Qué es la prosperidad para Maduro.- La prosperidad es otra entelequia en la boca de Nicolás Maduro. Se traduce como la próxima activación (porque uno no las percibe por ningún lado) de las fuerzas productivas dentro del sistema capitalista que hoy se protegen y estimulan: pasar a manos privadas la actividad económica que estuvo destinada a ser administrada por comunas o directamente por el Estado venezolano; ¡en todas partes!, la actividad agropecuaria, manufacturera, pesca; apoyo financiero a los agentes turísticos y la industria hotelera privada; las concesiones mineras, y la privatización petrolera.
La otra definición de "prosperidad" es el bienestar social (que hoy existe en la forma de la "protección social"): en eso el gobierno de Maduro anda muy retrasado. ¿Cuál es el problema con esto? El tiempo.
La entelequia de Nicolás Maduro de "prosperidad" es una promesa equivalente a la promesa del paraíso terrenal, su efectiva realización es para después de la muerte, y con ésto se olvida de todos aquellos habitantes que no podemos ni queremos esperar tanto para "vivir viviendo", como decía Chávez, por estar aferrados a la vida terrenal o porque todavía tenemos dudas con que haya un paraíso después de la muerte. Vivir de esperanzas, nada más de esperanzas, es lo que nos confirma que la esperanza también puede ser uno de los peores males junto a los otros derramados por Pandora sobre los hombres.
La acción humana es lo que nos garantiza la bondad de la esperanza. Si se echa a un lado la participación activa de la gente en la procura de su propio bienestar, es decir, si no se nos deja "vivir viviendo", la esperanza es fatua, es maldita. Si Maduro promete y aparta de la actividad económica al que sabe que de su esfuerzo depende su vida y su bienestar, castra al individuo de su libertad fundamental, lo esclaviza de nuevo al yugo del patrón: el señor dispone y el llamado hombre libre obedece y trabaja para él; pierde el trabajador su esperanza y su libertad. La promesa de prosperidad de Maduro ha ido perfilando el viejo esquema de explotación capitalista con la excusa de que el Estado y la sociedad de los trabajadores y pobres no sirven para administrar y producir lo que se supone todos necesitamos para vivir; para el presidente siempre tendremos que depender de un agente capitalista que sostenga el ritmo de la producción a latigazos, aunque se robe el producto de nuestro trabajo.
Alguien dijo por ahí que las cifras no mienten, que los que mienten son los hombres, y es verdad. En el caso de la "prosperidad" de Maduro las cifras tampoco mienten y él las esconde porque contradicen sus promesas. Hoy estamos en la carraplana y Maduro más gordo.
Una patria robada.- ¿Qué pueblo está dispuesto a defender un sistema de gobierno donde no es protagonista ni dueño se su destino, donde todas las decisiones principales se toman de forma ejecutiva, a sus espaldas, en secreto? La anarquía que se vive aquí abajo no permite que nos concentremos en otra cosa que no sea resistir del abuso de los capitalistas mercachifles, de los bancos, de los patronos y burócratas y de nosotros mismos; sería mucho exigir que defendiéramos una patria que no tenemos, que no es nuestra; una nación disuelta, frustrada, sin esperanza.
La excusa para esta exclusión del poder popular – lo que se puede traducir como imposición o tiranía –, es la presencia fantasmal de la ANC, una figura constitucional manipulada y vaciada de su contenido original, de su sentido democrático; los trabajadores seguimos sin patria a pesar de esa ANC. Luego están las sanciones y el bloqueo económico, un estado de continua emergencia que nos distrae de la exclusión y la atadura a la deber biológico de satisfacer nuestras necesidades básicas – mientras las "fuerzas productivas capitalistas" hacen de las suyas y se hacen cada día más ricos sin trabajar, esperando otro anuncio de un nuevo plan económico para recibir los billetes correspondientes del ciclo.
Epílogo.- Esta alerta naranja en la frontera nos acerca cada vez más al final, a un final dramático, o tragicómico, donde es posible que muchos incautos terminen peleando y muriendo por una patria ficticia, por una nación nominal, huera, que solo queda en la memoria, en los deseos y sueños de los venezolanos, y la desbandada de muchos aprovechadores hacia el otro lado, de la frontera y del gobierno. Al Galtieri criollo, a nuestro Leopoldo, le sugerimos que tenga cuidado y no le quiten la escalera cuando intente escapar de sus captores, y como Calixto (el otro, no Ortega) queden sus sesos derramados en el piso del bobo que no pudo ni escapar. Lo lamentable es que muchos han puesto por encima de la realidad los discursos grandilocuentes y patrioteros, y de éstos, algunos van a sacrificarse en vano, sin que nadie se los agradezca ni los condecore. Esta alerta naranja (así se llamará el próximo artículo de Malaver) es más bien para que nosotros sepamos que se acerca el final, que se van porque la casa se viene abajo. Pero también sirve para que tomemos previsiones, y antes de que llegue la roja, antes de que se vayan, sustituir este gobierno por otro sensato, digno, honesto capaz de hablar con la verdad, o cerca de ella, que entusiasme sin hacer promesas vanas, que nos dé esperanzas asentadas en la realidad, en nuestros propios esfuerzos y recursos.
Ya hubo un Leopoldo Galtieri y una guerra de las Malvinas en Suramérica, hay que aprender del pasado ¿Para qué alentar a otro felón?