso magnate petrolero, incluso con ínfulas de saltar a Miraflores; en otras palabras, un presidenciable.

Esta enfermedad en la industria no es nueva. Suenan nombres con esta aspiración como los de Luis Güisti y Guaicaipuro Lameda, quienes también vivieron sus idilios y a ellos quería imitar - el supuesto incondicional de Chávez - el “Rey Midas” de cuyo nombre no quiero acordarme.

Ahora el nuevo presidente vestido de verde oliva - a quien le estaban calentando los oídos - ha sido puesto bajo observación por una Comisión Interventora nombrada por el Presidente “Obrero” Nicolás Maduro, en una industria declarada en EMERGENCIA.

La turbulencia parece haber llegado por los lados de La Campiña y ya los “analistas petroleros” y los “políticos de restaurant” - que abundan - sacan sus propias hipótesis y conclusiones y dan su veredicto para lo que denominan: “un nido de corrupción”.

La experiencia nos indica que Pdvsa en el escenario de la geopolítica mundial ha dejado de ser un activo de la República Bolivariana de Venezuela para pasar a ser un pasivo negociable; sobretodo, en tiempos de vacas flacas, donde nacen nuevas potencias protectoras alejadas del eje occidental del petróleo como lo son Rusia y China.

Mientras el tiempo transcurre aceleradamente y los nuevos diagnosticadores, con un político de la nueva era al frente, Tarek El Aissami y un cogollo del alto mando militar, serán quienes froten la bola de cristal.

Muchos atrevidos afirman que por los lados de La Campiña amenazan con rodar cabezas del entorno del Mayor General del Piso 10 y en la primera fila están los Vicepresidentes de Finanzas, Comercio y Suministro, RRHH y Planificación.

Asimismo, quienes de verdad alertamos sobre el peligro de matar la gallina de los huevos de oro, esperamos que nuestro Presidente Nicolás Maduro actúe con prudencia y se asesore a los más altos niveles con quienes de verdad saben del negocio petrolero, porque en el país tenemos muchos y de los buenos.

Una gran cantidad de jubilados y activos fuimos apartados por la clase roja rojita, quizá por no participar en el “Festín de Baltazar”. El Primer Mandatario Nacional debe tener muy presente el refrán de “zapatero a su zapato” y cuidarse de aduladores y supuestos líderes sindicales, quienes dicen ser “rojos rojitos” y están bien gorditos por ocupar cargos simultáneos en las alturas del poder de La Campiña.

Todo el país está alerta con la transformación de Pdvsa que amerita una intervención quirúrgica de altos quilates y además de be estar, bajo la asesoría de verdaderos expertos del negocio petrolero, quienes en la geopolítica mundial cabalgan en empresas trasnacionales pero ahora de nuevo signo, en potencias como Rusia y China, muy distintas al patrón de las “siete hermanas”.

Mientras el tiempo transcurre aceleradamente, le pedimos al Presidente Nicolás Maduro que ¡por favor! se cuide y este mosca de quienes por naturaleza son trepadores y piensan que Pdvsa es una piñata.



¡Amanecerá y veremos!




 

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