La frontera del Táchira

Lunes, 06/05/2019 12:58 AM

La frontera, siempre huele a lejanía, todo lo que esté distante de la capital, es frontera, por aquí inventamos, penas, alegrías, martirios, tormentas y sueños, al final de cuentas todo lo que esté lejos de Caracas o Bogotá es imaginario, allí todo se esconde, es efímero e inexistente.

En Caracas creen que estas montañas fronterizas, es una ancha y larga sabana tendida sobre el horizonte, por lo que no respeta nuestros quiebres.

Quien vive en la frontera vive en un mundo inocuo lleno de tormentas, en los umbrales de morir o sobrevivir, fácil nos la motivamos, por lo que fácil nos podemos incitar con las hormonas del odio o el amor.

La realidad de la frontera es irreal, ya que se hace amorfa y precaria. Lo dramático del Táchira fronterizo, no es que seamos ficticios, lo calamitoso es, que, además de ser un umbral de pasiones, la gente del centro o de la capital, cree, ha creído y creyó siempre que no existíamos.

Nos impusieron siempre seres centrales, o a quienes ellos les daba la gana, los cuales sí eran reales. Pero luego de que nos los imponían, estos se convertían en imaginarios, el umbral frontera y lejanía, apabullan la inteligencia de unos y otros, del que nace aquí y del que llega, pero mucho más de los que aquí no están.

Esos jefes de fronteras, hacedores de palabras, apostadores de ficciones, jefes políticos, nacidos del calor de la patria, convertidos en imaginarios por su increencia, venían, hacían y hacen lo que bien se les da la gana.

Desde Caracas o Bogotá, se olvidaban y se olvidan del enviado o, del colocado a dedo, y en ese lapso de tiempo el espacio de la frontera se hacía y se hace insostenible.

El Táchira es paradigmático, todo está controlado, todo está tapado, es un umbral con huecos por todos lados, el Táchira es el gran hueco de Venezuela, por aquí se escapa todo, todo se esconde y al lado nos atrapan.

Sin preguntarnos nos cierran los sueños.

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