Oír a Maduro decir, respecto del nuevo precio de la gasolina, algo así como que el litro de gasolina costaría menos que un toronto, me pareció un insulto mayúsculo a los venezolanos, dada la burla implícita en tal expresión. Estaba diciendo que la gasolina, que él había aumentado varios miles de veces era realmente baratísima y que cualquiera la podría adquirir sin mayores problemas. El principal responsable de la debacle de PDVSA, de que no estemos produciendo gasolina, a pesar de las "grandes reservas de petróleo del país potencia" y de haber producido en el pasado reciente toda la gasolina que consumíamos, se exprese de esa manera tan burda, sin la más mínima autocrítica, me causó una repulsión que no había sentido hasta ahora a pesar de todo lo que ha ocurrido.
Me pareció una burla inaceptable, un desprecio inhumano por los venezolanos, un grado de indolencia intolerable y una desfachatez pocas veces vista. ¿Ignora acaso el Presidente que la hiperinflación generada por sus erradas políticas monetarias y económicas en general, ha elevado los precios de todos los bienes y servicios en magnitudes desconcertantes? ¿No sabe acaso que la mayoría de los venezolanos no se puede comprar un toronto? ¿Qué el salario mínimo es de apenas poco más de dos dólares mensuales? Se trata del salario mínimo más bajo del mundo; así como se oye, sin exageración ninguna. Mundialmente se considera pobre a quien devengue por día, no por mes, menos de un dólar, y en Venezuela el salario mínimo es de 0,075 dólares diarios, es decir sólo el 7,5 por ciento del dólar.
Pero es que los sueldos de la administración pública, donde laboran 3 millones de personas por lo menos, no alcanzan a ser ni de medio dólar al día, excluyendo los altos cargos, que no se sabe a ciencia cierta cuánto ganan. El salario en Venezuela realmente ha desaparecido y en muchos casos la gente paga para trabajar, pues le cuesta en dinero mucho más ir al trabajo que lo que recibe luego como sueldo o salario. Pero a nada de esto se refiere nunca Nicolás Maduro, ni ninguno de los personeros oficiales cuando se dirigen a la población. Lo ignoran olímpicamente, como si las realidades desaparecieran al no querer verlas.
En Kenia, el salario mínimo es de 61 dólares mensuales, en Corea del Norte: 66, en Camerún: 73. En Haití es de 67 dólares al mes. ¿Cómo explican que Nicaragua, país hostigado por el Departamento de Estado y con mucho menos recursos que Venezuela, tenga un salario mínimo mensual de 129 dólares? Y esta destrucción salarial tiene mucho tiempo, comenzó antes de Maduro, aunque a algunos le disguste la referencia al pasado cercano, pero estuvo camuflada detrás del altísimo valor asignado oficialmente a un bolívar existente sólo con fines de corrupción y saqueo.
Destruyeron PDVSA; algo que parecía imposible; destruyeron todas las empresas básicas de Guayana, las empresas eléctricas y la CANTV; acabaron con el bolívar, con el BCV, con la nación entera, y no hay ni siquiera un mínimo asomo de vergüenza, mucho menos de rectificación. Sólo sobreviven en el poder por la vía de la fuerza y la represión y porque han tenido una oposición todos estos más de 20 años a la medida de sus intereses, con sus mismos o peores vicios, y que no parece que cesará en sus aventuras violentas antinacionales. ¡Pobre pueblo!