Ya Ramírez no convence a nadie con sus largas peroratas, primero respecto a su amor por la revolución y a Chávez. Asimismo, con su justificación ante sus lectores de que él es un perseguido del régimen; o que se le acusa de algo que no hizo. O que va a rescatar el socialismo. Parece que se ha agotado un poco y desde hace un buen rato, se abrió al ruedo y comenzó su ataque frontal al presidente Maduro y hasta el sol de hoy mantiene una posición inflexible, de ataque y "por lo menos" de protagonismo eventual al rechazar cualquier decisión gubernamental para resolver algún problema.
Es lógico que para cualquiera que tiene aspiraciones presidenciales o que utiliza sus opiniones como un ardid para mantener ocupado a los demás leyendo sus artículos, tenga que abordar la política de la forma en que lo está haciendo, y no es extraño que por lo menos en cualquier momento su nivel esté a ras del suelo. Esto significa que la política con P mayúscula que le recomendaba al gobierno, la esté aplicando; pero minúscula, "por lo menos" en sus últimos artículos. Es decir, puede llegar un momento en que pierda los estribos y eso sería peligroso, "por lo menos" para su salud.
Extraña que Ramírez no sepa que el pobre, solo por su condición, ha estado destinado a vivir con la expresión "por lo menos" desde siempre; sin embargo, siguen manteniendo una esperanza en mejorar su nivel de vida, a pesar de las limitaciones que pueda tener cualquier gobierno por efecto de la injerencia externa e interna. Una de las grandes lecciones del pueblo es que ha sabido diferenciar, "por lo menos" a quienes han generado limitaciones en la vida económica, social y política del país y aun abrigan la esperanza de que se pueda salir de este atolladero.
Es muy fácil criticar y azuzar al grupo del "por lo menos" para que prendan el país, desde la comodidad de un buen sofá, con buena comida, buena bebida, o lo que sea, sin darse cuenta de que él también formó parte de ese grupo, cuando junto a su banda de gerentes, "por lo menos" no se llevaron a toda PDVSA.