No hay problema en la mentira. Desde el principio la mente humana ha tenido que mentirse a sí misma para aplacar la dolorosa angustia de vivir, expuestos a los "imponderables", al caos que es la naturaleza. Heráclito, un verdadero filósofo, reprochaba a sus sentidos el hecho de revelar la realidad de manera formal, engañosa, estática, una gran mentira sobre lo que él sabía que era un cambio constante, una imagen engañosa de lo que no se podría tener una imagen, porque siempre está sucediendo invariablemente en otra cosa. Sin embargo, luego que el espíritu humano ha transitado miles de años, desde una prehistoria hasta hoy que tenemos muchas "historias", el problema de mentir no es mentir, como miente el artista, o el filósofo, o el político, o el sacerdote, o Sir Walter Raleigh en su historia del mundo, como todos aquellos que hacen de la mentira el instrumento dilecto para alcanzar la verdad. El problema es creerse la mentira, que solo es un instrumento para la verdad, autoengañarse como lo hacen algunos políticos, algunos filósofos de segunda categoría, y todos los sacerdotes (o casi todos), que se quedan pegados en el instrumento y se olvidan de la verdad, de la idea, la cual es el extracto que importa de la realidad, de la misma vida.
En esta época la mentira es una ilusión la cual hay que saberla administrar porque es muy poderosa. Para muchos líderes políticos, para el poder en general, para los sacerdotes, para la iglesia, la mentira se hace necesaria a fin de engañar a otros y engañarse a sí mismo del sentido terrible de vivir unas vidas vividas malamente, de no querer pensar en sus realidades hipócritas, en sus debilidades, y en la muerte, en fin, para evadir el dolor de poder ser rechazados por la sociedad. ¡Qué mayor mentira para el sacerdote que la vida después de la muerte, que el "paraíso" y el infierno; qué mayor evasión para los "cuatro poderes" que un título universitario, un cargo público, una dignidad de obispo, para poder ser y hacer todo lo contrario a que obligan esas acreditaciones! Por otro lado, en los "partidos" –dice Nietzsche – (políticos, iglesias, corporaciones, asociaciones profesionales, gremios, Clubes, ONGs, imagino que los "colectivos" etc.) la mentira es mentirse a sí mismo, creerse el cuento; es manipulación y poder sobre la mente humana; en todos, la automentira, la carencia de consciencia, el descontrol de la realidad, funcionan idénticamente igual. O sea que mentira, mentirse y partidos y partidarios es el lado ilusorio de la mentira que no podemos administrar, porque ella, la ilusión, nos administra a nosotros.
No es así en el arte y en el "partido" revolucionario. Aquí el acento lo tiene lo revolucionario, el sentido de cambio, de que las cosas cambian y que deben cambiar, pero sobre todo en el hecho de que las cosas cambien, y que si queremos entendernos y entender al mundo debemos andar sobre el lomo de la realidad. Un partido revolucionario sería un partido que no se cree del todo su mentira, porque sabe; tiene consciencia de que la realidad deviene, está sucediendo, y para combatir la esclerosis de sus ideas y de sus principios se somete a una crítica constante. Podemos decir que no hay partido verdaderamente revolucionario sin crítica, la crítica es su razón de ser, no tanto como partido sino como revolucionario. En él hasta los principios y convicciones son precarios, es decir, pueden cambiar, unos más que otros, según como cambie la realidad. Solo la vida humana, la permanencia de la especia humana, prevalece por encima de cualquier otro principio, así éste sea casi inamovible. El principio de la preponderancia de la vida humana por encima de todo es inamovible, hasta que descubramos que ya no tenemos remedio, que como especie somos insalvables… Y aun así, eso sería calumniar el sentido humano de la vida.
Por encima de la vida humana no puede alzarse la ignorancia y la pedantería, enseñoreadas de verdad, el orgullo y la soberbia, la envidia, el miedo, declarado y practicado, es decir la cobardía, la flojera disfrazada de paciencia…, la falsa "recuperación" de una planta procesadora de harina de maíz que tenía 5 (cinco) años paralizada, uf!..., cinco años después, ¡recuperada de quién!; por encima de la vida y la verdad no puede elevarse la mentira auto administrada, apoyar el desarrollo del conuco como la "columna vertebral de la producción", capaz de atender a 400.000 familias en una población de más de 30.000.000 de habitantes (¿Y el resto?), "trabajar con las dos manos: la izquierda y la derecha, y luego la izquierda"… confesar por arribita, por mampuesto, que no se es socialista un coño, con la cara lavada, restregarnos el atraso en la cara. Maduro y el gobierno debe renunciar, ya se les nota el tufo, el rey pasó de desnudo a impúdico.