Tiempos de cambio

Después del 30 de abril...¿vamos bien?

Lunes, 13/05/2019 12:48 PM

Quizás es muy prematuro hacer un inventario de activos y pasivos derivados de los hechos acaecidos el pasado 30 de abril de 2019. Pero algunas conclusiones saltan a la vista, sin mayores análisis, y todo apunta a que, pese a que sus grietas internas quedaron en evidencia, el gobierno de Nicolás Maduro, no obstante el amplio rechazo nacional que concita, ganó este round, como se dice en el boxeo.

Esta acción llevada a cabo con efectivos militares y algunos líderes civiles, encabezados por Leopoldo López, apenas fugado de su arresto domiciliario, fracasó a las primeras de cambio, derivó en en el mismo ciclo de violencia, represión, persecución e incluso muerte de manifestantes que ya hemos visto en situaciones recientes y no tan recientes. Aparentemente el gobierno fue sorprendido por la acción realizada en el Distribuidor Altamira, y que había sido anunciada, incluso por dirigentes opositores como "la toma de la base militar de La Carlota".

Fue una derrota en lo militar porque el pequeño componente verde oliva que acompañó esa acción rebelde terminó en temprana desbandada hacia algunas embajadas, y no tuvo ningún respaldo en las filas castrenses. Y fue una clara derrota política, porque importantes líderes también se refugiaron en sedes diplomáticas o salieron del país, y adicionalmente porque no hubo acompañamiento popular como se lo esperaban los líderes civiles presentes. Y, salvo que se pueda revertir, la capacidad de movilización ha quedado severamente golpeada por el traspiés del 30 de abril. Como muestra un botón. La concurrencia a las actividades convocadas después del intento de golpe, rebelión o alzamiento ha mermado sensiblemente.

Por si fuera poco, la detención de Edgar Zambrano, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, y el irregular procedimiento de desconocimiento de su inmunidad parlamentaria y de la de otros diputados, es otra mala noticia para el país opositor. El gobierno avanza una vez más gracias a una acción política animada por el inmediatismo, por protagonismos excesivos y fuera de lugar, y sobre todo por la subestImación del chavismo - madurismo gobernante.

Se apostó una vez más a acciones vanguardistas que ya en el pasado se tradujeron en auto goles difíciles de remontar. No digo que este vaya a ser el caso de hoy. Pero tiende a parecerse muchísimo a una película ya vista varias veces, y cuyo final no ha sido otro que frustración, desaliento y desesperanza, y siempre se termina aterrizando en la idea de que el camino es procurar acciones "que resuelvan esto de una buena vez ".

Y así nos encontramos de nuevo con la promesa de soluciones rápidas. Y los mismos que planificaron y lideraron el fracasado intento del 30 de abril insisten en dar puerta franca a una posible intervención militar. ¿Si no han asumido la responsabilidad del fracaso de hace apenas dos semanas están dispuestos a asumir los costos humanos, políticos y sociales de una acción de esa naturaleza? ¿Y los que en el campo opositor se oponen a la intervención militar y cuestionan la "parada" del 30 del mes pasado alzarán su voz en público o seguirán siendo rehenes de sus cálculos políticos, y fiadores de una línea en la cual sólo son relleno de segunda o tercera categoría?

Estamos en un momento crítico. La absoluta mayoría del país quiere cambio de gobierno y de modelo político. No tengo ninguna duda de eso. Juan Guaidó ha capitalizado el descontento. De eso tampoco tengo duda. De lo que sí dudo es en cuanto a la forma como administra su capital, y las implicaciones que de ello se deriven. Después de tanto apoyo popular no es muy acertado aparecer amarrado a una estrategia que coloca la opción militar, interna o externa , o ambas inclusive, como vía casi exclusiva para producir el cambio que Venezuela demanda.

Los hechos del 30 de abril reavivaron la vocación represiva del gobierno, que ahora ha encontrado el argumento adecuado para terminar de desactivar la Asamblea Nacional, acorralar al liderazgo opositor y dedicarse a lo único que se ha dedicado en los últimos tiempos, a mantenerse en el poder más que a gobernar. El retorno del antiguo director del SEBIN, Gustavo González López, es otra consecuencia de la fracasada "intentona".

¿Habrá espacio para que tome oxigeno una opción de negociación como la que promueve el llamado Grupo de Contacto? ¿O viene, ahora sí, el anunciado lobo de la intervención, temido por unos y deseados por otros? ¿O la oposición liderada por Guaidó entrará nuevamente en un chinchorro, como ocurrió en distintas coyunturas recientes o no tan recientes y Nicolás Maduro logrará su objetivo por ahora y quien sabe por cuanto tiempo más?

Son preguntas sin respuestas precisas. Lo único seguro es que el país se sigue deteriorando y su gente empobreciéndose cada vez más, producto de las políticas de un gobierno que es más exitoso y diligente cumpliendo sus amenazas que cumpliendo sus promesas, y en medio de restricciones económicas adicionales producidas por sanciones internacionales que con el paso de los días pueden ser más severas. ¿Vamos bien? Ni de vaina.

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