Vanessa Davies, aquí hay ya demasiados locos o, a bastantes, les falta más de una pieza

Martes, 30/07/2019 02:04 PM

Meterse a maestro de escuela es una locura. Y al parecer lo ha sido siempre. Cuánto de loco tuvo aquel caraqueño inmenso que llamándose Simón Rodríguez, se hacía llamar Carreño y Robinson, y no por andar clandestino, sino por esa vaina de estar loco y además gustarle, porque el rasgo particular de ese loco era estar más cuerdo que casi toda la gente de su mundo y tiempo. Su locura le llevó a discrepar públicamente, hasta en Europa misma, de las teorías educativas tenidas por allá como novedosas y apropiadas que hasta aquí llegaron y fueron copiadas, como el lancasterismo y hasta hacer propuestas superiores, "como aprender haciendo", siendo él apenas un "maestrico" de un barrio caraqueño. Por manifestarse contrario a ese método puesto de moda en el viejo continente, promovido por Joseph Lancaster, llegó a tener diferencias con el Libertador y, en Bolivia, entró en conflictos con Sucre, quien al verle llegar allá le nombró algo así como ministro de educación y en ese cargo quiso ampliar la escuela para enseñar indios y más pobres y al cumanés metió en un peo con las clases altas, por lo que éste se vio forzado a destituirle.

Y los locos, dicen en Cumaná, lo son porque les falta por lo menos "una pieza o un tornillo". Pues la cabeza sería como una máquina o un lego que al faltarle una pieza o se suelta un tornillo se mueve turulata. Y le falta una pieza a todo carajo que se le ocurra meterse a maestro sabiendo que el Estado cree que los maestros están obligados, en primer término, a morirse de hambre, sin dejar de faltar al trabajo y además, éste hacerlo de manera excepcional, porque según se dice, como para joder más a los maestros, que eso "es un apostolado" y para remate, les nombran de jefes o ministros a tipos como Aristóbulo Istúriz, que por haber sido maestros y en un viejo tiempo haber llevado leña de la buena, como que la quincena no le alcanzaba para nada, desarrollaron la disposición de vengarse jodiendo a los maestros como para cobrar en ellos la maldad de la que fue víctima y siguen siéndolos sus colegas. Y además, a estos lanzan discursos que, como eso es un apostolado, sería vil y por supuesto contrario a la moral propia del apóstol, ponerse a pedir que les suban el sueldo y les permitan vivir una vida digna y respetable, como cualquier bachaquero. Pues estos, los empresarios de todo tipo y los enchufados, si pueden darse ese lujo, pues no son apóstoles y su moral es como relajada.

Pero hay distintas formas de estar loco, además de la de los maestros y como lo fue Simón Rodríguez y Bolívar mismo que terminó en el "pelero" por enfrentarse a fuerzas poderosas que eso no estaban dispuestas a perdonarle, menos a él que, siendo hijo de las clases pudientes, se volvió loco, como que se sacó, le sacaron, se le cayó una pieza o se le aflojó un tornillo y se puso a hacer lo contrario de lo que aquellas esperaban hiciese. Estos, los Bolívar y los Rodríguez son de los locos, como el Quijote, que por faltarle una pieza o caérseles un tornillo, dejan de funcionar como lo hace todo el mundo y eso les permite ver lo que hay en los rincones, dentro de la oscuridad y hasta cuando hay demasiada luz y lo que es más, tener la audacia necesaria para atreverse a decir que ven las cosas distintas a como las ve todo el mundo y ¡esta vaina hay que arreglarla! Son locos que pierden, para decirlo como los mecánicos, refiriéndose al tren delantero, la alineación, pero también la alienación. Ahora en el Foro de Sao Pablo, hizo falta un loco de esos que rompiese con la monotonía y dijese que, además del imperialismo, a los venezolanos los están jodiendo las clases poderosas internas con la complicidad de un gobierno que no sabe qué hacer o con qué cabuya ahorcarse. Tanto nos joden que, aparte de la infinidad de asuntos en que nos agreden y abaten, el pollo, lo que fue en un tiempo la base de la alimentación en cualquier hogar humilde, hoy cuesta el kilo el equivalente a más de medio salario mínimo mensual. Es decir que para llevar un pollo a la casa se tendría que invertir todo el ingreso mínimo de un mes. Y pensando con sensatez, sin locura, es de locos creer que los trabajadores venezolanos podamos darnos el lujo de comer pollo. Como que profesionales hasta de alto nivel, al servicio del Estado, apenas ganan unos quince dólares al mes, sin olvidar que el salario mínimo ahora es menos de 4 dólares mensuales. Y eso no se explica o justifica sólo diciendo ¡abajo el imperialismo carajo! Pues sería una vaina como demasiado cuerda, estando en medio del Foro de Sao Pablo. Habría qué decir la verdad y si para algo son buenos los locos, es en eso decir lo que ven, piensan y hasta sienten donde sea, sin importarles un carajo quién se caliente y hasta les saquen a empujones.

Pero hay otros locos. Quizás sean de esos que se les afloja y hasta cae al suelo más de una tuerca con tornillo y todo y lejos de mirar la realidad, captar el movimiento en su exacto, o por lo menos aproximado ritmo, entonces lo que les pasa es que pierden por completo la chaveta. Uno de estos locos o locas, para no dejar por detrás el léxico feminista que debió, seguro estoy, prevalecer en el Foro, pudiera ser Vanessa Davies. Y lo percibo así porque pese sus sólidos vínculos con los círculos íntimos chavistas en el pasado y tomando en cuenta se le marginó, según dijo todo el mundo entonces, por haber chocado con el gran Zar de aquel tiempo, Rafael Ramírez, no sólo rompió con Maduro, lo que no es difícil de entender y para lo que no se requiere mucho de locura, sino que se pasó para el bando opuesto y este no es propiamente hablando el de Guaidó, pues el "presidente interino", no es más que un emergente puesto allí por el Pentágono. Es decir, Vanessa, perdió la chaveta en un choque insustancial, lo que revela que estaba como mal puesta y se dio un salto descomunal, de esos de loco de perinola o metra. Y fue tan brusco, alto y largo el brinco, ¡de locura! que cayó allá donde están los enemigos de Chávez.

Pues su locura es tal que, en un artículo que se halla en las redes, que pudiera ser hasta un arranque de infantilismo, pues los locos suelen en veces ser como los niños, comparó a Guaidó con Chávez. Si bien se limita a establecer comparaciones insustanciales y aparentemente "inocentes", que el lector podrá encontrar a través del siguiente link https://www.eltubazodigital.com/featured/tendencia-el-articulo-de-vanessa-davies-sobre-chavez-y-guaido-que-enfurecio-a-muchos/2019/07/29/, parece evidente que la periodista le puso, hecha la loca, eso que llamamos en el lenguaje coloquial, "mucho piquete". O como diría el Chavo, lo hizo como "querer queriendo" o lanzó un mensaje subliminal sobre el pueblo chavista para intentar pescar en río revuelto y hacer uno de esos servicios que suelen ser devueltos con generosidad. ¡Son vainas de locos o locas*! Pues hay muchos de ellos o ellas, según la forma de diagnosticar el pueblo, en mi barrio era así, que cuando les entra la luna se estremecen y hasta dan saltos descomunales.

*Debo cuidar decir loco y loca aunque me parezca innecesario, para evitarme un peo. Como me dijo un Constituyente del 99, de mucho peso intelectual, "en esa vaina había una carga feminista enorme y hubo que sucumbir". A hora hay más. ¡De locura!

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