José Gregorio Hernández: El Santo de los Pobres

Martes, 15/10/2019 01:58 PM

"La doctrina auténtica de Cristo, que es una doctrina liberadora, es una doctrina revolucionaria, por eso cada día somos más cristianos y estamos más con Cristo el Redentor de los pueblos".

Hugo Rafael Chávez Frías

(Inicio de la Misión Madres del Barrio, Teatro Municipal de Caracas, 30 de marzo de 2006).

En días recientes vimos el filme "La Planta Insolente", producción de la Villa del Cine con guion del escritor Luis Brito y dirección de Román Chalbaud, el cual narra momentos históricos de nuestro país entre los años 1899 y 1908, período del mandato del Presidente Cipriano Castro.

Bajo la magistral actuación del actor Roberto Moll, recreamos momentos de la historia revolucionaria de nuestro país, la cual es prohibido olvidar sobre todo por su célebre proclama: "¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria!".

El capítulo debe ser recordado por todos los venezolanos y servir de inspiración para los auténticos patriotas, en especial para quienes hoy percibimos las actuales amenazas del imperio norteamericano contra los hijos de la tierra de Bolívar.

Una de las escenas que – curiosamente - más nos llamó la atención y de la cual no dejó nada en el tintero el extraordinario y brillante historiador Luis Brito García, fue la relacionada con el médico José Gregorio Hernández.

La escena relacionada con la aparición del místico personaje, ícono espiritual de los venezolanos, se hizo presente con aplomo en el momento de alistarse como soldado para defender el suelo sagrado de la Patria, ante el enemigo invasor.

Pudimos apreciar allí a alguien más que un símbolo. Observamos la auténtica reencarnación en persona de las virtudes teologales y las bienaventuranzas de Cristo, puestas al servicio de los humildes.

Con su ejemplo, entrega y pasión como médico, el trujillano nos demostró ser un verdadero practicante del mandamiento del amor. El apóstol de la salud José Gregorio Hernández, trascendió con el tiempo hasta ser conocido hoy como "El Siervo de Dios" o "Médico de los Pobres".

La historia y la acción de este personaje se hicieron legendarias. Su mística actuación rebasó lo humano, cruzó los aposentos y llegó hasta los altares de los hogares venezolanos, donde el reconocimiento a sus milagros se convirtió en actos de fe que guardan un espacio en el corazón de los humildes de nuestro país.

El verdadero amor y el reconocimiento a lo espiritual trascendió los mármoles de El Vaticano y superó la tonsura de algunos pastores - color púrpura - quienes han subsistido y pululado a la sombra del poder de los "Amos del Valle" de Venezuela encarnados en la CEV.

"El Venerable", nacido en Isnotú estado Trujillo, un 26 de octubre de 1864, en el hogar del boticario Benigno Hernández y de la ama de casa Josefa Antonia Cisneros, fue un médico que con su ejemplo rompió los patrones de la bondad y pasó después de su muerte a sembrar la prolongación de la fe en los humildes y, a encontrar en el reconocimiento a su bondad, la máxima expresión del afecto espiritual a través de sus milagros.

Su trayectoria remonta los 155 años (más de siglo y medio) es un punto de referencia para los venezolanos quienes han reconocido su santidad, muy por encima de los cánones litúrgicos y de los procedimientos de la Santa Sede o de la Curia romana.

Llama poderosamente la atención como al paso de los años, una advocación y un pedimento que ya es presencia obligada en los altares y en los santuarios de los hogares de Venezuela, no haya tenido en el tiempo un reconocimiento formal como Santo, por no haber recibido la venia y la bendición de El Vaticano: ¿por qué?

Resulta una curiosidad de especial significación para los católicos venezolanos, el hecho de que ningún Sumo Pontífice - hasta ahora - se haya pronunciado a favor de su santificación y a quien además, el mismo clero, lo reconoce para una beatificación, aclamado por el pueblo como "El Santo de los Pobres".

Sabemos de las innumerables intervenciones de muchos venezolanos, de todos los estratos sociales, quienes han intercedido con sus milagros ante la Curia Romana para que se proceda a la santificación del "Venerable", pero se han encontrado con una muralla levantada por prelados de una elite y de una Iglesia, la cual ha dado la espalda a los humildes de las bienaventuranzas de Jesús.

También conocemos de la presunta existencia de una "mano peluda" quien ha impedido, junto a algunos carismáticos y fervientes militantes de la Obra de Dios (Opus Dei), para que el "Siervo de Dios" sea llevado a los altares y muchos de ellos lo han mirado con desdén.

No resulta nada extraño para los fieles seguidores de la Iglesia de los Pobres, lo que ha ocurrido con el "Siervo de Dios" José Gregorio Hernández.

Cuando ha pasado más de siglo y medio hemos observado como muchos quizá no tan santos, han sido canonizados en tiempo record y además - salvando las distancias con los expertos - han pasado a formar parte de la lista de nuevos santos y llevados a los altares, para ser merecedores de incienso, mirra y oro.

Al parecer por alguna razón y en la cual estamos seguros espera la venia de la CEV, se ha corrido la voz de la posible canonización y proclamación como Santo a José Gregorio Hernández por parte del Papa Francisco.

Hasta el momento algunos parecen apresurarse y otros prelados se han anticipado con sus frecuentes declaraciones, como representantes de la Iglesia Católica, al hablar sobre la esperada Santidad de José Gregorio Hernández.

Existe un cardenal, de cuyo nombre no quiero acordarme, quien tiene mucho tiempo frenando el procedimiento de "El Venerable" en El Vaticano, porque para él los pobres huelen a "chimó"; pero ¡oh milagro! ahora se ha convertido en un frecuente defensor de la santidad del "Santo de los Pobres".

Desde luego que comprendemos el panorama por estar ante un procedimiento muy riguroso, el cual por más de siglo y medio le ha sido negado - por supuestas "manos peludas" - a José Gregorio y ahora no podría pasar por debajo de la mesa sin la venia de la Curia Romana y desde luego de la bendición del propio Papa Francisco.

Hasta el momento el argumento de la Iglesia Católica ha sido siempre la falta de un milagro, pero para los "hacedores de santos", quienes no niegan la santidad "in pectore", si proclaman a quienes son Papas o tienen abolengo, pedigrí y sangre azul.

La verdad oficial, desde luego, ha sido siempre esperada por los venezolanos desde hace más de siglo y medio. El auténtico fervor y el original sentimiento del pueblo cristiano de Venezuela, en especial de los humildes e integrantes de la Iglesia de los pobres, es la llegada de una buena noticia.

La expectativa supera el formalismo y como católicos, apostólicos y venezolanos ("romanos") deseamos que la noticia se convierta en una verdad del cielo a la tierra.

Los humildes y los favorecidos por la fe con los milagros de José Gregorio Hernández sabemos que muchos aspirantes a santos, han quedado por fuera en los pasillos de la Casa de San Pedro en Roma. Pero la Iglesia también debe saber que "El Siervo de Dios", desde hace muchos años, está en los altares y en el corazón de todos los venezolanos.

En muchas grutas de los campos, barrios, iglesias y capillas de los pobres de Venezuela, donde están los curas de parroquia, nunca falta el Santo de los humildes y el Santo Patriota (sin la licencia y los certificados de El Vaticano). En la Iglesia de Isnotú sobran los milagros.

El médico que se pronunció por encima de su santidad contra la Planta insolente del extranjero, sigue vivo en el imaginario popular y en las manos milagrosas de los escultores y de miles de artistas populares, quienes esculpen y tallan su imagen en los campos y ciudades de nuestro país.

Las lágrimas y la fe que superan los mármoles de El Vaticano podrían encontrar la bendición del Papa Francisco; pero lo que ya es una verdad absoluta, desde hace mucho tiempo, es el reconocimiento de José Gregorio Hernández como el Santo de los pobres.

El hijo de Isnotú quien pernota en La Iglesia de la Parroquia Candelaria de Caracas está vigente. El médico de la bondad quien murió en La Pastora y no se codeó con los ricos, abrazó voluntariamente las bienaventuranzas de Jesús y por eso es reconocido por el pueblo de Venezuela como "Venerable y Siervo de Dios".

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos!"

¡Amanecerá y veremos!

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