Este 23 de junio se celebró el día del Abogado; y dentro de este ámbito jurídico, no podemos dejar de mencionar que esta celebración coincide con el nacimiento del primer Presidente de la República de Venezuela, Cristóbal Mendoza, quien nació en Trujillo el 23 de junio de 1772. Sale al exilio en Nueva Granada y Trinidad, regresando luego y para 1822 es nombrado Presidente de la Corte Superior de Justicia y luego Intendente del Departamento de Venezuela hacia 1826. El 16 de abril de 1812 firma junto con Francisco Xavier de Ustariz un “Decreto Penal contra los traidores, facinerosos y desafectos al gobierno”; Decreto por cierto que es recogido en buena parte en nuestra legislación actual como delitos de traición a la patria, cuyo contexto debe ser aplicado en su máxima expresión a quienes están atentando contra el sistema económico, y político de nuestro pueblo.
Nos viene de allí la evolución del Estado Constitucional de Derecho con la declaración de los derechos y libertades fundamentales, la noción de soberanía, pero sobre todo una noción clara de los Derechos del Pueblo donde reside la Soberanía Nacional. Llama la atención el capítulo VIII de la Constitución de 1811 cuando establece: “Una sociedad de hombres reunidos bajo unas mismas leyes, costumbres y Gobierno forma una soberanía. La soberanía de un país, … reside, pues, esencial y originalmente en la masa general de sus habitantes… Ningún individuo, ninguna familia, ninguna porción o reunión de ciudadanos, ninguna corporación particular, ningún pueblo, ciudad o partido puede atribuirse la soberanía de la sociedad, que es imprescindible, inenajenable e indivisible en su esencia y origen, ni persona alguna podrá ejercer cualquier función pública del Gobierno si no la ha obtenido por la Constitución.” ¡He aquí un mensaje de los años 1.800 a Guidó y sus seguidores!.
Actualmente, nuestro pueblo ha sido víctima de otro intento fallido de golpe de Estado, donde los hijos de Bolívar demostraron ser un pueblo bravío que no teme a terremotos, lluvia, ni tempestad y menos a unos sanguinarios fascistas que pretenden derrocar un gobierno legítimamente constituido y que cuenta con un enorme apoyo popular, a pesar de las vicisitudes que nuestro pueblo se encuentra viviendo, pero ese espíritu guerrero, ese espíritu batallador se mantiene en la sangre del Abogado revolucionario, dispuestos a todo por defender la patria y hacer respetar nuestra voluntad y las leyes que nos rigen.