PDVSA es urgente un nuevo modelo

Sábado, 01/05/2021 07:59 AM

Desde 1885 bajo el gobierno de Guzmán Blanco hasta el 2007 con el gobierno de Hugo Chávez Frías se acuño una estrategia ingenieril y económica de venderle asfalto a los Estados Unidos de Norteamérica, esto ha sido público, notorio comunicacional y bajo ese modelo hemos vivido.

Tuvieron que trascurrir 122 años, siglo y cuarto, para que Venezuela entendiera que no podía seguir dilapidando por medio de exportaciones sus riquezas de asfalto. Ahora, imaginémonos cuantas riquezas venezolanas se han extraído solo para Norteamérica. Han sido miles de millones de barriles de crudo en más de un siglo y tanto.

En Venezuela se producían 27.000 barriles de asfalto diariamente de los cuales se exportaban 17.000 hacia Estados Unidos. Por esta razón Hugo Chávez ordenó en el 2007 la venta de dos importantes refinerías de asfalto en los Estados Unidos de Norteamérica: Savannah ubicada en Georgia y Paulsboro en New Jersey. Juntas procesaban diariamente 100.000 barriles de asfalto.

Para que estas dos refinerías Savannah y Paulsboro pudieran cumplir su cuota de asfalto diariamente tenían que comprar a otros mercados 83.000 barriles de asfalto para procesar su capacidad de 100.000 barriles. Claridad para EE.UU. y oscuridad para Venezuela.

Pero Norteamérica pagó, y con toda esa valiosísima materia prima que fue aprovechada tecnológicamente en "retribución" enviaron un modelo de antidesarrollo el cual impactó integralmente en la economía y progreso de Venezuela.

Pero cuando su modelo y sus negocios cargas no les funcionaron pues sencillamente emitieron ordenes, decretos con sanciones mientras se quedaban con miles de millones de dólares perteneciente a la República de Venezuela y el cual había sido depositado en sus bancos, expropiaron toneladas de oro y conminaron a otros países para que hicieran lo mismo y le prohibieron al mundo cualquier tipo de transacción comercial con el sudamericano país. Imperialismo puro.

Por eso las ventas de Venezuela con EE.UU. se paralizaron porque existe claramente un violento choque entre dos modelos. La lucha es contra un sistema explotador, desigual, guerrerista y de una sola voz.

Mientras, Venezuela lucha por terminar de consolidar a lo interno de su industria petrolera, gasífera y petroquímica una distinta interpretación, gerencia, liderazgo y claridad suficiente para salir de esa forma antigua del manejo de sus principales industrias y encontrar el camino hacia la creación de una independencia energética sobre todo en el petróleo.

La lucha es por una vía tal y cual como la tienen otros países socios de Venezuela: Vietnam, Irán, Rusia o China. La lucha es por un modelo sólido en el cual brille un liderazgo claro y respetuoso en el abatido desconcierto internacional.

Venezuela no puede seguir ocultando una responsabilidad adeudada en más de un siglo oponiéndose al estudio de todos los intríngulis de su petróleo. Ocultar su realidad y responsabilidad ha sido algo planificado, dirigido, encomendado a su silencio el cual se hizo ley, costumbre, norma y acuerdo. Muchos de sus gobiernos abrigaron y constituyeron muy bien esta herencia trasmitida entre varias generaciones y las cuales han enseñado y guardado un silencio sepulcral sobre este tema. El mutismo vale en un país del petróleo.

Venezuela forma ingenieros en petróleo, gas y petroquímica para sus industrias, pero la gran mayoría de ellos sin conciencia social y el primer enemigo con el que deben pactar es con el modelo de servicios, ingenieril y administrativo que le impusieron a la industria desde EE.UU.

Ese actual modelo de la industria petrolera castra cualquier iniciativa de cambio pues el espiritu contentivo en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y su cuerpo de leyes es muy distinto al modelo heredado de funcionamiento de sus tres principales industrias energéticas.

Existen trabajadores dentro de la industria que se ríen y se burlan cuando se expresa o se recoge el termino espiritu. Creen que es una brujería o sarta de elucubraciones. Para "algunos" es muy difícil entender que la industria del petróleo y sus afines deben construir un espiritu de cuerpo y forma que logre andar objetivos y proyectos.

Un espiritu donde el mayor compromiso sea la decencia y que bajo ningún pretexto sus activos, materiales, mobiliario, materia prima, maquinaria, bienes y equipos puedan ser saqueados, vendidos, descuidados, saboteados, robados o privatizados. Pase lo que pase en la nación, nada justificará ningún desvió.

Pero esto se logra estudiando, entendiendo y comprendiendo los diferentes pasos históricos que ha dado tanto la industria petrolera venezolana como la mundial. El sentimiento por la patria es un espiritu propio, particular, colectivo, institucional, el cual debe llevar cada trabajador y trabajadora petrolera.

Eso es como la decencia y los buenos modales con sus valores aprendidos en casa, en cada uno de los hogares. Y eso mismo debe hacerse también desde la escuela con nuestros niños. Ya basta que en los libros de primaria de la Colección Bicentenaria se enseñen cosas tan fuera de contexto como la Orimulsión desarrollada tras el proceso de la Apertura Petrolera, cosa más desnacionalizadora como esa no existe y eso se enseña a nuestros niños.

Es urgente un cambio de espiritu, profundo y real en nuestras industrias energéticas y sobre todo en la petrolera. Advierto, con millones de dólares no se dará ningún cambio.

Sin ver o interpretar la planificación del país que queremos versus la que tenemos no llegaremos a nada. Aun cuando nosotros luchamos contra un modelo el cual está claro cuando lo vemos en la visión de Chávez, nos ha costado arrancarlo y mientras tengamos la misma estructura dentro de PDVSA la cual paraliza pagos y procedimientos porque los sistemas y programas son bloqueados desde Estados Unidos no podremos avanzar.

Es perentorio que el gobierno venezolano coloque todo el talento existente en el país para rescatar la industria petrolera, si PDVSA es de todos y es tan prioritaria y necesaria para vender productos y obtener divisas y esos recursos invertirlos en tantas cosas entre esas la industrialización, pues entonces debemos montar al país entero en este proyecto de cambio, todos juntos.

El modelo actual no concuerda con el modelo Bolivariano de revolución, no cuadra, no entra, tenemos necesaria y obligatoriamente que empujar hacia otro modelo, otra vía, otro camino, una metodología ingenieril de trabajo con hombres y mujeres primeramente conscientes hasta lograr crear un conocimiento tal que nadie se atreva ni a dañar, sabotear y mucho menos robar a la industria petrolera venezolana.

Esa es la conciencia que debemos crear urgentemente para rescatar a la industria petrolera, gasífera y petroquímica del país. Con la alianza que tenemos con tantos países cuantas cosas no podemos lograr, pero hay que hablarlo, inspirarlo, convenirlo, porque hasta ahora en los muchos intentos no se ha sabido manejar y al concluir cada gestión quedamos peor.

Si el funcionamiento de la industria sigue descuidándose esto acarreará muchos más problemas. Oriente y Occidente necesitan reactivación. En muchas áreas y aspectos se han dado pasos importantes, pero no terminamos de darlos en todos, debe entenderse que el aporte para el desarrollo es integral.

Incluso muchas reactivaciones donde ya se produce crudo están depletando los pozos y lo debiéramos estar ganando lo estamos perdiendo al doble. La visión debe ser global no parcial.

El Problema es que no nos capacitamos para hacer desde la pieza más sencilla hasta la más compleja. Nosotros simplemente seguimos un modelo descrito y la vía para los nuevos modelos hay que estudiarlas, calibrarlas, hay que capacitar bajo la óptica y el análisis de captar, vender nuestros productos y no seguir adoptando modelos absurdos los cuales siguen haciendo millonarios a las trasnacionales.

Estas ideas hay que madurarlas.

 

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