Auditórium

Dante Rivas, este modelo no es humanista: ¡es esclavista y miserable!

Lunes, 11/11/2019 02:54 PM

"Tengo la firme convicción, avalada por años de observación y experimentación, de que los hombres no son iguales, de que algunos son estúpidos y otros no lo son." Carlo Cipolla.

No es de izquierda, no es socialista, menos humanista. La vida en Venezuela es un calvario, con penas y calamidades. Como conozco sus entresijos, siempre he alertado sobre los peligros de haber caído en manos de unos utópicos, bien o mal intencionados. Y el grado de influencia que ha podido tener en este régimen el asesoramiento millonario de la nomenklatura del gobierno de la isla caribeña, con dirigentes del partido comunista de Cuba. Cualquier contribución testimonial es hoy muy importante a la hora de abrir los ojos a la población con vistas a que en Venezuela no se consoliden los mismos errores que se cometieron en Cuba que lleva 60 años en la miseria extrema.

Cuando me inicié en la política en la década de los 70 del siglo XX, En un debate entre la izquierda cristiana y la ultra izquierda marxista leninista, me enteré que la palabra izquierda-derecha se originó en los tiempos de la Revolución Francesa, cuando en la Asamblea Constituyente quienes defendían la monarquía y el poder absoluto del Rey se sentaban a la derecha, mientras que los partidarios de la soberanía nacional, y de la población más pobre, y vulnerable se sentaban a la izquierda. Esa idea me hizo incorporar a la militancia izquierdista, ya que se identificaba con el débil, y ayudaba al que tenia precariedades, mientras que el político derechista se colocaba al lado del fuerte, apoyando al que tiene poder económico.

La ultraizquierda venezolana se formaba en Cuba, financiada por el gobierno cubano donde se preparaban los "cuadros" que dirigirían la futura revolución socialista venezolana, un viejo sueño de Fidel Castro, por eso es el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla desestabilizando las democracias en América Latina.

Conozco al monstruo del fascismo izquierdoso porque he vivido en sus entrañas. Como castigo para rechazar ese dogma me estudié los tres tomos de El Capital, y las obras más ajustadas a los clásicos del marxismo-leninismo, cuyo objetivo es entender la condición explotadora, opresora y depredadora de las economías y sociedades capitalistas, y la forma como se agudizaban sus contradicciones y así lograr llevar a cabo la transformación revolucionaria. El político de izquierda en su formación tiene que aprender el eterno conflicto entre capital y trabajo, y la consiguiente lucha de clases como la fuerza motriz que dará el traste utópico al sistema capitalista para darle vía libre al socialismo como una sociedad, libre de explotación, opresión y discriminación.

En mi juventud estaba decidido a consagrar mi vida a la construcción de una Venezuela libre de pobreza y exclusión social, donde el pensamiento crítico pudiera navegar con libertad, y todos los venezolanos pudieran desarrollar todo su potencial para alcanzar un desarrollo humano integral.

Pero el contraste de mi sueño con la realidad salta a la vista. Hoy más de cinco millones de venezolanos huyen de Venezuela, y los que no pueden huir terminan en la miseria.

En aquellos años del rico país petrolero que era Venezuela pude disfrutar de esas pequeñas oportunidades que te van dando día a día la vida, auténticas oportunidades de estudio, trabajo, compañerismo, y rectitud ética y moral, que me aportaron valores, y fortaleza de carácter para asumir con responsabilidad mi misión en esta vida. Hoy, en medio de esta terrible escasez, y alto costo de alimentos importados que afectan a los hogares en Venezuela, y que la estupidez de la nomenklatura se la atribuye al bloqueo económico de los Estados Unidos, he comprendido que la solidaridad entre los países latinoamericanos, y el pueblo venezolano es hacer muy de nosotros, el problema del venezolano. Hay que dejar crecer en nuestro espíritu la fuerza moral que nos brota, y no ser apático y complaciente con este desastre, tenemos que asumir el compromiso. Entendiendo lo importante de tener claras convicciones, y sólidos principios, y valores morales para no vivir una vida llena de precariedades, y ser honestos con nosotros mismos.

Las tesis del marxismo hablan de la importancia de: "organizar al pueblo de forma que cada uno pueda desarrollar y utilizar todo su potencial y facultades en completa libertad, sin desnaturalizar su esencia básica dentro de la sociedad": Pero el encuentro con la realidad venezolana no logra descifrar por qué entonces hay tanto emprendimiento reprimido, tanto potencial humano perdido, si la Revolución Bolivariana justamente triunfó para darle libertad a los poderes creadores de la gente, para hacer posible: "una libre asociación del desarrollo de cada uno de los venezolanos, sea la condición del libre desarrollo de todo el pueblo venezolano". Y así satisfacer plenamente las necesidades materiales, intelectuales y espirituales de la población. ¿Por qué, entonces, la mayoría del pueblo vive sumergida en semejante escasez de alimentos, medicinas y miseria?

Hoy la economía venezolana es victima del absolutismo de propiedad estatal, se persigue al emprendedor, y la iniciativa privada, con la imposición de un modelo político hegemónico del psuv, y la ilegalización de los partidos opositores, con un centralismo paralizante, el feroz control de los medios de comunicación, la criminalización de la crítica, el culto a la personalidad del comandante en jefe, la incondicionalidad a la línea partidista, la partidización de la administración publica, y una crónica escasez, y altos precios de los productos, y servicios esenciales para llevar con dignidad y alegría la vida diaria.

Después de un siglo de terror, ninguna de las revoluciones socialistas en el mundo han triunfado todas han fracasado: la soviética, la china, la cubana, la coreana, la bolivariana, ninguna de ellas cumplieron con la promesa de liberar a sus pueblos de la explotación económica, la opresión política, y la discriminación por razones ideológicas. El tipo de socialismo que se ha ensayado no funciona ni funcionará en la Venezuela del siglo XXI, debido a razones económicas, políticas, y sociales.

En lo económico, la revolución bolivariana, tras su promesa de erradicar la explotación del hombre por el hombre, expropiaron las empresas de producción privadas que pasaron a manos del Estado como supuesto representante de los intereses generales del pueblo venezolano. Pero como la asociación de productores independientes que planteaba Marx los haría libres y autónomos, entonces la nomenklatura psuvista, para aferrarse al poder, impuso su control y dominación sobre la población venezolana al criminalizar el emprendimiento, y la iniciativa privada, y tipificarla como una amenaza de restauración del orden capitalista.

Paradójicamente, estas élites de la revolución bolivariana operan como una mafia explotadora que maneja las empresas públicas como si fueran de su propiedad, apoderándose de la plusvalía social a través de los privilegios que usufructúan, de la corrupción, y el saqueo de los recursos públicos. Después de tomado el poder por la vía electoral en 1998, se intentó controlar los niveles de ganancias con rígidos controles congelando los precios por debajo de los costos de producción, generando pérdidas que desestimulan la producción, causando una escasez de los bienes más esenciales para la sobrevivencia de la población. En lugar de controlar las ganancias a través de la promoción de inversiones, y de la competencia entre empresas a través de la oferta de productos con mejores precios, y calidad, este socialismo dogmático inhibe el espíritu del trabajo emprendedor productivo, alejando la inversión, provocando escasez el aberrante fracaso de los proyectos socialistas made in Cuba. Y como si fuera poco, el venezolano socialismo dogmatico del siglo XXI, para poder retener el poder, intenta comprar popularidad con dádivas y prebendas, gastando más de los impuestos que recaudan, y así financian el déficit con emisiones de dinero inorgánico sin respaldo en la producción, lo cual eleva la inflación, pulverizando el poder adquisitivo de los salarios, empobreciendo a la población que dicen proteger y defender.

En lo social, los altos precios por la dolarización de hecho de alimentos, medicinas, productos de higiene personal, artefactos electrodomésticos, repuestos automotrices, etc. Es la consecuencia criminal de un modelo estalinista basado en las expropiaciones, y en el acoso sistemático de la empresa privada, siendo el caldo de cultivo para la especulación e inflación que revientan la capacidad adquisitiva de los hogares venezolanos, y causan el empobrecimiento generalizado de una población que no logra satisfacer sus necesidades básicas, y esenciales, optando por huir de su país. La política clientelar lejos de ofrecer una solución estructural a la problemática del hambre, la pobreza y la marginalidad social, desemboca en una manipulación con lo del carnet de la patria que destruye la dignidad del pueblo venezolano, y los acostumbra a vivir de dádivas y prebendas que no son fruto del trabajo productivo y creador.

Esta manipulación de la gente la presentan como una gestión del gobierno revolucionario para hacer valer los "derechos inalienables y anti imperialistas" del ciudadano, cuando en la realidad es un instrumento de dominación y opresión. En una real política social habilitadora-emancipadora, la "bonificación" tiene que desaparecer a medida que se aumenta el nivel educativo, y la capacitación técnica en proyectos agro productivos, que faciliten la inclusión social del venezolano en su sistema económico, de tal forma que los bonistas dejen de depender de la política clientelar socialista, y puedan satisfacer sus necesidades con su propio esfuerzo, con su inserción en la construcción de un modelo productivo de desarrollo socio económico.

Pero, la profundización de estas ayudas sociales ha degenerado al ciudadano, y los convierten en unos instrumentos para la dominación y la opresión.

En la ANC, se proyecta con la nueva constitución que cocinan imponer un modelo de dominación basado en la hegemonía de un solo partido, con lideres autoritarios, y tísicos intelectuales para que se aferren al poder a través del culto a la personalidad, y las reelecciones indefinidas, donde los candidatos de la revolución se midan con ventaja al hacer un uso indebido de los recursos públicos en cada campaña electoral, incluyendo la movilización obligada de empleados públicos a sus actos proselitistas, por menos de esto la presión popular hizo renunciar a Evo Morales en Bolivia.

Esto ha creado en la administración pública venezolana un ambiente de opresión política, cuando a los trabajadores se les violan sus derechos y son despedidos por manifestar su descontento contrario al continuismo revolucionario hambre ador.

Estamos en un gobierno basado en la hegemonía de un solo partido, esto ha degenerado en una burocratización parasitaria, de autoritarismo politiquero de baja estofa; reeditando la vieja historia del partido único de la burocracia, el burocratismo y la burocratización.

La libre asociación política ha sido eliminada, criminalizada y perseguida, llegándose a considerar como un delito de traición a la patria. Este perverso mecanismo de dominación se ve con descaro, y sin pudor alguno con la entronización de los jefes burocráticos, y partidistas cuando usurpan la soberanía popular, y conculcan la institución del voto, concentrando el poder de decisión e imponiendo el rabulismo jurídico expresado en el culto al totalitarismo, y a la norma amañada del tsj, sin importar su pertinencia y su grado de legitimidad.

En nombre de la mayoría, la nomenklatura niega el acceso democrático a los derechos políticos del pueblo, los cuales pasan a ser exclusivo privilegio de las élites dirigentes y gobernantes, dando origen a grupos de poder que, en la práctica, se constituyen en clases o castas sociales al secuestrar y usufructuar -para su propio interés el sistema socioeconómico y materializar sus intereses particulares desde las posiciones de poder.

El intento por construir el socialismo en Venezuela, fracasó estrepitosamente, cuando se reeditó y exacerbó los peores vicios de la llamada IV (cuarta) Republica que pretendieron superar. Y en nombre del socialismo real fracasado del siglo XX, llegaron al extremo de justificar las aberraciones fascistas con sus hambrunas que ahogaron en hambre la soberanía de la URSS, China, y toda la Europa Oriental en el siglo XX.

Ninguna de esas experiencias socialistas honró los valores que enarbola la utopía socialista. Por eso, cuando derribaron el Muro de Berlín, disolvieron la URSS, y uno a uno fueron cayendo los socialismos autoritarios de Europa oriental, nadie disparó un solo tiro en su defensa.

La Revolución Bolivariana: en un intento fallido para renovar el ideal socialista, triunfó con la promesa de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, redactar una nueva Constitución para refundar la República, y erradicar las causas estructurales de la pobreza, y la exclusión. Ilusionado con esta idea, apoyé a Hugo Chávez en 1998. Cuyo objetivo que planteaba era impulsar una nueva política industrial, y tecnológica para sustituir el caduco modelo industrial limitado a la explotación de ventajas comparativas derivadas de la dotación de materias primas, energía y fuerza de trabajo barata para exportar insumos básicos hacia los centros industrializados, cambiándolo por un nuevo modelo de industrialización sustentado en la creación de ventajas competitivas derivadas de la siembra petrolera, de la investigación científica y tecnológica, con el fin de producir bienes de mayor grado de transformación industrial y desarrollo, y así desarrollar la industria petrolera con productos terminados, transformar el mineral de hierro, acero, aluminio, oro, diamantes, y demás minerales en productos de mayor valor agregado para sustituir las importaciones, ahorrar divisas, diversificando las exportaciones con productos de mayor valor agregado y así generar nuevas fuentes de ingresos externos que contribuyan a reducir la dependencia de la renta petrolera. Todo esto fue a parar al cesto de la Basura en Cuba, hoy vemos la destrucción de PDVSA, y la quiebra de la empresas básicas de Guayana, y el latrocinio con el Arco Minero.

Hoy Venezuela con su miseria a cuesta ve como se abandonó la idea de transformar el rentismo petrolero e importador en un nuevo modelo productivo y exportador. La revolución se embriagó con los impresionantes precios de los crudos, y el caudaloso ingreso petrolero, y se exacerbaron sin limites la cultura rentista de la clientela electoral, cuyo parasitismo consiste en vivir de la renta petrolera, y no del merecido esfuerzo de los frutos del trabajo productivo. La desnaturalización y alejamiento del proyecto electoral de Hugo Chávez en 1998, se hizo con Nicolás Maduro más evidente en estos últimos 7 años.

Y es que cuando el gobierno irresponsablemente sembró la idea de que el pueblo: "es copropietario de las riquezas del subsuelo, y que a cada quien le toca su gota de petróleo", y así desquiciaron la mentalidad rentista de todo aquel venezolano que pretende vivir sin tener que trabajar, así como los tentáculos de los políticos corruptos, y empresarios ladrones que se hicieron millonarios robando a PDVSA, hoy viviendo en el exterior con sus dólares mal habidos.

Los principales voceros de la revolución en esta hipercrisis de finales del 2019 se ufanan de haber disminuido los elevados niveles, de desigualdad, pobreza y exclusión social heredados de la IV (cuarta) República. Así, la revolución se sustenta en el auge sin precedentes que registró años atrás la renta del petróleo. Un neo rentismo revolucionario que funcionó mientras los precios del petróleo estuvieron altos, y el gobierno dispuso de una abundante renta para financiar la inversión social, y aliviar temporalmente las precarias condiciones de vida del pueblo más vulnerable. Paro al no diversificar la economía, y generar empleo productivo, con el colapso de los precios del petróleo esta pasajera ilusión de prosperidad se vino abajo y la burbuja explotó, el estado actual de ruina de PDVSA es la tarjeta de presentación de la revolución en las economías mundiales.

La manera como se destruyó la economía venezolana, y no se aprovechó el auge de los precios del petróleo nos da a entender que en este país donde el gasto público no se financiaba con los impuestos que pagan los contribuyentes sino con la renta petrolera, y que desde la (cuarta republica) IVR hasta la (quinta republica) VR no ha habido buenos o malos gobiernos sino altos o bajos precios del petróleo.

Una vez que se desplomaron los precios y la producción petrolera, se hace muy cuesta arriba sostener los programas sociales de los que depende la satisfacción de las necesidades básicas de la población más pobre. Sin esta copiosa renta petrolera, el falso socialismo ya no cuenta con la misma capacidad de maniobra, y así le resulta imposible consolidar su hegemonía a la cubana.

La excusa es la guerra económica para defender los fracasos del socialismo cubano venezolano, cuando han transformado la escasez, y el hambre en las condiciones básicas para imponer su modelo de dominación. Con bolsas de comida, subsidios, y dadivas indebidas, el cubanismo depredador socialista explota la ausencia de una cultura del trabajo para asegurarse una clientela parasitaria que, en vez de sentirse orgullosa de ganarse la vida con el sudor de la frente, medra de las dádivas del gobierno a cambio de su hambre . Que manera tan miserable de destruir la dignidad, y el honor del pueblo del Libertador Simón Bolívar.

A 22 años de revolución bolivariana, son muchos los intentos fallidos y demasiadas las evidencias de que este modelo socialista, tal como se ha implementado, no funciona. Ya resulta contradictorio, y absurdo obstinarse en justificar, y defender un modelo estatista, autoritario, y manipulador de la organización política, económica, y social que es totalmente contrario a los objetivos de igualdad, justicia, libertad, fraternidad y bienestar que la utopía socialista bolivariana del siglo XXI teóricamente se propone imponer a trote y moche.

Los hechos revelan que los fascistas de la ultraizquierda, una vez que logran controlar el gobierno, tienden a centralizar, y concentrar todo el poder. Al degenerar en un régimen cada vez más autoritario y represivo, manchando el honor y desprestigiando la propuesta de un socialismo democrático al estilo escandinavo.

Esta pseudorevolucion ha terminado secuestrando e imponiendo su dominación en el poder a nombre del pueblo, de la patria, y la soberanía, aberración que me ha desilusionado, y alejado con mucho dolor mi identificación como hombre de izquierda, y creyente del ideal socialista en democracia.

Cuando el dogmatismo y autoritarismo con el que han sido tergiversadas estas ideas por quienes se aferran al poder en su nombre, y enlodan con su ambición la norma de este pensamiento. No las pueden convertir en sagradas escrituras para construir una sociedad injusta, sin libertad, y antidemocrática.

La experiencia cubana en 60 años ha demostrado al mundo que no funcionó, y que esa opción socialista ha terminado tan desprestigiada por las desviaciones, y aberraciones de quienes lejos de superar los males que le criticaron al capitalismo, los agravaron a nombre del socialismo.

Mi deslinde, es con este socialismo totalitario, y el dogma aberrante de izquierda. Me alejó de quienes a nombre de un falso socialismo, en vez de impulsar una sociedad de emprendedores libres, y solidarios, lo que han hecho es burocratizar, funcionarizar, y someter a la fuerza laboral, y a la población. No puedo estar de acuerdo, y por eso mi crítica a un modelo socialista arbitrario y despótico. Mi rechazo a este modelo cubano de izquierda dogmática, no es una rendición ni arrepentimiento alguno, por todo lo que he escrito en contra de este desastre, lo que he escrito a favor del socialismo en democracia lo sigo sosteniendo. No defiendo a este modelo amigo Dante Rivas www.aporrea.org/amp/actualidad/a284175.html tantas veces enlodado por farsantes y charlatanes que hacen gárgaras con el pueblo, la patria, y la revolución para medrar a nombre de ella, y manchando la reputación, y el honor de esa palabra llamada revolución.

En estos tiempos de turbulencia en la Venezuela de las riquezas naturales, el compromiso social no pasa por militar, y actuar según lo ordena la línea del PSUV, con un pensamiento único que criminaliza e inhibe el pensamiento libre. Cada pensador tiene una lectura de su propia realidad, tiene sus prioridades, sus anhelos, su propia subjetividad. Solo a partir de un diálogo libre, respetuoso y sincero entre una gama tan variopinta de visiones e intereses es que se puede construir la unidad en la diversidad, con una base de criterios compartidos que permita una verdadera acción social transformadora.

¿Cómo reparar este terrible daño a nuestra patria? Acaso estos tiempos no son para encontrar un nueva expresión que nos una, que nos ayude a desmontar los prejuicios con esa vieja identificación de esa izquierda socialista fracasada del siglo XX, que no nos deja reencontramos en torno a nuestras causas comunes. Antes que un cliché lo más importante es salvar el contenido de los principios, y valores que inspiran las causas en las que seguimos creyendo. Ni comunista, ni fascista de la ultrosa izquierda socialista: Soy simplemente: ¡Un humanista! Hoy todos sabemos que la tragedia de este socialismo del siglo XXI, son la hambruna, y la miseria que padece Venezuela.

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