El intelectual marxista venezolano, Ludovico Silva, fue un baluarte de los años 60, 70 y 80, del siglo XX, en una polémica constante contra el dogmatismo y la ortodoxia "comunista" soviética y pro-soviética, traducida en un brutal autoritarismo que terminó costando millones de vida por todas partes del mundo. Entre tantas críticas, Ludovico llegó a referirse como en medio de las atrocidades del llamado "marxismo-leninismo", se tenía una intolerancia total contra las religiones, de consideración para dichas nomenclaturas, en la misma línea que se ubicaba a las críticas que se hacían desde el campo de la izquierda a la política económica o antidemocrática reinante en la URSS y sus países satélites.
Ludovico planteaba que el marxismo era una herramienta fundamental para las luchas de los pueblos y que no tenía nada que ver con las degeneraciones en las que había derivado el "socialismo autoritario" o más correctamente el Stalinismo. Y más bien invitaba, Silva, a que, desde un marxismo vivo y dinámico, se tuviese una idea materialista respecto a las religiones, entendiendo a estas últimas como un hecho concreto de la realidad, y que, como todo producto histórico, tenía orígenes, causas, consecuencias, contradicciones … y toda una complejidad que seriamente ameritaba una respuesta superior a la de la intolerancia y el rechazo per se.
Entiendo que Ludovico proponía que toda organización revolucionaria que se reivindicase marxista, debía tener una política que fuese capaz de interactuar tácticamente con las distintas creencias religiosas que se anidan en el seno de los trabajadores y los sectores populares, valorando el impulso que quizá ello facilitaría, porque una doctrina por muy férrea que parezca, siempre deja espacio por donde entrarle, ya que un obrero o mujer explotada por muy creyente que sea, eso no les libra de las condiciones de vida que impone el capitalismo como sistema devastador. Y el cristianismo, por ejemplo, no niega el hecho social como "salvación" y para lo cual propone organización y militancia. En estos dos recientes tópicos coincide con el marxismo, lo que valdría bastante para relacionarse, intercambiar e ir creando un vínculo laboral, estudiantil o comunitario que sea capaz de manifestarse en los asuntos concretos. Si me permiten un hecho anecdótico a modo de ejemplo, recuerdo que, siendo parte de una lucha obrera, algunos compañeros creyentes antes de cada piquete rezaban en el baño. Algunos que no éramos creyentes les decíamos: "recen para que todo salga bien, pero lo concreto es salir a pelear". Así fue y buenos fueron los resultados.
El gran motorizador del propósito central de lo que decimos es la existencia de un partido político revolucionario. Con células obreras, juveniles, feministas y comunitarias que sean capaces de ir ganando a nuestros iguales para las discusiones de los problemas gruesos, cuyo ejercicio invita a "abrir la cabeza" y pensar en salidas o soluciones que directamente llevan a chocar con todo tipo de estamentos constituidos en el marco de la lógica del capital. Y seguidamente con la movilización como estrategia, activa esa energía que va rompiendo mitos y quitando influencia a cuanta ideología actúe sobre las conciencias de masas que les llevan a ese estado de alienación que no les permite ver en lo inmediato quienes son y cómo se mueven sus verdugos y para lo que operan los partidos políticos del sistema, los medios de comunicación convencionales, la intelectualidad burguesa y por supuesto las iglesias.
El presente debate, arrancando desde este ángulo, puede parecer de poca importancia en la Venezuela actual, pero, por un lado, medio parafraseando a Trotsky, hay quienes nos negamos a arrodillarnos ante los hechos consumados y para ello vivimos el presente, sin dejar de proyectar una perspectiva. Y, por otro lado, no despegamos el ojo de cómo se van moviendo las cosas en otras partes del mundo, con todas sus inquietudes y preocupaciones que llevan a pueblos constantemente a las calles a pelear por sus derechos. Así, hay países donde nos llevan ventajas en temas como feminismo, religión, aborto, diversidad sexual, presupuestos públicos, etc. Ventaja que tiene como protagonistas principales a organizaciones políticas y sociales con claro perfil anticapitalista, antiimperialista, antiburocrática y anticlerical.
Militamos en el internacionalismo que lleva a construirnos con campañas de lucha y a seguir preparándonos en medio de tantas dificultades. De tal manera que seguimos consolidando Marea Socialista en Venezuela y avanzamos fuerte más allá de nuestras fronteras con la Liga Internacional Socialista (LIS), por tanto, mientras el religioso Bolsonaro destruye el Amazonas, los internacionalistas de la LIS son parte de esos miles de militantes que le enfrentan, y en nuestro país nos plantamos contra Maduro y Guaidó con autonomía absoluta y por un programa que lleve a resolver la crisis en favor de las grandes mayorías empobrecidas, a la vez que le vamos dando forma a "Juntas y a la izquierda" en Marea Socialista, por un feminismo de clase combativo y por recuperar el gran papel de la mujer en las luchas de sus verdaderos derechos.