¡Alto quién vive! Eso dijo el vigía, un carajo que pusieron allí en ese punto por donde yo venía enfilao, buscando aunque fuese agua, porque sed y hambre las traía pegadas de las tripas desde allá lejos.
Me puse de pendejo a discrepar, sabiendo que esa es la vaina más costosa que hay. Es un lujo que pocos, de los locos sueltos que subsisten en este planeta, se pueden dar. ¿Cómo discrepar con los de aquí y los de allá, algo que como dice aquella canción "no soy de aquí ni soy de allá", es una de las vainas que más cuesta aquí y dónde usted vaya? Es estar metido en el espacio que los contendientes dejan en el medio al retirarse o marcar distancia y creen de nadie y donde caen los bombazos, niples y perdigones que unos les lanzan a los otros. El mismo sitio donde nunca estará la verdad porque ella está allá o en el otro lado; es decir las dos verdades, porque hay dos, está una allá y pá allá está la otra, pero nunca donde se encuentran quienes de ambos discrepan. Donde nadie manda ayuda porque suponen que no hay nadie y si llegaren a pensar que hay alguien no la consideran gente. Y como tal no merecedora de ayuda alguna. ¿Cómo puede haber gente que no nos entienda? ¡Eso si, hay que mandarles bombas por coñazo! Y he sido tan pendejo que llegué a esta edad, una donde casi todos están muertos, en esta misma vaina de discrepar de todo el mundo, los de aquí y los de allá. De unos porque defienden un modo de vida donde los pendejos deben trabajar para que quienes no trabajan vivan de lo mejor y uno, en el campo que sea, se joda para que eso suceda y de los otros que quieren cambiar eso, pero como a ellos les da la gana, a los coñazos y sin tomar a nadie en cuenta, ni siquiera a quienes trabajan y hasta de paso vivir como aquellos. Y esos cambiadores, suelen ser tipos que nunca han trabajado, para más vainas, sindicalistas de corta temporada no es lo más apropiado, más si las letras se le enredan y nunca aparecen donde ellos frecuentan. Además, cuando llegan al poder, antes que comenzar a arreglarle la vida a los demás, pareciera que el Estado, pasado de vivo, induce a que primero aseguren la de ellos y de todos aquellos que tengan más cerca, como una forma de maniatarlos y ponerlos a hacer lo que quieren los que aquél diseñaron y tienen maniatado. ¡No pasó algo de eso con los de la ANC? Suelo meterme en tantas vainas y a medida que más años me caen encima más me empecino en hacer lo que hace que me saquen el culo. ¡Tipos como uno nunca madura!
Cuando escuché aquella solicitud de santo y seña por no saber qué decir para ganarme el derecho a pasar y por lo menos a tomar agua, dije lo que venía pensando de toda aquella incomodidad de transitar por un camino oscuro, lleno de huecos y sabiendo que en cualquier punto podía asaltarme alguno de esos tantos asaltantes llenos de todo, hasta de tesoros ocultos y otros, tantos como los primeros, ya desahuciados por la vida que llevamos y dispuestos a todo, hasta asaltar a un viejo que viene como pidiendo limosna, aunque esté decidido a mantener su verdad y decir de todo lo que mira, más allá de lo oscuro y las visiones contratadas que se exhiben en el camino y sólo se pueden ver a mediodía, la visión que de ellas tiene y no las que le dictan los cartelones del camino cuando está alumbrado.
O mejor si supe y dije lo que sabía, que es lo que creo porque es lo que mis sentidos y hasta capacidad de racionalizar me indican. Lo que no sabía decir y tampoco podía, era lo que el vigía esperaba dijese, porque es lo que deben decir para que allí les reciban, les den cobijo y hasta sustento, como el vigía mismo. Pues él tampoco sabe como es la vaina de verdad, salvo decir o responder cuando le griten ¡alto! ¿Quién vive?, lo que le dijeron responda, para estar allí por todo el tiempo que eso dure y recibir de todo, hasta aplausos. Por supuesto, hay vivos que ante aquella solicitud le preguntan al vigía ¿qué quieres que digamos? y él solícito les dará el santo y seña y aquellos lo repetirán a grito pelao para escuchen quienes están atrás del vigía como si lo supiesen de antemano. Porque al vigía eso le importa un carajo, a él nadie le preguntó ni consulto, sino le pusieron allí a cumplir aquel papel a cambio de lo que necesitaba y le dieron un santo y seña que debe pedir a quienes lleguen.
Por esas vainas, cuando el vigía viendo mi edad y pese no logré acertar el santo y seña y tampoco me atuve a lo que su generosidad me indicó para dejarme pasar y acceder a lo que tienen derecho los bienaventurados, se hizo el loco, como "eso no es problema mío y este es de la tercera edad y tiene prerrogativas", me levantó la barrera; cuando logré entrar había detrás de la cerca un gentío en una reunión que según supe le llamaban "Foro de Sao Pablo" y todos estaban guindados dándole julepe del bueno contra el imperialismo y como en eso yo no tengo dudas, me fajé también con los demás y ya hasta se me había olvidado aquello del ¡alto quien vive! y lo de dame la contraseña, como me dijo aquel vigía más buena gente que el carajo. Pero, de repente, me percaté que quienes me rodeaban decían, porque eso les dijeron, que aquí la vaina estaba de lo mejor porque los trabajadores recibían un salario justo, tanto que sus contratos se respetan como si fuesen versículos de la Santa Biblia y lejos estaban de la explotación capitalista y lo estaban porque en este socialismo la propiedad era de todos y los bienes y beneficios se repartían equitativamente y explotadores, agiotistas y todos los malandros del mundo, por supuesto empezando por esos de cuello blanco, habían sido exterminados y sólo se veían en los museos. Que la salud y las medicinas eran gratuitas y de la mayor calidad del mundo y hasta tiradas en la calle a éstas uno las hallaba. Los educadores estaban de lo más contento y con ganas de enseñar. Que la producción nacional de alimentos era descomunal por los efectos de la agricultura urbana y la enorme cantidad de conucos que por todo el país estaban dispersos y las industrias del Estado, que de paso según dicen son socialistas, estaban a todo vapor y la comida era tan abundante que no había suficientes bocas y estómagos para meterse todo aquello. Y eso lo repetían los venidos de afuera a participar en el foro, como santo y seña que les pedía un vigía, mientras comían hasta saciarse y, uno que les escuchaba, no sabía si eso creían porque se los dijeron o simplemente por inteligentes, lo que uno no es, se aprendieron el santo y seña, lo hicieron suyo y lo repitieron y no se pusieron como uno a llevar la contraria sin razón ni motivo y se percataron que es mejor estar en la sombra que en el sol. "Como ustedes pueden ver", quien no se sabe el santo y seña o sabiéndolo no lo repite y devuelve al vigía, al menos que este sea buena gente, como el que yo me encontré, se queda a afuera a llevar leña de la buena. Y, mientras todo aquello se decía, uno podría encontrar de lo que en la casa no se encuentra.
¡Qué loco es uno! Ponerse a discrepar de Trump y lo que representa y también de quienes dicen vainas que aquí pasan como que estamos en la recta final al socialismo. Pero algo bueno debe estar pasando, tanto que la mayoría nada quiere ni con uno ni con otro. Pero es confuso todo, tanto que no acertamos cuando los vigías, que son dos y con dos jefes distintos y hasta opuestos, dicen ¡alto quién vive! Reclamándole a uno que le dé una contraseña. Pero nada de eso, los del Foro de Sao Pablo, por culpa de los guías, no de los vigías, no vieron. Allí no llegaron.
¡Ah! Se me olvidó otra vez el santo y seña y por eso le pongo a los del Foro de Sao Pablo esta nota:
https://www.aporrea.org/trabajadores/n345062.html.
Porque como "Ustedes pueden ver", tampoco, como hace dos domingos, salimos esta noche. ¿Será por el Foro de Sao Paulo?