Recoge a tus gallinas que voy a soltar mi gallo. Refrán popular venezolano.
Una Verdadera riña de gallos. En la Venezuela de la crisis, donde dos gallos (un zambo, y un marañón ¿Guaidó y Maduro?) se pelean violentamente. Se atacan con ferocidad. Altivos, furiosos, dispuestos a todo. Se lastiman, hieren, sale la sangre, combaten en forma escandalosa y salvaje.
Mientras la población que observa esta riña politiquera grita. ¡Basta ya tenemos hambre! El pueblo no se pierde un solo detalles de los feroces ataques. Se resignan, y pierden la fe ante el que ven más entero, más duro, más agresivo, pero ellos pasando la de Caín.
Es terrible, lo sabemos. Pero esto ocurre en el otrora más rico país petrolero de América Latina.
Se imaginaran estos patarucos las terribles escenas de dolor del pueblo que los observa, los gritos, las caras, los gestos, la pelea, la sangre, que causa esta pela inflacionaria.
Mientras los estados mayores de estos políticos, creen que así es como el pueblo decidirá su voto por lo que se cocina en Barbados. Como si estos fueran los bobos espectadores de una riña de gallos.
Tal vez no lo digan con claridad, pero así actúan. Todo un pueblo en estado terminal y agonizante, así como la opinión pública internacional los observan fríamente cómo son sus ideas, y sus discursos políticos ante la crisis, ya que estos dos señores parecen ver la política como un combate encarnizado, y no como una cuestión de Estado. Están en el ruedo de la opinión pública desafiantes, y orgullosos de ser (patarucos) gallos de pelea politiqueros.
Atacan duro y sin clemencia a su rival. Creen que estás crisis política-económica es como una riña agresiva en la que hay que "darle duro" al rival para desarmarlo frente al público.
Ellos creen que mientras más duro se pegue mejor serán recompensados por el público que vive con una eterna tristeza por la pandemia que sufre, y los observan calladitos. Por lo tanto cultivan con esmero una arrechera, prueba son sus inasistencias a marchas y reuniones de cualquier índole.
Sus ‘guataneros’ salen por los medios de comunicación masivos enojados, irónicos, hirientes, utilizando palabras soeces y demoledoras. Y se caen a muela ellos mismos, cuando se creen el mojón de que el presunto rival quedó "muerto" con sus ataques. Y disfrutan de los aplausos de sus fanaticadas que se sienten identificados con sus discursillos, aunque tengan el estomago pegado del espinazo.
Este es el santo y seña de la actual crisis política venezolana. Están a punto de perder sus ilusorias elecciones, porque la solución a este peo la gente lo comenta calladitamente, en la espera de Salvador con el Arpa, qué el pueblo inteligentemente lo espera para darle su apoyo. Porque el pueblo por la crisis en que lo han sumergido no actúa frente a la política como si estuviera ante una riña de gallos patarucos.
¿Los altos mandos políticos de ambos lados se habrán preguntado alguna vez, que efectos psicológicos sobre el pueblo en crisis por esta tragedia, tienen el ataque de un politiquero contra otro? ¿Cual es la percepción de la gente que los ve, y los escucha en sus mutuos ataques? Arrechera, mas nada. Ese es el efecto que están sembrando. Eso es lo que siente el sufrido pueblo. Arrechera, cuando ven a los politiquillos hipócritas muy enojados ante las cámaras de televisión y en ese mismo momento sienten arrechera.
La gran pregunta es contra quién se dirige la arrechera: ¿En contra del sueño americano, o del mar de la felicidad cubano?
El núcleo duro de ambos lados del atacante siente enojo hacia el atacado, y radicalizan su posición contra él atacante.
El núcleo duro de los simpatizantes del atacado siente molestia, y cierran filas en las escuálidas marchas contra el atacante para defenderlo hipócritamente, devuelven lo que les han enseñado. ¿Y el resto que los observa en silencio, o sea la mayoría de la población, se imaginaran lo que piensan, y de que lado se pondrán en lo que estalle el peo?
Los apáticos no sienten nada porque están tan afuera de la diatriba política, que ni se enteran de esta riña, y si lo hacen es muy superficialmente, cuando los coñasean con los precios de los medicamentos y alimentos cuando salen a comprarlos.
El resto de la población carga una arrechera más difusa, con una cierta agresividad que le está transmitiendo los patarucos en disputa. Si este tipo de escenas continua, entonces lo más probable es que sientan más rechazo cada vez que ven a estos patarucos, cuando se atacan.
Es una asociación mental muy simple, y muy efectiva, que esta cogiendo calor para salir de esta crisis. Obviamente que nadie vota a un político cuya sola presencia, imagen o recuerdo despierta enojo en el votante. No importa si tiene razón. Lo que importa es que lo que dice suscita emociones desagradables, y por lo tanto construye una enorme barrera con el electorado.
Por eso al pataruco emergente, le esta llegando el final a su cuarto de hora de notoriedad, cuya notoriedad no le servirá mas adelante para nada, y el pueblo terminará olvidándolo.
Porque el pueblo ante tanta agresividad, ha aprendido de la cultura, y el desarrollo económico gringo, que la política no es una pelea de gallos patarucos. Y lo que espera es solución a sus problemas. Por eso es que esta crisis ha apartado al pueblo de seguir cayendo en esta trampa. Donde el hacedor de opinión atraviesa el desierto de la comunicación política, y así mejorar la comunicación con el pueblo, solamente así se construirá un nuevo liderazgo político, para buscarle una solución definitiva a la triste realidad política y económica que vive la patria de Simón Bolívar en pocas palabras, sin grandes rasgos de personalidad para comprender a este sufrido pueblo.
PostScriptum: El Tigre y San José de Guanipa pueblos petroleros del Estado Anzoátegui, las pongo a manera de ejemplo a estas dos ciudades, construidas por obreros margariteños en su mayoría donde resaltó el ilustre Don Cleto Quijada cuyo terminal de pasajeros metropolitano lleva su nombre, con un salario semanal en sus inicios de unos 100 bolívares semanales. Y así construyeron grandes y cómodas casas, tenían dos y tres carros, fincas, servicios médicos dignos, comisariatos, donde hasta los perros estaban gordos, educaron a sus hijos en universidades nacionales y extranjeros, todo esto bajo la tutela de los odiados ‘Gringos’. Hoy con la parálisis de PDVSA, donde estos pueblos que fueron prósperos, hoy lucen arrasados y devastados con la revolución, una sola pregunta le deberían hacer a sus habitantes hoy en medio de esta crisis, a quienes prefieren en Venezuela a los: ¿norteamericanos, a los chinos, árabes, o a los cubanos?