La sangre fría, el sano juicio, la paciencia del piojo no acompañan a este desgobierno, a simple vista se les nota el miedo y el desespero. Dos señales demuestran una gran debilidad y presagio de calamidades. Veamos.
El desgobierno tiene razones para estar desesperado, todo se le derrumba y no acierta con ninguna solución, todo le sale mal, no sabe qué hacer, esa es la verdad, debía declarase incompetente pero insiste en llenar al país de disparates. Ahora aparece con esa payasada de "diálogo, discusión y rectificación". Los incautos y los obligados se reúnen, sin dirección, a discutir pistoladas que serán como tantas otras veces tiradas al olvido. La esperanza nos dice que el gobierno blande el diálogo cuando está en las cuerdas. Lo anterior es un signo claro de la debilidad ideológica del gobierno.
Pero hay más, el madurismo, que se sabe débil con un precario apoyo militar y un casi nulo apoyo popular, está lleno de miedo, se asusta hasta de su sombra. Ahora aparece con la bravuconada de quitarle la inmunidad a los diputados que fueron a Altamira el 30 de abril, piensan que es una demostración de fuerza, que así cumplen lo que pedía el General Padrino cuando clamaba por el fin de la impunidad. Triste les salió la bravuconada, es lo contrario de lo pretendido, una demostración de profunda debilidad, atacan a los parlamentarios, pero guaidó sigue libre. Demostración de que el gobierno le teme a los gringos, no se atreven. Se les acabo el vigor con el que exterminaron con PDVSA, se les acabó el brío con el que metieron presos a tantos militares chavistas, fueron suficientes unos griticos de un vocero gringo para que el gobierno aplicara los frenos y comenzara a buscar a Dios por los rincones, irse por las ramas. Esa es la segunda señal de máxima debilidad.
Así están las cosas: un gobierno agonizando, próximo a una estampida descomunal, y una franquicia yanqui esperando para terminar de vender al país. Es el forcejeo que ocupa la política, hoy. Esta situación, esta contradicción dentro de la derecha, la pelea entre el gobierno y la oposición, va llegando a su final, no hay forma de mantenerla por mucho tiempo, el desenlace está muy cerca.
Lo que pase dependerá mucho de lo hablado por los gringos y los rusos, ese acuerdo es de obligatorio cumplimiento por las partes nacionales, lamentablemente es así, ellos no tienen voluntad propia. No sabemos el contenido del acuerdo, sin embargo hay dos posibilidades principales: una, los rusos le quitaron el apoyo a maduro, eso se verá en los próximos días; otra, llegaron a un acuerdo de unas elecciones próximas, de allí el diálogo; entonces, los dos se sentarán otra vez, pero la declaración final ya está redactada en inglés y en ruso, falta la traducción al castellano; la tercera, porque en política todo se debe considerar, es el golpe de Estado. Y allí se abre una discusión. Veamos.
El golpe puede ser de derecha, lo desaprobamos, pero puede ser, todo es posible; repetimos, puede ser revolucionario, chavista, que llame a los exiliados, suelte los presos, forme la Junta de Gobierno que las circunstancias exijan, tome medidas con PDVSA, tome medidas económicas de emergencia, reviva al gran polo patriótico, en ese caso, recordando el 4 de febrero, lo apoyaremos, correremos el riesgo de que la constituyente nos allane la inmunidad, que el fiscal nos declare traidores a la Patria.
Después podremos ir al Samán de Güere, al Cuartel de la Montaña a entregarle, con la frente en alto, cuenta de nuestros actos al Comandante Chávez.