Preguntamos: ¿Qué es eso de la “santa ignorancia”?

Jueves, 13/06/2019 02:19 PM

¿Mentir? “¿Mentir delante del pueblo? Ante él sólo miente quien reprochador sea el más fuerte. En el bajo y triste país no les queda de ordinario a os débiles otra defensa a que la mentira contra la fortaleza de los fuertes. Siempre el fuerte busca razones con que cohonestar sus violencias, cuando en rigor basta la violencia, que es razón de sí misma, y sobran las razones”.

Los corazones mezquinos que sólo miden la grandeza de las acciones por el bajo provecho de la carne del sosiego de la vida. Francisco Pizarro en la isla del Gallo cuando haciendo con la espada una raya en el suelo, de naciente a poniente, y señalando al mediodía como su derrotero, exclamó: “Por aquí se va al Perú a ser ricos; por acá se va a Panamá a ser pobres; escoja el que sea buen castellano no lo que mejor lo estuviera”. Hay que convenir en que los conquistadores de Nuestra América unieron siempre a su sed de oro sed de gloria; sin que se logre en cada caso separar la una de la otra.

De gloria y de riqueza a la vez dicen que habló a sus compañeros Vasco Núñez de Balboa en aquel glorioso 25 de septiembre de 1513, en que de rodillas y anegados por el gozo en lágrimas sus ojos, descubrió desde la cima de los Andes, en el Darién, el mar nuevo (Océano Pacifico). Lo triste es que la gloria fue de ordinario una alcahueta de la codicia. Y la codicia, la innoble codicia, nos perdió nuestro pueblo.

No es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, noyendoles en ello nada. Como el pueblo de que es la flor, mira con malos ojos al verdugo y a todo ministro y ejecutor de justicia. Bueno que se tome uno la Justicia por su mano, pues le abona un natural instinto, pero ser verdugo de otros hombres para ganarse así el pan sirviendo a la odiosa justicia abstracta, no es bien. Pues la justicia es impersonal y abstractamente.

El país comedia es, y gran locura querer luchar con gentes que no son lo que parecen, sino míseros farsantes que representan su papel y entre los cuales apenas si se halla un hombre honesto en el Gobierno. En el tablado del país es novedad sorprendente ver entrar un político de verdad, de los que matan y hacen en serio la escena del desafío cuando los otros la hacen y por hacer el papel no más. Tal es el héroe.

Dejad, pues, a los farsantes y recordad la profunda sentencia: Nunca los políticos farsantes fueron de oro puro, sino de oropel o hoja de lata. Recordarla y tenemos en cuenta que la creencia de los que en la comedia del país hacen el papel de maestros cobrando por ello su “matraca”, es la conciencia de oropel u hoja de lata.

¡La Lucha sigue!

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