Cielo o infierno

Martes, 28/05/2019 03:39 PM

"No le faltaba razón a Francis Fukuyama cuando escribió El fin de la historia al filo de la caída de la URSS. Fue un ensayo muy insultado, pero acertó en definir el momento. La gente descontenta con su suerte se quedó sin palabras para explicarse a sí misma lo que le pasaba. Si el pasado era oscuro y el futuro ya estaba aquí, solo quedaba vivir en el presente".

A medida que la lucha de clases se acentúa y toma formas más definidas, el fantástico afán de abstraerse de ella, esa fantástica oposición que se le hace, pierde todo valor práctico, toda justificación teórica. He ahí por qué si en muchos aspectos los autores de esos sistemas eran revolucionarios, las sectas formadas por sus discípulos son siempre reaccionarias, pues se aferran a las viejas concepciones de sus maestros, a pesar del ulterior desarrollo histórico. Buscan, y en eso son consecuentes, entorpecer la lucha de clases y conciliar los antagonismos. Poco a poco van cayendo en la categoría de los socialistas reaccionarios o conservadores y sólo se distinguen de ellos por una pedantería más sistemática y una fe supersticiosa y fanática en la eficacia milagrera de su ciencia social.

Impulsada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía invade el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todos los sitios, crear por doquier sus vínculos; por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales.

Todos los bancos privados (un instrumento de clase al servicio de la burguesía) deben ser reemplazados por un Banco de Estado, cuyo papel tiene curso forzoso. (Esta medida hace posible reglamentar el sistema de crédito, en vista de los intereses de todo el pueblo, y destruye así la dominación de los financieros de las transnacionales. Al sustituir el dólar (papel) por el ORO, ello hace rebajar el precio del instrumento indispensable de las relaciones comerciales de todos países del mundo. El medio general de cambio permite hacer obrar el oro. Esta medida es necesaria para asegurar los intereses del pueblo trabajador y la revolución).

En cuanto al poder y al aumento rápido del capital, se le obstaculizará, sea limitando el derecho de sucesión, sea confiando al Estado todos los trabajos que sea posible. Las reivindicaciones resumidas no son presentadas, de otra parte, por todas las fracciones de la democracia burguesas y bien pocos son los que las ven, en su conjunto, como propósitos bien definidos. Mientras la burguesía democrática quiere terminar la Revolución Bolivariana rápidamente y después de haber logrado, a lo más, la realización de las reivindicaciones aludidas. Nuestro interés y nuestro deber son darle continuidad a la revolución hasta que todas las clases poseedoras hayan sido expulsadas del poder.

Si nuestra definición del Estado es exacta, su papel debe limitarse a recibir los impulsos de sus mandatarios, a ejecutar su voluntad, a representar sus intereses, a permanecer en guardián del pacto social, a registrar las convenciones particulares sin que, en ningún caso, pueda por su propia iniciativa o voluntad privada impedir el ejercicio de los derechos que tiene por misión hacer respetar.

—El Estado no deberá ser más que el simple ejecutor de las leyes votadas y reconocidas por el pueblo.

¡La Lucha sigue!

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