Reingeniería política para PDVSA

Martes, 20/04/2021 07:59 AM

"Todo cambio ingenieril que lleve adelante PDVSA primero debe pasar por una búsqueda, creación y comprensión hacía su reingeniería política".

El actual molde de la industria petrolera venezolana es el fracaso de una formula originada a partir de 1976. Este fiasco viene del pasado modelo de corrupción en el cual se montó la denominada "Cuarta República" donde todo comenzó con la frustración de un patrón mantenido por el rentismo.

Esto se originó desde el prototipo que llevó a la fundación de PDVSA en 1976 y la cual hasta la presente fecha ha sido contradictoria por ser organizada tras la desventura de una supuesta nacionalización, sus creadores comenzaron a ir en contra de un proceso que pudo ser simple si se hubiese tomado en cuenta, entre otras cosas, el Decreto de 1943 de Medina Angarita.

El referido Decreto del General Medina ordenaba a partir de 1943 en un plazo no mayor a 40 años los cuales se cumplirían para 1983, donde todos los activos creados por las trasnacionales del petróleo pasarían sin ningún tipo de costo a ser propiedad del Estado venezolano, pues las trasnacionales petroleras tras décadas de explotación indiscriminada de crudo ya habían ganado lo suficiente. Pero tal y como era de esperarse se hizo todo lo contrario.

El espiritu verdadero a desarrollar debió haber sido que el Estado venezolano llevara a cabo mediante su propia administración un nuevo concepto en beneficio del país en la nueva responsabilidad de explotación petrolera: crear con ello una nueva generación consciente que los apartara de un viejo modelo de injusticias el cual había llevado en los campos petroleros a meter preso a cualquiera que se le ocurriera cruzar la alambrada para solo agarrar agua, andar por sus caminos y calles pavimentadas o simplemente recoger un mango caído en el piso.

La industria petrolera venezolana se fundó con el dolor y sacrificio, primero, de sus trabajadores y, segundo, con la afectación de quienes vivían a su alrededor. Al comienzo vino el horror de Intendentes y Jefes Civiles que actuaban bajo la sombra del gomecismo y luego llegaron los vicios y derroches instaurándose de una forma donde solo pocos pudieran disfrutarla, todo esto frente a la miseria creciente de muchos, se disfrutaban las ganancias del petróleo sin que nadie pudiera decir nada.

Nadie podía cuestionar el modelo de los gringos y ellos se habían encargado muy bien desde 1880 de mantener la orden: los venezolanos fuera del negocio: "podrían ver y copiar lo que nosotros hacemos y luego nos suplantarían".

Así nació la industria petrolera en Venezuela. Esto les cayó como anillo al dedo y en perfecta comunión pues en la mitad de la década de 1970 se contradijo el Decreto de Medina por parte del entonces presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, era su primer gobierno. En las últimas horas de fin de año en 1975 los evaluadores de las trasnacionales petroleras con sus potentes sumadoras sacaban cuentas hasta del último alambre oxidado ubicado en la más recóndita sabana venezolana.

Equipos viejos usados hasta el cansancio y fatigados mecánicamente más toda la infraestructura petrolera fueron restaurados, pero en un nuevo valor. Precios de bienes, equipos y componentes que las transnacionales habían adquirido a muy bajo valor para la explotación del crudo y de lo cual nunca rindieron ni entregaron cuentas a nadie, ahora eran sobre evaluados.

Ya habían sacado la primera jugosa ganancia al haber situado a Venezuela como primer exportador mundial de crudo junto a EE.UU. y la URSS. Esta estrategia estaba lista a partir de 1936 tras la muerte de Juan Vicente Gómez (Dictador de Venezuela quien gobernó tras un golpe de Estado en 1908 hasta su muerte en diciembre de 1935) quien les facilitó en su obligado gobierno todas las facilidades, posteriormente y hasta bien entrada la década de 1970, después de sus marcadas y exageradas ganancias, esto no les bastó y procedieron con aquel deshilachado Estado a repagarles lo que ya habían ostentado.

Aquello fue uno de los golpes del cual jamás lograría recuperarse ni la industria petrolera ni el país. Trancazo certero que llegó a desconfigurar la realidad política de toda una nación. No hubo claridad en llamar o convocar a expertos nacionales para analizar lo acontecido en aquellas delicadas decisiones las cuales inmediatamente comenzaban a agotar al país antes que hacerlo cambiar.

No entrabamos a una nueva era o fase, peor aún, seguíamos en un pasado desigual y convertía a algunas familias en "grandes" beneficiarios de la renta y disfrute del petróleo. Esto vendría a reforzar el disfrute de este recurso en sus manos, (en muy pocas manos) hacia una nueva tragedia para Venezuela. Importaciones, desarraigo, control político solo con sus partidos políticos, era la derecha gobernante: AD y COPEI. Fue la conformación de su nueva clase social.

Con aquella desnacionalización vino el conocido Boom Petrolero, despilfarros y creación de grandes fortunas por parte de quienes manejaban el país a su antojo. Así se impuso: a sangre y fuego.

Comenzaba una década con el nuevo precio del barril donde estadísticamente tuvo sus mayores variaciones, a diferencia de 1914. Hasta bien entrada la década de 1970, la cual superó el acostumbrado dólar y medio y dos dólares y medio por tonel, esa fue la principal diferencia. Ya con la II Guerra Mundial había logrado alcanzar los cinco dólares. Pero ahora eso estaba por cambiar. Producto de los acontecimientos de guerra y factores geopolíticos los cuales comenzaban a ser recurrentes en los paralelos 20° y 40° correspondientes al Golfo Pérsico, su precio se dispararía exageradamente a cada rato.

Justo es ese momento cuando Venezuela comienza a producir más petróleo, la producción llegó a un poco más de 3.800.000 barriles por día, cifra que hoy con toda la tecnología existente aún no ha sido superada de nuevo. Este trance de la nacionalización es el que acompaña al conocido Boom Petrolero.

Ese comportamiento que por más de 60 años desde 1914 hasta 1974 en la economía venezolana se vio marcado con un precio de barril tan bajo, ahora a partir de 1974 y de la noche a la mañana su precio comenzaba a ubicarse en 18$ por barril. Para 1983 ya estaba en 38$ y posteriormente pasaría a 45$, y seguía produciéndose más.

El impacto y antecedentes que representó en la economía venezolana no se hicieron esperar, pues fueron muy marcados. Veníamos de un presupuesto anual para la nación en el gobierno del socialcristiano Rafael Caldera en 1974 de 22 mil millones de Bolívares y sin anestesia pasamos a uno superior en más de 140 mil millones de Bolívares.

Cosa abrupta, gigantesca. A los ministros de aquel gobierno los recibían en otros países con alfombra roja. Venezuela comenzaba a ser conocida como la nación de los petrodólares. Por eso les vendían los más costosos paquetes y les hacían las más sensacionales ventas, extravagancias inútiles y así no tuvieran nada que ver con nuestra realidad eran adquiridas. Aquella realidad nunca nos hizo despegar.

Hasta barredoras de nieve se adquirieron para este tropical país. Obras, fábricas, galpones, construcciones donde la mayoría de ellas no llegaban absolutamente a nada eran adquiridas. Venezuela comenzaba a ser el país vitrina de América Latina.

Citando a Fernando Coronil Ímber en su majestuosa obra "El Estado Mágico, Naturaleza, Dinero y Modernidad en Venezuela", nos encontramos con el reforzamiento a una nueva élite de familias con los recursos de la nación.

Tomemos el caso de los Machado Zuloaga. Se hicieron un poderoso grupo económico pertenecientes por supuesto a una de las llamadas grandes familias caraqueñas distinguidas de la élite social tradicional, quienes a lo largo de su historia hicieron un importante espacio rodeados de importantes posiciones en el jetset económico y social del país, más económico que cualquier otra cosa.

Su hermano Oscar Machado Zuluoaga había sido presidente de FEDECAMARAS (Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción) la principal asociación del sector de cuanto negocio se daba en el país, ahora estaba a la cabeza de la Electricidad de Caracas.

Su otro hermano, Enrique Machado Zuloaga, ya había sido jefe del Grupo FAVENPA (Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores) y líder del subgrupo automotor PROCESA perteneciente al grupo SIVENSA el cual bajo su mando experimentó un "magnifico" crecimiento.

SIVENSA: Siderúrgica Venezolana, SA, fue registrada en octubre de 1948. La empresa se inició con un capital de dos millones de Bolívares -moneda venezolana- su mayor accionista fundador fue Miles Meyer Sherover (1896-1976), un israelí-estadounidense. Otros accionistas fundadores fueron Robert Turgot Brinsmade (1913-1994), un abogado internacional estadounidense, Warren William Smith (1865-1956), ciudadano estadounidense, Oscar Augusto Machado (1890-1966), venezolano, y Carlos Morales, venezolano.

Ellos y otras privilegiadas familias fueron los dueños de la encarnación capitalista local ideal en los recursos utilizados del Estado tras la satisfacción de la nacionalización del petróleo los cuales ahora comenzaban a ser utilizados para enriquecerse aún más. Sus méritos, privilegiada educación, fortuna, su familia y su nombre fueron el enganche en este plan. No faltaba más.

Y junto a ellos la dirección de sus principalísimos socios: los gringos. Tal es el caso de Gerald Greenwald presidente de la subsidiaria Ford de Venezuela y representante de confianza de Lee Iacocca presidente de Chrysler. Años después -Greenwald- se convertiría en su mano derecha -Iacocca- no sin antes haber sido presidente de United Airlines.

Cuando Greenwald llegó al país Ford atravesaba problemas y ciertas dificultades. Su política automotriz no conseguía cuajar sobre todo por los daños desdeñosos de sus predecesores a funcionarios y líderes políticos de la época.

Sin perder tiempo Greenwald se convirtió en un líder afable, respetuoso quien constantemente invitaba hasta su casa a figuras y líderes todo en un altísimo esfuerzo por reparar los daños de anteriores representantes de la empresa. La nueva estrategia era proponerles nuevos negocios.

Los intereses de Ford eran controlar el problema creciente de algunas partes y piezas importantes de los automóviles pues todo radicaba en sus altos costos y el gobierno debía tomar acciones para protegerlos, así evitarían aumentos en sus costos de producción. La solución fue encontrada, la misma estaba en la aprobación de una nueva planta de aluminio para ser dirigida por la Ford.

Las partes y piezas bajarían de precio internamente pero el aumento del costo de los automóviles sería intocable. Afirmaban que Venezuela debía aprovechar los ingentes recursos para producir en condiciones favorables como era construirles esta planta de aluminio con los dineros del Estado, pero con administración y control por parte de Ford.

Así se construyó el capital en el país para los grandes cacaos, los intocables, mientras que para el pueblo otro modelo: la viveza criolla, el ta´ barato, el dame dos, más dólares a 4,30 y el modelo donde una incipiente clase media viajaba periódicamente a Miami donde dejaban los recursos de la ganancia criolla.

El plan siguió. Al pasar el año 1983 la moneda "el Bolívar" fue devaluada en el conocido Viernes Negro. Se aducía que en las arcas no había dinero, justo cuando los ejecutivos y Nómina Mayor de la industria petrolera embaucaban a la nación con el llamado proceso de la Internacionalización. Fue la compra programada de lo que llegó a ser en los años subsiguientes la compra de 22 refinerías, puertos y terminales petroleros en el mundo, verdaderas chatarras.

Por supuesto allí entra el gran conglomerado de Citgo en EE.UU. más de 127 empresas. Las compras de estas refinerías llegaron hasta las Antillas Neerlandesas, Alemania y otras naciones del globo. Y todas con un muy bajo nivel económico al momento de su oscura adquisición.

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Luego, para 1986, Estados Unidos era el gran socio de Venezuela y sin embargo llevó a cabo las sanciones contra la gasolina producida en este sudamericano país, acusándolos que la misma tenía alto contenido de plomo. Tras esto entró la negociación de los nuevos aditivos que cambiarían nuestras gasolinas. El paquete de estos aditivos tenía a sus socios los cuales estaban dispuestos a recibirlos.

Este paquete consistió en crear una gasolina super ecológica y los EE.UU. proporcionarían los aditivos para conseguir sus fórmulas. Allí esta una de las respuestas a las sanciones que padecemos, ellos mismos fueron quienes nos metieron en su negocio de la gasolina no sin antes habernos vendido también desde la década de 1940 los proyectos y construcción de las seis refinerías que hoy tiene Venezuela.

Ahora nos dejan sin aditivos y le prohíben al mundo que no comercialicen con nuestras solicitudes de repuestos y servicios para hacer operar las refinerías. Todo sucede a expensas de quebrar a todo un país de treinta millones de habitantes.

Nos dejaron una gasolina tan fina que hoy nos cuesta hacerla. Teníamos la gasolina Súper de 87 octanos, pero la perdimos a exigencia de Estados Unidos y la de 91 y 95 octanos nos cuesta elaborarla en grandes cantidades pues la ausencia de insumos y equipos afecta a la industria petrolera venezolana.

Luego de todo este impacto petrolero sometieron al país al desnacionalizador proceso de la mal llamada Apertura Petrolera -arrojando pérdidas superiores a 5 Billones de dólares- la cual se dio a partir de la década de 1990. Otra nueva locura. Cuando Luis Giusti -expresidente de PDVSA- se creía presidenciable y se la pasaba elaborando Escenarios Políticos desde los pent-house de La Campiña con su tanda de expertos. Por cierto, el modelo que más afinó fue el escenario de una Dictadura Modernizante.

Posterior a esto viene otro movimiento el cual duró muy pocos meses, pero le hizo un grave daño al país y a la industria petrolera: La Gente del Petróleo. Causantes de la paralización total de PDVSA y propiciadores del terrible golpe de Estado del 2002 y el paro y sabotaje petrolero al país el cual les aguantó hasta el año 2003.

Por eso este modelo choca hoy en día contra PDVSA y hace que la industria esté en crisis, ante esto es necesario la búsqueda de un verdadero camino que adopte la industria petrolera venezolana.

Es necesario que todos comprendan esa situación en cuanto a lo que pasa, tener esa claridad y no seguir escurriendo el bulto: PDVSA necesita de un nuevo modelo, un nuevo liderazgo, una gerencia distinta y diferente.

Muy distinto a lo vivido en 1976 cuando ni siquiera se llamó a la conformación de un Consejo Nacional del Petróleo, por cierto, existió, pero lo acabaron, y no hubo manera de convocar a expertos para atender el llamado de una nueva industria del petróleo la cual se deslindará de un siglo de control de las trasnacionales petroleras.

Como el país recibe más dinero y produce más crudo y suben exorbitantemente las reservas internacionales, pero la nación se endeuda más y la deuda con los trabajadores aumenta y el gasto público es un desastre. Inconcebible, inentendible; capitalismo puro.

Había que romper con ese hilo, pero a partir de 1976 se hizo todo lo contrario. Los presidentes de las trasnacionales ahora con la nacionalización pasaban a ser los presidentes de las nuevas filiales, cosa que nunca debió haberse permitido.

Como tampoco se permitió orientar al país hacía la tecnificación aprovechando tanta entrada de dinero. Al contrario, se crearon las Cartas de Exportación manejadas por los políticos de los partidos políticos de turno creando con ello una economía parasitaria, atrofiada, dependiente del gran capital lo cual nos llevó desde esos años a utilizar el 97% de los recursos provenientes de la renta petrolera para importar el 96% de los que consumíamos. Hoy en día ese modelo no ha acabado.

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