Este es un escrito para ayudar a caracterizar el inicio del 2020. No tiene orden ni esquema. Son ideas sueltas que van saliendo y que sirven para utilizarlas en documentos de análisis específicos.
1) El recien creado Grupo de Puebla cobró auge en los últimos meses del 2019, sobre todo luego del triunfo electoral de Alberto Fernandez en Argentina. Fernandez aprovechó la política exterior "ni-ni" de López Obrador para asumir el liderazgo del Grupo de Puebla y rápidamente convocó una segunda reunión en Buenos Aires a comienzos de noviembre. Entre lo más destacado de esa reunión estuvo el no haber invitado a representantes del gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de que allí estuvieron presentes antiguos aliados de Chávez y Maduro como Ernesto Samper, Fernando Lugo y Dilma Rousseff. Este destacado aislamiento que le aplican a Maduro prácticamente todos los representantes del "progresismo" latinoamericano, tendrá necesariamente sus repercusiones políticas a todo lo largo del 2020. Luego de la caída del gobierno de Evo Morales, Maduro queda en Latinoamérica con el exclusivo respaldo de Nicaragua y Cuba. Los dos principales gobiernos de izquierda del continente, tanto México como Argentina, se han distanciado completamente del programa político y económico seguido por Maduro, han enfatizado en su carácter autoritario, se han desmarcado igualmente de Guaido, del intervencionismo del Grupo de Lima y del gobierno de Trump, y han dicho reiteradamente su deseo de que se celebren "elecciones libres" en Venezuela como camino principal para resolver la crisis presente. La participación "por la puerta de atrás" de Jorge Rodríguez en la toma de posesión de Fernández fue la más clara demostración de que a Maduro no lo quieren en ninguna parte, ni siquiera sus antiguos aliados de la izquierda latinoamericana (que, hasta donde sabemos, recibieron por años jugosos financiamientos provenientes del erario público venezolano). Con la llegada de Fernández a la presidencia de Argentina, ha quedado eclipsado el Foro de Sao Paulo como pretendida vanguardia izquierdista del continente, y el Grupo de Puebla, sin Maduro y sin el PSUV, emerge como la nueva referencia para las luchas que simultáneamente comenzaron a librarse en Ecuador, Perú, Chile y Colombia.
2) El que hemos denominado por años como Centro de Poder Mundial, o bloque de poder del llamado mundo occidental, atraviesa serios resquebrajamientos con el Brexit europeo y el Impeachment contra Trump. A lo que se le suma el resonante fracaso de la intervención militar occidental en Siria, el progresivo deterioro de la situación política en Irak, el fortalecimiento de Irán y de Rusia en los conflictos del Medio Oriente, y la irrupción cada vez mayor de la economía china en territorios históricamente controlados por occidente, como son la Nueva Ruta de la Seda y el Banco Asiatico de Inversiones e Infraestructura (BAII). La hegemonía occidental sobre el resto del mundo, en desarrollo desde el siglo XV, se deteriora por el empuje de fuerzas externas e internas que hacen avizorar un próximo colapso de la misma.
3) En el plano estrictamente económico, el estancamiento de la economía mundial, que no logró recuperarse de la crisis del 2008 ni ha podido recobrar los niveles de crecimiento obtenidos en la posguerra (1945-1970), avizora también, según la gran mayoría de análisis de economistas de todas las nacionalidades, una próxima crisis que pudiera ser más profunda que la vivida hace una década. De ocurrir una nueva crisis económica mundial, la misma tendría reprercusiones casi inmediatas en los procesos de alta conflictividad política y social que se desataron a todo lo largo del 2019 y más específicamente en los últimos meses del año.
4) El 2019 ha sido, como el 2011, un año de revitalización magnificada de la lucha de clases a nivel mundial. Tal vez los dos principales centros de esa lucha social se han escenificado en Chile y en Francia. Pero los pueblos de Perú, Ecuador, Colombia, Haití, Líbano, Irak, Hong Kong, no se han quedado atrás en el desarrollo de grandes expresiones de movilización popular contra medidas económicas y políticas de sus respectivos gobiernos. Aunque hasta ahora esas grandes movilizaciones populares no han generado la caída de ninguno de los respectivos gobiernos, sus efectos políticos están siendo devastadores al hacer morder el polvo al discurso neoliberal entronizado desde hace cuatro décadas por la dupla FMI-BM. El derrumbe emblemático de Chile como vitrina neoliberal del continente y el mundo es un acontecimiento histórico cuyas consecuencias las veremos mucho más allá del 2020.
5) En Suramérica destacan tanto la caída del gobierno de Evo Morales en Bolivia, como las derrotas electorales del Frente Amplio en Uruguay y del Frente Farabundo Martí en El Salvador, que constituyen un serio revés de las fuerzas de izquierda en el continente, apenas compensadas por el triunfo del peronismo en Argentina y la victoria en 2018 de AMLO en México. Como dijimos en el primer punto, estas victorias electorales de fuerzas de izquierda han enarbolado banderas más "centristas" a los ya de por sí programas reformistas de la llamada "ola progresista"vivida entre 1999 y 2015. A esto se suma el cada vez más evidente fracaso de los acuerdos de paz firmados en Colombia por las FARC, que ha llevado a la propia fragmentación de esa organización y a su completo aislamiento de procesos políticos y sociales populares que se han generalizado en los últimos meses en Colombia.
6) No obstante, mientras las vanguardias políticas de la izquierda latinoamericana sufren derrota tras derrota o en su defecto derivan hacia programas cada vez más centristas, los pueblos latinoamericanos insurgen por sus propios medios, sobrepasando a las "vanguardias autoproclamadas" y actuando en ocasiones contra esas mismas vanguardias, a costos altísimos de represión, con decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos, pero enarbolando a la vez programas de lucha antineoliberales, feministas, ambientalistas, antiautoritarios, que están aterrizados en la realidades, necesidades, anhelos y esperanzas de los pueblos de Nuestra América. En estas expresiones de lucha social incluimos también las protestas de 2017 acaecidas en Venezuela y Nicaragua, e incluso la crisis en Bolivia, con la salvedad que en estos tres países han actuado obviamente una serie de intereses ligados tanto a las burguesías criollas como al imperialismo yanqui. Lo que queremos resaltar aquí es que las luchas sociales de los últimos años tienen causas objetivas en lo económico y político, y que las mismas han avanzado al margen de las autoproclamadas vanguardias de la izquierda latinoamericana, y en ocasiones en contra de esas mismas vanguardias. La profundización de estas tendencias puede conducir a nuevas formas de liderazgo, a nuevos y actualizados programas políticos, que conduzcan a la conformación de una nueva polarización en la lucha de clases, en donde los hasta ahora "partidos de vanguardia", nucleados ya sea en el Foro de Sao Paulo o en el Grupo de Puebla, serán desplazados y considerados como parte del bloque opresor donde ya están los partidos tradicionales pitiyankis. Sólo una urgente "reingeniería" que desmonte los aparatos politiqueros en que ha derivado la izquierda latinoamericana los salvaría de esa tendencia para ellos liquidadora, en pleno desarrollo.
7) La crisis económica en Venezuela sigue su curso sin que el gobierno de Maduro tome medidas para detenerla. Destaca la política laboral de Maduro, que acabó con todos los derechos consagrados en la constitución y la ley del trabajo, y derrumbó el salario hasta casi desaparecerlo (hoy el salario mensual se acerca a los 2 dólares). Maduro ha colocado a la clase trabajadora en un nivel de neo-esclavitud, sometiendo la lucha obrera mediante bonos y cajas de comida que han envilecido tanto la disposición de lucha como la vocación de trabajo de los venezolanos. Maduro ejecuta un particular plan de ajuste neoliberal que supera con creces las medidas antiobreras que puedan haber ejecutado gobiernos de derecha como Piñera, Macri, Duque o Bolsonaro. Inspirado en el "modelo económico chino" y contando con el macabro asesoramiento del gobierno de Cuba, Maduro se ha constituido en el principal verdugo de su propio pueblo. La cifra de 4-5 millones de emigrados en los últimos cinco años se explica precisamente por la imposibilidad de sobrevivir en Venezuela mediante el trabajo honrado. Hoy en Venezuela las familias trabajadoras sobreviven gracias a las remesas que reciben de sus familiares en el exterior, o con ingresos provenientes de actividades delictivas (pero permitidas por el gobierno) como el tráfico de gasolina hacia países vecinos y la especulación general en el sector comercial. Quienes no cuentan ni con remesas ni participan en las mafias contrabandistas-especuladoras, los millones de trabajadores de la administración pública y la poca empresa privada que aún sobrevive, sufren la explotación más extrema del continente, con el salario más bajo y las carencias más absolutas en los servicios públicos (agua, gas, electricidad, gasolina, transporte público), mientras colapsan igualmente tanto el sistema de salud pública como la educación desde preescolar hasta universitaria. Venezuela hoy bate records continentales en pobreza extrema, y es previsible una tendencia al aumento constante de todo tipo de conflictos laborales y sociales, como de hecho ya viene ocurriendo a lo largo y ancho del país.
8) Mientras escribía esto, ha sucedido el ataque de USA contra los dirigentes islámicos en Irak, que ha asesinado al principal jefe militar del gobierno iraní. Es obvio que este asesinato agravará la confrontación en el Medio Oriente y amenaza con desatar una guerra regional, como lo ha advertido un ministro irakí. Todo esto es el resultado del plan Busch-Rumsfeld del 2001, de acabar con el "eje del mal", que pasaba por invadir y derrocar a los gobiernos de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Irán, Yemen y Corea del Norte. Los Estados Unidos se plantearon hace 20 años el consolidar su hegemonía mundial, derrocando a todos los gobiernos opuestos a Occidente, buscando garantizar que el siglo XXI fuera el "Siglo Americano". Dicho plan no ha salido como los gringos esperaban. Sobre todo la derrota del Estado Islámico en Siria ha permitido que algunos analistas afirmen que los Estados Unidos han sido totalmente derrotados en ese plan imperialista desatado luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Uno de los factores principales en la derrota de ese engendro creado por los gringos, el Estado Islámico (ejército paramilitar de fundamentalistas islámicos extremos financiados y armados por USA y sus aliados europeos y árabes), fue precisamente la intervención de Irán en la guerra de Siria (además de la intervención de Rusia). Y en la dirección de las fuerzas proiraníes que lucharon y derrotaron al Estado Islámico destaca en primer lugar el general Suleimani hoy asesinado. A los iraníes el imperio gringo les ha dado en la madre al matar al segundo hombre en la línea de mando, sólo superado por el Ayatola Jamenei. La sucesión de respuestas y contra respuestas de cada bando puede conducir a escenarios de violencia generalizada totalmente fuera de control en el Medio Oriente e incluso en territorios de Europa y los Estados Unidos.
9) Falta analizar el momento político venezolano. La disputa en la Asamblea Nacional, el plan represivo de Maduro que busca aniquilar a la oposición pitiyanki, el destino de las propuestas en mesa de designar un nuevo CNE y convocar elecciones para todos los poderes públicos. Pero este tema lo dejo para luego del 5 de enero. Este año 2020 ha comenzado muy movido y todas las tendencias indican que se pondrá peor. En el marco de estas múltiples crisis, apostamos por la mejor organización de las luchas populares desde las bases sociales,por el surgimiento de programas alternativos que desplacen a las burocracias de "izquierda" que han fracasado al frente de los procesos de cambio en las dos últimas décadas.
APOSTAMOS POR UN 2020 DE ESPERANZA Y DE LUCHA POPULAR ANTICAPITALISTA