Crónica de una muerte anunciada dentro de la industria petrolera venezolana

Sábado, 19/09/2020 09:06 AM

¡Yo escribo lo veo!

DESDE LA NACIONALIZACIÓN CHUCUTA HASTA EL PLAN SIEMBRA PETROLERA

Todo se inicia desde de la penetración y dominio transnacional de nuestra industria petrolera. Que continuó, se legalizó, se hizo ley nacional y justificó en la supuesta nacionalización petrolera de 1976 (Nacionalización Chucuta según Pérez Alfonso).

Desde allí las petroleras transnacionales se repartieron la industria nacional con base en su dominio territorial e inversiones en el país. Y nace PDVSA con distintas filiales, dirigidas por los mismos gerentes que trabajaban para ellos antes de la nacionalización del 1975 y de esa forma quedó penetrada y gerenciada desde Estados Unidos hasta el año 2003, cuando Hugo Chávez logró derrotar la conspiración politico-petrolera y la revolución tomó el control de las operaciones, los planes y la administración de los recursos, gracias a la Ley de Hidrocarburos de 2001.

No obstante, allí quedaba una cultura, un modelo de gestión, una patente comportamental transnacional y el diseño de planes y proyectos de inversión pensado para los intereses de las petroleras transnacionales. Mientras que la CIA hacia su trabajo de espionaje desde adentro y desde afuera de la industria.

No bastó que se modificarán las leyes y se multiplicaron los ingresos, sino que en tiempos de opulencias, entre el año 2004 y el 2008, comenzaron a abandonarse los planes de inversiones, de mantenimiento de pozos estratégicos, que garantizaran que la principal industria se mantuviera en el tiempo produciendo su mismo promedio de 2,8 millones de barriles diarios.

La alta gerencia se distrajo en planes ambiciosos de incremento de la producción petrolera, retomando los mismos planes de expansión que tenían en mente las transnacionales en los años 80, pero que en esa oportunidad promovían la política de mayor producción sacrificando precios, la cual garantizaban mayores ingresos para las transnacionales, mas o menos 80% de los beneficios para ellos y 20% para los venezolanos.

El plan que tenía en mente Hugo Chávez y sus cerebros petroleros, entre ellos Rafael Ramírez, era aumentar la producción de hidrocarburos en tiempos de incrementos del precio internacional, que garantizarán a futuro una mayor penetración en el mercado internacional y una mayor recaudación fiscal petrolera gracias a las leyes de hidrocarburos y actividades conexas aprobadas en revolución. Ahora los ingresos del país eran al revés que en la Cuarta República: 80% para nosotros y 20% para los inversionistas extranjeros.

Ese proyecto ambicioso y en función del interés nacional era el "Plan de la Nueva PDVSA: el Plan Siembra Petrolera 2005-2030", como expresión del desarrollo de una política soberana, popular y revolucionaria dentro de la industria.

EL FIN DE LAS EMPRESAS MIXTA Y LA EXXON MOBIL DECLARÓ LA GUERRA AL PAÍS

Todo iba bien hasta allí. El 12 de abril de 2005 el gobierno nacional a través del Ministerio de Energía y Petróleo (MENPET), comenzó el proceso de revisión de los convenios de la apertura petrolera con mira a extinguirlos unilateralmente en un período no mayor a 1 año.

Se daría inicio a la política de "Plena Soberanía Petrolera", donde se extinguían los convenios operativos suscritos durante la "Apertura petrolera" de los años 90, y a las transnacionales se les dio la opción de asociarse en empresas mixtas en las que el estado venezolano tendría la mayoría accionaria.

En el años 2006, se crean las empresas mixtas donde 33 empresas suscribieron los nuevos acuerdos, a excepción de la Exxon Mobil y Conoco Phillips que decidieron ir a tribunales extranjeros de arbitraje.

La ExxonMobil reclamaba una indemnización de 7 mil millones de dólares por su proyecto petrolero Cerro Negro y el gobierno se negaría de manera rotunda. Desde este momento, comenzaría el largo litigio petrolero siendo éste el colofón de la llamada "guerra económica" declarada por la mayor compañía petrolera del planeta, la consentida de Estados Unidos, y toda la batería imperial se volcaría contra nosotros en defensa de sus intereses transnacionales. La CIA, la geopolítica y los intereses financieros detrás de las élites estadounidense comenzarían a actuar de manera abierta y agresiva contra nuestra nación.

VINO LA BONANZA Y LA OPULENCIA

En el 2006 el país alcanzó los mayores ingresos fiscales petroleros de la historia contemporánea de Venezuela hasta ese momento, cuando el precio del crudo repuntó superando la barrera de los $60 USD. La producción petrolera del 2006 era de 3,25 millones de barriles diarios, exportábamos 2,51 millones de b/d.

En ese contexto, nos volvimos la verdadera Venezuela Saudita: muchos ingresos poca absorción interna y se multiplicaron las importaciones de todo, mayormente lo proveniente de Estados Unidos y China, aumentando esa falla económica estructural que es la dependencia hacia lo extranjero; vino el despilfarro y la corrupción.

Por poner un ejemplo, gracias al boom petrolero en el 2006, Venezuela llegó a ensamblar internamente e importar alrededor de 500.000 vehículos (en 2016 no superaba los 3.000) gracias a la alta demanda nacional; el salario era uno de los más altos de América Latina (290 US$), y el índice de riesgo país alcanzó su mínimo histórico en tiempos de Hugo Chávez al ubicarse cerca de 150 puntos en septiembre de ese año.

TODOS CON LOS OJOS PUESTOS EN LA FAJA

Los planificadores de la industria entre ellos el Ministro de Energía y Petroleo y Presidente de PDVSA a la vez, seguía retomando los viejos planes de inversión, apertura a los capitalistas extranjeros y expansión de PDVSA de tiempos de la Cuarta República, pero como se dijo arriba, con mejores condiciones para el país. Se volvió a argumentar que la tendencia de la producción de hidrocarburos livianos y medianos en el mundo era hacia la baja y se preveía otra "crisis energética" en los próximos 20 años. Los planificadores petroleros nacionales comenzaron a tomar en cuenta la producción de petróleos pesados y extrapesados que existen en el Orinoco, viéndolos como explotables comercialmente para beneficio del país.

Bajo el esquema de empresas mixtas, la Faja Petrolífera del Orinoco se dividió en 4 grandes campos de trabajo: Boyacá, Junín, Ayacucho y Carabobo; cubriendo los estado Anzoátequi, Monagas y Guárico. Y se le ofertó a diversas empresas energéticas del mundo diversos campos en función de ejecutar proyectos de producción, mejoramiento y refinación de crudo.

Entre las transnacionales beneficiadas se encuentran: Petrovietnam (Vietnam), CNPC (China), ENI (Italia) Gazprom, Lukoil y Rosneft (Rusia), Total (Francia), Statoil (Noruega), Chevron (EE.UU.), Repsol (España), ONGC e IndianOil (India), Petronas (Malasia), BP (Inglaterra), Mitsubishi (Japón) y Petrobra (Brasil). También se realizaron acuerdos y convenios para incorporar a empresas de Petrocaribe, Portugal, Irán, Cuba y Bielorrusia para la activación del campo Boyacá.

Cómo vemos, había una política exterior y petrolera independiente, un buen argumento y mucha campaña publicitaria: "La Faja Petrolífera del Orinoco es el reservorio más grande del mundo y puede satisfacer las demandas energéticas que se requieren en los próximos 300 años de acuerdo a la tasa de recuperación actual."

Se insistió en la certificación de las reservas contenidas en la Faja y el 31 de diciembre de 2010, llegó la gran noticia esperada, que impactó al mundo energético: la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) oficializó el trabajo de certificación de las reservas petroleras que venía realizando el Ministerio de Petróleo y Minería y certificó la existencia de 270.976 millones de barriles (MMBls) de crudos pesados y extrapesados. No era bitumen, era petróleo puro con un valor y un mercado potencial.

Con esa certificación, además de la reserva igualmente certificada de 28.977 MMBls de crudos livianos y medianos, la República Bolivariana de Venezuela pasaba a ser el país con la mayor reserva de crudos en el planeta con un total de 299.953 MMBls. Que significaba eso, que poseemos aproximadamente el 25% de las reservas de la OPEP y 20% de las que corresponden a escala mundial.

Con la certificación se expandió el proyecto petrolero nacional denominado Plan Siembra Petrolera (PSPS), que buscaba la llamada soberanía nacional en materia energética, a través de la promoción del desarrollo integral de la Faja Petrolífera del Orinoco, la explotación del Gas Natural en tierra y Costa Afuera y la integración del sistema de refinación nacional e internacional en función de fortalecer la política social del Estado y garantizar los aportes al Fondo de Desarrollo Económico de la Nación (FONDEN)."

El ENDEUDAMIENTO, LA CONSPIRACIÓN, EL DERROCHE Y LA CORRUPCIÓN ACABÓ CON TODO

A partir de allí comenzó a sembrarse la crisis en la industria petrolera, porque actuaron como ingenuos y desconociendo la historia petrolera venezolana. Con Nelson Merentes como Ministro de Finanzas, Jorge Giordani en Planificación y Rafael Ramírez en el Ministerio de Energía y Presidente de PDVSA a la vez, se cometieron los mismos errores históricos de gobiernos anteriores al de Hugo Chávez en tiempos de bonanzas: endeudar el país para planes petroleros de largo plazo en tiempos de precios altos sin considerar la volatilidad de ese sistema y los múltiples factores cambiantes de ese mercado político inestable.

Continuó la opulencia y el derroche del capital petrolero. La Comisión Nacional de Administración de Divisas (CADIVI) se convirtió en un centro de liquidación de la renta petrolera y el despilfarro y la fuga de capitales era inmensa (estimada en más de 300 mil millones de dólares entre 2005 y 2010).

Años más tarde, en el 2013, el mismo ministro Jorge Giordani denunciaría que se había perdido 25 mil millones de dólares a través del sistema CADIVI durante la gestión del coronel Manuel Barroso, un hecho peor que lo que había ocurrido con el programa RECADI aplicado durante el gobierno de Jaime Lusinchi en los años 80. Asimismo, siendo Vicepresidente del Área Económica, Rafael Ramírez, acusó en el 2013 a los llamados "raspacupos" de la crisis cambiaria existente en el país en ese entonces, debido a la existencia del mercado paralelo de divisas o mercado negro.

Otra forma de despilfarro de la renta petrolera en tiempos de la bonanza entre el 2005 y 2012, fue a través del financiamiento del desarrollo energético en otros países aliados. Se vendió petróleo con créditos a largo plazo para países del Caribe (Petrocaribe) en función de la diplomacia petrolera y garantizar el apoyo político en los organismos internacionales. Se le inyectó recursos a la banca nacional para financiar proyectos desconectaddos de la necesidad industrial del país.

Y como último, se abandonaron las inversiones estratégicas en campos convencionales en función de insistir en la inyección de los ingresos nacionales al proyecto de la Faja Petroifera del Orinoco (largo plazo). En fin, se cometieron los mismos errores que cometió Carlos Andrés Pérez en la bonanza petrolera de la década de los 70.

No obstante, poco a poco, la CIA y los intereses transnacionales de la Exxon Mobil, Conoco Philips y Chevron Texaco fueron penetrando la empresa y dinamitaron la gerencia petrolera nacional, desde el 2007, cuando Hugo Chávez declara la "verdadera" nacionalización petrolera el 01 de mayo.

Se asumieron empresas de servicios conexos, se multiplicó el gasto laboral, el recurso humano pasó de 40.000 a casi 150.000 empleados directos e indirectos en menos de 5 años, sin un evidente incremento de la producción petrolera ni los ingresos nacionales. Es decir, el ritmo del crecimiento de los gastos del Estado era mayor al ritmo de los ingresos fiscales.

Poco a poco fueron desmejorando los salarios, beneficios y el poder adquisitivo de los trabajadores calificados y no calificados dentro del sector petrolero. Con el tiempo, la situación laboral fue empeorando, los precios del petróleo fueron cayendo y los ingresos fiscales petroleros fueron mermando hasta llegar a la época de inflaciones altas en el gobierno de Nicolás Maduro, y la situación se fue complicando.

Con la llegada de Maduro se develó graves hechos de corrupción y estafa a la nación durante la gestión de Rafael Ramírez dentro de la industria petrolera nacional. Luego fueron metidos presos tanto el presidente y al ministro de energía y petróleo.

Años más tarde, en el año 2018, la Fiscalía General de la República, develó hechos de corrupción dentro de la industria petrolera que comprometía a Rafael Ramírez por un desfalco de once mil millones de dólares a PDVSA, además de ser investigado por blanqueo de capitales en la Banca Privada de Andorra (BPA) donde familiares directos están comprometidos que eran funcionarios de Pdvsa. Ramírez huiría del país prófugo de la justicia.

CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN PETROLERA

Desde el año 2013, la industria entró en una fase de caída libre en la producción como producto del continuo abandono del mantenimiento de pozos estratégicos y por mano de obra calificada mal pagada que fue renunciando, yéndose hacia el exterior.

En la industria entraron y salieron presidentes y gerentes de distintas profesiones sin experticia comprobada en materia petrolera. La capacidad técnica fue mermando y, poco a poco, entre el cóctel de la inflación inducida por el dólar paralelo, la caída de los precios del petróleo, el incremento de la deuda interna con los proveedores de la industria petrolera, la quiebra de empresas privadas proveedores de servicios al sector, la perdida de la calidad de vida del trabajador petrolero y la llegada de los pagos de las amortizaciones de deudas externas e intereses contraídos en tiempos de Hugo Chávez.

Seguidamente, vino el Decreto de Obama de 2015 y el bloqueo financiero internacional a nuestro país, empeorado la situación fiscal nacional. En cinco años, la producción petrolera fue cayendo, pasando 2,5 millones de barriles diarios en el 2015 a menos de 600.000 barriles diarios en 2020.

Eso trajo como consecuencia, que las exportaciones caigan y los ingresos fiscales petroleros sigan bajando. Por lógica, a menores ingresos las inversiones en mantenimiento de la industria siguen cayendo, empeorando la situación.

EL TEMOR DE LA PRIVATIZACIÓN

Duele decirlo, pero la industria petrolera está en el peor momento de la historia económica contemporánea de Venezuela, eso nadie lo puede ocultar.

Por eso, corre en el ambiente de septiembre de 2020, en época preelectorales parlamentarias, el temor de la privatización, del sueño de las compañías petrolera internacionales y de la CIA, que pareciera están ganando la batalla en Venezuela mientras el pueblo resiste al bloqueo, las medidas de presión internacional y los bajos niveles de ingresos, de crédito, y un salario mínimo de 2 US$ y una calidad de vida por debajo del promedio internacional, aunado en tiempos de pandemia global.

Es importante señalar, que los estados financieros de PDVSA no han sido publicados desde hace 5 años atrás, algo que dificulta aproximarnos a la realidad contable y financiera de nuestra amada y patrimonio común de todos los venezolanos que es la industria petrolera.

¡Amanecerá y veremos!

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