Citgo; entre los peores negocios de PDVSA

Martes, 10/05/2022 12:45 PM

En sus orígenes hacia los inicios de la primera guerra mundial, la actual Citgo Corporation era una empresa de bienes y raíces, ingeniería, e inversión, conocida como Cities Services Company, que en lo adelante se inclinaría hacia el área de servicios de electricidad, transporte y gas. Ante la escasez de gas que atravesaba el mundo en general y los EEUU en dicho momento en particular, la empresa se embarcaría luego en exploración y producción, con operaciones principalmente en Kansas, EEUU. Apalancado por la guerra, su producción de petróleo tuvo mucha demanda, la cual se convertiría luego en demanda de refinados. Es así como luego nacería el brazo refinador de Cities Services, hoy conocido como Citgo Petroleum Corporation.

A mediados de los 70 Venezuela estaba en pleno calor de la nacionalización de nuestros hidrocarburos. La puja de las transnacionales por mantener su pie en la yugular de Venezuela era en realidad su principal objetivo. Ese objetivo aparte de los distintos convenios leoninos que nuestra nación había firmado y de otras prebendas otorgadas en aquel momento a las transnacionales, también se satisfizo en parte a través de ciertos operadores que profesaban simpatía y peculiar identificación hacia ellas.

Hubo muchos Venezolanos valiosos en la industria. Genuinos defensores del país y preparados en el manejo de la materia petrolera, algunos de ellos convertidos hoy en avezados críticos. Bajo nuestra humilde perspectiva, Gustavo Coronel y Arnold Volkenborg son claro ejemplo de ello. Pero había otro tipo de individuos que eran de un interés particular como operadores claves de ciertas transnacionales, que llegarían a ocupar la presidencia de nuestra industria. Nos referimos a J. Chacín en 1986 y L. Giusti en 1994.

Ambas fechas marcaron el inicio de grandes transacciones enmascaradas tras lo que ellos denominaron hacia 1986 como "internacionalización" y luego, hacia 1992 cuando se anuncia la apertura petrolera. Esta última realmente arranca producción en el entorno de 1994, ya con Giusti a bordo.

A la luz de los resultados, ambas fechas marcaron un gran retroceso para Venezuela, al no solo haber impactado adversamente la contribución neta al estado, ralentizando marcadamente el crecimiento económico de nuestra nación y la calidad de vida del Venezolano, sino también, habiendo sumergido a Venezuela en un agudo nivel de pobreza extrema y fuga de capitales. Muchos de esos capitales fueron centrifugados hacia afuera por las mismas transnacionales de la apertura, mientras los costos de PDVSA se triplicaban.

Algunos intentan señalar a la acción gubernamental como única responsable de la pobreza y la caída de nuestra economía, sin embargo, la industria petrolera siempre ha motorizado nuestra economía. El estado contaba con PDVSA y su actividad asociada para proveer sobre el 75% de los ingresos netos en divisas de la nación. Por ende, al fallar PDVSA, falla en consecuencia el estado.

Internacionalización; Citgo

No estamos en contra del concepto de internacionalización y apertura petrolera, como acción tendiente a atraer capital y acelerar ganancias para el país. Estamos en contra de la forma en la que se hizo, dado que no se logró ninguno de esos objetivos.

Cuando se escucha el nombre de internacionalización y apertura en Venezuela suena bonito, pero cuando se analizan sus resultados, el tufo y el hedor son insoportables.

Entre 1986 y 1990 con Juan Chacín al frente, PDVSA en medio de un barril que pasaba de $13 a $22 y una producción que escalaba desde 1,890 a 2,262 MBD, la contribución neta de nuestra industria a la nación se abatía del 18.2% del ingreso bruto en 1987 a 10.2% en 1990, mientras Venezuela que se adentraba en un proceso degenerativo de su economía, que comenzó incluso antes del viernes negro de 1983. ¿Cuál era la función de PDVSA si no, proveer la mayor suma de divisas a la nación?

Las supuestas inversiones internacionales resultaron en detrimento de nuestra nación, aunque en magníficos negocios para los intermediarios y para los países receptores, dado que era el fisco de dichas naciones quien en realidad se beneficiaba.

La sincronización de fechas no fue coincidencia, como tampoco lo fueron sus protagonistas. Hasta 1982 Cities Services se había convertido en una empresa exitosa, aunque en realidad hacia sido sencillamente ayudada por eventos geopolíticos globales que se sucedieron con cierta continuidad desde sus orígenes de la guerra y la postguerra. Pero apenas pasada la entropía mundial comenzaba a hacer aguas, con fusiones hostiles entre empresas tanto del segmento aguas arriba como aguas abajo, viéndose obligada a racionalizar operaciones para reducir costos y perdidas.

Cities Services termina en las manos de Occidental en 1982, quien luego vende casi de inmediato en 1983 a Southland, al darse cuenta del pésimo negocio en el que había caído. Esta última fusiona su sector de refinación, distribución y mercado, apareciendo así Citgo Petroleum Corporation en 1983 con Lake Charles (320 MBPD) y unas 4,100 gasolineras.

Southland llevaba consigo además las tiendas 7-eleven totalizando unas 7,500 entre EEUU y Canadá, en un intento por elevar ventas que resultaría fallido, presentando para 1984 perdidas por $50 millones de antes, unos $115 millones de 2022.

En un intempestivo cambio de directiva, aparece a la cabeza de Citgo un exdirectivo de Gulf y Shell de nombre Ronald Hall. Gulf era la predecesora de Meneven y Shell la predecesora de Maraven y Hall había trabajado en Venezuela muy cerca de esos delfines que llegarían a liderar PDVSA.

Para ese momento en 1986 con R. Hall a bordo, Southland la propietaria de Citgo para entonces, estaba ya con el agua al cuello sumergida en deudas, siendo presa fácil para una negociación donde Venezuela pudo haber sacado máximo provecho; pero no fue así.

Chacín fue expresidente de Gulf Ecuador hasta 1975 y luego de Meneven (ex-gulf) hasta 1981. Con su carrera en Gulf era no solo conocido, sino cercano a R. Hall. Es precisamente entonces durante 1986 cuando aparece Juan Chacin en la presidencia de PDVSA, cuando casi que milagrosamente sale al unisonó al auxilio de Citgo, adquiriendo a través de Propernyn B.V.; una subsidiaria offshore de PDVSA América, el 50% de esta por la bicoca de $290 millones de entonces; unos $640 millones de hoy [ Southland to Sell 50% of Citgo Unit to Venezuela - Los Angeles Times (latimes.com) ].

PDVSA pagaba gustosa y sin chistar por la mitad de una empresa literalmente en bancarrota, asumiendo de inmediato un saldo rojo en sus cuentas. Desafortunadamente para Venezuela, Citgo seguiría presentando perdidas severas y es así como Juan Chacín nuevamente y en su último año al frente de PDVSA, sumerge en Enero de 1990 a nuestro país en la compra de la totalidad de una empresa que arrojaba; repetimos, cuantiosas pérdidas, pagando $662 millones de entonces; unos $1,300 millones de hoy por la otra mitad [ Southland completes sale of remaining interest in Citgo - UPI Archives ]. Se había zafado Southland de la pesadilla de Citgo, habiéndola pasado a los tontos útiles de PDVSA y Venezuela.

La engañosa mitocracia entreguista era un estado dentro del estado que desacataba incluso al ministro y se daba el lujo de ir directamente a mentir con cifras maquilladas al mismísimo "congreso", tomando ventaja de la ignorancia reinante en la materia entre sus diputados.

PDVSA justificaba dicha compra como necesaria para asegurar mercado a ciertas segregaciones criollas. Pero Venezuela con dicha compra se sumergiría en una espiral de gastos, en un activo que solo ocasionalmente arrojaría ganancias marginales, pero que si arrojaría y arroja ganancias abundantes para el fisco norteamericano.

No contento con ello PDVSA se embarcaba en una imparable espiral de compras y adquisiciones de otras refinerías obsoletas y en medio de problemas financieros; oleoductos y distribuidoras, todas subsidiadas con dinero Venezolano.

Venezuela pagó cerca de $1,000 millonex de entonces; unos $2,000 millones de hoy, por Citgo, una empresa financieramente desahuciada que lo que arrojaba era cuantiosas pérdidas, que solo serian detenidas luego, con el subsidio otorgado por PDVSA a través de la venta de sus propios crudos con grandes descuentos.

En 1994 arriba a la presidencia de PDVSA el segundo delfín de las transnacionales; Luis Giusti, el hombre que aparece involucrado en una oscura trama de estafas y malversaciones con Alange Energy [ Luis Giusti, Alange Energy (ALE.v) saga still not over | Setty's notebook (wordpress.com) ]. Giusti es un Ex Maraven (ex Shell) comprometido con el lobby petrolero internacional, hasta tal punto que durante 1997-1998 lo nominaron dos veces a "ejecutivo del año". Lo nominan habiendo puesto a PDVSA literalmente perder dinero, ya que fue durante su gestión cuando PDVSA presente el menor ingreso neto de su historia con $663 millones; menos del 3% del ingreso bruto. No contento con ello, contribuía abiertamente a destruir la homogeneidad de los mercados energéticos, violando abiertamente las cuotas de la OPEP.

Ese lobby tenían temor que llegase el fin de la apertura y de su operador en PDVSA, como en efecto llegó. Lo querían hacer lucir como indispensable ante la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998, quien no dudó en defenestrarlo.

Con Giusti, las adquisiciones continuaron, pero las perdidas también. Entre las adquisiciones que se ejecutaron entre 1994 y 1998 figuran las siguientes:

  • $1,500 millones en la compra de Cato Oil & Grease

  • $1,700 millones en el upgrade de Lyondell

  • Cantidad no-Especificada: porcion de Unocal Corp- UnoVen-Lemont

Todo ello ocurría mientras dentro de Venezuela el PIB se abatía y la pobreza se expandía. PDVSA compraba activos envejecidos que requerían de un elevado nivel de gasto e inversiones, para poder adaptarlos a las especificaciones de nuestros crudos. El estado financiero que PDVSA mostraba era cada vez más doloroso, reduciendo por ende cada vez más el nivel de ingreso neto a la nación. Para 1999, aun con los subsidios de nuestros crudos, la ganancia neta reportada de Citgo era menor a $25 millones. Ya para 1998-99 Mandini veía con interés la venta de dichos activos, particularmente el de Illinois, cosa que luego pasa a segundo plano en una Venezuela ya entrada en creciente entropía política que la dirigiría recto al nefato sabotaje de 2002.

La nefasta naturaleza del pésimo negocio que representaron dichas adquisiciones, se confirma claramente con el historial de perdidas severas que ha tenido Citgo desde la usurpación por el clan Guaido y el parapeto golpista ad hoc desde 2019, sencillamente cuando se les corta el grifo del subsidio del crudo Venezolano [ Einstein Millán Arcia: Citgo; pierde dinero con una directiva de conspiradores e ineptos - Emisora Costa del Sol 93.1 FM (costadelsolfm.org) ].

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