PDVSA; Implicaciones politicas de corto y mediano plazo

Martes, 19/10/2021 01:45 PM

Finalmente detienen al contratista colombiano-libanés Alex Saab, quien en poco tiempo pasó de ser vendedor ambulante de llaveros y cortes de telas, a excéntrico mil millonario [ https://www.elespectador.com/noticias/investigacion/quien-es-alex-saab-el-colombiano-extraditado-dueno-de-los-secretos-de-nicolas-maduro/ ], habiendo acumulado súbitas riquezas, producto de la corrupción con el gobierno de Venezuela; según sostiene el diario "El Espectador".

Desde la perspectiva Venezolana, la reacción del gobierno de Maduro pudiese derivar en consecuencias funestas para el país. No olvidemos que horas luego de conocida la noticia, el gobierno revoca la medida de casa por cárcel [ https://edition.cnn.com/2021/10/16/world/citgo-6-caracas-picked-up-intelligence-service/index.html ] a los 6 empleados de Citgo mantenidos en custodia domiciliaria, a la par que anuncia la paralización de las negociaciones en la mesa de dialogo iniciadas en México.

Con dichas acciones el gobierno Venezolano estaría colocando a Saab por encima del interés, bienestar y del futuro de 32 millones de Venezolanos, ya que a partir de los acuerdos que en dichas negociaciones pudiese haberse eventualmente logrado, dependería la relajación gradual de las sanciones y el cambio en la percepción internacional del país. El madurismo a pesar de estar en una posición frágil políticamente, ha endurecido el discurso y ha tomado medidas poco amigables y poco ortodoxas, que apuntan directamente en contra de los Estados Unidos.

Implicaciones Sobre PDVSA:

A pesar que dichas medidas para nada tocan de cerca al gobierno norteamericano, ni sus intereses, si pudieran desencadenar el recrudecimiento de las sanciones hacia Venezuela y particularmente sobre PDVSA, que a la postre actuarían en contra del propio ciudadano de a pie.

En el ámbito petrolero dicho discurso podría recrudecer el temor en los mercados, alejando potenciales inversionistas de alto nivel, que veían con buenos ojos las negociaciones en México entre la oposición y el oficialismo, así como la relajación silenciosa de las sanciones que en efecto venían ocurriendo desde el gobierno de Biden.

Dicho temor seria a su vez transferido hacia aquellos inversionistas de menor calado, que actualmente operan o están por arrancar operaciones en Venezuela, paralizando o ralentizando sus ya minúsculas operaciones concentradas mayoritariamente en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO). Por ahora bajo el escenario de precios vigentes del barril la FPO posee cierta rentabilidad. Sin embargo, al aumentar el costo de capital por el creciente riesgo inherente, podría disminuir de forma proporcional el atractivo y la rentabilidad final del negocio, así como también el flujo neto de ingresos a percibir por PDVSA.

En un escenario catastrófico, de enrarecerse sistemáticamente el ambiente, la producción de petróleos de Venezuela podría ceder drásticamente durante 2022, hacia los niveles de Julio’2020 por debajo de los 400.000 BPD, a la par que el flujo de insumos, bienes y productos que requiere la industria para seguir operando, así como nuestras propias exportaciones petroleras, se detendrían o se verían obstaculizadas, incluyendo el condensado y la gasolina iraní.

PDVSA comenzaría a acumular nuevamente inventario dado la imposibilidad de exportar, hasta colapsar la producción por la sumatoria de la escasez de insumos, la caída de actividad y múltiples cuellos de botella en la cadena de valor. La industria se vería nuevamente obligada al cierre selectivo de pozos y las refinerías seguirían disfuncionales, proyectando el colapso interno, tanto social como político.

Escenario Probable:

En un escenario más probable, la industria mostraría para 2022 indicadores similares a 2021, dado que no se ha visto un crecimiento notorio de la actividad de taladro, ni de inversiones aguas arriba, ni aguas abajo. Existe coincidencia en que para 2022, la demanda y los precios del barril seguirán su curso ascendente, sin embargo, existen elementos a considerar que no estuvieron presentes durante 2021, como lo es la descarbonización.

Venezuela corre el riesgo a partir de 2022 de perder gradualmente mercados, no solo por su imagen de proveedor poco confiable, sino por la expectativa de imposición de penalizaciones globales de parte de las naciones reunidas en torno al OECD, sobre el contenido de carbonos y potencial de emisiones toxicas al medio ambiente [ https://www.bbc.com/news/world-europe-56828383 ], asociadas a la producción de fósiles. Dichas medidas tomarían por sorpresa a PDVSA, la cual no tiene la menor idea de cómo enfrentar la descarbonización y en definitiva no esta preparada tecnológicamente para ello.

Por si solo las emisiones acumuladas anuales, por quema y venteo de alrededor de 1.600 millones de pie cúbicos de gases invernadero, que PDVSA emita a la atmosfera diariamente, constituyen unas 81.500 tonne/día a condiciones estándar de presión y temperatura; es decir unas 30 millones de toneladas por año.

A ello habría que abonar la huella de emisiones toxicas y de gases invernadero, que generara nuestra producción diaria de crudos y gas. Para el caso del barril de petróleo producido a partir de procesos de recobro mejorado, este posee un coeficiente de emisión de 438 kg de CO2 equivalentes (Kg CO2eq/Bbl), mientras que el barril convencional unos 500 kg CO2eq/Bbl. Considerando una producción de 600.000 BPD, el potencial de emisión total de CO2 de PDVSA rondaría los 140 millones de toneladas anuales o 140 megatones año.

Esa seria la necesidad de captura que en el futuro cercano nuestra corporación tendrá que reportar anualmente, si desea seguir comercializando sus crudos bajo el entendido de la tasa de producción actual. En caso que nuestra producción de petróleo se incremente hacia el umbral de 1.500.000 BPD, la necesidad de créditos de carbono incrementaría proporcionalmente hacia 300 megatones de CO2 anualmente. En caso que se aumente la proporción de nuestros crudos pesados, la equivalencia podría ser incluso superior. Como siempre, ninguna acción estratégica proactiva, ni correctiva de fondo ha sido implementada en PDVSA y no creemos que suceda en el corto plazo.

En cuando a producción, solo han sido abiertas unas 16 asociaciones, de las cuales unos 7 estarían operativos y 9 en espera. Son negocios poco transparentes pactados bajo la sombra de la ley antibloqueo. Negocios que a ciencia cierta su conveniencia para el país no lo consta a ningún Venezolano, dado que no están bajo el escrutinio real de institución imparcial alguna. Empresas que dudosamente están casadas con el medio ambiente y que no poseen el brazo tecnológico, para adoptar las políticas y acciones operacionales que serán pronto de carácter obligatorio en el mundo.

La gestión de A. Chávez y T. Aissami al frente de PDVSA ha sido y es verdaderamente deficitaria, aun en presencia de un barril que ha superado los $80 y aun bajo un ambiente mucho más benigno y relajado desde la perspectiva de las sanciones norteamericanas desde la llegada de Biden. Nuestra industria petrolera continúa siendo una empresa pésimamente manejada, excesivamente supernumeraria, disfuncional, ineficiente, deteriorada y corroída por el germen de la indiferencia y la corrupción.

Es una empresa sin dolientes, donde los pocos empleados que asisten a sus puestos de trabajo, no poseen ninguna motivación; sino por el contrario, el temor de ser perseguidos y acusados de terrorismo. Sus conquistas laborales han sido violadas una y otra vez desde precisamente su junta directiva.

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