En el reino de la arbitrariedad, la trampa es regla. De hecho, la idea de trampa se refiere a la violación de las reglas o, en caso extremo, la ausencia de ellas. Pero, generalmente, en la definición de las trampas, también se hallan las nociones de engaño y maniobra. Por eso, parte de la actitud que se debe tener para sobrevivir a un conflicto, es la desconfianza extrema con las presuntas "generosidades" o hasta "debilidades" que muestre el contrincante. Parte del arte de la guerra es la mentira. Nada es lo que parece. Hasta cuando suenan las bombas, el murmullo de unas negociaciones discretas logran hacer más ruido.
Jugar con un tramposo depara una experiencia llena de suspenso. Nada parece casual y los descuidos son fatales. El suspenso, es la cualidad central de toda buena narración. Sea un Thriller o un romance, el efecto debe ser la creación de una expectativa angustiante, de una espada a punto de caer y producir con su golpe la caída de una cabeza, que rebota en el suelo como una pelota.
Esos han sido los ingredientes de la serie que hemos tenido que vivir los venezolanos con el corazón en la boca: trampas, suspensos y apagones. Trampas legales y políticas. Hasta cibernéticas si consideramos el extraño funcionamiento de un sistema "automatizado" que deja pasar unos candidatos y otros no según la conveniencia del momento. Suspensos por las jugadas de los contendores que hacen gala de sus astucias para lograr burlar las trampas del contrario. Colgado de un pelo, pende el arma afilada, y nadie sabe en relación a las trampas por dónde viene, cuándo y cuánto durará (en el caso de los apagones).
¿Necesito recapitular ese carrusel? Cada día ocurren nuevos acontecimientos. Cada paso se rodea de minas. Ellas estallan. Algunas esquirlas se proyectan al instante siguiente. Otras, un poco más allá; incluso hasta los años que vienen. Recién la Contraloría acaba de inhabilitar por 15 años a otro grupo de políticos opositores. ¿Quién no piensa que esa decisión tiene una motivación política en vista de que después de julio vienen las elecciones parlamentarias? Formalizar el apoyo a la candidatura del embajador González costó dos días de estrés para los encargados de penetrar en el sistema automatizado del CNE. A minutos de vencerse un plazo para inscribir la candidatura de la oposición, sin tener su contradictoria dirigencia un consenso como se obligaron, Rosales inscribe la propia para, en sus palabras, resguardar una tarjeta al menos para continuar por el camino electoral. Por ello, una catarata de acusaciones y ácido verbal en las redes sociales le cayó encima. La estructura de las anécdotas parece la sucesión de sketch del coyote y el correcaminos.
El amigo Demián Alfa reconocía en días pasados que la oposición, rasguñada por anteriores y sucesivos fracasos, mordida por miles de serpientes, ha logrado ir resolviendo sobre la marcha las trampas en su camino, superando sus reflejos característicos: de elegir una candidata inhabilitada en unas primarias que todos apostaban harían estallar a sus promotores, pasar a instaurar una lideresa que designa sus representantes como cartas sacadas por sorpresa de su manga. Ahora luce más convincente su insistencia en que seguirá por el camino de los votos. Las provocaciones para hacerle "descargar la arrechera" en un enésimo abstencionismo lleno de espuma bucal, no han logrado sacarla de su riel. La experiencia de Barinas, dicen. Bueno: hay que aprender o morir.
Además, los actores están dentro y fuera del país. Estados Unidos, claro; pero también los vecinos, las superpotencias que pugnan en la guerra fría actual, las compañías petroleras. Es obvio que la espada de Damocles no cayó sobre el Embajador González por la oportuna intervención de Lula y Petro, a diferencia de la silenciosa "tranca" del sistema que congeló la Corina designada. Que las licencias fueron suspendidas "más o menos" porque las compañías gringas siempre podrán solicitar una excepción, dejando una rendija para nuevas negociaciones. Estas son aceptadas por todos.
De pronto una prórroga en el plazo para cambiar los apoyos a candidatos. Se conforma una alianza entre la AD y el COPEI judicializadas, permitidas, casi decretadas por el gobierno. El conde del Guácharo se sacude el apoyo del gordo Barreto facilitando el chiste de la liberación de un peso. Se reúne la sala electoral del TSJ y hay un temblor porque se intuye que viene el golpe: ¿matarán la tarjeta de la MUD? No…por ahora.
La estrategia de partida del gobierno todo el mundo la preveía. Sus ejes son la abstención y la fragmentación de la oposición. Los primeros movimientos lo evidenciaban claramente. 13 candidatos. Ahora son menos. Todo paso tiene su utilidad, razón y medida. Lo que no se echa para atrás es la represión selectiva: Rocío San Miguel sigue presa sin poder elegir su abogado, muere un preso bajo custodia estatal, siete dirigentes del partido de la Machado se les emite orden de detención. No sueltan a los sindicalistas presos. Continúan las denuncias acerca de un presunto magnicidio que sirve para meter preso a un montón de gente. Los mensajes de varios columnistas progobierno pretenden hacernos sentir lástima por el Presidente, tan asustado el pobrecito.
Los acontecimientos se multiplican tanto que nos pasa como aquel hermano de la canción de Silvio Rodríguez: por mirar únicamente al suelo donde va a colocar el siguiente paso, pierde la perspectiva de más allá del momento inmediato, no se ve adónde va. Algunos "analistas" desesperan por un "pacto de convivencia" que parece ganar puntos por la sugerencia del presidente Petro de impulsar un referendum para un acuerdo que impida la persecución y le garantice la libertad a los perdedores en las elecciones, cosa que debiera ser normal si existiera efectivamente la Constitución que, hoy, es solo u montón de papeles. Para algunos, lo peor son los extremistas, sobre todo los que siempre ha comentado la inhabilitada lideresa de la oposición. Se habla de "costos de salida" y "costos de mantenimiento" a la hora de que Maduro tuviera que entregar la cinta presidencial. Vienen a colación comentarios de los procesos chileno, argentino, español, surafricano. Se recalca la necesidad de los acuerdos, de la "justicia de transición", el aspecto conciliatorio.
Por supuesto, si no hay guerra civil, los conflictos políticos deben resolverse por acuerdos o, por lo menos, procesos deliberativos en cuyas reglas todos los participantes estén contestes. Eso lo sabe el embajador González, quien se definió como el candidato de la transición, de "la mayoría de los venezolanos que quieren un cambio", de "un país donde nadie tema ser perseguido por sus ideas, un país donde podamos construir una economía sana y robusta". Suena bonito. Sobre todo después de leer a Luís Fuenmayor trayendo a colación el apoyo del Embajador al golpe de abril de 2002, cuando se eliminó de un plumazo toda una institucionalidad y se persiguió un montón de gente y hasta se violó el territorio de una embajada, la de Cuba ¿te acuerdas? Muchos dicen "se perdona, pero no se olvida", cuando se conoce que un exministro de Chávez, muy chavista, emotivamente, llama a votar por González.
Entonces, es bueno levantar la mirada del camino lleno de huecos, piedras y obstáculos, para ver cuáles son las perspectivas de este país. Claro que hay que llegar a un nuevo pacto de convivencia. Claro que hay que preservar el pluralismo político y, por tanto, las diferentes posiciones por más agrios que hayan sido los enfrentamientos y sobre todo por más abusivos que han sido los del Poder actual. Se calcula en varios miles de millones de dólares el capital necesario para acomodar algo del Sistema Eléctrico Nacional para evitar tantos apagones (de hecho, hoy se apaga el país- tres apagones diarios de cinco horas de duración cada uno por donde vivo - para mantener la luz en Caracas). Y eso implica, solo para eso y no hablar de otros problemas graves, préstamos inmensos de un sistema financiero que hoy están bloqueados para el país. Pero sobre todo hay que retomar la Constitución Nacional y remover todas esas leyes que la violan sistemáticamente (Ley "antibloqueo", la del Odio, contra el Fascismo, de las Zonas Económicas Especiales, etc.).
Esa debe ser la perspectiva y el factor para tomar una decisión y votar; y no esconderse tras una abstención que es solo la apariencia de un radicalismo inútil.