Aventis

Venezuela, debe despertar y frenar a sus esquiladores

Sábado, 01/02/2020 01:41 PM

Despertemos ante la historia, no es pesimismo. Vamos a tener que darle la razón a la frase que dice que un pesimista es un optimista bien informado. Ni son, por otro lado, ganas de liarla. Es que está liándose y parece que no queremos darnos cuenta. Andamos aquí, muy acostumbrados al no hay que alarmarse, no hay que escandalizar, no hay que llevarse las manos a la cabeza, pero, miren, si, por poner un ejemplo, me metí en el sistema para colocar el nombre de mi jefa de calle y no lo era, tengo en un cuaderno  su nombre y apellido, cedula de identidad, bueno, resulta que no lo era a pesar de los años que tiene ocupando esas funciones y es la encargada de recibir las bolsas CLAPS .

Aquí en Venezuela, todo el universo de ciudadanos(as) anda en sus andadas, menos pensando en la revolución, ahora los que hablan mal de Maduro y de Chávez están sacando sus carnets del Psuv, incluso en las colas de los bancos, hipócritas como ellos solo. Si se cumplieran los preceptos revolucionarios, otro gallo cantaría.  No, no es pesimismo. Es ver lo que está pasando y, sobre todo, lo que no se hace. ¿Alguien pone remedio adecuado para tratar de erradicar los desmanes que padecemos? ¿Aquí se está aplicando la ley que puede permitirnos vivir en paz, y el que la haga la pague, y la pague según el daño que cause? Me parece a mí que no. Mal camino llevamos,

Hay una durísima verdad, nos están privando de la libertad cualquiera desea asumir un cargo y toman un mal camino, desde abusar de las cajas CLAPS y le ponen cualquier cargo tributario hasta dedicarse en las calles a vender productos de cualquiera índole sin pagarle al fisco nacional. ¿vale sólo la cárcel? Volvemos a los caminos de violencia en un tránsito revolucionario «¿Y qué es el presidio? Allí fuman, allí ven los montes, y mis hijos criando malvas»

¿Nadie paga nada?  más o menos así dice la madre, de cualquier vendedor informal o transeúnte. Dicen que la pena durísima no arregla nada. Pues, miren, no lo sabemos. De momento, lo que tenemos claro es que la que no arregla nada es la blanda, la manita por el lomo y salga usted a la calle, que para eso somos más buenas gentes que la mar, contribuyamos al mal camino. ¿Qué les va a pasar, si los cogen, a los que han profanado la iglesia católica, y han robado coronas, ahora los evangélicos se dicen comunistas y todo lo que consideraban caro? Si los trincan, por aquí, por allí, diez que se quedan en cuatro, cuatro que se quedan en tres, y calle que te crió. Y así, los que atracan farmacias, pegan tirones de bolsos, amenazan con navaja y la roban a una anciana. Como si todo fuera un hurto y los hurtos no perjudicaran a nadie. Yo no sé por qué no probamos con otras medidas. ¿Que todos tenemos derecho al mismo sitio en la sociedad? Pues nadie quiere el pescado ni la fruta podrida, ni compra mulos con mataduras ni caballos con una pata rota. Hay más que ver la vergüenza de las ocupaciones de fincas urbanas, y lo que pasa una familia a la que se le meten dentro unos desalmados. Mal camino. Y ya dura mucho este camino.

Así pasa con las cajas CLAPS, nadie se responsabiliza.

Cuando se repartían el botín entre las productoras afines al partido, siempre surgía la discusión sobre el tamaño del trozo del pastel que le correspondería a cada uno. Entonces surgía la voz pícara de aquel Lazarillo que calmaba las ansias de los unos y los otros por llevarse la mejor parte del reparto. Y fiel a su espíritu carnavalero, pronunciaba la frase que mejor define aquella época:

-Señores, vamos a llevarnos bien… lo que haya que llevarse.

Que el oficio del mangante tiene sus propias reglas es algo que ya sabíamos desde que Cervantes creara el personaje de Monipodio. Aquel jefe de los ladrones que poblaban Sevilla cuando era puerto y puerta de Indias tenía su sede en el patio que llevaba su nombre. Hoy la cosa está más repartida, y se roba donde se puede. Empezando por la verdad, ese bien que ya no es tal desde que Pedro Sánchez decidió saltárselo a la torera, con perdón de los antitaurinos. Desde que copió su tesis, este doctor en embustes y mentiras no se corta un pelo a la hora de decir un día una cosa, y al siguiente la contraria. Que venga Fukuyama y escriba sobre el fin de las ideologías.

Acá, en Venezuela, los benefactores son muchísimos.

En Venezuela, seguimos con el franquismo, los británicos en un arreglo aduanero, solo cobraban los impuestos, hoy, todos ponen una cara de mármol por su militancia y se creen machitos o hembras, pero, fomentan la mala educación y derrumban el proceso revolucionario, considero que Diosdado miente ante tanto inscritos, porque pocos son militantes verdaderos o de simpatía por la izquierda. En una de las guarimbas tuve que irme por el municipio San Diego con la familia hacia Naguanagua. De repente me apareció un señor con un tizón para lanzármelo al vidrio frontal lo detuvo y le dijo.

-         Ese es el profesor, nos dio clases en las Misiones, has perdido la razón, va a casa de su mamá porque el distribuidor El Trigal este prendido.

Es Xenofobia, ignorancia y egoísmo lo que nos une, acá, hemos endurecido el rostro por la falta de pudor, nadie se puede desahogar y, todo esta muy claro, es la corrupción a todos los niveles. Eso de militante quedo atrás, lo fundamental es sacar el carnet del Psuv, algo tan delicado como es el censo, a mi no me censaron y aparecen las calcomanías pegadas en las puertas, falsa información.

-Han venido para quedarse. Lo dice como aquellos jerarcas del franquismo, cuando pronunciaban su famoso «usted no sabe con quién está hablando». Le ha faltado la segunda parte, que lo aclararía todo.

Dejaron su estela de muertos en el desierto sahariano y se tomaron para si las Islas Canarias que pertenecen a Marruecos, pero, en Venezuela estamos en tiempos de conquista y cualquiera desea erigirse como un Bolívar. Esto, me recuerda al amigo Eliécer Otaiza, le conozco desde pequeño de San Blas, de correrías pandilleras por eso cerros de los Morros hasta San Diego cruzando las tierras del cojo Humberto Celli, hacíamos escopetas y chinas y nos íbamos monte adentro. En el 2002, llegó en seis camionetas wagooner a La Lomita frente al Cuartel Paramacay era una mañana sabatina, el comandante del mismo nos mando a decir que prenderían los tanques y lo colocarían a raya, luego de tres vueltas al camino en el anochecer. Me saludo y le dijo, cuídese esas camionetas tienen personajes dudosos y no quiero que nada le pase por nuestra amistad y la suya con el comandante Chávez, usted esta en la mira porque es buena gente.

Aquí, todos somos buena gente, pero el adversario este infiltrado, porque la oposición y el Psuv es la misma historia y, se es símil con las bolsas CLAPS, los mercados están llenos de estos productos que son revendidos. Nadie sabe en Venezuela que es un proceso libertario, democrático y revolucionario, hay que voltear los fusiles, porque no hay ley y se debe restablecer un nuevo orden político. Las bolsas CLAPS es un paradigma y el presidente Nicolás Maduro Moros, debe despertar, como se burlan de él, los enquistados y la militancia, cuanta confusión, la ignorancia y los osos imperan y salen desde sus madrigueras sin pensar en la República, hoy atascada-

Ábalos no gasta la ironía ni la guasa del gerifalte andaluz que les pedía a los suyos que se llevaran bien… lo que hubiera que llevarse. Entre los mil y un asesores que se han enchufado a la ubre del poder, que eso es redistribuir la riqueza y lo demás es cuento, falta uno que le complete las frases al ministro mal encarado que se encara con la prensa cuando no le preguntan lo que él quiere. ¡Ay, si una baranda de la derecha contestara así a las plumillas! La que le darían en las televisores ordinales y sectarias… Pero como es de la cuerda progre, ni una mención en los Goya. La frase de Ábalos hay que redondearla para que adquiera su significado más profundo. Ya no se pueden echar más embustes por minuto cuadrado. Su viaje al aeropuerto lleva más versiones que la película sobre la guerra galáctica que nunca termina de acabar. Y las que quedan. Ábalos ha venido para quedarse. Eso ha dicho, y está - ¡milagro! - en lo cierto. Pero hace falta que alguien le complete el aserto.

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