De las armas y de las letras

Miércoles, 08/05/2019 02:34 PM

El entorno físico y el entorno lingüístico, similaricadencia con la guerra y la paz, de las armas y de las letras, son contenidos que se contienen en el continente de todo campo de todo contexto, asina como ser y noser, exceso y defecto, han de tener tercio incluso aristotélico profundo como multicéntricos, asín también como lo multipolar y lo multijerárquico de los valores morales, éticos, estéticos espirituales y del entendimiento, que es resumen lo filosófico, el equilibrio dinámico dialéctico dialógico diabético, pues aquí en lo filosófico se cazan más moscas con miel que con vinagre, y se ha de amainar lo del águila no caza moscas, quizás y sin quizás, este centro universal unificado filosófico, le ha faltado, a más de la ironía quijotesca cervantina, a todos los gobernantes gringos go home, de no nombrar otros niños vecinos mal nacidos. El punto de inflexión topológico borroso (1/2), entre lo científico y lo espiritual, faltóle a Alberto Einstein, en la teoría del campo unificado, negado por el tercio excluso aristotélico, pero la criada respondona, el tercio incluso estagirita, transportárala, la criada, la voladura de Las Torres Gemelas Neoyorquinas, 11/09/2001, de la Virgen de la Coromoto, a las cinco en punto de la tarde, con el famoso fatídico imprecato georgebushiano: "O estás conmigo o estás con mi enemigo". Lo filosófico, reclamábalo Pepe Mujica, para la política, en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), La Habana, el 29 de enero de 2014, a sabiendas que en la nutriente de la política, pese a que para Roberto Hernández Wohnsiedler: "La política era actividad compleja, llevada por la síntesis de todas las vitales contradicciones sociales", y en la filosofía, nutriente política, ha de estar la ironía quijotesca cervantina olvidada, partícula partitiva viva, profundo centro universal unificado, tal como la ironía, la filosofía y la política, ángeles eficientes y deficientes entre ellos, impónese, por la calle de en medio, el que más sexo tenga, ya cojones ya cucharones, pues el sexo whitmaniano, todo lo contiene. ¡Ay, qué terrible la ironía de la vida mía!, cantara el poeta de La Fuente Granadina, con vaselina y sin vaselina, hay que recuperar la ironía, olvidada por los gobernantes, incluido don Pepe, que le ha de venir muy bien, no lo de la vaselina, sino lo de la ironía, puesto que en los últimos días viene divariando, divagando navegando barquichuelo emparchado ojuelo, divorciado de la realidad venezolana que no llena magín presidencial emérito uruguayo mujicano, tanta imaginación caribeña bolivariana en la tierra de Chávez, entre amor y odio, entre la guerra y la paz, entre las armas y las letras, está el trecho estrecho arrecho, optimalidad ortogonal pitagórica de EQUILIBRADA DIPLOMACIA DIALÉCTICA DIALÓGICA DIABÉTICA JUSTA PACÍFICA VENEZOLANA, lectura histórica para propios y extraños, que no ha de caerse a pedazos el cuerpo del Estado ni de la Nación, sino a endulzar el corazón de tantos cuerpos malsanos abstrusos ilusos, porque más moscas se cazan con miel que con vinagre, puesto que entre la miel y el vinagre está la PAZ, cantada como bingo en el juego político venezolano, y fiestas patronales felices de los pueblos.

De las armas y de las letras, casos límite contradictorios, similaricadencia con hecho y Derecho, dicho y hecho, y entre los aspectos límbico antagónicos, el trecho estrecho arrecho, la optimalidad ortogonal pitagórica. Oportuna es la palabra del Quijote, en los dos últimos párrafos de (I, 37), de la famosa infanta Micomicona, en que comienza el discurso de las armas y de las letras, y, (I, 38), el curioso discurso de las armas y de las letras, que por cierto, a la RAE, en versión aniversario a la primera edición del Quijote, conmemoración del cuarto centenario de la publicación del texto cervantino en 2005, no se le aguó el ojo pa’machetear al Ingenioso Hidalgo, en que volara la preposición "de" del famoso discurso mílite, que este cura ignaro raro cleuasmo asno, en ruptura y rebelión, recupera la preposición antes del descabezamiento en el Retablo de las Maravillas de maese Pedro Grimales Urdemales RAE.

Quijote (I, 37): "Quítenseme de delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas; que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, los disignios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo. Siendo pues ansí, que las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras, y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida. Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: ''Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad''; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fue decirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: ''Paz sea en esta casa''; y otras muchas veces les dijo: ''Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros'', bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano; joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véase cuáles son mayores."

Se ha de hacer notar que las armas como las letras necesitan del tercio incluso aristotélico, en el caso del Quijote, ha de ser el espíritu, continente que contiene tanto contenido como no contiene equilibrado contenido, o sea, tanto es lo más cómo lo menos, tanto es el todo como la parte, como en la jurisprudencia romana contradictoria borrosa, el espíritu entre la letra divina y la letra humana, la justicia y la injusticia, la razón y la sinrazón, el amor y el odio, habilidades y debilidades, guerra y paz, valores jerarquizados y valores polarizados, como también se trasciende a la gloria, al través del espíritu, centro universal unificado, deseado tanto tiempo por Albert Einstein, como la teoría del campo unificado, que nególe Aristóteles y su tercio excluso estagirita, desplomado después de más tres siglos de reinado, con el derrumbe de Las Torres Gemelas Neoyorquinas el 11/09/2001, de la Virgen de la Coromoto, a las cinco en punto de la tarde, con el apotegma mísero georgebushiano con su disyuntiva excluyente manifiesta, "O estás conmigo o con mi enemigo", en que se visibiliza la criada respondona, ésta es, el tercio incluso aristotélico, y nace el tercio incluso estagirita profundo, entre los contradictorios, lo excluso y lo incluso, como exceso y defecto, y entre, el forzoso y necesario medio, eterna noria notoria, de todo movimiento dialéctico espiralino sinusoidal histórico.

Quijote (I, 38): "Prosiguiendo don Quijote, dijo: -Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con sólo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad que espere que llegue la noche, para restaurarse de todas estas incomodidades, en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio; lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna. Y, cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba, y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero estos milagros vense raras veces. Pero, decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda, habéis de responder que no tienen comparación, ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio.

Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podría sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necesidad y pobreza puede llegar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado, que, hallándose cercado en alguna fuerza, y estando de posta, o guarda, en algún revellín o caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Sólo lo que puede hacer es dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina, y él estarse quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad. Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y, con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno; y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario. Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que, sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala, disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar de la maldita máquina, y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar luengos siglos. Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos; porque, aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo lo que fuere servido, que tanto seré más estimado, si salgo con lo que pretendo, cuanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de los pasados siglos."

El discernimiento contradictorio borroso para este cura ignaro raro cleuasmo asno, lo lleva de los tuétanos al pellejo, del paridero al paradero, del fontanero Neptuno al suelo Geo, del suelo al fuego Plutón, del fuego al cielo Júpiter tonante ¡Oh, Ermila Zenobia! ¡Del fuego al cielo!: El estudiante y el soldado, más pobreza y menos pobreza, fundamento del coronel no tiene quien le escriba. El hurto y el robo, robar y reparar, vida y muerte, manco de Lepanto y renco de San Carlos, el premio y el castigo, lo laberíntico y lo inconfundible, letras y armas, defensiva y ofensiva, temer y esperar, esperanza y desesperanza, valiente pecho y cobarde pecho, maldita máquina y bendita máquina, cielo e infierno, guerra y paz, debilidades y fortaleza, Estado y Nación, razón averiguada y razón no averiguada, debilidades y fortalezas, mina y contramina, hechos y actos, consciente e inconsciente, bajel contrario y bajel compatible, embarcación amiga y embarcación enemiga, hechos y leyes, dichos y hechos, hechos y derechos, y entre éstos casos límite contradictorios, el trecho estrecho arrecho, entre bajeles, la optimalidad ortogonal pitagórica, partida por la partícula partitiva viva equilibrada dinámica dialéctica dialógica diabética, o sea, el tercio incluso aristotélico profundo (1/2), entre los contradictorios, lo excluso y lo incluso, como exceso y defecto, y que entre, lo forzoso e inútil, ha de haber siempre un medio, eterna noria notoria, de todo movimiento dialéctico espiralino sinusoidal histórico, de la aventura y el atrevimiento trascendental, honradez digna honorable del último párrafo.

Si de las armas y de las letras, casos límite contradictorios, similaricadencia con hecho y Derecho, dicho y hecho, y entre los aspectos límbico antagónicos, el trecho estrecho arrecho, de bajeles límbico viceversas, la resolutoria optimalidad ortogonal pitagórica, ha de tener las pareadas palabras límbica paradójicas, de las armas y de las letras, entonces sea dicho que Quijote (I, 37) y Quijote (I, 38), están entre la vida y la muerte, entre un lugar de la Mancha y las villas y lugares de la Mancha. Ergo vergo sea dicho que Quijote (I, 37) y Quijote (I, 38), sea estudiado como el arte de la guerra suntzuiana milenaria, en tromba de trompón a troche y a moche.

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