Si queremos entender lo que pasa en una sociedad un buen método es examinar las batallas que suceden en su seno, a partir de ese cuadro podremos comprender esa realidad, tener una idea del futuro, podemos adelantar un pronóstico. En la Venezuela de hoy, maltratada y olvidada, se escenifican tres batallas, una principal y dos subalternas. Veamos.
En la época del Comandante Chávez la batalla principal tenía como contrincantes al capitalismo enfrentando al Socialismo que nacía. Por un lado estaba el Chavismo, vigoroso, apasionado, descubriendo, abriendo camino al nuevo mundo; enfrentado a éste se encontraba lo viejo, la sombra, el capitalismo, la cuarta república que se negaba a morir. Todas las acciones tenían este teatro de confrontación. Era fácil ubicarse en los campos en pugna: con el Comandante estaba la Patria (el que quiera Patria venga conmigo), el futuro, la vida, el Socialismo, la relación amorosa, el sentido de pertenencia a la sociedad. Con la oposición se encontraba lo viejo, el capitalismo, la miseria espiritual y material, el egoísmo, la fragmentación social.
Después del asesinato de Chávez la batalla principal se fue deslizando hacia un conflicto interno del capitalismo. Con la traición del madurismo, el Socialismo quedó arrinconado, desprestigiado, y lo que es peor: falsificado, deformado y, debemos decirlo, sufrió una brutal derrota de la que aún no se repone. Desde el primer día el madurismo se entregó al capitalismo, se instaló la persecución de los chavistas socialistas, se comenzó a disolver la imagen de Chávez socialista del corazón de los humildes, se inició el desmontaje de los avances en la economía socialista, se revirtieron las propiedades sociales administradas por el Estado como representante de la sociedad. Se fragmentó la sociedad, se estimuló la solución individual, se dinamitó la organización social; el dakazo, el carnet, los bonos fueron instrumentos usados con estos propósitos.
Con esta traición del madurismo, su meta no es el Socialismo, es la administración de la transición al capitalismo, en esta empresa compra el apoyo de rusos, chinos y algunos países subalternos En esa pretensión se enfrenta al capitalismo histórico, representado por guaidó, los partidos tradicionales y su apoyo internacional. Así están definidos los bloques que se enfrentan. Todas las otras batallas quieran o no se inscriben en esta batalla principal, a ella contribuyen.
La segunda batalla es la subalterna, que acontece en las entrañas de la principal: en el gobierno es difícil detectar las corrientes, se puede pensar que diosdado encabeza una corriente militarista, pero su grado es muy débil y sucumbe ante la fuerza del sector lumpensindical quedando hasta ahora sólo en lo declarativo. Existe, sin dudas, un corriente que lucra con los negocios del madurismo. Existe la micro fracción ingenua, es la que se lamenta por la importación de nucita, o la apropiación por el capital de una calle de Adicora, olvidando el desastre del Arco.
Los opositores de derecha representan, sin ningún tipo de vergüenza, a los gringos: sus intereses, sus movimientos son los del imperio gringo, de sus negocios y de su espíritu; allí adentro hay diferentes posiciones desde la más radical partidarios de la invasión, golpes y otras atrocidades, hasta la conciliadora de las mesas de diálogo.
No hay cabida en estas batallas para los chavistas socialistas. Su tarea es concretar la tercera batalla, cambiar la calidad de la batalla principal, hacer que el Socialismo entre de nuevo en combate, disputarle el escenario a las opciones capitalistas. Sus acciones deben tener esta meta, a ella contribuir, de lo contrario, será atrapado inevitablemente, por la contradicción principal. Su tarea debe ser impedir que los capitalistas demuelan el Cuartel de la Montaña, borren el recuerdo hermoso de Chávez, de aquel gobierno que despertó a un pueblo y lo encontró con su historia, con su fuerza fundadora. Su tarea es mantener la llama de la Esperanza…